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Breve manual de pensamiento crítico

noviembre 12, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Para escribir filosofía se debe comenzar por hacerlo acerca de aquellos temas o problemas por los que sentimos predilección, y que además, nos sean ya conocidos o nos sea factible llegarlos a conocer en extensión y profundidad adecuadas. Se llega a conocer tales asuntos por medio de las técnicas, herramientas y ejercicios con los cuales nos habremos entrenado para aprender a filosofar. Porque, en mi opinión, aprender a filosofar requiere entrenamiento, además de talento e imaginación. A medida que reflexionamos y elaboramos apuntes o esquemas de nuestra reflexión, es decir, que vamos delimitando y consolidando nuestras esferas de observación y acción algunos conceptos y categorias –o relaciones y valoraciones- filosóficas se van conformando en nuestro haber intelectual. Será muy útil, además, conocer lo que significan tales conceptos según una o varias ciencias particulares, los diccionarios filosóficos, y también, los conceptos ocasionalmente definidos o esbozados por los filósofos en sus obras, con el fin de tomar de eso lo que apoye nuestras ideas. Así, se puede comenzar a escribir algunos textos cortos acerca de tales conceptos y categorías conforme a nuestra propia opinión y razonamiento, sin olvidar lo que antes se ha dicho sobre ello.

Y ya que hablo de textos cortos, es preciso mencionar algo en cuanto a los géneros filosóficos. Se ha discutido mucho acerca de la validez y persistencia de los géneros filosóficos, ya que el estilo, denominación y estructura de los mismos cambia con las épocas y tradiciones; y siempre aparecen géneros nuevos o los ya clásicos son modificados por los autores contemporáneos. De cualquier manera, ejemplos de estructuras usadas por pensadores de otras épocas y de la misma en que se vive, han de ser tomados en consideración. Se puede, así, comenzar a escribir aforismos, cartas, o ensayos cortos; luego, probar escribir series de columnas o entradas interrelacionadas como en una revista o un blog; más adelante, escribir ensayos más extensos y mejor estructurados; y sólo con más experiencia e investigación dedicarse a un tratado o un manual sobre una disciplina o un mismo tema.

Porque, además de escribir acerca de los conceptos sobre los cuales se ha adquirido suficiente dominio y competencia, existe la alternativa de escribir documentos sobre un mismo tema enfocado filosóficamente, pero, al mismo tiempo, desde las otras ciencias, y mostrando y exponiendo aspectos diferentes sobre el objeto que se está tratando, para determinar sus partes, funciones, usos, valoraciones e impactos. Así, a medida que se desarrolla la exposición de todos esos componentes y sus relaciones, el texto va surgiendo casi por sí mismo desde nuestra razón y conocimiento, y también exigiendo la indagación de aspectos que requieran ampliación.

Talvez, podríamos construirnos un horizonte más amplio y más complejo, que sería el de elaborar un sistema filosofico completo en si mismo. Eso quiere decir, que no se trata de que un sistema filosófico abarque todas las áreas y disciplinas de la filosofía, sino que abarque todo un conjunto de temas organizados y estructurados de un gran programa de investigación y de razonamiento por parte del pensador y el filósofo, los que constituyen toda su visión del mundo y expresan sus opiniones y conclusiones, sus cuestiones e inquietudes, y corresponden a ese programa y no a otra cosa.

Existen muchos modelos y técnicas típicos o básicos de redacción que se deben conocer, aprender y saber aplicar como corresponda. Pero, si aprender a redactar correctamente es un primer paso, en el entendido de que ya se aprendió a razonar correcta y técnicamente (es decir, se aprendió a filosofar), pienso que se debe aprender a identificar y analizar la estructura –tal cual- de los textos de los filósofos y científicos, y en segunda instancia, la de los expositores y comentaristas. Todo eso proporciona elementos y herramientas con las que se puede contar para escribir nuestros propios textos filosóficos.

Es por ello que las técnicas y procedimientos para examinar y diseccionar la estructura de obras de filósofos consagrados –o partes de las mismas- deben ser parte de nuestra formación filosófica. Muchas veces, se comete el error de querer enseñar como escribir correctamente ensayos y textos filosóficos, mostrándole al estudiante malos o mediocres ejemplos de redacción, y advirtiéndole que no cometa los mismos errores dle ejemplo. En mi opinión, se debe proceder de otra manera, pues para aprender a escribir bien y encontrar la voz y el estilo propio, se debe uno auxiliar, como dije antes, tanto de las técnicas y elementos de redacción básica, como de la ejemplificación o reflejo del estilo de los grandes pensadores. Pues, aunque no se trata de imitar el estilo, sino de descubrir la estructura y la forma, los argumentos y falacias, los trucos y recursos, las inspiraciones e intertextualidades, incluso los yerros o incongruencias, que usó tal autor, y esos sí nos servirán de ejemplos a seguir o a superar. Es decir, intentar deconstruir el modo como se pensó, diseñó, se armó y remendó su obra.

Otro de los instrumentos provechosos para escribir filosofía son los fundamentos y técnicas de pensamiento crítico, así como los métodos de argumentación y trato con falacias que se asocia a ello, en tanto que lógica informal. Ya que no siempre necesitamos expresar nuestras ideas haciendo uso del lenguaje de las lógicas formal y simbólica, y que también es preciso aprender a evitar caer en errores y falacias al exponer nuestras ideas; por lo que se debe aprender a razonar correctamente y a intentar demostrar o justificar nuestras opiniones mediante argumentos del tipo que más corresponda al orden y finalidad de nuestro documento, texto o discurso. El pensamiento crítico incluye actividades tales como la investigación de antecedentes y pruebas (datos, hechos, informaciones), el análisis, evaluación e interpretación de otros argumentos y ejemplos, y los métodos y técnicas para construir razonamientos de carácter inductivo, deductivo o persuasivo, y otros modos y fines de razonamiento.

Un elemento que apoya considerablemente la exposición de cualquier tema, son los ejemplos. Es necesario poner ejemplos adecuados que apoyen la comprensión de nuestro texto. Tales ejemplos se pueden extraer de los eventos de la realidad, o de los textos de otros autores y de otros géneros (no necesariamente de obras filosóficas, e impresos). De los ejemplos, tratados como casos, se extraen también las lecciones aprendidas. Con el análisis y comparación prudente de tales lecciones se puede generalizar algunas conclusiones moderadas sobre ciertas ideas o situaciones. Otro recurso, asociado al uso de fuentes de conocimiento de otros, es el de la apropiación de conceptos que se hallan en otros autores y textos, y su trasvase, complementación, adaptación, perfeccionamiento y aplicación a nuestro propio proyecto o programa de indagación y exposición filosófica.

Conocidos y puestos en práctica todos los conocimientos, recursos, herramientas y métodos de creación y escritura filosófica, se puede proceder a conformar y exponer nuestra producción filosófica.

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