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Breve manual de pensamiento crítico
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noviembre 12, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Para escribir filosofía se debe comenzar por hacerlo acerca de aquellos temas o problemas por los que sentimos predilección, y que además, nos sean ya conocidos o nos sea factible llegarlos a conocer en extensión y profundidad adecuadas. Se llega a conocer tales asuntos por medio de las técnicas, herramientas y ejercicios con los cuales nos habremos entrenado para aprender a filosofar. Porque, en mi opinión, aprender a filosofar requiere entrenamiento, además de talento e imaginación. A medida que reflexionamos y elaboramos apuntes o esquemas de nuestra reflexión, es decir, que vamos delimitando y consolidando nuestras esferas de observación y acción algunos conceptos y categorias –o relaciones y valoraciones- filosóficas se van conformando en nuestro haber intelectual. Será muy útil, además, conocer lo que significan tales conceptos según una o varias ciencias particulares, los diccionarios filosóficos, y también, los conceptos ocasionalmente definidos o esbozados por los filósofos en sus obras, con el fin de tomar de eso lo que apoye nuestras ideas. Así, se puede comenzar a escribir algunos textos cortos acerca de tales conceptos y categorías conforme a nuestra propia opinión y razonamiento, sin olvidar lo que antes se ha dicho sobre ello.

Y ya que hablo de textos cortos, es preciso mencionar algo en cuanto a los géneros filosóficos. Se ha discutido mucho acerca de la validez y persistencia de los géneros filosóficos, ya que el estilo, denominación y estructura de los mismos cambia con las épocas y tradiciones; y siempre aparecen géneros nuevos o los ya clásicos son modificados por los autores contemporáneos. De cualquier manera, ejemplos de estructuras usadas por pensadores de otras épocas y de la misma en que se vive, han de ser tomados en consideración. Se puede, así, comenzar a escribir aforismos, cartas, o ensayos cortos; luego, probar escribir series de columnas o entradas interrelacionadas como en una revista o un blog; más adelante, escribir ensayos más extensos y mejor estructurados; y sólo con más experiencia e investigación dedicarse a un tratado o un manual sobre una disciplina o un mismo tema.

Porque, además de escribir acerca de los conceptos sobre los cuales se ha adquirido suficiente dominio y competencia, existe la alternativa de escribir documentos sobre un mismo tema enfocado filosóficamente, pero, al mismo tiempo, desde las otras ciencias, y mostrando y exponiendo aspectos diferentes sobre el objeto que se está tratando, para determinar sus partes, funciones, usos, valoraciones e impactos. Así, a medida que se desarrolla la exposición de todos esos componentes y sus relaciones, el texto va surgiendo casi por sí mismo desde nuestra razón y conocimiento, y también exigiendo la indagación de aspectos que requieran ampliación.

Talvez, podríamos construirnos un horizonte más amplio y más complejo, que sería el de elaborar un sistema filosofico completo en si mismo. Eso quiere decir, que no se trata de que un sistema filosófico abarque todas las áreas y disciplinas de la filosofía, sino que abarque todo un conjunto de temas organizados y estructurados de un gran programa de investigación y de razonamiento por parte del pensador y el filósofo, los que constituyen toda su visión del mundo y expresan sus opiniones y conclusiones, sus cuestiones e inquietudes, y corresponden a ese programa y no a otra cosa.

Existen muchos modelos y técnicas típicos o básicos de redacción que se deben conocer, aprender y saber aplicar como corresponda. Pero, si aprender a redactar correctamente es un primer paso, en el entendido de que ya se aprendió a razonar correcta y técnicamente (es decir, se aprendió a filosofar), pienso que se debe aprender a identificar y analizar la estructura –tal cual- de los textos de los filósofos y científicos, y en segunda instancia, la de los expositores y comentaristas. Todo eso proporciona elementos y herramientas con las que se puede contar para escribir nuestros propios textos filosóficos.

Es por ello que las técnicas y procedimientos para examinar y diseccionar la estructura de obras de filósofos consagrados –o partes de las mismas- deben ser parte de nuestra formación filosófica. Muchas veces, se comete el error de querer enseñar como escribir correctamente ensayos y textos filosóficos, mostrándole al estudiante malos o mediocres ejemplos de redacción, y advirtiéndole que no cometa los mismos errores dle ejemplo. En mi opinión, se debe proceder de otra manera, pues para aprender a escribir bien y encontrar la voz y el estilo propio, se debe uno auxiliar, como dije antes, tanto de las técnicas y elementos de redacción básica, como de la ejemplificación o reflejo del estilo de los grandes pensadores. Pues, aunque no se trata de imitar el estilo, sino de descubrir la estructura y la forma, los argumentos y falacias, los trucos y recursos, las inspiraciones e intertextualidades, incluso los yerros o incongruencias, que usó tal autor, y esos sí nos servirán de ejemplos a seguir o a superar. Es decir, intentar deconstruir el modo como se pensó, diseñó, se armó y remendó su obra.

Otro de los instrumentos provechosos para escribir filosofía son los fundamentos y técnicas de pensamiento crítico, así como los métodos de argumentación y trato con falacias que se asocia a ello, en tanto que lógica informal. Ya que no siempre necesitamos expresar nuestras ideas haciendo uso del lenguaje de las lógicas formal y simbólica, y que también es preciso aprender a evitar caer en errores y falacias al exponer nuestras ideas; por lo que se debe aprender a razonar correctamente y a intentar demostrar o justificar nuestras opiniones mediante argumentos del tipo que más corresponda al orden y finalidad de nuestro documento, texto o discurso. El pensamiento crítico incluye actividades tales como la investigación de antecedentes y pruebas (datos, hechos, informaciones), el análisis, evaluación e interpretación de otros argumentos y ejemplos, y los métodos y técnicas para construir razonamientos de carácter inductivo, deductivo o persuasivo, y otros modos y fines de razonamiento.

Un elemento que apoya considerablemente la exposición de cualquier tema, son los ejemplos. Es necesario poner ejemplos adecuados que apoyen la comprensión de nuestro texto. Tales ejemplos se pueden extraer de los eventos de la realidad, o de los textos de otros autores y de otros géneros (no necesariamente de obras filosóficas, e impresos). De los ejemplos, tratados como casos, se extraen también las lecciones aprendidas. Con el análisis y comparación prudente de tales lecciones se puede generalizar algunas conclusiones moderadas sobre ciertas ideas o situaciones. Otro recurso, asociado al uso de fuentes de conocimiento de otros, es el de la apropiación de conceptos que se hallan en otros autores y textos, y su trasvase, complementación, adaptación, perfeccionamiento y aplicación a nuestro propio proyecto o programa de indagación y exposición filosófica.

Conocidos y puestos en práctica todos los conocimientos, recursos, herramientas y métodos de creación y escritura filosófica, se puede proceder a conformar y exponer nuestra producción filosófica.

noviembre 06, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Estudiar filosofía puede ser frustrante y al mismo tiempo vigorizante, pero, de cualquier manera el mayor beneficio que se obtiene es el rigor en la lectura y exposición del pensamiento ajeno. Leer filosofía es estimulante y exultante, y proporciona la inestimable oportunidad de ejercitar el discernimiento propio y confiar en la capacidad de tener opiniones firmes y lógicas, sin la estricta dependencia de la autoridad. Consultar y revisar los comentarios e historias del pensamiento es algo que debe hacerse regularmente pero con una mezcla de confianza y escepticismo moderados, ya que constituyen un apreciable apoyo, pero no deben acostumbrarnos a evitar ir directamente a las fuentes (aunque sea en versiones traducidas a nuestra lengua), ni distraernos del esfuerzo de síntesis e interpretación propia. Transmitir y compartir los conocimientos filosóficos aprendidos conforma una oportunidad valiosa de sistematizar lo estudiado, leído y comprendido, y de dialogar o debatir, y de aceptar ser refutado o cuestionado al presentarse ante otros estudiosos o estudiantes. Escribir sobre los filósofos ya clásicos o contemporáneos, suma al esfuerzo de tantos por mostrar el producto de sus largos y profundos esfuerzos por comprender, criticar y elaborar sinopsis de las obras e ideas de aquellos, y obliga a aprender más disciplina y aplicar más técnicas para exponer correctamente los resultados de nuestra investigación y reflexión.

Aunque estas actividades en torno a la filosofía que estoy exponiendo no son una especie de escalera o de pasos progresivos a seguir, y como ya dije, no son actividades excluyentes entre sí, sino que son complementarias; todas ellas sirven como entrenamiento del raciocinio, la crítica y la escritura; y van dejando estratos y huellas, sedimentos y marcas, que se manifiestan como datos, ideas, contextos, relaciones, imágenes, las que han de fundamentar y aderezar los nuevos textos, discursos, argumentos y reflexiones que produzcamos cuando emprendamos el propósito de aprender a filosofar.

Sobre cómo aprender a filosofar, pues, quiero ahora mencionar algunas muy breves recomendaciones. Recomendaciones que pueden servir de base para aprender a filosofar ya no solo desde la perspectiva, la visión y la palabra de otros autores (filósofos y comentaristas, profesores y expositores), sino desde una situación, postura y actitud, y con una peculiar expresión gestual y verbal ante los problemas o preguntas filosóficas o cuasi filosóficas que nos planteamos nosotros mismos o nos apelan otros.

El punto de partida de una reflexión filosófica propia es la identificación de problemas o la formulación de preguntas acerca de aquellos temas, asuntos o acontecimientos que nos interesan o inquietan. Eso sí, tal identificación o formulación de plantearse de un modo distinto a como se haría si se tratase de una investigación en ciencias sociales o para cualquiera de las otras ciencias y tecnologías. Además, tampoco debe hacerse de la misma manera que cuando se propone hacer una crítica al pensamiento de un autor en particular, porque eso corresponde a la reflexión acerca de otros filósofos o autores. Aunque, si bien el aparecimiento de aquel interés o inquietud nos haya surgido mientras leíamos un texto de cualquier disciplina, o gozábamos de una obra literaria o artística, o frente a un espectáculo de cualquier índole, o mientras observábamos un acontecimiento sin participar en el, o cuando participamos de alguna actividad compartida; es preciso hacer notar que todos esos momentos pueden llegar a ser la simiente de una reflexión filosófica personal, así que tal momento es el punto de partida pero no solo y no necesariamente el objeto de la reflexión. Y entonces para aprender a filosofar hay que aprender a ser sensible a las ideas que nos suscitan esos momentos únicos que nos conducen a una indagación filosófica.
El siguiente paso, si se le puede llamar así, es perfilar y definir las facetas tanto del problema filosófico que se plantea, como de las respuestas que el filósofo se animará y se atreverá a proponer y expresar. Pienso que esas facetas deben ser varias, de manera que permiten a su autor apreciar el objeto de reflexión de manera diversa y descubrir diversos elementos y relaciones. Además, la reflexión filosófica requiere una porción de espontaneidad y otra de método. Se trata de llegar a una conclusión o propuesta, que no tiene que ser definitiva, aunque su autor la afirme de manera categórica, pero sí tiene que ser lógica y poseer cierta validez o verdad. Un proceder seguro de conducirse durante la reflexión y de acercarse al objetivo perseguido, la proporcionan las herramientas que los filósofos, los creativos y los científicos han descubierto o inventado, y que aparecen tanto en las obras filosóficas como en los manuales y guías correspondientes, de las que el filósofo debe proveerse y aprender su uso y aplicación; y luego ensayar el medio para fijar o plasmar por escrito los resultados alcanzados. Es así como el filósofo, o quien está imbuido en la práctica del aprender a filosofar, debe iniciar a expresar y divulgar el producto de sus reflexiones y preocupaciones, preguntas y fascinaciones.

Lo que se expresa y se escribe, se puede publicar y comunicar, se puede y se debe compartir con otros con el fin de dialogar con ellos. El diálogo con personas competentes y la apertura a la recepción de críticas y sugerencias, dinamiza y enriquece nuestra reflexión filosófica. Pero, no se trata de una aceptación sumisa y ciega de las simples opiniones ajenas, ni de ser calificado o evaluado por las críticas bien fundamentadas, sino de permitir con ellas aparecer una ventana desde la cual definimos o elaboramos nuevas facetas y ampliamos nuestra reflexión propia, para continuar nuestro aprendizaje para convertirnos en filósofos y no solo en divulgadores de filosofías ajenas. Por ello, la otra dimensión del trabajo filosófico, se refiere a la escritura.

noviembre 04, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Decía en un artículo previo a este que la filosofía está abierta a la posibilidad de ser estudiada y practicada en cinco actividades principales que van desde su estudio en una institución académica o como un esfuerzo realizado en privado, hasta la producción de textos y materiales de filosofía como autor, es decir, como filósofo; asunto que también conlleva las faenas de comentario y enseñanza del pensamiento y la historia de la filosofía, y la necesidad de aprender a filosofar. Ahora, pienso que hacía falta incorporar una dimensión adicional, que se refiere a la aplicación de los conocimientos y métodos filosóficos, y por ello la incorporo al final.

Veamos lo que, desde mi punto de vista, como mínimo, se requiere para cada una de las actividades mencionadas:
 
Para estudiar la filosofía es indispensable leer las obras de los autores filósofos. Como es virtualmente imposible leer a todos los filósofos de todos los tiempos y culturas, el estudioso deberá hacer una selección de aquellos autores que le interesen de acuerdo a sus propias expectativas. Para seleccionar los mismos, se puede partir de una historia o un diccionario de la filosofía, o de cualquier tabla cronológica en la que aparezca la ubicación temporal y geográfica, o por escuelas y corrientes de los filósofos más conocidos. Lo ideal sería leer las obras completas o todas las más relevantes, y acceder a las mismas en su idioma original. Sin embargo, traducciones de buena calidad a nuestra lengua sirven muy bien para el propósito de conocer las obras filosóficas. Además de leer directamente las obras, es recomendable leer o revisar uno o dos comentarios sobre cada autor y sobre la época del mismo, con el fin de identificar elementos biográficos y de contexto que apoyan la comprensión, así como hacerse un panorama de todo el pensamiento del filósofo en estudio. También puede convenir asistir a cursos y eventos de discusión y divulgación filosófica, o inscribirse en una universidad y completar algún grado de estudios en filosofía. Si se desea obtener una vista de conjunto, tanto histórica y metodológica como contextual, conviene una licenciatura en filosofía. Pero, si el estudioso proviene de una profesión no relacionada con la filosofía, y desea obtener conocimientos filosóficos más específicos –sobre una escuela o sobre un grupo selecto de filósofos, o sobre una de las disciplinas filosóficas específicas, como por ejemplo la ética, la epistemología o antropologías- puede optar por una maestría o doctorado. Pero, antes de formarse en una especialidad filosófica, es necesario adquirir un conjunto de herramientas clave de las que hablaré más adelante en este mismo artículo. De cualquier manera que se estudie la filosofía, en privado o en la academia, será muy provechoso elaborar esquemas, diagramas y cuadros de lo que se lee (mucho mejor que efectuar subrayados y marginaciones en un texto impreso); y llevar a cabo discusiones, conversatorios y debates en parejas y grupos, para intercambiar impresiones y opiniones.

Luego de haber estudiado filosofía, puede uno dedicarse a enseñar filosofía en calidad de docente en un colegio o en una universidad. O bien, dedicarse a la divulgación de conocimientos filosóficos como tutor o como conferencista privado. Si se tiene que impartir un curso en una institución de enseñanza, el punto de partida es la planeación del mismo. Tal curso puede tener uno de estos tres enfoques: trazar la historia y contexto de una disciplina, tema o época de la filosofía; hacer una exposición sistemática de un tema o división de la filosofía, definiendo sus conceptos y categorías clave, así como sus métodos y relaciones; o exponer una síntesis del pensamiento, obras y vida de un filósofo en particular. Como resultado de la planeación, se detalla un programa de estudio y exposición conforme a la duración estipulada del curso. Se hace, además, una selección de lecturas, tanto de fragmentos o partes de las obras de autor, como de capítulos y artículos escritos por sus comentaristas. Debe escogerse otros materiales de apoyo complementarios que apoyen los contenidos y las discusiones o ejercicios que se lleven a cabo. Para ejecutar el curso se requiere disponer de herramientas y técnicas didácticas que comuniquen adecuadamente los contenidos y fomenten la reflexión y discusión creativa y profunda. El programa debe incluir también los mecanismos de evaluación del aprendizaje del grupo de estudiantes, tales mecanismos deben hacer énfasis en la reflexión y la creación de y sobre contenidos e ideas, y no en una rememoración de datos y conceptos.

La lectura de obras de filósofos y de comentarios o críticas sobre su pensamiento, la investigación del entorno intelectual y del contexto histórico, así como la práctica de la enseñanza y la divulgación de la filosofía nos provee de conocimientos suficientes, y talvez de criterios más adecuados, para escribir acerca de la filosofía y de los filosófos. Aquí las opciones posibles son tres: la primera de ellas es escribir biografías de filósofos haciendo énfasis en su desenvolvimiento intelectual y filosófico; la segunda, es escribir comentarios a una o a varias obras específicas de un autor, o a la explanación de una o de un conjunto de categorías e ideas del mismo; y la tercera, es hacer historias de la filosofía. Desde luego, preparar un gran compendio de historia de la filosofía universal es una tarea ciclópea, sin duda es más sencillo y eficiente estudiar y exponer la historia de la filosofía en un periodo, en un área de la ciencia o en una zona geográfica específcos. Y será aun mejor especializarse en un sólo autor o en un pequeño grupo de pensadores escogidos por sus vínculos notables o por la adhesión que sentimos hacia ellos. Una opción interesante es desarrollar una investigación sobre un mismo tema o concepto desde diversos enfoques o según las opiniones y argumentaciones de varios pensadores, o de sus transformaciones y significaciones en épocas diferentes.

La herramientas necesarias para escribir acerca de la filosofía y de los otros pensadores o filósofos son fundamentalmente cuatro. Pero, primero hay que tomar en cuenta que cuando se trata autores muertos, el tipo de investigación predominante es la documental, y debe incorporar el uso de libros y documentos impresos, revistas y periódicos, sitios en Internet, videos y cualquier otra clase de materiales de apoyo. Aunque también, se puede recurrir a la entrevista de especialistas, este será un recurso sucedáneo. En cambio, cuando se trata de pensadores actuales y vivientes, además de la investigación documental será casi indispensable entrevistar a los autores. En cuanto a las herramientas y técnicas a utilizar, lo primero es saber como escoger las citas que incumben al propósito y enfoque de nuestra investigación. Ahora bien, el uso que se le dé a tales citas debe ser adecuado y respetuoso tanto del pensamiento del autor como de las reglas de validez científica y lógica. Lo segundo y lo tercero, requiere de la aplicación de los diversos métodos y técnicas de comentario y análisis de textos (tales como el análisis del discurso y de contenido, la hermenéutica, estructuras argumentativas y otras); asi como de crítica literaria (en efecto, algunas de las herramientas que se usan para hacer crítica y análisis de obras literarias son también efectivas para el análisis y comentario de textos filosóficos). Lo cuarto, adquirir la capacidad de comparar autores y sus argumentos u opiniones, así como de insertar -o de descubrir- la intertextualidad entre ellos.

agosto 23, 2008

Módulo II: ¿Cómo reaccionar ante un texto?

Módulo II: ¿Cómo reaccionar ante un texto?
Por Francisco Martínez Alas. (2007)

A. El diagrama adjunto corresponde a la parte segunda de las tres en que se divide un proyecto de investigación personal acerca de la aplicación de métodos en las ciencias humanas. Lo que se persigue aqui es proponer una guía general para trabajar en la creación de nuevos textos a partir la "reacción" ante un texto. Es decir, se trata de una caja de herramientas con una ruta sugerida a seguir.

Como nuevos textos se entiende la elaboración de comentarios, análisis, exposiciones, ensayos, artículos o estudios a partir de ciertas fuentes o de un tema específico de indagación. Además, al decir texto, no necesariamente -aunque preferentemente- tiene que ser un texto escrito: también puede tratarse de un texto gráfico, oral o audiovisual, y hasta de un evento.

B. En principio, parto de algunas hipótesis:
1. Que el diagrama (y sus herramientas incorporadas) puede servir para cualquier tipo de texto.
2. Que se pueden combinar las herramientas a criterio del usuario o según la peculiar necesidad del proyecto de trabajo. Además, no se pretende haber sido exhaustivo, pues se reconoce que también hay herramientas que no están mencionadas, que siempre surgirán herramientas nuevas, o las que herramientas conocidas pueden tener cambios y hasta volverse obsoletas. La idea es crear un método abierto al cambio.
3. Que la aplicación de los cuatro niveles de trabajo (yo les llamo caminos) sobre y a partir de los textos es un proceso ascendente y progresivo; es decir, que las herramientas del Nivel 1, requieren menos experiencia y menos complejidad (pero no menos destreza, constancia y rigor), que la aplicación de las herramientas de los Niveles 2 y 3, sucesivamente. Las herramientas de los niveles 2 y 3, requieren un conocimiento previo y suficiente de cada una ellas. La aplicación del Nivel 4 requiere, además, no sólo creatividad e ingenio personales, sino también una experticia adecuada para la tarea propuesta.
4. Que un punto de partida para reaccionar ante un texto es la aprobación o el rechazo, la concordancia o el disenso, la afirmación o refutación de todo o de parte(s) del texto. Esto, porque la "indiferencia" ante un texto, puede cerrarnos el camino a cualquier otra cosa.

C. Pienso que son cuatro los caminos principales (o niveles) que se pueden seguir:
Nivel 1: El de consulta de otras fuentes como referencia.
Nivel 2: El de sistematización de nuestra propia experiencia.
Nivel 3: El de análisis y argumentación en base a herramientas y métodos específicos.
Nivel 4: El de creación de nuevos textos (discursos, sistemas, teorías y similares)

D. Para ver con más detalle esos caminos, ahora voy a hacer un somero desarrollo de cada nivel:

Nivel 1: El de consulta de otras fuentes como referencia.
El primer camino que se nos presenta, ya sea que sepamos muy poco sobre un tema, o que querramos re-confirmar datos específicos, es recurrir a obras o servicios de referencia (como diccionarios y enciclopedias, o a búsquedas abiertas en Internet), o bien a manuales y esquemas básicos que nos expliquen en forma resumida lo que buscamos (como libros de texto universitarios o guías divulgativas del tipo "para principiantes"). También, podemos recurrir a los prólogos de libros (conclusiones y apéndices también); y a estudios, comentarios o biografías sobre un autor escritos por especialistas. Otra posibilidad, no siempre frecuentada, es consultar los medios de comunicación (periódicos, revistas o magazines, programas de TV o videos documentales, noticieros, entrevistas o servicios informativos de "actualidades") no sólo para obtener datos útiles, sino también para contextualizar nuestro texto. Y, un recurso adicional de consulta es preguntar a un experto o autor vivo (siempre que se pueda tener acceso a tal persona).

Nivel 2: El de sistematización de nuestra propia experiencia.
En otro momento o en otra clase de circunstancias, según el texto o conforme al tipo de proyecto en que estamos trabajando, existe la posibilidad de recurrir a la sistematización de nuestra propia experiencia. Esta experiencia es básicamente de dos tipos: a) nuestra experiencia biográfica personal, con nuestros recuerdos y vivencias propios; y b) nuestra experiencia profesional (laboral, ocupacional, comunitaria, grupal, organizacinal). Lo que se puede hacer aqui es construir o aplicar un estudio de casos con esa información. Para ello, primero se sistematizan nuestros recuerdos o experiencias (esto es, reconstruirlos en forma estructurada, ordenada y con una reflexión sobre las lecciones aprendidas), y luego se hace una comparación o equiparación con las ideas, informaciones, datos o conocimientos contenidos en el texto. Con todo ello construimos un caso y elaboramos un estudio de caso (casi como una ejemplificación o contextualización a partir de un evento particular). Pero eso si, evitando hacer una generalización inapropiada de nuestra experiencia particular.

Nivel 3: El de análisis y argumentación en base a herramientas y métodos específicos.
En este nivel buscamos analizar, criticar, argumentar, comentar o discutir un texto, pero basándonos en la aplicación de herramientas y procedimientos específicos de la extracción y presentación de información, o bien de las técnicas argumentativas y de la lógica (formal e informal). Esto significa que tenemos tres caminos u opciones para trabajar en detalle con el texto. Además, recordemos que se requiere un conocimiento idóneo de cada una de las herramientas enumeradas para poder aplicarlas.

Como ya dije, una opción es extraer datos de un texto para proporcionar información sobre ese mismo texto. Esto quiere decir que se utilizan técnicas de análisis lingüístico, literario, del discurso, estructural, de interpretación, histórico, descriptivo, y otras similares, con el fin de justificar, describir, sintetizar, exponer o intentar aplicar o diagramar y exhibir, el contenido (posicional, conceptual, teórico, operativo, explicativo o ejemplar) del texto.
Y los otros dos caminos se relacionan con el pensamiento crítico (critical thinking); es decir, por un lado, crear los tipos clásicos de argumentación a partir de un texto, o bien identificar las premisas y argumentos que el autor(es) del texto ha usado en su exposición. Y por otro, construir enunciados y proposiciones de la lógica formal a partir del texto en cuestión, o bien examinar o descubrir esa clase de proposiciones en el texto. Del mismo modo, usando los mecanismos de análsis de la lógica informal, se puede descubrir los errores o falacias presentes en un texto.

Nivel 4: El de creación de nuevos textos (discursos, sistemas, teorías y similares)
El cuarto nivel, como ya dije antes, requiere creatividad e ingenio personales. Pero también incluye tareas tales como hacer una reflexión personal y re-creativa, el ejercicio de pensar sistemáticamente, asi como la habilidad entrenada para imaginar, diseñar y componer, razonamientos e historias que se plasmarán en un nuevo texto. Además, nos abre la posibilidad de crear nuevos métodos o herramientas. Todo ello basándose en "años" de experiencia vital, de estudios académicos, de lecturas concienzudas, de consolidación de una cultura científica o filosófica, discusiones y diálogo con otros conocedores y colegas, y la sistematización de la experiencia en la vida real. Esto es, ocupar la suma de nuestra experticia para expresar nuestras ideas de un modo que parece espontáneo, pero que en realidad demuestra toda nuestra historia intelectual.

E. Entonces, si queremos usar la estrategia propuesta en el diagrama, ¿qué debemos hacer? Damos por supuesto que ya hemos escogido un texto sobre el cual trabajar, y que previamente hemos definido un plan de trabajo y un objeto de estudio o un problema sobre el cual queremos tratar. Lo pasos a seguir son:
1. Escoger un camino inicial (luego se podrá combinar con otro).
2. Escoger la o las herramientas a usar (podemos combinar diversas herramientas).
3. Adquirir un conocimiento y dominio idóneos de las herramientas que se usarán.
4. Aplicar la herramienta escogida para cada etapa de nuestro trabajo.
5. Definir las características, estructura y presentación del producto final que deseamos lograr.

F. Como puede verse, este proyecto es una metodología, entendida como un catálogo de métodos o una caja de herramientas de las que podemos disponer para llevar a cabo estudios sobre otros textos. Hay dos modos fundamentales de usar cada una de las herramientas:

a. En un mismo texto hay imbuidas e imbricadas diversas herramientas; por ello la metodología se puede utilizar para identificar qué herramientas y cómo las usó un autor original en un texto, o bien, un comentarista de ese autor y sus textos.
b. Para construir (o usar) las herramientas para estudiar o analizar el texto sobre el cual se trabaja y entonces crear nuevos textos aplicando las herramientas necesarias.

G. El trabajo intelectual necesita herramientas. La intuición y el sentido común, a veces pueden servirnos como puntos de partida cuando nos enfrentamos al trabajo intelectual de escribir o comentar textos, pero son insuficientes. Mi recomendación es que se debe aprender a dominar la mayor cantidad de herramientas posible y que se debe hacer el esfuerzo de aplicarlas no sólo eficaz y eficientemente, sino también con creatividad. A ello se le debe agregar un dominio también cada vez mayor de contenidos (ideas, datos, argumentos, explicaciones) y conocimientos en las áreas en las cuales pretendemos trabajar. Según mi opinión, las cuatro fuentes de conocimiento que poseemos son:
a. La experiencia de la vida (no sólo a nivel personal y biográfico, sino también toda la socialización y la transmisión cultural que adquirimos constantemente).
b. La experiencia de trabajo en organizaciones, proyectos específicos o la participación en grupos de trabajo o en asociaciones con un fin particular.
c. Los estudios formales realizados en cualquier institución, y todos los otros recursos de capacitación y formación en los que participamos.
d. Los estudios y la lectura privados de libros y cualquier otra clase de publicaciones.
Por ello se debe trabajar en la gestión adecuada de todos nuestros conocimientos. Ello significa una estructuración y sistematización constantes de nuestras fuentes de conocimiento y aprendizaje.

H. ¿Dónde se pueden encontrar las herramientas?
a. Relacionadas con la filosofía: Introducciones a la filosofía, obras de filósofos y manuales técnicos sobre herramientas específicas para las ciencias humanas.
b. Relacionadas con organizaciones: Organizaciones internacionales y regionales, organizaciones no gubernamentales y asociaciones, departamentos o institutos de investigación en las universidades. Todo ello disponible, la mayor parte de las veces, en Internet y en diferentes lenguas.
c. Materiales relacionados con cualquier otra disciplina o ciencia: …

agosto 09, 2008

Plan de estudios en filosofía

En mi opinión, el estudio de la filosofía abarca todas estas disciplinas, algunas de las cuales son las propias subdivisiones de la filosofía y otras son complementarias, ya se trate de aplicaciones o de la fundamentación de ciencias particulares; además, es importante el dominio fundamental de otras materias. Todo ello para alcanzar mayor capacidad de pensamiento crítico y un rango de áreas posibles de opinión también más amplio.
Para estudiar todas estas disciplinas, se puede:
  • Leer y adquirir libros sobre estos temas,
  • acceder a publicaciones periódicas especializadas (impresas o digitales),
  • consultar textos por medio de Internet en sitios relacionados,
  • obtener acceso a alguna biblioteca universitaria o pública,
  • o, inscribirse en algunos cursos universitarios
Disciplinas básicas
EPISTEMOLOGÍA Y GNOSEOLOGÍA
ÉTICA Y VALORES
ONTOLOGÍA Y METAFÍSICA
TEORÍA DE LA REALIDAD

Herramientas
ANÁLISIS Y COMENTARIO DE TEXTOS
ARGUMENTACIÓN Y FALACIAS
ESTUDIOS CULTURALES: Métodos y casos
HERMENÉUTICA E INTERPRETACIÓN
LÓGICAS
MÉTODOS Y HERRAMIENTAS FILOSOFICOS
SEMIÓTICA Y SEMÁNTICA
PLANEACIÓN ESTRATÉGICA
FORMULACIÓN DE PROYECTOS

Estudio del hombre
ANTROPOLOGÍA CULTURAL
ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
ANTROPOLOGÍA JURÍDICA
ANTROPOLOGÍA POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL
ANTROPOLOGÍA URBANA

Filosofía aplicada
CONSEJERÍA FILOSÓFICA
DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
ÉTICA APLICADA: Problemas
FILOSOFÍA COMO EDUCACIÓN
FILOSOFÍA PRÁCTICA

Relaciones entre la filosofía, cultura y sociedad
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA I Académica o Universitaria
FILOSOFÍA DE LA CULTURA
FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN
FILOSOFÍA DEL ARTE
FILOSOFÍA DEL DERECHO
FILOSOFÍA DEL LENGUAJE
FILOSOFÍA DEL OCIO, DEPORTE, ENTRETENIMIENTO Y JUEGO
FILOSOFÍA LATINOAMERICANA LITERARIA
FILOSOFÍA POLÍTICA
FILOSOFÍA SOCIAL
HISTORIA DE LAS CULTURAS
PENSAMIENTO EMPRESARIAL Y ECÓNOMICO
SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO
TEORÍA DEL CAMBIO SOCIAL Y CULTURAL
TEORÍA ESTETICA
TEORÍA LITERARIA
TEORÍA Y SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIÓNES
UTOPÍA Y ESTUDIOS DEL FUTURO

Relaciones entre la filosofía y las ciencias
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
FILOSOFÍA DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN
FILOSOFÍA DE LA MENTE
FILOSOFÍA DE LA PSICOLOGÍA
FILOSOFÍA DE LA TECNOLOGÍA
FILOSOFÍA DEL TIEMPO Y ESPACIO
FILOSOFÍA Y ENTORNO AMBIENTAL
MUNDO, COSMOS Y UNIVERSO
TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN
VIDA Y EVOLUCIÓN

Historía del pensamiento europeo
EPISTEMOLOGÍA Historia
ESTÉTICA Historia
ÉTICA Historia
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA II: Corrientes Siglos 20-21
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA III: Autores y obras
FILOSOFÍA DEL RENACIMIENTO
FILOSOFÍA DEL SIGLO XIX
FILOSOFÍA DEL SIGLO XX
FILOSOFÍA GRIEGA
FILOSOFÍA HELENÍSTICA
FILOSOFÍA MEDIEVAL
FILOSOFÍA MODERNA E ILUSTRACIÓN Siglos 17-18

Historia de las otras filosofías
FILOSOFÍA AFRICANA
FILOSOFÍA ASIÁTICA ACTUAL
FILOSOFÍA CHINA ANTIGUA
FILOSOFÍA COMPARADA E INTERCULTURAL
FILOSOFÍA DEL MEDIO ORIENTE Siglos 19-21
FILOSOFÍA HINDÚ ANTIGUA
FILOSOFÍA ISLÁMICA HISTÓRICA
FILOSOFÍA LATINOAMERICANA ACTUAL
FILOSOFÍA LATINOAMERICANA ANTIGUA
FILOSOFÍA LATINOAMERICANA COLONIAL
FILOSOFÍA NORTEAMERICANA

julio 21, 2008

Análisis de textos: ¿Qué nos enseña el análisis de un texto?

Análisis de textos: ¿Qué nos enseña el análisis de un texto?
Por Francisco Martínez Alas (2007, Abril)


La tarea de analizar textos escritos por otros autores, posee algunas ventajas y proporciona algunas enseñanzas. Pero, analizar un texto requiere establecer los parámetros de la lectura y análisis que se haga de los mismos. En primer lugar, está la finalidad para la cual el lector lee y comenta un texto: ya sea académica, laboral, erudita o recreativa. Ello establece los límites y alcances de la lectura que se haga de cualquier texto, así como los métodos más adecuados a aplicar.


Un segundo problema tiene mucho que ver con la existencia de los textos; y en este caso pueden darse, básicamente, tres situaciones:

a. Que existan muchas versiones de un texto, traducidas y editadas en diferentes épocas y a diferentes lenguas. En este caso, el trabajo con el problema puede encaminarse hacia la comparación de las versiones que se consideren más autorizadas o más fieles a una versión original.

b. Que sólo sobrevivan fragmentos o paráfrasis de los textos originales. En este caso, el problema es más complejo, ya que hay que trabajar con las "noticias" que se poseen de tales textos, y también apoyarse con otros datos y fuentes que permitan establecer conclusiones con respecto a la época en que fue escrito o en cuanto al signifcado de las palabras o conceptos más específicos o complicados.

c. Qué el texto tenga limitaciones de acceso. Así, por ejemplo, puede que esté escrito en una lengua muerta y desconocida; que se encuentre en un "soporte" difícil de ser consultado; o que esté en forma manuscrita, no muy legible y en una única copia. En tales casos se requiere el uso de técnicas (e incluso tecnologías) que vayan abriendo paso a la lectura, traducción e interpretación del texto, haciendo todo el esfuerzo posible por recuperar el contenido integral de texto, o reconstruirlo, o restaurarlo, señalando las posibilidades de variación o interpretación de los pasajes muy inaccesibles.

Luego, está la posición (intelectual, cultural, ideológica) del lector que en el tiempo presente está leyendo un texto de un tiempo o época anterior. Ello conlleva la necesidad de contextualizar el texto que se lee y a su autor. Esta situación cambia radicalmente si se está leyendo un texto contemporáneo y dentro del mismo entorno cultural (o al menos dentro de uno que el lector conozca bastante o de manera suficiente). Esta última situación es ambivalente, porque puede ayudar a acercarse al texto con mayor compresión y claridad, o bien producir un cierto sesgo en su interpretación.

El asunto de los objetivos e intenciones del autor con respecto a su potencial lector (sólo si este es su contemporáneo) también es importante. De cualquier manera, se asume que el autor del texto estableció algunas premisas y se propuso unos objetivos, más o menos concretos, los cuales pueden haber sido puestos en claro o haber sido formulados explícitamente por su autor, o a veces no. A veces, el lector o estudioso podrá acercarse por diversos caminos o basándose en ciertas referencias a una lectura personal de esos supuestos o explícitos objetivos de modo intuitivo o bien metódico. Así, el lector se enfrentará al texto con sus propios antecedentes (culturales, técnicos), y ello se plasmará en sus distintos niveles y propósitos de lectura. Un mismo texto se leerá de manera distinta según la diversidad de épocas, entornos, propósitos y culturas en la que aparezca. Aunque, siempre será posible identificar y comparar ciertas lecturas parecidas, y visualizar una comunidad virtual de lectores de tal texto.

Otro problema atañe al sentido y el significado de los "términos o conceptos" que aparecen en el texto. Ya se trate de palabras comunes, conceptos propios de una ciencia específica o términos técnicos cargados con significaciones particulares, el lector se verá obligado a comprender o analizar esos conceptos.

Y por último, además de los objetivos de lectura que mencioné al principio, hay otros factores que modulan la lectura que se hace de un texto:

a) El soporte del texto (impreso, digital, manuscrito, imagen u objeto textual),
b) el lugar donde se lee,
c) la estrategia o las estrategias combinadas que se usan para leer, y
d) los productos que se pretende extraer de una lectura.

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