tag:blogger.com,1999:blog-70365974013298575682024-03-12T18:35:03.835-07:00Objetos Fatuos: Filosofía y culturaEnsayos por Francisco Martínez AlasFrancisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.comBlogger56125tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-17822596910748151492014-03-17T11:57:00.002-07:002014-03-17T11:57:11.317-07:00Breve Manual de Pensamiento Crítico 1<b>Breve Manual de Pensamiento Crítico 1</b><br />
<i><b>En veinte y cuatro horas</b></i><br />
<i>Por Francisco Martínez Alas. (2010+)</i><br />
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<b>1 Alcances y límites en el espacio y el tiempo</b></div>
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Las dimensiones espacio y tiempo son útiles e ineludibles en todo lo que atañe al mundo real, a los acontecimientos, y aún más respecto del mundo físico. Toda afirmación o hallazgo dentro del ámbito de la sociedad y del entorno físico tiene límites explícitos o implícitos. Es posible que existan otros límites en cuanto a los enunciados y argumentos, pero aquí solo me interesa tratar sobre los que atañen a las dimensiones del espacio y el tiempo. </div>
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Un límite se puede entender como una frontera, un cercado y como el cierre de posibilidades de algo. El límite marca o demarca hasta donde llega una superficie o territorio, o hasta donde se puede entender o aceptar algo, y por ende, señala o distingue lo que está adentro del límite (o de los límites, pero esto lo aclararé después) de lo que está o queda fuera de tal límite. Así se acostumbra decir que lo que está dentro de los límites es interno, y lo que está fuera de los límites es externo; o bien, que lo que está dentro del límites está en el lugar, y lo que no, está fuera de lugar, como si se quisiese decir que lo primero es lo adecuado y apropiado, y lo otro podría ser inadecuado e inapropiado; especialmente si se trata acerca de las maneras y contenidos de lo que se expresa, o de los modos y significados de cómo alguien se conduce.</div>
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Nos interesa también comprender la noción de límite en el tiempo, es decir, el límite como duración máxima de los efectos o consecuencias de un fenómeno, de algunas acciones y procesos, o de los impactos y resonancias de la memoria que se conserve de los mismos. Cuando se hace un gesto o un movimiento de objetos cercanos a nosotros, se dice algo a alguien, se escribe y publica un texto, se decide hacer o actuar o no hacerlo, se escoge algo y se rechaza otra cosa, se crea y aprueba una ley jurídica, se establece una verdad teórica o científica, se activa un mecanismo o se desconecta una máquina, en fin, cualquier cosa que hagamos produce algo más, toda acción tiene consecuencias, aunque sean ínfimas, casi invisibles e inaudibles, relevantes e irrelevantes, y signifiquen nada más que cambiar de posición corporal, alterar la rutina del día, modificar la ruta de los eventos, promover las etapas de un proceso o continuar haciendo lo mismo de siempre a esa misma hora. </div>
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Cuando el impacto de un acto cesa, se puede afirmar que ha llegado a su límite. Lo que ocurra después corresponderá a otra cosa, y ya no más al anterior acto generador de consecuencias y resultados. Identificar, conocer y reconocer los límites verdaderos o verosímiles de un acontecimiento es indispensable para atribuir relaciones de causalidad, influencia, sucesión y semejanza. De manera similar, cuando una teoría, una creencia, un ideario, una política o un cuerpo legal no vigente, no practicada, no promovida ni invocada, y se ha olvidado por completo, y hasta puede ser que sus fuentes materiales y textuales se hayan extraviado y destruido, ya no puede producir ningún efecto en la realidad y en una sociedad. Si lo único que ha quedado son vestigios y fragmentos desconectados y descontextuados, su significado y poder es desconocido, y la interpretación que se haga de ello es incompleta e inexacta, imaginativa y especulativa.</div>
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La duración se puede medir en segundos, minutos u horas; en días, semanas o meses; en años, en grupos de años y en siglos. En las ciencias físicas y la experimentación científica las duraciones mínimas de segundos y aun menos que un segundo son cruciales: cosas importantísimas y decisivas ocurren es esos lapsos ínfimos. Las duraciones de menos de un día son importantes en la vida cotidiana de todos los humanos, especialmente en el ámbito laboral: porque se deben completar las tareas del día satisfactoriamente. Hay seres y acontecimientos que no viven y que no duran más de un día: cuando ocurre una crisis esperamos y confiamos que ésta se resuelva y no continúe el día siguiente. Las duraciones de varios días y hasta de varias semanas y meses, permiten planear y emprender proyectos concretos, realizables, monitoreables y evaluables. Las duraciones de varios años constituyen la certeza para los proyectos de vida de cada quien, la operación de las instituciones y empresas, la realización de actividades productivas en la sociedad, y de la planeación a mediano y a largo plazo en general. Las duraciones de siglos y milenios podemos entenderlas y conocerlas, pero no vivirlas como individuos: empero, las sociedades, las naciones, las culturas, los territorios sí. De allí que todo lo que excede a nuestra capacidad de duración individual pertenece al ámbito de la historia de la tierra y de los pueblos, que es en el cual los siglos y milenios cuentan, y los cambios y alteraciones producidos por el deterioro y envejecimiento natural, por la influencia de innúmeras e inconexas decisiones y acciones de muchos, y debemos estar conscientes de que nada de lo que hagamos y construyamos durará eternamente, todo se acabará o mutará.</div>
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Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-10990196814086684452014-02-08T21:48:00.005-08:002014-02-08T21:50:29.085-08:00Proporción y escala<b>Proporción y escala</b><br />
<i>Por Francisco Martínez Alas</i> (1980s)<br />
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Proporción y escala. Proporción es la relación en cuanto a dimensión, disposición y correspondencia debida, de los elementos y partes de algo; sea una cosa, un ente, una unidad; entre sí mismos y la relación de los elementos en conjunto, con respecto al universo o el todo en donde se sitúan.<br />
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Siendo así, podemos descubrir la relación de proporciones que es el corolario inmediato de la relación de proporción: éste no podría expresar el equilibrio sin una relación equivalente de proporciones, y éstas son las de cada elemento del conjunto con sus elementos cercanos. La relación de proporciones en los elementos entre sí, es una relación equilibradora.<br />
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Al tratar acerca del diseño tanto bidimensional como tridimensional, el concepto de proporción puede conectarse con los de equilibrio, forma, dimensión, armonía, ritmo y escala. Por ejemplo, la armonía natural de la disposición de las partes puede verse en la vegetación.<br />
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Del mismo modo, en cualquier composición gráfica que corresponda al diseño que consista en un mensaje, o a cualquier configuración plástica tridimensional; aun en un edificio deberá aplicarse el concepto de proporción, pero con la diferencia de que allí estará el hombre presente, y esto significará un factor condicionante de las proporciones aplicadas.<br />
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Nuestro objetivo ahora, es explicar la relación entre la escala y la proporción en el edificio, y a partir de allí, en toda la arquitectura, concebidos ambos como diseño tridimensional.<br />
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La escala puede definirse como la relación dimensional entre el edificio y un patrón, el cual, puede ser diverso: los demás edificios, los árboles, la vegetación, el medio, las calles, en fin muchos otros objetos y seres que puedan estar en relación con la edificación; pero el patrón más importante debe ser el hombre, su cuerpo, y sus necesidades, para satisfacer las cuales se destina un edificio o un espacio edificado. La escala es el factor de la experiencia espacial.<br />
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Proporción y escala no deben confundirse, pues ésta establece relaciones con elementos que no forman parte de la unidad en cuestión, no así la proporción, que es relación unificadora, el lazo resultante de un nexo en los elementos propios de una unidad.<br />
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La escala, puede cuantificarse y cualificarse. Con la escala física, o métrica, basada en sistemas matemáticos se mide lo mensurable, se construyen series armónicas, se relaciona el tamaño de una parte de algo con ese algo, un elemento constructivo con el edificio o su medio exterior; por ejemplo, o se adecua un útil con su función, ya sea un espacio, un objeto, o un mueble.<br />
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Cuando en arquitectura hablamos de escala humana, o al menos con una mera inclusión del hombre, según su edad, su tiempo, su idiosincracia, su origen, su medio, la escala física va, conjunta con otra: la espiritual, abstracta, metafísica, ideal; las que nos hace intuir la dimensión de lo inconmensurable.<br />
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Ambas escala deben estar presentes, son imprescindibles, pues algo dimensionado no a la medida del hombre puede ser o volverse inútil en su función esencial.<br />
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Si dirigimos nuestro interés al espacio y no a la construcción, es decir, contemplar un edificio desde el exterior, advertiremos más que todo la proporción de los volúmenes de sus partes, y sólo talvez levemente intuiremos la escala con relación al medio; pero, si penetramos en el edificio, entonces la impresión recibida dependerá, en forma inmediata y fuerte, de una relación de escala entre el espacio en que nos hallamos y nosotros mismos; esta relación básica entre hombre y edificio, quizás también entre hombre y objeto útil, hombre y arte, es la tarea del diseñador: arquitectónico, urbanístico, industrial, técnico y artístico.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-51901991664985006862013-05-13T11:11:00.001-07:002014-03-17T12:11:45.537-07:00Sobre enseñar y aprender filosofía<b>Sobre enseñar y aprender filosofía</b><br />
<i>Francisco Martínez Alas (Mayo, 2013)</i><br />
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Ya lo he dicho, lo digo siempre y lo repito: el conocimiento de mayor calidad y profundidad se aprende leyendo en fuentes también de calidad y realizando prácticas asociadas, por cuenta propia, y no en las aulas. En tal caso, la universidad no es el mejor lugar para aprender (aunque sus bibliotecas sí), y menos si lo que se quiere aprender es filosofía, historia, arte o literatura. La conversación que hace poco tuve con un amigo (futuro filósofo y teólogo) me ha motivado a escribir este ensayo improvisado sobre enseñar y aprender filosofía.<br />
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Yo me gradué de la carrera de pregrado en filosofía, pero, no puedo afirmar que allí estudié filosofía. Sin duda, en los cuarenta cursos completados durante la carrera –algunos de los cuales fueron muy mediocres, es preciso declararlo– aprendí muchas cosas, tanto filosóficas como de otras disciplinas. Pero, para aprender filosofía primero hay que vivir la vida con consciencia profunda de todos los actos de la existencia y de las relaciones y conexiones con el mundo; y también, es indispensable leer las obras de los filósofos, aunque sea parcialmente y en traducciones (y menos atiborrarse de ideas digeridas de manuales y comentarios a filósofos). También es importante, sin duda, estudiar, discutir y comentar a los filósofos como parte de la actividad académica de los cursos obligatorios para obtener una titulación; de hecho, es un hacer complementario al hacer fundamental que es la lectura de obras de filósofos y la escritura de textos filosóficos propios. El problema de estudiar filosofía en la universidad, es que la constante actividad evaluativa de la institución académica, esto es, tener que preparar trabajos y exámenes casi todas las semanas, le priva al estudiante del tiempo necesario para leer más durante los cinco años que tales estudios de pregrado duran. Si realmente uno tiene vocación filosófica, el verdadero aprendizaje y estudio de la filosofía comienzan después de la universidad, y tal empeño sigue a lo largo de toda la vida, con la lectura constante de toda clase de libros (es decir, tanto de filosofía como de otras ciencias).<br />
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Me hubiese gustado impartir clases desde o ser contratado por el departamento de filosofía de la universidad en la que estudié; pero, por circunstancias ajenas a mi conocimiento y voluntad, no me lo permitieron quienes allí tenían poder decisión y contratación; y talvez fue mejor así, porque ahora que lo reflexiono, con humildad franca, la universidad y su pregrado en filosofía no me proporcionaron la capacidad y competencia para ser un profesor de filosofía de un nivel confiable, respetable y autorizado; y el constante ajetreo de las tareas y evaluaciones tampoco me dio tiempo suficiente para lograr tal nivel en otras horas y espacios. Los conocimientos filosóficos más estables, sólidos y profundos que tengo son aquellos que ya tenía antes de llegar a la carrera de filosofía y que obtuve después, leyendo por mi cuenta, y a través de la escogitación de otras obras con contenido filosófico que consultar, estudiar y leer. Nunca dejaré de declarar, también, que a mí ninguna universidad me ha formado (y eso me enorgullece). Pero, pensándolo bien, fue mejor así, porque en realidad yo domino con suficiencia el pensamiento de muy pocos filósofos (es decir, conozco a fondo solo a aquellos que me gustan, y admito que a algunos otros no los he leído, porque no me gustan o no me interesan, aunque sean importantes). De todos los otros pensadores conozco sólo lo básico. En verdad, creo que prefiero enseñar las otras cosas que enseño, en áreas gerenciales y sociales, a intentar enseñar la filosofía de otros.<br />
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Entonces, si se me presentara la oportunidad o la obligación de ser docente en algún curso filosófico, ¿qué haría? Sin duda, lo que más me conviniese, en beneficio personal y también para beneficio de los estudiantes de la carrera (para mí, los estudiantes son la razón de ser de la universidad, y no el fomento del ego de los profesores). Eso significa que yo diseñaría, planearía y ejecutaría mi propia visión de lo que considero adecuado y práctico para la divulgación (pero no formación) académica de la filosofía en la universidad. Pero, no me gustaría impartir cualquier curso en cualquier área de las ciencias filosóficas. No, los cursos que escogería serían los metodológicos, es decir, aquellos que deben proporcionar(le) herramientas al estudiante de filosofía para que desarrolle habilidades de estudioso y creador de pensamiento filosófico. Eso significa que escogería impartir cursos de análisis y metodología filosófica, de lógica informal y argumentación, de interpretación y conocimiento, y otras semejantes; y también algunas de las filosofías aplicadas a una ciencia en particular, como las de filosofía del arte, la historia o de la política. Rehuiría, sin duda, las historias de la filosofía por periodos, debido a su ambigüedad y parquedad de contenido y método, que los convierte en una superficial y apresurada revisión de literatura vinculada con cada supuesto periodo de la historia filosófica, etiquetado así por tradición o didáctica (es decir, relativa al desenvolvimiento del pensamiento filosófico en algunos países, regiones y épocas).<br />
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Aquí aparece la inexcusable cuestión acerca de cuáles son o deben ser los contenidos apropiados y óptimos para un curso de filosofía o de historia de la filosofía. Con los cursos que yo llamo básicos, o herramientas de trabajo y creación, o de aplicación práctica a la vida y al mundo, de fundamentación y relación con las otras ciencias, pienso que lo más conveniente es una combinación balanceada de enseñanza de métodos particulares (con sus respectivos ejercicios de aplicación) y de lectura crítica de fragmentos significativos de textos originales, aunado con la recomendación de hacer lecturas de apoyo de comentarios escritos por especialistas. Por otro lado, la estructura típica de una clase acerca de la filosofía de un pensador particular, tendría que iniciar con los datos biográficos mínimos, luego una mención de sus obras más importantes, y después… He aquí la decisión más crucial, ya que de ella depende la calidad y profundidad de un curso sobre filosofía. Considero tarea muy difícil y compleja intentar resumir o sintetizar el pensamiento de un autor sin caer en lugares comunes. Entonces, ¿cuál es la mejor alternativa? Puedo afirmar que las siguientes son las más viables:<br />
a) Analizar y comentar en detalle una sóla obra del autor en varias sesiones (talvez un poco sofocante, pero es práctico y honesto; promueve que el estudiante exprese sus opiniones personales con respecto a lo que se lee críticamente, sin ocuparse de si tales opiniones siguen o no las tendencias interpretativas usuales; y le queda al estudiante la tarea de buscar las otras obras y leerlas por su cuenta)<br />
b) Analizar y comentar en detalle fragmentos varios de varias obras del autor (más entretenido, aunque puede resultar muy superficial si la contextualización no logra transmitir qué es lo que relaciona e integra tales fragmentos)<br />
c) Presentar una visión integral y estructurada de todo el pensamiento del autor y su contexto (ello requiere que el docente haya elaborado por sí mismo tal esquema, luego de haber estudiado el pensamiento y las obras más relevantes de cada autor, y conocer también diversos comentarios al mismo; a manera de ejemplo, yo leí total o parcialmente una veintena de comentarios al pensamiento de Montaigne –además de su Diario y sus Ensayos– para elaborar un escrito universitario)<br />
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La alternativa ideal sería aquella en la cual el estudiante leyese dos o tres obras completas de cada autor incluido en el programa del curso durante un semestre; y que además, los temas y textos se comentasen y discutiesen en grupos de estudio (de los cuales surgieren reportes escritos individuales o colectivos); a ello habría que sumarle la lectura crítica de historias y comentarios –lo suficientemente contrastantes– a la obra y pensamiento del autor; talvez así se lograse que al cabo de tres a seis meses el estudiante conozca a fondo a cada autor –al menos un poco más allá de la superficie, capa a la cual la mayoría llegamos y nos conformamos cuando el estudio de la filosofía o de la literatura tiene que combinarse con otras actividades y responsabilidades. Pero, un estudio así, sistemático y profundo de cada filósofo o pensador, requeriría romper el esquema de los estudios universitarios basados en cursos independientes que se deben llevan a razón de cuatro o más por semestre o ciclo.<br />
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Menos difícil, en mi opinión, es intentar resumir en unas cuantas frases –para unos pocos minutos de clase–, las ideas clave de un movimiento o corriente de pensamiento. Ello porque enciclopedias y diccionarios de filosofía, manuales introductorios y comentarios clásicos, sitios web y otras fuentes de información ya las tienen esquematizadas, para todos los movimientos, tendencias y corrientes del pensamiento filosófico y de otras disciplinas relacionadas; y tanto el docente como el estudiante, solo tiene que capturarlas. Empero, este es un conocimiento muy superficial de cada uno de tales periodos; aunque eso sea lo más común, como materia de conversación, artículos de opinión y discusión, entre universitarios, profesores y gente culta, pero que no tienen ninguna pretensión de erudición.<br />
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Otro reto importante es investigar y diseñar los mecanismos e instrumentos para evaluar a los estudiantes, los cuales, en mi opinión –de nuevo–, deberían ser algo completamente distinto del tradicional examen, en el cual se espera que el estudiante “demuestre” su dominio del pensamiento de un autor y lo plasme en una docena de líneas manuscritas, y para colmo, escritas apresuradamente porque el tiempo apremia. No lo he pensado bien, pero, me parece que en lugar de exámenes y presentaciones exiguas ante la clase, la evaluación debería estar basada en discusiones grupales o en parejas, en escritos breves y concretos (no esos “comentarios” al pensamiento de un autor) o en esquemas conceptuales de fragmentos de obras filosóficas escritas por filósofos (el joven estudiante de filosofía tiene el resto de su vida para leer las obras más notables –o de su agrado– de los filósofos con quienes concuerda y se identifica; ya que es una inútil pérdida de tiempo vital ocuparse del estudio de filósofos y pensadores en los que no creemos ni a quienes apreciamos).<br />
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Ahora viene lo del aprender filosofía. Pienso que es el estudiante –al conducirse como un estudioso– quien aprende, no un docente, profesor o maestro quien le enseña. ¿Cómo se aprende filosofía? Tampoco quiero repetir la famosa disyuntiva de si “aprender filosofía” o “aprender a filosofar”. Sin duda es importante y necesario conocer las ideas de otros, no solo de filosofía, sino de cualquiera otra ciencia, para tener materia prima para pensar en la mente propia; de otra manera, solo brotarán lugares comunes y prejuicios, juicios imperfectos y otras reiteradas opiniones a favor o en contra de tal o cual autor o de tal o cual concepto de uso frecuente. Independientemente de lo que pretenda la universidad con su carrera de filosofía –si graduar profesores de filosofía, aficionados cultos a la filosofía, activistas devotos de una corriente, o filósofos de verdad–, quien quiere pasar de ser estudiante de filosofía a estudioso de las obras filosóficas de otros, y luego escalar hasta la escritura filosófica propia –¿y porqué no?, ¿acaso sólo los extranjeros y los doctores en filosofía pueden reflexionar sobre el mundo y la realidad y plasmar sus opiniones en sendos libros y ensayos? –, debe aprender a observar, pensar, expresarse, opinar, analizar, argumentar, ordenada, estructurada y críticamente. Pero, antes, tiene la obligación de leer abundantemente –en castellano y otras lenguas-–, muchas más cosas de las que los programas de estudio de la carrera de pregrado en filosofía incluyen. El primer paso para la independencia intelectual es aprender a identificar, buscar, encontrar y conocer las fuentes de información y conocimiento más apropiadas para los intereses y expectativas que uno tenga, en lo relativo a la escritura expresiva y reflexiva. Dicho de otra manera, para aprender filosofía y a filosofar es preciso despojarse de la sombra, la influencia, el dictado, la censura y la calificación de los profesores de filosofía.<br />
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Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-6510888930180631742013-03-31T16:06:00.002-07:002013-06-04T19:31:51.163-07:00De cómo se manifiesta la justicia en la sociedad<b>De cómo se manifiesta la justicia en la sociedad</b><br />
<i>Por Francisco Martínez Alas. (2011, versión revisada)</i><br />
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Este artículo está basado en una tarea académica de muchos años atrás (de la década de 1980s). Antes de publicarlo lo he revisado y he intentado corregir los errores e inexactitudes de la primera versión, sin manosearlo tanto como para que perdiese su aspecto y contenido original, pero procurando ampliarlo con mis puntos de vista actuales sobre los temas tratados.<br />
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<b><i>Las circunstancias de la justicia</i></b><br />
Está fuera del alcance de este breve ensayo, y de mis propias intenciones o capacidades, dar una definición exacta y completa de la justicia, por lo que me limitaré a trasladar algunas ideas de otros autores halladas en diversos libros y manuales. Empero, comenzaré por decir que en torno a la justicia existen tres circunstancias posibles: que la justicia esté presente o se haga efectiva; que se prive de la justicia o del acceso a la justicia a personas o grupos; y que se dé un acto de injusticia contra alguien.<br />
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Decimos que algo es justo cuando está de acuerdo o conforme a las leyes y convenios de un estado de derecho, o a las tradiciones y costumbres de la nación o comunidad donde vivimos, en ambos casos vigentes y cuando no menoscaban la dignidad de las personas. Es justo aquello que se ha recibido y entregado conforme lo acordado o prometido entre partes y actores. Y también cuando, subjetivamente, lo hecho o acontecido se ajusta a nuestros deseos y expectativas. El adjetivo justo se le agrega como componente importante a diversos términos, lo cual les confiere otra calidad; es decir, que al adjuntarle el adjetivo justo a cierto concepto o actividad, se le asigna un valor que lo distingue de otros similares y lo caracteriza como promotor de un bien, así como otorga la percepción de que se está en y se hace lo correcto, como cuando se dice “comercio justo”, “decisión justa”, “acción justa”, “distribución justa” y muchas otras. De manera que algo es o se considera justo, cuando se satisfacen los requerimientos exigidos por las partes, cuando se resguarda la dignidad y derechos de las personas, cuando se protege y se fomenta algo que beneficia a la humanidad y al entorno natural, y cuando se le restituye el derecho, el bien o el beneficio merecido y acordado a alguien.<br />
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La segunda circunstancia es la de no justicia, es decir, la privación de justicia a la que una persona o un grupo de personas es merecedor o acreedor -que son dos cosas distintas aunque similares- es sometida en situaciones adversas. Se dice que alguien es merecedor de justicia porque así lo dicta la razón y la dignidad humanas, y no solo las leyes, como cuando alguien ha sido víctima de otros, se halla inmerso en problemáticas del entorno social, o ha sufrido un percance nefasto, y no sabe o no puede recurrir a las instancias correspondientes o superar la situación por sus propios medios. Por otro lado, se dice que alguien es acreedor de justicia cuando posee derechos legítimos y documentación que los pruebe, sobre un bien o una causa, por lo que puede o podría exigir que se aplique la ley. Pero, en cualquiera de los dos casos, se les puede privar de la justicia sino se aplica la ley cuando y como debiera hacerse, o no se brinda ayuda y soporte al que lo merece, y no solo porque sus derechos hayan sido vulnerados.<br />
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Y por último, la injusticia, que consiste en el hecho de que un individuo, un colectivo, o un grupo de personas en el nombre de una organización, haciendo uso de su poder, o abusando de su autoridad, o yendo más allá de los límites de la razón, las leyes, la convivencia y la tolerancia, comete actos contra la dignidad y la libertad humanas, quebranta los derechos ajenos, e irrespeta o despoja la propiedad ajena. La injusticia se manifiesta en todas aquellas decisiones y actos que de manera arbitraria y abusiva, pero disfrazados de normas establecidas y aceptadas por un grupo que detenta el poder, afectan y destruyen la dignidad, la propiedad y la vida de las personas. Así, se elevan y expanden ciertas estructuras y procedimientos injustos que impiden o restringen el desenvolvimiento en libertad de la persona humana.<br />
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Y aunque la justicia es una sola, pero a lo largo de la historia se le ha dado diversos significados, ya sea que se considere una virtud o como un valor; asimismo, con la finalidad de entender cómo se manifiesta la justicia en el mundo real y social, se hacen distinciones tales como “justicia legal” o “justicia social”. Sobre ésto último es lo que trataré de esbozar conceptualmente al relacionar la noción de justicia con los tribunales, lo social, lo económico, lo constitucional y lo político.<br />
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<b><i>La justicia en los tribunales</i></b><br />
Uno de los momentos más importantes de un proceso judicial en donde mejor se manifiesta la justicia es en la otorgación de la sentencia (aunque ello no significa que en otras etapas del proceso no se esté manifestando aquella también). La sentencia se puede definir de manera general como la “resolución judicial que pone fin a un proceso o juicio en una instancia o en un recurso extraordinario” (Rafael de Pina y Rafael de Pina Vara, <i>Diccionario de derecho</i>, México, Porrúa,1984, p. 441). Pero la sentencia otorgada puede ser justa o injusta. Por ello nos dice Friedrich: “la sentencia de un juez, la justicia de su fallo, depende de que tenga cierta relación objetiva con la situación en que se dicta, para ser después más explícitamente especificada” (“Justicia, el acto político justo”, en Carl Joachim Friedrich y John W. Chapman, compiladores, <i>La Justicia</i>, México, Roble,1969, p. 43).<br />
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Cuándo y cómo una sentencia es justa es otro asunto sobre el cual es preciso decir algo, ya que los efectos de la misma recaen no solo en la persona sentenciada, sino también directamente en las víctimas (cuando las hay), y en el sistema de justicia y la percepción que la opinión pública tiene del mismo, y en última instancia, en toda la sociedad. En el derecho penal, se acepta que si una persona es acusada de algún delito, y su caso alcanza la etapa de ser llevado a juicio, y en todo momento se ha procedido conforme a las leyes y se ha seguido el debido proceso, entonces, se puede afirmar que se ha procedido conforme a la justicia. Ahora bien, el sentenciado puede resultar favorecido en tal proceso de diversas maneras: si es inocente de los cargos que se le imputan y se le deja en libertad; si es culpable y recibe una pena menor de la esperada o con alguna clase de beneficios; o si, siendo culpable, el tribunal no logra comprobar su culpabilidad conforme a la ley, y también se le deja libre; entonces, en todas esas situaciones se puede afirmar que la sentencia dictada fue justa, y conforme a las leyes. Pero, será totalmente injusto el hecho de que una persona resulte condenada por un delito que en realidad no cometió. Y será de algún modo injusto que la persona juzgada y sentenciada sea culpable de lo que se le acusa, pero basándose en hechos del caso que no ocurrieron tal como se han descrito y atestiguado; o de manera similar, si los delitos de los que se le acusa no fueron cometidos con la gravedad que se expresó. Y sin duda, el acusado, al resultar condenado a cumplir una pena de prisión, o a resarcir el daño mediante tareas de servicio comunitario, o pagar en dinero por los daños ocasionados, podría tener la percepción de que no se está siendo justo con él, porque esperaba librarse del castigo, no ser capturado o recibir una pena ínfima. Lo que el tribunal, mediante la voz del juez, decide en cada caso particular, sienta un precedente de cómo se aplica el derecho y se interpreta la ley, de cómo se realiza el proceso, y de cómo los actores del mismo deben ejecutar su labor, aunque al final no se haga justicia completa y restaurativa. Las víctimas pueden pensar que no se les hace justicia, aunque el acusado sea condenado y cumpla su pena, porque ellos no recuperarán los bienes perdidos, las heridas dejan cicatrices y los difuntos próximos y queridos no pueden retornar a la vida. Talvez sería justo y conveniente que la aplicación del derecho contemplase una compensación digna y significativa para las víctimas, de manera que ellas pudiesen recuperar o reiniciar sus vidas desde un momento y condición similar –pero jamás igual- al que se encontraban cuando se convirtieron en víctimas de otros.<br />
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Yo entiendo las instancias de justicia, como los pasos de que consta un proceso judicial, que pueden y deben ser vistos por entidades con distintos niveles de autoridad y alcance, tales como la estructura de tribunales y cortes existentes, de manera que cada instancia tiene la función de atender y resolver respecto de cada porción del proceso conforme a su competencia. Las instancias vienen a ser también las alternativas en cuanto a mediación y acuerdos que ofrecen las normas a medida que un proceso se desenvuelve, para alcanzar la ansiada sentencia justa para todas las partes involucradas en un litigio, y siempre apegada a los sistemas jurídicos. Y por ello y con el mismo fin, en ciertas ocasiones una instancia debe rectificar las decisiones de otra instancia.<br />
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<b><i>La justicia social</i></b><br />
La noción y alcance de lo que es la justicia social sin duda es algo demasiado amplio como para intentar resumirlo en un párrafo, sin embargo, citaré la definición que propone Torré (que podemos hallar más desarrollada en Torré, <i>Introducción al derecho</i>, Buenos Aires, Perrot, 1981, p. 231) quien dice que la justicia social puede verse: “como ideal de una más igualitaria distribución de la riqueza social, obtenida con el trabajo de todos”, aclarando que, en un sentido amplio, ello también abarca toda clase de derechos y no solo los económicos, y que lo igualitario no debe entenderse como una mera repartición cuantitativa de aquella riqueza común a la humanidad.<br />
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González Díaz dice que “toda justicia es social, pues es de la esencia de este valor la alteridad, es decir, que es un valor que adquiere significado no conmigo sino conmigo y los demás. Su término es siempre otra persona, ya que nadie se da a sí mismo su derecho. Es un valor social, es decir que supone coordina relaciones entre personas” (Francisco Xavier González Díaz, <i>Introducción a los Problemas de Filosofía del Derecho</i> (?), México, Ediciones Botas, 1956). La justicia social, añade más adelante, es que aquella que ordena todas las actividades sociales e individuales al bien común de la sociedad, a la prosperidad de todos y cada uno de sus miembros, al adelanto material del cuerpo social y al bienestar de la vida colectiva, cual conviene a la dignidad de la persona humana (Francisco Xavier González Díaz, <i>Introducción a los Problemas de Filosofía del Derecho</i> (?), México, Ediciones Botas, 1956, p. 266).<br />
<br />
Lo anterior constituye un ideal muy loable, cuya realización práctica supone, para algunos, la instauración de una democracia social, de estados paternalistas o intervencionistas, y dicen –de acuerdo a Von Mises- que “el Estado debe intervenir, siempre y cuando ‘el libre juego de las fuerzas económicas’ pueda provocar efectos recusables desde un punto de vista social”, porque “creen que compete al gobierno dictaminar en cada caso cuáles cosas sean y cuáles no ‘socialmente deseables’” (Ludwig von Mises, <i>La Acción Humana</i>, Madrid, Unión Editorial, 1980, p. 1048). Pero, Von Mises nos recuerda con recelo que “nadie duda que, si hubiera mayor abundancia de bienes, todo el mundo estaría mejor. El problema, sin embargo, estriba en dilucidar si, para conseguir la tan deseada abundancia, existe algún método distinto del de acumular nuevos capitales” (Ludwig von Mises, op. cit., p. 1231).<br />
<br />
La justicia social, vista en su aspecto económico, se relaciona directamente con la justicia económica, tema que ampliaré en otra parte del presente ensayo, por ello me detengo aquí, y en el apartado siguiente expongo otra dimensión de la justicia, la constitucional.<br />
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<b><i>La justicia constitucional</i></b><br />
En las democracias constitucionales y representativas están prescritas las libertades fundamentales, entre ellas, la libertad de la persona, la de conciencia y pensamiento, las libertades políticas, y de movimiento e igualdad de oportunidades y de trato, así como de protección de la privacidad y la seguridad propia; a todas ésas se les llama también libertades públicas o derechos civiles. La constitución es la base de la estructura política y social, por ello, esas libertades constitucionales se definen y establecen para todos, sin favoritismo, como iguales ante la ley, ni más ni menos.<br />
<br />
Rawls, dice al respecto: “La constitución ha de ser un procedimiento justo, que satisfaga las exigencias de una libertad igual; y en segundo lugar, ha de ser estructurada de manera que todos los acuerdos factibles se conviertan en sistemas de legislación justos y eficaces. La justicia de la constitución ha de ser fijada bajo dos perspectivas, a la luz de lo que las circunstancias permiten, estableciendo estas delimitaciones desde el punto de vista del tratado constitucional”. Y luego agrega: “La justicia como imparcialidad comienza con la idea de que, si los principios generales son necesarios y ventajosos para todos, han de ser elaborados desde el punto de vista de una situación inicial de igualdad bien definida, donde cada persona esté justamente representada” (Rawls, <i>Una Teoría de la Justicia</i>, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 256). Esta noción de posición original es trasladada a la constitución en tanto que es el sistema de normas sociales gracias al cual se elaboran todas las otras normas.<br />
<br />
<b><i>La justicia política</i></b><br />
Una acción es justa, dice Friedrich, cuando supone una valoración comparativa de las personas afectadas por ella, y cuando esa comparación concuerda con los valores y convicciones de la comunidad política (Friedrich, op. cit., p. 45). Además, dice Friedrich: “Un acto político es justo cuando se basa en una valoración equilibrada de las personas que afecta, comparándolas (y clasificándolas) en función de los valores de la comunidad política de referencia; esa cualidad alivia la tensión entre poder y autoridad, y contribuye a comprender mejor la legitimidad de los gobernantes y sus actos” (Friedrich, op. cit., p. 63).<br />
<br />
El concepto de justicia política también puede entenderse como el empleo del procedimiento legal para fines políticos, en casos de protección al Estado, por homicidios o delitos comunes pero con beneficios políticos o actos de traición, o también, para la represión legal de organizaciones políticas (opositoras y minoritarias) que recurren a la violencia o a actos ilícitos para manifestarse y llamar la atención sobre su causa: “El objetivo de la justicia política es incrementar la esfera de la acción política, reclutando para tal fin los servicios de los tribunales en apoyo a las metas políticas, y se caracteriza por la sumisión al escrutinio de la corto de todo acto individual o colectivo” (Otto Kirchheimer, <i>Justicia política: empleo del procedimiento legal para fines políticos</i>, México, UTEHA, 1968, p. 460). Esa clase de justicia política se lleva a cabo por cuestiones de necesidad (de recurrir a la legalidad y a los tribunales), de elección (contra la oposición de principio, con una tendencia que va desde la tolerancia hasta la supresión), y por conveniencia (cuando el régimen desea ganar o estabilizar posiciones políticas); todo a nombre de la continua felicidad de la presente generación, bautizada como certidumbre y seguridad legal. Por ello agrega Kirchheimer: “La ironía de la justicia política está en que mientras su mandato permanezca por fuerza ambiguo y ligado al tiempo, sus practicantes deben insistir en su proceso y resultados, no solo formalmente correctos, sino necesarios, tanto para la autoridad como para la justicia, por los requisitos del orden constitucional” (Kirchheimer, op. cit., p. 471).<br />
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<b><i>La justicia económica</i></b><br />
Al derecho le toca reglamentar ciertas acciones sociales atendiendo a lo justo y lo injusto de las mismas y sus consecuencias. Si la producción y el reparto de bienes es el objeto de la economía, la constitución de la propiedad y la sanción de los contratos es el tema del derecho. El orden jurdico ejercer su acción virtual sobre la materia económica condicionando todos los actos que la modifican y la transforman, influyendo así en la ordenación de los fenómenos económicos (Carlos Otero Díaz, Una investigación sobre la influencia de la economía en el derecho, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966, p. 15).<br />
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Las proposiciones que la ciencia económica formula, son teoremas a los cuales se atribuye una necesidad racional, son de índole matemática (aplicada) y elaborados con datos extraídos de la realidad. La ciencia económica tiene por objeto someter a cálculo los actos humanos para deducir consecuencias, así, la economía tiene una función utilitaria y pragmática (Carlos Otero Díaz, op. cit., p. 85).<br />
<br />
Los fenómenos económicos tienen su origne en la escasez de medios para la satisfacción de las casi ilimitadas necesidades humanas. Las fuerzas económicas son dinámicas y expresión de lucha, las del derecho son instrumentos de cohesión y medios de control. Se dice que entre poderes económicos iguales el derecho sería observado incluso sin ningún sistema de coacción, ya que el mútuo interés entre las partes bastaría para garantizar el cumplimiento de los acuerdos; pero, pierde eficacia entre fuerzas económicas diferentes, pues, los desniveles, al parecer, de potencial económico acusados pueden impedir el libre comercio jurídico. Los fenómenos económicos presionan sobre el derecho, lo deforman y hasta en algunos casos lo anulan (Carlos Otero Díaz, op. cit., p. 85).<br />
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Arturo de la Cueva (Justicia, derecho y tributación, México, Porrúa, 1989), expone su posición en torno de la justicia económica, haciendo ver que se requiere una conciencia social, comprensión y aceptación de la responsabilidad social que concierne a cada miembro de la comunidad, ya que la falta de ello hace que los grupos y los individuos particulares sean un obstáculo para la realización de la justicia económica. Propone cambios estructurales, normativos y operativos, según la problemática de cada país y sus circunstancias, para intentar una economía mixta que combine la propiedad privada y la pública, que permita la participación política y económica de todos, sin inhibir el desarrollo necesario, y también, elevar el ingreso redistribuyendo la riqueza de manera justa. Para él, la justicia social (económica) “no es sino la justicia compensatoria general que busca eliminar los desequilibrios económicos de la comunidad humana” (Arturo de la Cueva, op. cit., p. 263).<br />
<div>
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Un enfoque más liberal –y similar al de Mises-, es el que expone críticamente Hazlitt: “la tendencia de un sistema de libre competencia es dar a cada uno aquello que crea”, con su trabajo, su capital o su gestión de servicios. Pero, aclara que “este principio de la distribución representa una tendencia dentro del libre mercado; no debe pensarse que en todos los casos reciban exactamente el valor de lo que produjeron o contribuyeron a producir. Y el valor que reciben es el que aportaron, es el valor en el mercado”. Es un sistema ante el cual, a pesar de sus insuficiencias para lograr una “justicia perfecta”, no ha sido posible concebir algo mejor que ese. Aunque, hace notar Hazlitt que “se piensa, por lo general, que se trata de un sistema ‘injusto’ porque, desde tiempo inmemorial, el ideal irreflexivo de ‘justicia social’ ha sido una absoluta igualdad de ingresos”. Pero, la justicia “no es solo un fin en sí misma, no es un ideal que pueda aislarse de sus consecuencias; si bien está reconocida como un bien intermedio, la justicia es primordialmente un medio; ella consiste en las disposiciones y normas sociales que mejor conducen a la cooperación social, lo que significa dentro del campo económico, las que mejor conduce a maximizar la producción”. La justicia de esto se halla en su efectividad, bienestar y eficiencia a largo plazo y de manera general. Agrega Hazlitt que un sistema intermedio, es decir, uno como el de libre mercado combinado con la igualdad de ingresos y otros beneficios de “justicia social”, talvez remediara algunas injusticias, pero lo conseguiría al precio de crear muchas otras. (Todas las citas de este párrafo son de Henry Hazlitt, Los Fundamentos de la Moral, Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 1979, pp. 491-493).<br />
<br />
<b><i>La justicia y los valores</i></b><br />
La justicia es un valor, y se dice que se pueden relacionar los valores con los objetos del mundo del ser. Entonces, el valor de la justicia se relaciona con los objetos de los que trata sean las personas y sus derechos, sus bienes y sus relaciones con los mismos, su dignidad y su libertad, las leyes y los procedimientos, entre otras cosas. Generalmente, también se admite que los valores son parte de los objetos culturales, son cualidades de los objetos reales, con la característica de que se realizan al relacionarse con los mismos. Tienen una polaridad positiva y otra negativa, contraria a la primera. Además, se dice que son objetivos o que son subjetivos. La aparente contradicción de tales oposiciones se supera separando los valores en fundamentales o no, ya que, en realidad, existe la posibilidad de establecer una jerarquía entre ellos.<br />
<br />
Los valores relativos a la esencia de lo que es el hombre y a la protección de su vida, serían –entonces- fundamentales. Y partiendo de una ética objetiva los mismos serían objetivos. Los otros valores, los que son cualidades estéticas o sensibles, bien podrían ser subjetivos. Lo importante, es la relación que surge cuando un valor se le adjudica como cualidad inherente o no a un objeto. Hazlitt lo plantea así: “el valor individual y subjetivo en su origen se transforma en social y, en este sentido, es objetivo. Esto es verdad tanto de los valores económicos cuanto de los morales” (Hazzlitt, <i>op. cit.</i>, p. 267), y por ello pensamos que así se “realizan” los valores, lo cual no quiere decir que cobren existencia en ese momento, porque ellos ya existen, pero son valiosos cuando están ligados al hombre o a otro objeto o cosa real. La expresión, manifestación y aplicación de la justicia en la sociedad está vinculada al hombre real, viviente y sensible, y por ello es un valor valioso y objetivo.</div>
Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-88112740673291390732012-07-24T17:27:00.002-07:002013-06-14T15:16:15.762-07:00Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 10<strong>Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 10</strong><br />
<em>Francisco Martínez Alas (2011)</em><br />
<br />
<em>Métodos para consultas</em>.- Según los objetivos o propósitos de la consulta, el tiempo de que se dispone para efectuarla, la cantidad y tipo de personas que se van a consultar y, en general, de los recursos de que se disponga para el proceso, así se escogerán y adaptarán los métodos y los instrumentos a usar en el proceso de consulta.<br />
<br />
Luego viene el problema de quien o quienes pueden realizar la consulta en una organización. La consulta se puede realizar con personal de la organización, mediante un equipo conformado para tal propósito en el que se combine la posición cercana y actuante en las distintas unidades, con la formación y experiencia directiva y ejecutiva de otros actores. Ello tiene la ventaja de que todos los realizadores están inmersos en la situación y la consulta se conduce como una operación interna. También se puede contratar a una empresa o a un consultor externo especializados en tal tipo de procesos, y ello tiene la ventaja de que así se obtiene la visión desde afuera de la situación. Ambos puntos de vista poseen sus respectivas ventajas y desventajas, y en la mayoría de los casos, ambas visiones e interpretaciones se pueden combinar. Por ello mismo, en algunas circunstancias, convendría manejar la consulta como un proyecto en el que participen, como equipo, personas del interior de la organización y consultores, observadores o especialistas desde el exterior de la organización.<br />
<br />
Existe abundante literatura especializada y estudios de caso publicados acerca de métodos y técnicas de investigación cuantitava y cualitativa que se pueden aplicar al interior de las organizaciones, así como de los procesos de diálogo y deliberación, el uso de entrevistas, y de otros procedimientos para hacer historia oral. Todos ellos se valen de diversos instrumentos de captura de datos, información, opiniones y propuestas, reclamos y apelaciones, justificaciones y excusas, y cualquier otra información que almacenada, ordenada, procesada y relacionada contribuirá al proceso de consulta. También, en algunos métodos se puede o se requiere el uso de ciertas tecnologias que servirán para registrar imágenes, videos, voces, sonidos, evidencia física y otros, además de datos cuantitativos, o codificaciones cualitativas de textos y discursos.<br />
<br />
Para exponer el asunto de los métodos utilizados para efectuar consultas a personas, voy a usar tres enfoques diferentes. En primer lugar, mencionaré la consulta que se lleva a cabo conversando con y entrevistando a individuos, es decir, a varias personas en una reunión o asamblea, o a cada persona de la organización en particular, no tanto en función del lugar que ocupan en ella, sino como informantes interesados y conocedores del objeto, decisión o procedimiento que se está sometiendo a consulta. En cualquiera de esos dos casos, a las personas conviene proporcionarles información previa de manera escrita mediante algún impreso, o el envío de mensajes por medios electrónicos, o publicar un sitio en una red de comunicación por computadora o internet; o también, hacer una presentación y mostrársela a todo un grupo, o darle una breve y exacta explicación a cada quien en el momento de la entrevista, y contestar adecuadamente a todas las dudas y preguntas que la persona tenga y haga. De hecho según el caso y la clase de personas u ocupaciones con quienes se esté trabajando, unos medios serán más o menos efectivos que otros para el propósito, y lo cierto es que los distintos medios son o pueden llegar a ser complementarios. Si bien existe el riesgo de que un texto escrito no sea leído, y se archive o se deseche, éste es más perdurable, queda como evidencia del proceso y por ello se puede volver a revisar en cualquier momento; además el escrito permite elaborar los datos y argumentos que contiene con mayor exactitud, pertinencia y profundidad, y la información publicada en línea se puede modificar y actualizar cada vez que convenga. Por otra parte, si se realiza la consulta de manera individual, es decir cuando un agente o un equipo de evaluadores, consultores o promotores visitan puesto por puesto en las oficinas y plantas, a los empleados de la organización, se tienen dos opciones básicas para realizar la consulta: se puede hacer por escrito mediante un formulario de encuesta –con preguntas abiertas y cerradas combinadas, que llenará el promotor o el empleado enfrente suyo o para entregar después-; y también de manera oral, mediante una entrevista que además de las preguntas claves e indispensable posibilita introducir u obtener, a la manera de una conversación o diálogo, otras informaciones y opiniones útiles.<br />
<br />
En segundo lugar voy a referirme a las consultas efectuadas colectivamente a grupos de diversa extensión. Para la segmentación de lo grupos se pueden utilizar los siguientes criterios: todos o parte de los empleados de una misma unidad organizacional; el personal de una ubicación espacial, ya sea el de un piso, ala o planta; o bien, seleccionarlos en base a alguna otra característica común o distintiva –relevante para el objetivo de la consulta- del resto del personal. <br />
<br />
Una vez reunido el grupo en un local adecuado para efectuar la sesión de consulta, se debe presentar a la audiencia la agenda con los asuntos a tratar y el orden correspondiente de los mismos (y en muchos casos conviene entregar a cada participante una copia), así como los motivos que justifican y los objetivos que se pretende alcanzar, mediante la reunión que se está efectuando. <br />
<br />
Si el grupo no es demasiado grande, y solo existe un asunto sobre el cual decidir (o son muy pocos y están muy relacionados e interdependientes) o del cual obtener respuesta o retroalimentación de algo que ya ha sido discutido en otras reuniones o con cada persona en particular de los que están presentes en la reunión, se puede ir preguntando a cada uno de ellos de manera oral, y cada persona responde o debe responder breve y explícitamente enfrente de todo el grupo y expresar su opinión o declarar su decisión. En cuanto al orden según el cual se le irá preguntando a cada persona, existen dos modalidades; una de ellas es hacerlo según el orden en el que los asistentes están sentados o dispuestos en la sala; o en cambio, se les va llamando en voz alta, uno a uno, conforme a una lista de registro de asistentes, en la cual los nombres puede estar en orden alfabético o haber sido anotados en el acto conforme fueron llegando a la reunión. <br />
<br />
También se puede plantear la pregunta en voz alta, y pedir a los asistentes que alcen la mano si están de acuerdo en algo que se propone, y en tal caso es preciso disponer de un procedimiento para contar con exactitud la cantidad de brazos alzados en apoyo a una opción que se les plantea. Este método solo sirve para el tipo de consultas en las que se puede o se requiere obtener respuestas tales como un “sí” o un “no”, es decir, una aprobación o desaprobación de una moción o de una opción propuesta al grupo; y del mismo modo, cuando el grupo al que se está consultando no es muy numeroso (es decir, hasta un máximo de cien personas más o menos). Como alternativa en estos casos se puede recurrir a cierto aparato electrónico, del cual cada uno de los asistentes tiene en sus manos un ejemplar, y en el cual basta presionar un botón para elegir una de las opciones que se le han presentado o votar a favor o en contra de algo.<br />
<br />
Terminada la etapa de votación, entendiendo que ya se ha registrado fiel y exactamente -por cualquier medio disponible y adecuado- la cantidad de votos obtenidos en cada opción presentada, o la cantidad de aprobaciones o desaprobaciones, de afirmaciones o negaciones, de apoyos o rechazos, se procede a la etapa de tabulación de los resultados. Sin duda alguna, las opciones que obtienen más votos son las preferidas por la mayoría, y aunque se elija una sola de ellas (normalmente la que ha obtenido más votos a favor), todas las que le siguen, siempre que hayan obtenido gran porción de los votos válidos, han de ser tomadas en consideración en las opciones y decisiones subsecuentes al proceso. En algunos casos bastará con elegir el punto que obtiene más votos a favor, aunque no sea la mayoría de todos los votos, pero, en otras circunstancias es preciso obtener al menos la mitad más una unidad, y en otros un porcentaje mucho mayor, superior al setenta y cinco o al ochenta por ciento, por ejemplo. Ello dependerá de las reglas que se hayan establecido para realizar la consulta.<br />
<br />
Pero, hay que diferenciar entre el registro numérico de votaciones, el cual constituye un conjunto estructurado o una base de datos cuantitativa de las mismas, de un posible registro de las opiniones, respuestas, observaciones, comentarios y discursos, el cual puede conformar una base de datos de textos, o bien, un archivo organizado de documentos y testimonios. En cuanto al primer tipo de registro, bastará con tener un sistema de cálculo e información, en el cual se pueda realizar cuadros, tablas, tabulaciones y generar gráficos, en los que se puedan apreciar las escalas y los porcentajes de los resultados, y al mismo tiempo realizar calculos predictivos y comparativos, examinar tendencias o variaciones en el tiempo, o construir escenarios de probabilidades, es decir, todas las posibilidades que el cálculo y las estadísticas proporcionan. El segundo tipo de registro, posee otras características, y a su vez, ofrece su propia gama de posibilidades de análisis, utilizando otra clase de herramientas para trabajar con textos. Por ello mismo, es necesario hacer algunas observaciones sobre la consulta de opiniones, puntos de vista y propuestas.<br />
<br />
Consultarle a otros, o indagar por medio de entrevistas y grupos de discusión, lo que opinan, piensan, sienten, perciben o creen acerca de algo, requiere disponer de una herramienta, mecanismo o tecnología que permita capturar tales opiniones y comentarios de manera textual, de todos y cada uno de los participantes. Ello con el fin de poseer evidencia completa de lo que las personas han expresado durante el proceso de la consulta, para luego poder analizar, organizar, e interpretar sus opiniones, pero filtrando y excluyendo solo aquello que es realmente irrelevante para la situación en discusión.<br />
<br />
En algunas circunstancias o procesos se requiere ir más allá de obtener una respuesta simple –aunque determinante– como el sí o el no, es decir, de solo hacer un recuento de cuantos están a favor o en contra respecto de una moción; sino que se quiere obtener –así como conocer y entender– el porqué y para qué de las decisiones que cada uno ha tomado, se logre o no el objetivo inicial o previsto; así como se persigue identificar y comprender las razones y motivos (o motivaciones) del acuerdo y del desacuerdo, del disenso y del consenso, y armar un punto de inflexión para continuar o reiniciar la negociación y el diálogo.<br />
<br />
Respecto de las razones y los motivos que las personas tienen, o adoptan en ciertos casos, para apoyar o para rechazar algo, para colocarse en una posición ideológica o teórica, o para justificar lo que deciden o hacen, puede proponerse una clasificación, sin bien incompleta y convencional, pero que puede servir para intentar entender las razones que sustentan las posiciones y decisiones de los otros. La clasificación que propongo parte de dos afirmaciones: una, que las personas siempre quieren obtener algo, o bien, quieren evitar algo, cuando toman una posición o hacen una decisión. Aquello que persiguen obtener en gran parte para sí mismos como un beneficio material, o como una satisfacción moral y emocional. Pero, también las personas pueden estar interesadas en obtener algo para su grupo cercano, de aquellos con quienes se relaciona, con quienes trabaja, o a quienes considera sus iguales o pertenecientes a su mismo bando; y de manera similar, aquello que beneficie al espacio o los espacios físicos que considere su territorio, tanto en lo corporativo como en lo urbano. Pero, así como las personas buscan obtener una ventaja, ganancia o un beneficio directo con la decisión que toman o de aquello a lo que apoyan, también pueden expresar y sentir el anhelo de evitar que algo ocurra, sea porque les puede afectar negativamente, o porque las consecuencias futuras e inconvenientes de algunas acciones, una política o un procedimiento, irán en detrimento de sus intereses y personas. En tal caso, las personas se sienten aún más motivadas para participar, interesadas en debatir, y exigen ser parte de los procesos de decisión que los afecta, directa o indirectamente. En otro capítulo se tratará con más detalle acerca de las razones por las cuales las personas participan y lo que de ello se sigue.<br />
<br />
No podemos ignorar que la solidaridad existe, y por ello, como una variante del interés en obtener algo para sí mismos, las personas tienen propensión a manifestar, individualmente y en grupos, y utilizando diversos medios de expresión y difusión, su posición al respecto, sea para reclamar o exigir, para denunciar y acusar, para sumarse y oponerse, para demostrar y exponer, para promover o para evitar, que algo le ocurra a otros, según la circunstancia; y es así como deciden participar y debatir en causas gremiales, corporativas, comunitarias, humanitarias, sociales o políticas, o conformarse con hacer activismo digital, por medio de las redes relacionales virtuales (llamadas ahora redes sociales).Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-69491790768144734472011-11-23T11:36:00.001-08:002012-07-24T17:25:03.307-07:00Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 9<strong>Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 9</strong><br />
<em>Francisco Martínez Alas (2011)</em><br />
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C)<em><strong>Consultar a los miembros:</strong></em> Tal como decía en el apartado anterior, en situaciones y circunstancias específicas se hace necesario consultar a todos o la mayoría de los miembros de una organización directamente, no solo para recabar informaciones, sino también para alcanzar consensos.<br />
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<em>¿Qué se consulta?</em>.- La primera cuestión que surge cuando se habla de consultar a otros antes de tomar una decisión, implantar una disposición o establecer una política, es sobre qué es lo que se puede y conviene consultar y lo que no. <br />
<br />
A partir de tal cuestión, entonces, se derivan dos consideraciones importantes. La primera de ellas se refiere a que debe darse por sentado que no todo se puede someter a consulta, o que hay decisiones para las que efectuar una consulta sería ineficaz e inneceseria, y con seguridad una pérdida de tiempo y un desperdicio de recursos. Para determinar si amerita hacer una consulta al interior de la organización, se debe partir, en primer lugar, de analizar si el proceso de consulta debe contar la participación de todos o de la mayoría calificada de miembros o empleados; o solo de los de un cierto nivel profesional o de autoridad en la jerarquía administrativa; o solo de quienes desempeñan una labor o realizan una actividad específica; o sino, exclusivamente con los pertenecientes a una o a algunas oficinas o unidades.<br />
<br />
A continuación, se debe evaluar y valorar el objeto de la consulta. Los objetos típicos de una consulta al interior de una entidad tienen que ver con el hecho de realizar un cambio que afecta a la organización, algunos procesos, o una situación general o particular de los empleados o miembros de la misma; o, al contrario, de continuar medidas o políticas, condiciones de trabajo, estructuras, procedimientos y restricciones que se supone o se aprecia han sido efectivas y no se quieren desechar, o siguen siendo necesarias. Una vez determinado y evaluado el objeto de la consulta, es preciso conocer a qué tipo de decisión corresponde y mensurar lo que se persigue alcanzar con ella y mediante la consulta.<br />
<br />
Se puede afirmar, que existen tres tipos básicos de decisiones en una organización: a) Las decisiones basadas en criterios y principios técnicos y científicos, aquellas que obedecen a razones necesarias, es decir, que las reglas y argumentos que las sustentan tienen que ver el comportamiento de la materia y la naturaleza de las cosas, con el funcionamiento correcto de las máquinas y la tecnología, con las constricciones y restricciones ineludibles, o con el saber hacer del especialista o experto; b) decisiones estratégicas, que responden a circunstancias contingentes (y hasta emergentes), consisten en planes, diseños y objetivos, y son el resultado del análisis, diagnóstico, evaluación, de factores y capacidades, de relaciones y entornos, y que si bien se llega a la conclusión de que son decisiones convenientes, están íntimamente relacionadas con la experiencia, voluntad, intuición e imaginación de los decisores y expertos que las toman; y c) decisiones operativas, que son las que se hacen y ejecutan por conveniencia de acuerdo con las rutinas funcionales y operativas que cada posición laboral exige, con la finalidad de lograr la eficacia y eficiencia de manera continua, el uso óptimo del tiempo y de los recursos de todo tipo, y son la consecuencia de un proceso de aprendizaje personal, organizacional y social en el que intervienen diversos factores y motivaciones.<br />
<br />
Una organización tiene que jugar con las expectativas, necesidades, actitudes y voluntades de todos los actores, y con las oportunidades y constricciones de los factores internos y externos concomitantes, y en todo ello conjugar y concurir los tres tipos de decisiones, y según el enfoque de los decisores y la naturaleza del problema, la operación o los objetivos perseguidos en cada fase, proyecto, actividad o acontecimiento de la organización. Entonces, es útil preguntarse: ¿En cuáles decisiones la participación mediante una consulta general, realizada entre todos o la mayoría de los miembros de una organización, sí tiene valor, o resulta conveniente? En mi opinión, únicamente en las situaciones que requieren el concurso (y no necesariamente el consenso) e integración de opiniones y criterios técnicos pertinentes y relevantes, la retroalimentación de posibles impactos en el trabajo y en las vidas de los miembros (pero no tanto de sus meras voluntades), la investigación y el análisis de las circunstancias, y se debe discernir acerca de asuntos estratégicos que afectan o pueden afectar a todos los actores internos y externos a las organizaciones, desde los socios y empleados, hasta los clientes y proveedores, el medio ambiente, y la sociedad en general.<br />
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Una decisión tomada a privilegiadamente a favor de uno de los actores y en ventaja de solo uno de los factores, redundará negativamente en el desempeño de la organización y sus miembros, la elaboración de los productos y la prestación de servicios, y el clima de labores de la institución, y además será fuente de conflictos posteriores. Es por ello que se debe incorporar la dimensión de la participación y representación en el análisis y diagnóstico, diseño y planeación, discusión y negociación, decisión y evaluación dentro de la organización.<br />
Del otro lado de la consulta, están las respuestas, opiniones y expectativas manifestadas por los consultados. Existen diversos factores que afectan la respuesta de las personas a la consulta que se les hace; entre ellas están las razones y motivaciones políticas, ideológicas o emotivas. No hay que olvidar que la respuesta de alguien en el momento mismo de la consulta será influenciada y modificada por sus circunstancias propias y por las circunstancias del entorno y la organización, tanto pasadas (y recordadas) como las presentes (y percibidas y no siempre comprendidas), y que la respuesta formulada o la posición expresada en un cierto momento, puede modificarse y hasta contraponerse después. Por ello, en cualquier proceso de consulta, además de obtener el sí o el no hacia algo, se debería preguntar el porqué, es decir, las razones en las cuales se basa su opción.<br />
<br />
Lo ideal, es intentar obtener de todos o de la mayoría de los participantes en una consulta, una respuesta franca y sensata, así como razonada y explicada brevemente, ya sea que la persona consultada responda basándose en sus convicciones profundas, siguiendo tradiciones arraigadas, o mediante una argumentación que viene a ser el resultado de un sesudo proceso de investigación y reflexión. Pero, de cualquier manera, debe quedar constancia de qué es lo que motiva y fundamenta la respuesta y la aprobación o negación otorgada por la persona participante.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-10685375023977358442011-10-24T13:41:00.000-07:002013-03-31T16:07:43.790-07:00Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 8<strong>Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 8</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010+)</em><br />
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<strong>4 Participación representativa en grupos institucionales (cont.)</strong><br />
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<em>Voceros y relaciones con públicos</em>.- Las organizaciones privadas y las instituciones públicas acostumbran seleccionar y nominar a una persona que actúa como vocero de la misma, o de algunas de sus autoridades, cuando se requiere hacer declaraciones públicas en ciertos eventos o publicarlas en medios impresos o en línea, y por supuesto, cuando surgen situaciones de crisis sean provocadas por causas internas o por factores externos. Quien desempeña el papel de vocero debe tener ciertas cualidades personales que transmitan, en conjunto, la imagen de la organización que representa, en sus gestos, palabras, actitud y apariencia, es decir, en las manifestaciones de la comunicación tanto verbal como no verbal; y reunir ciertas competencias que le permitan expresarse con perspicacia y seguridad ante los diversos públicos antes los que actúa y con quienes se enfrenta.<br />
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La persona que actúa como vocero puede desempeñar tal papel de manera permanente o eventual. Será eventual cuando, debido a la urgencia suscitada por una crisis, una autoridad de la organización está obligada a brindar algún tipo de declaraciones públicas ante ciertos grupos, tales como asociados, empleados, delegados de los medios de comunicación y otros; o cuando la aparición un personaje muy conocido y apreciado ante la opinión pública, demuestra algún tipo de adhesión que favorece la buena imagen de la compañía o el apoyo a una campaña específica; y también cuando lo que se busca comunicar a otros necesita ser expuesto y explicado por un técnico o un especialista, quien además puede responder con mejor criterio y fundamento las cuestiones que se le hagan.<br />
<br />
Usualmente quienes desempeñan el papel de voceros permanentes son los encargados de las unidades de relaciones públicas en las organizaciones. En tales unidades se concretan los discursos y se estructuran las políticas de comunicación externa de las organizaciones, ya se trate de las relaciones usuales con los socios o miembros, los proveedores y algunos clientes especiales, autoridades del gobierno o contactos con medios de comunicación, y más aún en situaciones coyunturales o de crisis.<br />
<br />
El discurso y las noticias que el vocero hace públicos representan y deben representar las voces, las ideas y las expectativas de los otros miembros de la organización, es decir, debe transmitir lo que los otros esperan que se diga de la organización, y hasta talvez de ellos mismos en su papel de actores de la misma. De ninguna manera el vocero va a expresar ante los visitantes, medios de comunicación y otros públicos externos su propia opinión poniéndola como la postura o explicación oficial de la organización para la cual trabaja. Lo que está obligado a comunicar es no solo la posición oficial de las autoridades de la organización ante algo, sino también informes y datos fehacientes incluidos en y extraídos de la documentación correspondiente. Por ello, las noticias y declaraciones que el vocero haga deben haber sido preparadas de antemano. Por un lado debe informarse por cuenta propia, y por otro contar con asistentes de investigación que se documentan acerca de lo que realmente ocurre al interior de la organización. Las oficinas de relaciones públicas, además de su papel integrador de varias funciones de comunicación con públicos internos y externos, las que son de diverso carácter y finalidad, deben contar una estrategia bien definida y con acciones concretas bien planificadas a desarrollar sucesiva y progresivamente. Posteriormente, tales acciones comunicativas y relacionales serán sometidas a evaluación y rectificación o ampliación, según convenga a los objetivos de la organización. <br />
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Por otro lado, para poder mencionar la estrategia de la que hablo, el personal de la unidad de relaciones públicas tiene que comenzar por investigar y diagnosticar la situación comunicacional, y también el estado de las políticas y de los procedimientos y procesos internos –de todo tipo, pero especialmente los que convellan un componente informativo, documental, comunicativo e interpersonal- de toda la organización. En tal diagnóstico, permanentemente, el papel de los informantes es crucial, y el vocero y su unidad de relaciones con públicos tiene el deber de escuchar sin juzgar y sin intentar encajar las opiniones de otros en moldes preconcebidos. Tiene que tener la habilidad de comprender lo que escucha en su contexto, y no solo de interpretar y sintetizar con la finalidad de acoplar la información al diseño de una política y estrategia de comunicación e imagen. <br />
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Una herramienta indispensable para la función de relaciones públicas es el mapeo de los públicos actuales, pasados y emergentes de la organización y en torno a ella. Por lo tanto debe existir un mapa de todos los públicos en todas sus dimensiones, relaciones y características, especialmente las de capacidades y poderes. Se debe saber qué se recibe y se puede llegar a obtener de cada actor y público, que se espera de ellos y cuáles son sus respectivas expectativas con relación a la organización. Para lograr tal cosa, se requiere de procesos constantes de retroalimentación desde los públicos que enriquecen la función de relaciones públicas y le aportan contenido, y en sentido inverso desde el vocero a toda la organización y los públicos (internos y externos), y especialmente los actores claves, con el fin de transmitir una visión e imagen coherente, pero al mismo tiempo crítica y realista, de la entidad. De esa manera, las relaciones con los miembros a los que se ha hecho referencia en este mismo apartado se constituyen como procesos participativos.<br />
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Por otra parte, para hacer participar de la vida de la organización a los públicos externos, existen cuatro mecanismos básicos: a) El establecimiento de oficinas de servicio al cliente en las oficinas centrales y en cada una de las sucursales de la organización, en las que las que personal competente y capacitado –apoyado por sistemas de gestión e informática apropiados- atiende las consultas, reclamos, necesidades y asuntos de los clientes que se acercan a aquella, y tienen que ver los servicios y productos que ofrece y presta la misma; b) los centros de atención telefónica, brindan la mayoría de servicios y soluciones que las anteriores oficinas de atención al cliente, con la provechosa diferencia que permite al cliente –y otros públicos y agentes interesados- llamar a la compañía desde su lugar de residencia o trabajo para hacer alguna gestión o para solicitar información; c) el acceso al sitio oficial de la organización en internet, significa para muchos clientes, proveedores y miembros, así como al público en general, una ventaja adicional, ya que constituye una ventana a la compañía y su estructura general, así como a todos sus productos y servicios, con la posibilidad de hacer interacción con la misma, ya que el sitio proporciona además de información clara y útil como la mencionada, formularios o datos sobre puntos y medios de contacto con los departamentos de la organización o algunos de sus agentes, permitiendo un intercambio de solicitudes y de expresión de opiniones con respecto a aquella, que pueden ser tomadas en cuenta y aplicadas a las políticas de relaciones públicas y mercadeo; y d) el envío y recepción de información y documentos, como impresos en una dirección física del cliente, proveedor o del miembro de la organización, o digitales en el sitio en internet, o por medio del correo electrónico, constituye un mecanismo de comunicación con tales personas y empresas, que tiende a hacerlos parte como receptores y audiencia, de los mensajes que se quiere y requiere transmitir.<br />
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<strong><em>B)La autoridad y sus asesores</em></strong>: Ya mencioné algo acerca de los asesores externos, en este apartado voy a tratar acerca de los asesores de los que ciertos gobernantes, funcionarios, empresarios y otras autoridades se rodean. A diferencia de los asesores, evaluadores, auditores o consultores externos, que trabajan para otras entidades u organizaciones, por mediación de un contrato. Ellos permanecen y visitan las organizaciones el tiempo y las ocasiones precisas para realizar diagnósticos, auditorías, evaluaciones, observaciones, inspecciones y entrevistas, conforme a las condiciones estipuladas en tal contrato. Pero, también, algunas personas y algunas organizaciones, cuentan o pueden llegar a contar con grupo de especialistas, asesores, o ejecutivos de confianza, que son miembros o empleados permanentes de la misma, y cuyo papel o rol de apoyo es el que se ha descrito en este mismo apartado con referencia a los asesores externos.<br />
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Un funcionario de gobierno, empresario o jefe empresarial necesita obtener datos específicos, o consejo de sus asesores legales, científicos, técnicos, éticos o políticos, sobre algún asunto que no domina completamente, o del que siente que necesita aclararlo más, o escuchar el punto de vista de un especialista, para complementar el suyo compararlo con el de otros, para evaluar el alcance e impacto de algunas de sus decisiones mediatas o inmediatas. Del mismo modo, cuando se trata de resolver una coyuntura o responder ante una crisis, o aprehender y comprender una situación nueva, o planear una estrategia de mejora, también se requiere de asistentes y asesores específicos y confiables a quienes consultar y escuchar, con quienes dialogar y compartir. Ese es el papel que han desempeñado los asesores o consejeros propios en las cortes y estados a lo largo de la historia, y que en las organizaciones actuales operan como altos ejecutivos de apoyo. <br />
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¿Cómo encaja la participación en este caso? La participación opera en dos sentidos: dentro del mismo equipo de asesores, y entre los asesores y los otros miembros de la organización. Cuando se tiene más de un asesor, y es muy probable que así sea, dada la naturaleza, variedad y complejidad de los asuntos sobre los que se puede requerir consejo; como por ejemplo, si se trata de asuntos jurídicos o de políticas gubernamentales, ambientales o éticos, tecnológicos o informáticos, comunicacionales o publicitarios, laborales o financieros, de seguridad y de todas las demás áreas y disciplinas que intervienen en la administración de organizaciones, entonces, se hace deseable y necesario que los consejos de varios especialistas se integren donde y cuando convenga. Como un problema o decisión puede requerir ser tratado desde distintos puntos de vista y analizado conforme a la naturaleza de sus aspectos, el análisis, evaluación y dictamen del caso debe ser resultado de un procedimiento en el cual todo el equipo pertinente participa y comparte experiencias y opiniones, argumentos y datos, reflexiones y significados, dudas y restricciones posibles. No se trata de que un asesor, por simple jerarquía de autoridad o influencia, tenga dominio sobre los otros, y mucho menos sobre el resto del personal de la organización. Resultando así una relación entre el equipo de asesores entre sí que es dialogante, consultiva y participativa.<br />
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De tal manera que los asesores se constituyen como grupos de trabajo o de proyecto en los que la participacion y la representación, así como sus técnicas y métodos, se aprovecha para obtener mejores resultados, al compartir estratégicamente el equipo sus fuentes de información y conocimiento; del mismo modo que confluyen su formación académica y personal, su experiencia en situaciones previas similares o no, y la observación y comprensión de los entornos sociales, políticos, jurídicos y económicos, ya que todo eso crea criterios y provee insumos importantes para proporcionar recomendaciones bien fundamentadas; pero, además, tales opiniones y sugerencias deben provenir de la realidad misma de la organización en la cual se está trabajando. Por ello, el contacto y diálogo con los otros empleados o niveles de la jerarquía organizacional es un requisito ineludible para identificarse con ellos y aprehender otros puntos de vista del hacer organizacional cotidiano y conocer tal realidad al nivel de detalle buscado.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-41895288842263317282011-08-29T13:07:00.000-07:002011-10-24T13:44:31.499-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 7<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 7</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010+)</em><br />
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<strong>3 Tipos de texto (cont.)</strong><br />
Pero, entre el principio y el fin de la narración, ocurre un sinfin de situaciones y acontecimientos. Por ello, una de las características formales de las obras de ficción es la división en partes y subpartes. De acuerdo al tono y carácter de la narración así será la estructura de divisiones y subdivisiones de la obra, así como los títulos que éstas lleven. Sin embargo, a algunos autores les basta con separar las obras en capítulos numerados. Otros, a tales capítulos numerados les agregan un resumen de los eventos que allí ocurren. En cambio, algunos autores -y eso es lo que yo prefiero hacer- le colocan a cada capítulo o libro un título que sugiere o evoca los acontecimientos que se desarrollan en el mismo.<br />
<br />
En la mayoría de las narraciones, el contenido de un capítulo corresponde a un solo evento que le ocurre directamente a algunos de los personajes, quienes están presentes allí e intervienen en los sucesos. En cambio, en otras historias, un capítulo o parte está dividido internamente en escenas, separadas entre sí por varios saltos de línea, pero sin numeración; y en cada una de tales escenas se narra un evento, el cual es posterior al de la escena previa, o también puede estar ocurriendo simultáneamente con el anterior o el siguiente de las escenas contiguas, pero en distinto lugar y a distintos personajes, de manera que todas las líneas argumentales de que está compuesta la novela, van siendo contadas juntas mediante tales escenas alternas.<br />
<br />
La secuencia de eventos que se narra a lo largo de las partes, capítulos o escenas de la novela constituye una linea de tiempo que corresponde al tiempo narrativo, y por lo tanto, cada uno de los lapsos y momentos tienen distinta duración. El escritor, con el fin de alcanzar sus objetivos literarios y estéticos, puede hacer que el paso del tiempo se acelere o se desacelere mediante diversas técnicas narrativas, aumentando o disminuyendo el nivel de detalle de los actos, las descripciones y los diálogos. Además, el narrador puede modificar la dirección del tiempo entre un capítulo y escena y otro; y así, aunque la narración vista de manera total avanza desde el pasado hacia el presente o el futuro, las historias que nos cuenta en secuencia el narrador pueden ser del tiempo presente de la narración, o corresponder a sucesos pasados en la vida de los personajes, o del mundo donde ocurre la novela, y hasta se puede atrever a anticipar o dar un atisbo del futuro del mundo real fuera de la ficción literaria.<br />
<br />
Además, al final de cada parte, el autor puede mostrar el climax concluyente de una intriga o una señal de que sus personajes comienzan otra etapa a partir de allí; y también, puede ofrecer una antelación de lo que será el fin de su historia; de manera que la narración adquiere varios finales, unos que se intercalan para indicar cambios de fase, y el último, que marca el término definitivo de la novela.<br />
<br />
Se puede afirmar que en la obra de ficción se dan dos tipos fundamentales de textos: unos en los que habla el autor, con su lector, consigo mismo y hasta con su historia y personajes; y otros donde son los personajes quienes hablan, entre sí, consigo mismos, y muy rara vez con su autor o con el lector. Siendo así, en la obra de ficción se alternan unos textos que consisten en párrafos de narraciones de hechos, sucesos, acciones, el cual permite ampliar la obra en general mediante ciertas digresiones que hace el autor al incorporar notas –de diversa extensión y profundidad- con informaciones paisajísticas, históricas o científicas, o con la simulación del flujo de conciencia o de los estados emotivos de los personajes; este tipo de narración, se combina y se completa con la descripción, más o menos prolija, o solo funcional, de cosas y seres, lugares y edificaciones, instrumentos y herramientas, rostros y gestos, vestimentas y otros objetos, con los detalles minuciosos pertinentes correspondientes; el otro tipo de texto utilizado, es el diálogo entre los personajes, el cual se representa mediante el uso de guiones largos o comillas, o de los nombres de los hablantes con el signo de dos puntos a la derecha; seguidos con las frases que dicen los personajes; y se complementa con indicaciones y aclaraciones, acerca de quienes son los que hablan y a quien, de qué modo y manera lo hacen, que gestos o movimientos realizan mientras hablan, o las emociones y afecciones que sienten. <br />
<br />
Habiendo descrito las principales características de la obra de ficción, ahora quiero describir el proceso de producción de la misma. Un escritor para llegar a serlo necesita trabajar mucho en varios ámbitos clave, entre ellos: el dominio del lenguaje, sus posibilidades, y de las figuras literarias; la práctica cotidiana de la escritura de textos de diversa extensión, contenido, estilo y objetivo; la observación del entorno de manera global y en sus mínimos detalles; mirar y escuchar a las personas a su alrededor, sus gestos, emociones, circunstancias y acciones; y la apropiación de contenidos, informaciones, saberes y datos -fragmentarios pero significativos- de toda índole.<br />
<br />
Tales hábitos lo adiestrarán y lo encauzarán en el oficio de escritor, y lo imbuirán en la realización de proyectos literarios específicos. De manera que, luego de tener el primer atisbo de una historia a ser escrita, debe crear los personajes, delimitar la época y el lugar de la historia, y esbozar un argumento o secuencia de eventos principales. Así que, tal escritor para escribir la obra en la que ha pensado, requiere de la realización de otros pasos y etapas, entre las que se puede mencionar como fundamentales estas tres: elaborar un esquema o plan general de toda la obra, realizar investigación suficiente, y dedicarle una atención continua al proyecto hasta completarlo.<br />
<br />
Un esquema o plan general de la obra consiste en un mapa o línea de tiempo en el cual aparecen señalados los acontecimientos principales de la historia, su secuencia y relaciones clave entre ellos, así como los personajes que intervienen en tales eventos y lo que les ocurrirá o puede ocurrir a los mismos. El esquema puede tener distintos aspectos y ser construido u elaborado de acuerdo a los hábitos de trabajo y prácticas creativas del autor. Así, el plan de escritura podrá estar almacenado en una computadora, en uno o varios archivos hechos con cualquiera de las herramientas que existen para escribir, dibujar o graficar; o consistir en una libreta o cuaderno de apuntes en el que se hacen anotaciones diarias o eventuales, y al que se le agregan páginas o notas sueltas; o armarse y dibujarse en una superficie de un tablón o pizarra, en el cual se apuntan o pegan las ideas que van apareciendo. El esquema debe ser dinámico, cambiante e inspirador, y en ningún momento constreñir o bloquear al escritor. Al esquema general lo acompañan diversas notas y borradores que el escritor hace continuamente.<br />
<br />
La investigación para escribir literatura u obras de ficción tiene un carácter peculiar. En mi opinión, es una mezcla de técnicas y estrategias equivalentes a las que usaría algún periodista, antropólogo, etnólogo, cartógrafo, fotógrafo, arqueólogo o historiador, y hasta la de un artista plástico que sale a la calle o al campo y anda en busca de inspiración, o de escenas y dramas cotidianos pero excepcionales, con su libreta de apuntes o de bocetos, su caballete, pinceles y pinturas o una cámara fotográfica o digital, y captura tales escenas, en todos los aspectos y detalles que le pueden ser de utilidad en una de sus narraciones, o como anotaciones en sus diarios. Tal investigación puede consistir en lecturas diversas, sistemáticas o intuitivas, y puede requerir entrevistas a personas, o viajes a diversos lugares. En síntesis, se trata de una combinación de prácticas y métodos de investigación documental y de campo, sin duda más cualitativa que cuantitativa. <br />
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El escritor de ficción –tanto como el investigador social o el observador de comportamientos- debe observar y escuchar a las personas que lo rodean, con mucha atención, prestando interés a sus palabras, sus gestos y su indumentaria. Cualquier escena cotidiana en la calle, un comercio o una oficina, puede servir como material de trabajo para un historia que se escribe. Algunos escritores ocupan también las historias de vida de los amigos y conocidos como material de base para armar un cuento o narración, o las insertan en historias más extensas suyas. Por supuesto, en éste último caso, el escritor cambia los nombres, altera las situaciones y hasta el aspecto y rasgos de las personas reales; pero, aun así, algunos escritores acostumbran dejar alguna pista oculta con relación a los eventos y personas que los inspiraron. Las historias trágicas o excepcionales que hallan en los periódicos y noticieros todos los días también pueden convertirse en material de base para narraciones de cierto tipo, especialmente si se trata de novelas policiales, de misterio o inspiradas en la actualidad política. No se puede obviar tampoco el recurso actualmente existente de internet, el cual, perspicazmente utilizado, también constituye una herramienta creativa y documental para elaborar y ensamblar historias, y para documentar con verosimilitud algunos hechos o asuntos incorporados a la narración.<br />
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Escribir una obra de principio a fin es un trabajo relativamente difícil (en el sentido de que para algunos escritores les resulta más arduo que a otros), que exige esfuezos continuados, lealtad y compromiso con el proyecto propio, y una disposición a efectuar los cambios y supresiones que sean necesarios si la historia y la circunstancia lo requieren. Algunos autores pueden producir una historia corta o un capítulo de una larga, en un solo día. Y otros necesitamos de varios meses para escribir un cuento corto. De cualquier manera, lo importante es dedicarle al menos unos minutos cada día y escribir desde algunas cuantas líneas a varias páginas. Aparte de dedicarle tiempo, a cualquier hora del día, para imaginar y reflexionar sobre el próximo paso, la escena siguiente o el próximo diálogo.<br />
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El destino o propósito de la obra de ficción es ser publicada –o al menos diseminada dentro de un círculo de destinatarios- para que pueda ser leída por otras personas, además de su autor. He mencionado la diseminación de los escritos propios dentro de círculos reducidos y selectos de amigos, conocidos o colegas, o también en ámbitos académicos con grupos de estudiantes; la cual es una forma de publicación, en tanto que el escrito se imprime o se fotocopia varias veces, o se envía por correo electrónico, a todos los miembros de una lista especial y privada. Pero, la verdadera publicación consiste en exponer y presentar al público los escritos para que puedan ser vistos y leídos por cualquier interesado o enterado. La manera clásica de publicar una obra es imprimirla en papel. Imprimir una obra tiene dos modalidades fundamentales: una -y menos ventajosa-, en la cual el autor costea su propia publicación, y para ello tiene que preparar el manuscrito (o hacer que un editor profesional se lo prepare) y llevarlo a una imprenta o centro de impresiones y fotocopias para reproducirlo, para después hacer que encuadernen todas las copias, y por último, encargarse personalmente de la promoción y comercialización del libro. Aunque también puede imprimir personalmente todos los ejemplares en un impresor personal y empastarlos y encuadernarlos él mismo, o con apoyo de un artesano creativo, y crear así un producto literario y de artes gráficas muy peculiar y caro. La otra opción para imprimir, aunque es más difícil de lograr es con mucho la más ventajosa, consiste en enviar el manuscrito impreso a una empresa editorial y superar todos los filtros de selección y escogitación, y lograr ser publicado por aquella en sus colecciones, con el beneficio adicional de obtener consejo de editores experimentados para mejorar la obra, y la ventaja de disponer de la red y mecanismos de promoción y distribución de la compañía, en conjunto con el prestigio que ser publicado por ésta le proporciona al autor (al margen de lo que puedan significar realmente la regalías por venta). Aunque, no se debe olvidar ni despreciar la alternativa de hacer publicaciones digitales. La alternativa más libre e inmediata actualmente es la autopublicación digital en línea, la cual, a su vez, tiene dos modalidades principales: una, la de autopublicarse en los espacios web gratuitos o pagados (por ejemplo un sitio propio o un blog) y comunidades de interés que se ofrecen en internet; y la otra, la de convenir con un servicio de distribución y venta de libros y documentos en línea, como ocurre con las librerías y empresas publicadoras que existen en la red.<br />
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Entonces publicar tiene cuatro dimensiones, que no son excluyentes entre sí y que por lo tanto se pueden combinar, conforme a la estrategia del autor, o de los editores o publicadores de las obras de un autor: a) el público al cual se pretende alcanzar, que puede ser desde un grupo pequeño y selecto (de amigos, colegas o miembros de un círculo), hasta un público de mediano a grande y general (el de los posibles lectores y clientes en una ciudad o localidad, un país, varios países o en el mundo entero); b) el medio en el cual se publica, ya sea como impreso, o como documento digital o electrónico, y su correspondiente transmisión en línea (aunque se debe considerar que existen o pueden llegar a existir otros medios tecnológicos para visualizar y transmitir el texto, o para realizar versiones y adaptaciones de parte del texto o basadas en el); c) el acceso al contenido, que puede establecerse de forma gratuita o mediante la realización de algún tipo de pago o canje previo; y d) la lengua, en tanto que además de publicar en la lengua original, se puede permitir la traducción de la obra a otras lenguas.<br />
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Ahora, voy a exponer algunas consideraciones acerca de aspectos específicos de la lectura de una obra de ficción. De una obra de ficción pueden existir varias versiones, la primera de ellas, es la original, la que tiene en su poder el autor, y de ésta, emana la versión que resulta publicada (y que no necesariamente coincide totalmente con la versión original, porque algunas partes o fragmentos podrían haber sido suprimidos o cambiados en la publicación). Si la obra es traducida a otras lenguas, entonces, aparacen otras tantas versiones de la obra, pues cada traducción que se realiza, crea una nueva versión de la obra. De manera que leer la obra en su idioma original y leer alguna traducción a otra lengua, son dos experiencias distintas, e igualmente válidas, siempre que se reconozca las limitaciones de una traducción a otra lengua. <br />
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Lo otro importante que no hay que olvidar al leer obras de ficción, especialmente si se leen narraciones histórica o de asuntos de actualidad, es que la realidad que vivimos, los acontecimientos ocurridos en verdad, o los eventos registrados en la historia escrita y sus libros, todos son algo radical y completamente distinto de la novela, auque ésta trate de aquellos. Una novela de tipo histórico o de actualidad no tiene porque ser un reflejo exacto de lo que históricamente ocurrió o se reconoce que ocurrió (para eso están los tratados y estudios históricos propiamente dichos). El autor tiene libertad - está en su derecho- de inventar y modificar los acontecimientos y los personajes históricos, si ello viene bien con su objetivo literario. Es el lector, quien tiene que enterarse en otras fuentes (de lo histórico) y discriminar entre lo ficcional y lo objetivamente histórico, sin criticar a un autor por no haberse apegado fielmente a ello, o por haber omitido, cambiado o inventado algún acontecimiento y personaje del mundo real, o introducido algún objeto o tecnología y su significado que no corresponde a los hechos históricos. No hay porqué buscar coincidencia y correspondencia exacta entre la realidad e historia y lo que se cuenta en las novelas, porque son dos instancias y realidades diferentes.<br />
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Esto último también se relaciona con las adaptaciones que sufre o puede llegar a tolerar una obra de ficción. Las adaptaciones intolerables son aquellas que consisten en una mutilación descarada y arbitraria del texto original, con el fin de que se transformen en accesibles para ciertos grupos de edad o lectores de ciertos grados de instrucción, o que quepan físicamente en una cantidad prefijada de páginas dentro de un programa de publicación. En cambio, las adaptaciones que pueden, si se realizan bien, resultar en otras obras creativas, de calidad, y en cierta forma independientes de la obra original, son aquellas que significan un cambio de género (a drama, cuentos, poesía, crónica, reportaje y otros), o de tipo, como cuando una obra se convierte a película de cine, serie de televisión, a figuras animadas, artefactos alusivos, o en inspiración para música, o en tema de artes plásticas, entre otras posibilidades. Acá las posibilidades son numerosas, ya que se trata de diversas y nuevas lecturas e interpretaciones, en cierta forma manifestaciones, del texto y contenido de la obra original para crear otra obra también original. <br />
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Aunque la finalidad primordial de las obras de ficción, sean de narrativa u otros géneros similares, es la lectura recreativa, tales obras también pueden ser utilizadas para otros propósitos. Los usos alternos para la narrativa, además de constituir una fuente para el cine, el teatro y las artes plásticas, y hasta la música, consisten en servir de apoyo, inspiración y ejemplo para elaborar otras cosas, entre textos y actividades prácticas; como por ejemplo, al servir de material de base para la realización de ejercicios de discusión en grupos o análisis de situaciones y entornos en cursos académicos; fuentes de consulta sobre el uso del lenguaje, o de la invención o aplicación de recursos literarios, retóricos o estilíticos por parte de los autores y escritores; o de modelo o ejemplo de lo que se puede actuar, hacer, decir o responder en una circunstancia similar; o para ilustrar, cuando se trata de literatura realista, las condiciones de vida y existencia de las personas en la época que recrea la narración.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-90665151868810970542011-07-20T13:46:00.000-07:002011-07-20T13:50:47.543-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 6<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 6</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>3 Tipos de texto (cont.)</strong><br />
Pero, entre el principio y el fin de la narración, ocurre un sinfin de situaciones y acontecimientos. Por ello, una de las características formales de las obras de ficción es la división en partes y subpartes. De acuerdo al tono y carácter de la narración así será la estructura de divisiones y subdivisiones de la obra, así como los títulos que éstas lleven. Sin embargo, a algunos autores les basta con separar las obras en capítulos numerados. Otros, a tales capítulos numerados les agregan un resumen de los eventos que allí ocurren. En cambio, algunos autores -y eso es lo que yo prefiero hacer- le colocan a cada capítulo o libro un título que sugiere o evoca los acontecimientos que se desarrollan en el mismo.<br />
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En la mayoría de las narraciones, el contenido de un capítulo corresponde a un solo evento que le ocurre directamente a algunos de los personajes, quienes están presentes allí e intervienen en los sucesos. En cambio, en otras historias, un capítulo o parte está dividido internamente en escenas, separadas entre sí por varios saltos de línea, pero sin numeración; y en cada una de tales escenas se narra un evento, el cual es posterior al de la escena previa, o también puede estar ocurriendo simultáneamente con el anterior o el siguiente de las escenas contiguas, pero en distinto lugar y a distintos personajes, de manera que todas las líneas argumentales de que está compuesta la novela, van siendo contadas juntas mediante tales escenas alternas.<br />
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La secuencia de eventos que se narra a lo largo de las partes, capítulos o escenas de la novela constituye una linea de tiempo que corresponde al tiempo narrativo, y por lo tanto, cada uno de los lapsos y momentos tienen distinta duración. El escritor, con el fin de alcanzar sus objetivos literarios y estéticos, puede hacer que el paso del tiempo se acelere o se desacelere mediante diversas técnicas narrativas, aumentando o disminuyendo el nivel de detalle de los actos, las descripciones y los diálogos. Además, el narrador puede modificar la dirección del tiempo entre un capítulo y escena y otro; y así, aunque la narración vista de manera total avanza desde el pasado hacia el presente o el futuro, las historias que nos cuenta en secuencia el narrador pueden ser del tiempo presente de la narración, o corresponder a sucesos pasados en la vida de los personajes, o del mundo donde ocurre la novela, y hasta se puede atrever a anticipar o dar un atisbo del futuro del mundo real fuera de la ficción literaria.<br />
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Además, al final de cada parte, el autor puede mostrar el climax concluyente de una intriga o una señal de que sus personajes comienzan otra etapa a partir de allí; y también, puede ofrecer una antelación de lo que será el fin de su historia; de manera que la narración adquiere varios finales, unos que se intercalan para indicar cambios de fase, y el último, que marca el término definitivo de la novela.<br />
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Se puede afirmar que en la obra de ficción se dan dos tipos fundamentales de textos: unos en los que habla el autor, con su lector, consigo mismo y hasta con su historia y personajes; y otros donde son los personajes quienes hablan, entre sí, consigo mismos, y muy rara vez con su autor o con el lector. Siendo así, en la obra de ficción se alternan unos textos que consisten en párrafos de narraciones de hechos, sucesos, acciones, el cual permite ampliar la obra en general mediante ciertas digresiones que hace el autor al incorporar notas –de diversa extensión y profundidad- con informaciones paisajísticas, históricas o científicas, o con la simulación del flujo de conciencia o de los estados emotivos de los personajes; este tipo de narración, se combina y se completa con la descripción, más o menos prolija, o solo funcional, de cosas y seres, lugares y edificaciones, instrumentos y herramientas, rostros y gestos, vestimentas y otros objetos, con los detalles minuciosos pertinentes correspondientes; el otro tipo de texto utilizado, es el diálogo entre los personajes, el cual se representa mediante el uso de guiones largos o comillas, o de los nombres de los hablantes con el signo de dos puntos a la derecha; seguidos con las frases que dicen los personajes; y se complementa con indicaciones y aclaraciones, acerca de quienes son los que hablan y a quien, de qué modo y manera lo hacen, que gestos o movimientos realizan mientras hablan, o las emociones y afecciones que sienten. <br />
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Habiendo descrito las principales características de la obra de ficción, ahora quiero describir el proceso de producción de la misma. Un escritor para llegar a serlo necesita trabajar mucho en varios ámbitos clave, entre ellos: el dominio del lenguaje, sus posibilidades, y de las figuras literarias; la práctica cotidiana de la escritura de textos de diversa extensión, contenido, estilo y objetivo; la observación del entorno de manera global y en sus mínimos detalles; mirar y escuchar a las personas a su alrededor, sus gestos, emociones, circunstancias y acciones; y la apropiación de contenidos, informaciones, saberes y datos -fragmentarios pero significativos- de toda índole.<br />
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Tales hábitos lo adiestrarán y lo encauzarán en el oficio de escritor, y lo imbuirán en la realización de proyectos literarios específicos. De manera que, luego de tener el primer atisbo de una historia a ser escrita, debe crear los personajes, delimitar la época y el lugar de la historia, y esbozar un argumento o secuencia de eventos principales. Así que, tal escritor para escribir la obra en la que ha pensado, requiere de la realización de otros pasos y etapas, entre las que se puede mencionar como fundamentales estas tres: elaborar un esquema o plan general de toda la obra, realizar investigación suficiente, y dedicarle una atención continua al proyecto hasta completarlo.<br />
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Un esquema o plan general de la obra consiste en un mapa o línea de tiempo en el cual aparecen señalados los acontecimientos principales de la historia, su secuencia y relaciones clave entre ellos, así como los personajes que intervienen en tales eventos y lo que les ocurrirá o puede ocurrir a los mismos. El esquema puede tener distintos aspectos y ser construido u elaborado de acuerdo a los hábitos de trabajo y prácticas creativas del autor. Así, el plan de escritura podrá estar almacenado en una computadora, en uno o varios archivos hechos con cualquiera de las herramientas que existen para escribir, dibujar o graficar; o consistir en una libreta o cuaderno de apuntes en el que se hacen anotaciones diarias o eventuales, y al que se le agregan páginas o notas sueltas; o armarse y dibujarse en una superficie de un tablón o pizarra, en el cual se apuntan o pegan las ideas que van apareciendo. El esquema debe ser dinámico, cambiante e inspirador, y en ningún momento constreñir o bloquear al escritor. Al esquema general lo acompañan diversas notas y borradores que el escritor hace continuamente.<br />
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La investigación para escribir literatura u obras de ficción tiene un carácter peculiar. En mi opinión, es una mezcla de técnicas y estrategias equivalentes a las que usaría algún periodista, antropólogo, etnólogo, cartógrafo, fotógrafo, arqueólogo o historiador, y hasta la de un artista plástico que sale a la calle o al campo y anda en busca de inspiración, o de escenas y dramas cotidianos pero excepcionales, con su libreta de apuntes o de bocetos, su caballete, pinceles y pinturas o una cámara fotográfica o digital, y captura tales escenas, en todos los aspectos y detalles que le pueden ser de utilidad en una de sus narraciones, o como anotaciones en sus diarios. Tal investigación puede consistir en lecturas diversas, sistemáticas o intuitivas, y puede requerir entrevistas a personas, o viajes a diversos lugares. En síntesis, se trata de una combinación de prácticas y métodos de investigación documental y de campo, sin duda más cualitativa que cuantitativa. <br />
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El escritor de ficción –tanto como el investigador social o el observador de comportamientos- debe observar y escuchar a las personas que lo rodean, con mucha atención, prestando interés a sus palabras, sus gestos y su indumentaria. Cualquier escena cotidiana en la calle, un comercio o una oficina, puede servir como material de trabajo para un historia que se escribe. Algunos escritores ocupan también las historias de vida de los amigos y conocidos como material de base para armar un cuento o narración, o las insertan en historias más extensas suyas. Por supuesto, en éste último caso, el escritor cambia los nombres, altera las situaciones y hasta el aspecto y rasgos de las personas reales; pero, aun así, algunos escritores acostumbran dejar alguna pista oculta con relación a los eventos y personas que los inspiraron. Las historias trágicas o excepcionales que hallan en los periódicos y noticieros todos los días también pueden convertirse en material de base para narraciones de cierto tipo, especialmente si se trata de novelas policiales, de misterio o inspiradas en la actualidad política. No se puede obviar tampoco el recurso actualmente existente de internet, el cual, perspicazmente utilizado, también constituye una herramienta creativa y documental para elaborar y ensamblar historias, y para documentar con verosimilitud algunos hechos o asuntos incorporados a la narración.<br />
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Escribir una obra de principio a fin es un trabajo relativamente difícil (en el sentido de que para algunos escritores les resulta más arduo que a otros), que exige esfuezos continuados, lealtad y compromiso con el proyecto propio, y una disposición a efectuar los cambios y supresiones que sean necesarios si la historia y la circunstancia lo requieren. Algunos autores pueden producir una historia corta o un capítulo de una larga, en un solo día. Y otros necesitamos de varios meses para escribir un cuento corto. De cualquier manera, lo importante es dedicarle al menos unos minutos cada día y escribir desde algunas cuantas líneas a varias páginas. Aparte de dedicarle tiempo, a cualquier hora del día, para imaginar y reflexionar sobre el próximo paso, la escena siguiente o el próximo diálogo.<br />
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El destino o propósito de la obra de ficción es ser publicada –o al menos diseminada dentro de un círculo de destinatarios- para que pueda ser leída por otras personas, además de su autor. He mencionado la diseminación de los escritos propios dentro de círculos reducidos y selectos de amigos, conocidos o colegas, o también en ámbitos académicos con grupos de estudiantes; la cual es una forma de publicación, en tanto que el escrito se imprime o se fotocopia varias veces, o se envía por correo electrónico, a todos los miembros de una lista especial y privada. Pero, la verdadera publicación consiste en exponer y presentar al público los escritos para que puedan ser vistos y leídos por cualquier interesado o enterado. La manera clásica de publicar una obra es imprimirla en papel. Imprimir una obra tiene dos modalidades fundamentales: una -y menos ventajosa-, en la cual el autor costea su propia publicación, y para ello tiene que preparar el manuscrito (o hacer que un editor profesional se lo prepare) y llevarlo a una imprenta o centro de impresiones y fotocopias para reproducirlo, para después hacer que encuadernen todas las copias, y por último, encargarse personalmente de la promoción y comercialización del libro. Aunque también puede imprimir personalmente todos los ejemplares en un impresor personal y empastarlos y encuadernarlos él mismo, o con apoyo de un artesano creativo, y crear así un producto literario y de artes gráficas muy peculiar y caro. La otra opción para imprimir, aunque es más difícil de lograr es con mucho la más ventajosa, consiste en enviar el manuscrito impreso a una empresa editorial y superar todos los filtros de selección y escogitación, y lograr ser publicado por aquella en sus colecciones, con el beneficio adicional de obtener consejo de editores experimentados para mejorar la obra, y la ventaja de disponer de la red y mecanismos de promoción y distribución de la compañía, en conjunto con el prestigio que ser publicado por ésta le proporciona al autor (al margen de lo que puedan significar realmente la regalías por venta). Aunque, no se debe olvidar ni despreciar la alternativa de hacer publicaciones digitales. La alternativa más libre e inmediata actualmente es la autopublicación digital en línea, la cual, a su vez, tiene dos modalidades principales: una, la de autopublicarse en los espacios web gratuitos o pagados (por ejemplo un sitio propio o un blog) y comunidades de interés que se ofrecen en internet; y la otra, la de convenir con un servicio de distribución y venta de libros y documentos en línea, como ocurre con las librerías y empresas publicadoras que existen en la red.<br />
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Entonces publicar tiene cuatro dimensiones, que no son excluyentes entre sí y que por lo tanto se pueden combinar, conforme a la estrategia del autor, o de los editores o publicadores de las obras de un autor: a) el público al cual se pretende alcanzar, que puede ser desde un grupo pequeño y selecto (de amigos, colegas o miembros de un círculo), hasta un público de mediano a grande y general (el de los posibles lectores y clientes en una ciudad o localidad, un país, varios países o en el mundo entero); b) el medio en el cual se publica, ya sea como impreso, o como documento digital o electrónico, y su correspondiente transmisión en línea (aunque se debe considerar que existen o pueden llegar a existir otros medios tecnológicos para visualizar y transmitir el texto, o para realizar versiones y adaptaciones de parte del texto o basadas en el); c) el acceso al contenido, que puede establecerse de forma gratuita o mediante la realización de algún tipo de pago o canje previo; y d) la lengua, en tanto que además de publicar en la lengua original, se puede permitir la traducción de la obra a otras lenguas.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-33669033278816394992011-04-07T17:50:00.000-07:002012-02-04T14:37:53.523-08:00Sobre la participación y representación 7: en la sociedad y las organizaciones<strong>Sobre la participación y representación 7: en la sociedad y las organizaciones</strong><br />
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<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>4 Participación representativa en grupos institucionales</strong><br />
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En este capítulo voy a tratar acerca la participación en el entorno institucional, y más específicamente en los grupos que adoptan la figura de concejos, juntas o comisiones; y también en los equipos de consulta o asesoría que se conforman selectivamente con ciertos funcionarios, empleado o mienbros de una organización, o se contratan de otras organizaciones cuando son externos a la entidad.<br />
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<strong>A) <em>El rol de los miembros y del vocero:</em></strong> Toda organización privada o pública, con o sin fines de lucro, de cualquier sector económico o de la sociedad civil, sea de carácter relativamente permanente o con una finalidad temporal específica, tiene miembros, asociados, empleados, voluntarios, adherentes, públicos y distintos niveles de autoridad interna. Cada uno de tales miembros, a veces individualmente y a veces en grupos para un objetivo u operación particular, tienen un papel que desempeñar, con sus correspondientes derechos y deberes, así como responsabilidades y funciones. Participan de ese modo siendo parte del engranaje y del organismo institucional; porque no sólo se participa teniendo u obteniendo facultad de decidir y actuar de cierta manera, sino también teniendo la potestad de hacer y concurrir en un sistema de colaboración y cooperación en el cual cada quien tiene su posición y actuación. Y es así como tales miembros actúan cotidianamente desde sus posiciones laborales o desde sus roles técnicos o de gestión, producen y usan información, toman decisiones y actúan en consecuencia, participando así en la operación y funcionamiento de las organizaciones, y en la producción y provisión de sus productos y servicios. Sin el trabajo, la voluntad, la integridad y la iniciativa de tales miembros ninguna organización puede alcanzar sus objetivos institucionales y productivos. Pero, si bien todos participan en sus respectivos roles, no todos pueden actuar en representación de toda la organización, una unidad funcional, o un grupo de trabajo, sea para comunicarse ante un público, tomar ciertas decisiones o realizar ciertos contratos o convenios. Por ello, la organización se comunica por medio de ciertos instrumentos y autoriza a algunas personas para hablar o declarar en nombre de ella o de una parte de ella. Y por ello mismo, se censura o castiga a aquella persona que dice algo en público que va en detrimento de la verdad, de la seguridad, de la lealtad, de la facultad, y de la personalidad de una entidad.<br />
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<em>Miembros de una entidad.</em>- Ya se mencionó que los miembros, en su calidad de empleados o contratistas de una organización, participan de y en una organización siendo parte y desempeñando una función acorde a la o a las posiciones que ocupan en la estructura formal; y también, en la estructura informal de la misma. Los empleados y todos los actores miembros de una entidad, participan de la misma y en la misma porque hacen la parte que les corresponde, lo que les hace parte del esfuerzo y compromiso común que requiere cada organización. Si bien, la esfera de su facultad para tomar decisiones es más reducida y menos abierta que la de otros, por ejemplo, la de aquellos que son responsables por la actividad y el desempeño de varias personas en una unidad administrativa, en un programa, o en un proyecto en ejecución. <br />
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La estructura formal de una organización establece niveles jerárquicos, flujos de trabajo y comunicación, y crea compartimientos de poder y de funciones. Cada compartimiento suele tener una figura y posición de autoridad formal, quien –en lo que se refiere al asunto de la participación- tiene la obligación de hacer participar a los subalternos mediante el cumplimiento de sus respectivas tareas, y debe tener la capacidad de posibilitar la participación de los empleados mediante la creación de innovación, ideas y soluciones. Además, entre las atribuciones de un jefe de unidad, está la de efectuar un monitoreo y evaluación constantes del desempeño de su unidad, y la de transmitir y trasladar la contribución de cada uno de los empleados que tiene a su cargo o trabajan con él o ella (según desde donde se mire) al tanque de conocimiento corporativo, de buenas prácticas y al acervo de políticas institucionales. En cualquier unidad administrativa, el trabajo que se realiza siempre es tarea y responsabilidad de equipo, en donde no sólo cada quien hace su parte, sino que también hace aquello que no es posible hacer individualmente, porque éso no es un todo que se puede desarmar y partir, sino un compuesto integrado y orgánico.<br />
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Un papel importante en toda esta estructura de poder, participación y representación, lo desempeñan la oficinas o unidades organizacionales de comunicación y relaciones públicas por un lado; y por otro, todas aquellas otras personas y equipos que, gracias a la labor que ejecutan como trabajadores del conocimiento, contribuyen a la creación y diseminación de conocimiento dentro y fuera de la organización. Las primeras son importantes porque una de sus funciones es la transmisión en diferentes direcciones de contenidos que pueden incidir en los procesos de participación organizacional y por ende la consecución de sus fines; y también, mediante la elaboración de diagnósticos, investigaciones y el diseño de planes de comunicación interna recoger ciertas expectativas y necesidades que pueden contribuir, comunicacional y operativamente, a que los miembros participen más en la cultura de las empresas y en la interiorización de sus políticas; así como integrar los conocimientos corporativos a diferentes clases de repositorios documentales, bases de conocimiento, sistemas de intercambio y flujos de trabajo, con lo cual también se efectúan procesos de participación y cooperación.<br />
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<em>Miembros de un grupo directivo.</em>- En las organizaciones más complejas o de mayor tamaño siempre existen diversos grupos que toman decisiones colegiadas, colectivas o consensuadas acerca de tales organizaciones, sus procedimientos, y acerca de asuntos particulares que atañen al resto de los miembros o empleados de la misma organización, o con respecto a grupos de beneficiarios o de públicos externos a ella. Estos grupos adoptan típicamente la figura de una junta directiva, junta de directores, concejo superior, o junta de jefes o de líderes. Se dice de tales grupos que son directivos, porque toman decisiones que afectan y guían a toda la organización, y además sus disposiciones son órdenes o reglas que los demás deben acatar y seguir. Sus decisiones se basan o se deben basar en informes y reportes que reciben de otros líderes, empleados de apoyo clave, trabajadores del conocimiento, asesores y consultores internos o externos, o de propuestas de asociaciones de empleados o sindicatos de trabajadores; y por eso vienen a ser importantes si se habla de la participación dentro de las instituciones de cualquier tipo: porque pueden hacer posible y efectiva tal participación al recoger, transmitir y realizar las expectativas y necesidades de otros. La información que manejan y les sirve de apoyo para tomar las decisiones y los acuerdos que toman, proviene de fuentes internas tanto como de algunas externas a la organización, y tal información puede referirse tanto a la organización, como a su sector o a algún aspecto del entorno en general.<br />
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Ahora, es preciso mencionar algo acerca de los miembros de estas instancias. Las personas que componen los grupos directivos provienen de tres bases: uno, debido al puesto o posición de mando que ocupan en una organización de cualquier clase, y según el grado y alcance de responsabilidad que tienen, se ven en la obligación de pertenecer a tales; dos, cuando cada miembro es elegido o admitido, uno a uno, después de un proceso de selección normado y consensuado, ya sea para aumentar una silla en la junta o para relevar a un miembro saliente de la misma; y tres, cuando la instancia se instala para una finalidad concreta y probablemente temporal, y entonces el grupo de miembros son electos en grupo, conforme a los criterios y desde los conjuntos o sectores con liderazgo, que la circunstancia exija. De cualquier manera, la participación dentro de una junta directiva será efectiva y legítima si se siguen todos los procedimientos necesarios que sirven para garantizar aquella durante los procesos y negociaciones que involucra llegar a un acuerdo, a una decisión colectiva cuyas consecuencias afectarán de un modo u otro a muchas personas.<br />
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<em>Miembros de un grupo asesor o consultor.</em>- Una instancia diferente de la anterior, en su naturaleza y funciones, son los grupos de asesores o consultores cuyo trabajo consiste en asistir a una persona o un grupo, una empresa o un programa específicos. Los asesores o consultores, normalmente, son agentes externos a las organizaciones, y se les contrata para indagar, observar, investigar, o analizar la situación presente, los antecedentes a tal situación, y hacer diagnósticos o análisis, presentar recomendaciones o proponer cambios o remedios, así como sugerir prospectivas y estrategias para el futuro. Tales personas regularmente se dedican a eso, como personas y profesionales independientes, o agrupados bajo una denominación corporativa. Se les contrata directamente basándose en su prestigio y por la presencia que han logrado gracias a la publicidad, o a la publicity en diversos medios. O también por medio de su participación como oferentes en proceso de licitación privada o pública, mediante invitación o por competencia en oposiciones. Su vinculación con la noción y actividad de la participación consiste en el hecho de que durante el ejercicio de su actividad como consultores para una organización, deben tomar en cuenta las necesidades y expectativas, visiones y opiniones, tanto de sus clientes y representantes de los mismos, como de los empleados de las organizaciones en las que se encuentren operando, especialmente de aquellos que les sirven como contrapartes e informantes; ya que sus diagnósticos, apreciaciones, comentarios, valoraciones y recomendaciones les afectarán de una manera u otra. Su dictamen representa o debe representar la integración –y no la simple sumatoria- de consultas, observaciones, evaluaciones recogidas en el proceso, en conjunto con los respectivos análisis e interpretación, que cada uno de los miembros del equipo de trabajo elabora siguiendo tanto sus criterios técnicos y como su enfoque predilecto, a los que se debe agregar las expectativas del cliente, usuarios y miembros a los que se ha hecho participar en un proceso de consultoría.<br />
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Por otra parte, dentro del mismo grupo o equipo de trabajo, aparece también la participación y puede llegar a desempeñar un papel sinergético. Ello porque tal grupo constituye una comunidad de práctica o un grupo de interés, en el cual se deben integrar y coordinar un conjunto de competencias, habilidades, formaciones, perspectivas, así como experiencias de trabajo, de vivencia, de diversión y de afrontación de conflictos, que sumadas, constituyen un capital humano e intelectual en un nivel superior al potencial individual, que solo mediante los actos de expresar, conversar, discutir, criticar, negociar y conceder se puede alcanzar y consolidar. Solo al compartir e integrar las experiencias y los diversos enfoques desde distintas profesiones y formaciones teóricas y académicas se logra contribuir con una opinión autorizada y una recomendación confiable.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-43407558227438661122011-02-21T15:30:00.000-08:002011-07-20T13:44:01.557-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 5<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 5</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>3 Tipos de texto</strong><br />
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Existen diversas tipologías para clasificar documentos. Así, por ejemplo, en las ciencias de la documentación es común asignarle, en las bases de datos bibliográficas y catálogos, un código a cada documento que indica el tipo que le corresponde, según algunas de sus características físicas y de contenido, y en muchos casos, también a la sección o colección a la que pertenece. Algo similar ocurre en los archivos de documentos en oficinas y registros de toda índole. También existen los géneros literarios para clasificar la ficción, y los que se ocupan para clasificar textos y obras filosóficas o de carácter científico. ¿Cuáles son los criterios para establecer una clasificación de tipos de texto?, y depués, ¿cuáles son los criterios para colocar un texto en una de tales categorías o para etiquetarlo de una cierta manera? Los criterios, tanto para establecer clases como para ubicar algo en tales clases, pueden basarse en ciertas características físicas y de soporte, en el contenido predominante, en la finalidad de uso, o en restricciones de acceso al texto o documento. Si bien pueden existir diversas clasificaciones, y a veces se pone en duda la validez o universalidad de los géneros en la literatura ficcional, artística y científica, lo cierto es que tales clasificaciones tienen una utilidad operativa.<br />
Como mi interés acá, es tratar acerca de cómo y porqué leemos un texto, obra o documento, o acerca de la recepción y reacción ante el mismo, propondré la clasificación que sigue y señalaré algunas de sus características, mencionaré su proceso de producción y algo más acerca de los modos de lectura posibles. Desde mi punto de vista, para el presente ensayo, existen diez categorías de tipo de texto: creativo, de ficción, personal o privado, manual técnico, científico-técnico,instrucciones, estudios de caso, divulgativo y noticioso, filosófico, y publicitario.<br />
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<em>Texto creativo</em><br />
Idear, preparar, elaborar y escribir textos con fines tales como los académicos, estéticos, literarios, publicitarios, científicos, divulgativos, reflexivos y expresivos, siempre requiere la presencia y la aplicación de la creatividad y la imaginación, además de otros elementos propicios que les correspondan. Pero, un texto creativo viene a ser uno cuyo propósito fundamental es manifestar un estado de ánimo, admiración, asombro, perplejidad o inspiración.<br />
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Un texto creativo, en cuanto a extensión, puede ser tan corto como una frase, o tan largo como varias páginas llenas a renglón seguido. Y en cuanto a su estilo o tipo, puede tener la forma de un poema, una carta, un párrafo, una colección de varios parágrafos, un mensaje de e-correo o una entrada (post) de un blog, y hasta llegar a conformar un ensayo. Aunque, también puede aparecer como una composición de palabras diseminadas con cierto propósito a través de una página, elaborado con algún tipo particular de letras, o ser una combinación de palabras, grafos e imágenes, formando un collage. Un texto creativo tiene una estructura distinta de la que tiene un artículo, una narración o un reporte, por ejemplo, al grado de que podría parecer que no tiene una estructura intencional, o que su autor no planeó darle una, porque de hecho, es una creación espontánea, sin otra finalidad que decir algo, que expresar o confesar sensaciones, estados de ánimo, o evocar impresiones o recuerdos, y otras emociones parecidas. El soporte donde se plasma el texto creativo puede ser el papel o un medio electrónico, aunque también puede expresarse en forma oral. Y, el tratamiento que su autor le da a tal soporte para que apoye y complemente su propósito de creación expresiva no tiene límites previstos.<br />
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Por supuesto, las fuentes de inspiración o emanación de un texto creativo de tal clase, son las experiencias vividas, miradas o escuchadas y recordadas, las texturas, sabores o aromas sentidos, los ideas o descripciones leídas, en cualquier clase de texto. Y, luego, puede llegar a ser transformado por su autor en otro texto mayor y distinto, de otro estilo, género o propósito, en tanto que puede contener la simiente de otro proyecto expresivo. O bien, por la cualidad intertextual de todos los textos, pudiera aparecer en otros, como una referencia o una cita. <br />
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Cuando se lee un texto creativo, éste no debe ser enjuiciado del mismo modo y con las mismas técnicas que se utilizan al juzgar y criticar otros tipos de texto. Dado su carácter perentorio, relativamente espontáneo, y que un texto creativo está hecho para gozar de él como de una experiencia estética, o para liberar a su autor de la necesidad de una manifestación expresiva y emotiva, lo que se debe apreciar en él son valores concordantes con tales designios y explosiones. La reacción del lector, en cierto modo es un asunto de gusto. Y aunque se puede aprender alguna lección, ejemplo o pensamiento intertextual de un texto así, enseñar o transmitir conocimientos o valores no es su finalidad. También, un texto creativo puede ser ocupado o utlizado por su autor y por otros autores o lectores, para algo más, para hacer otra cosa que requiera un fragmento así.<br />
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Si se quiere elaborar un texto creativo, primero se necesita de voluntad creadora, de un estado de ánimo particular, y de un detonante. Si bien, recuerdos o conocimientos previos pueden servir como detonantes, el autor puede ejercitarse a partir de una palabra o frase, encontrada, escuchada, recibida, que le sirve de guía o de punto de partida, o de la percepción u observación de un evento, acto o cosa cualquiera, y desde ahí elaborar su texto, con su propia voz y tono.<br />
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<em>Ficción</em><br />
Obras de ficción puede ser historias narradas, de distinta extensión, que adoptan la forma de un cuento, una novela y otros relatos. Pero, también, en cierta manera, ampliando la categoría, de ficción son también los dramas y obras dialogadas, los poemas y epopeyas, las crónicas y gestas, los cantares y cartas de relación, sólo por mencionar algunas de las denominaciones de géneros literarios, siempre y cuando tengan el carácter de ser ficcionales. La condición general es que los hechos y eventos que se narran sean ficticios, aunque hayan sido inspirados por cosas reales o se basen en algunos acontecimientos reales que suceden o sucedieron, es decir, no ficiticias. <br />
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Los tres elementos básicos de una obra de ficción son el narrador, los personajes y los eventos que ocurren en la historia que se cuenta. El narrador, quien es el autor mismo, puede narrar en tercera persona como si supiera todo lo que ha pasado, lo que pasará y lo que ocurre en la mente de los personajes; o puede hablar en primera persona, fingiendo ser el protagonista, o al menos un observador y agente importante en los hechos que se narran. El protagonista, es el personaje al que le ocurren los hechos más relevantes en toda la historia, sin que ello signifique que a los otros personajes importantes no les sucedan cosas también interesantes. Del protagonista, también, sus emociones, sentimientos y cavilaciones son mostrados casi siempre con mucho pormenor; así como aquellos detalles de su pasado que ilustran o explican el porqué de ciertos actos, actitudes y señales del tiempo presente en la novela. Es así como la vida y los hechos del protagonista (o los protagonistas, cuando son varios actuando juntos) se constituye como el camino esencial alrededor del cual giran no solo los acontecimientos, sino también todos los demás personajes. La personalidad del protagonista adquiere rasgos bondadosos o malvados, torpes o sagaces, bellos o feos, según las intenciones y objetivos del narrador. Por ello, hay protagonistas (al igual que personajes) que nos agradan o con quien nos sentimos identificados de alguna forma, y otros que no. <br />
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La fortuna del protagonista está sujeta al juicio y voluntad de su autor. Así, aquel puede pasar de pobre a rico, al encontrarse un tesoro, tener éxito en un negocio o recibir una herencia algo misteriosa. Y también, puede ocurrirle lo contrario, que debido a una mala decisión, o por llegar a ser víctima de un despojo, o como resultado de una guerra o un conflicto cualquiera, el protagonista y sus próximos caen en la pobreza casi de manera repentina. Cambios de oposición y constraste semejantes se ofrecen cuando ocurre algún cambio de jerarquía o de estrato social en el personaje. Otra manera de presentar la transformación en el destino de los personajes principales es describir el paso de una etapa etárea a otra; ya sea desde la infancia a la adolescencia y juventud, mostrando las lecciones del crecimiento; o desenvolviendo la vida del personaje desde un momento crucial de su juventud hasta llegar a la consolidación en la edad madura; o también, contrastando las circunstancias de su juventud con la situación presente del personaje maduro o ya viejo. Otras dos posibilidades, muy apropiadas para las novelas de aventuras y fantasía, como para ciertos dramas complejos y psicológicos, son la trama centrada en la búsqueda y encuentro de algo, un elemento, lugar, objeto o persona que son claves para el protagonista y el desenlace de la historia; y también, la intriga que se basa en los cálculos y estratagemas para hallar la solución a un problema de cualquier índole. Estas últimas dos se pueden combinar muy bien.<br />
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El tercer elemento básico es la historia que se cuenta, nos cuentan o contamos por medio de cualquiera de los géneros y técnicas narrativas que existen y han existido. Tal historia siempre tiene un comienzo. El comienzo debe ser algo llamativo y gustoso que invite a continuar la lectura después de las primeras frases o el primer párrafo. Un recurso literario común consiste en hacer una presentación del personaje principal, de su oponente, o de otro que será clave para el desenvolvimiento de un ardid o lance que narrará en el momento preciso. También se puede iniciar con la descripción de un acontecimiento o de un hallazgo que apunta hacia aventuras y destinos misteriosos. Así, se puede comenzar con la enumeración sucinta de los acontecimientos que han ocurrido y conformado la situación presente, es decir, en la que la obra de ficción principia. En otros casos, en tal narración inicial puede tratarse del entorno histórico en el que la ficción novelesca se desarrollará, en el cual los personajes vivirán, tal como si hubiesen vivido en tal época y lugar reales. Las que he mencionado no son las únicas posibilidades, sin duda, y sólo la creatividad y el talento del escritor determinarán cuál es la más apropiada para cada narración específica.<br />
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La narración, dado que no puede continuar infinitamente, siempre llega a un final.Tal final tiene que dejar en el lector cierta sensación de plenitud con respecto a la novela que se está leyendo; o, en cambio, de expectativa por el aparecimiento de otra historia del mismo autor. Lo que no se debe hacer, es escribir un final que provoque confusión e insatisfacción en el lector. Eso es algo que es frecuente ver en ciertas películas. <br />
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Pero no siempre la novela tiene un fin concluyente que anude todos los cabos sueltos, aclare todos los enigmas y explique todas las circunstancias oscuras o semi ocultas; es decir, que algunos novelistas parecen cortar abruptamente la historia en un instante cualquiera, dejando sin explicar el destino de o la resolución de un cierto conflicto que se había manifestado en el decurso de la novela, o sobre el cual había versado el núcleo de la misma.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-73356053129672274972010-12-08T11:51:00.000-08:002013-03-31T16:31:04.746-07:00Sobre el pensamiento político de Hugo Grocio<strong>Hugo Grocio, su tratado <em>Del Derecho de la Guerra y de la Paz</em>, y algunos apuntes acerca de su pensamiento político</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (1989)</em><br />
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Hugo Grocio (1583-1645), fue un jurista holandés a quien se le atribuye la paternidad de la sistematización de la ciencia del derecho internancional público, disciplina fundada siglos antes por Francisco de Vitoria. Su mayor renombre se debe a su obra jurídica, especialmente al tratado, escrito en latín, <em>Del Derecho de la Guerra y de la Paz</em>, que fue publicado por primera vez en Amsterdam en 1625. De esta obra se dice que llegó a ejercer una influencia extraordinaria, porque “en ella se expone históricamente cómo los pueblos se comportan unos con los otros en las relaciones de la guerra y de la paz, y cuales son las normas que entre ellos se siguen” (Hegel, <em>Lecciones sobre la historia de la filosofía</em>, México, FCE, 1981, tomo 3, p. 330). También sobre la calidad y el alcance de su pensamiento, el filósofo Dilthey nos dice: “su erudición universal estaba al servicio de la obra de establecer un nuevo orden de la sociedad, independiente de las religiones, basado en la razón, de atemperar las luchas confesionales y poner, si posible, término a ellas. Con éste propósito desarrolló una jurisprudencia universal, un derecho natural y un derecho de gentes” (Dilthey, <em>Hombre y mundo en los siglos XVI y XVIII</em>, México, FCE, 1978, p. 288). Por tales razones, el objetivo de este artículo es citar los comentarios de algunos historiadores del pensamiento político acerca del de Grocio, y hacer el esfuerzo por presentar un esquema de sus ideas acerca del derecho de guerra y paz.<br />
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Con la quiebra del intento medieval de monarquía universal y con la subsiguiente aparición de los Estados nacionales, a fines del siglo Xv, comienza el ciclo moderno de la convivencia internacional, cuya elaboración requiere dos siglos para adquirir una forma estable. Durante ese tiempo, entre otras cosas, el intento de la colectividad internacional fue hacer un esfuerzo teórico por lograr acuerdos internacionales, una ley y organización internacionales, y es ahí donde se inscribe la obra de Grocio, quien reconoce la sociedad de estados cristianos como una colectividad autónoma (M. Amadeo, <em>Por una convivencia internacional</em>, Madrid, 1956, p. 31).<br />
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Los pensadores políticos del siglo XVII eran decididos racionalistas, tenían una fé casi ilimitada en el poder la razón humana como el árbitro supremo y la medida de todas las cosas. Sus principios políticos los derivaban de la naturaleza del hombre y de la naturaleza del Estado. Su método de reflexión era tanto analítico como deductivo. El racionalismo político del siglo XVII fue, además, un rejuvenecimiento de las ideas estóicas. Pero, las teorías políticas de la época, aun discrepantes en sus medios y fines, tenían todas una base metafísica. Y el pensamiento metafísico se anteponía al pensamiento teológico (E. Cassirer, <em>El mito del Estado</em>, México, reimp. 1982, p. 195). Hugo pertenece a la corriente iusnaturalista y racionalista de tal siglo.<br />
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Ahora vamos a acercarnos a las ideas políticas de Grocio. Aunque su producción más divulgada es aquella que trata de la teoría del derecho internacional, él estudió también la teoría de la soberanía y del derecho natural, porque, como dice Theimer “sin la existencia del derecho natural, le hubiera sido difícil dar vida a su derecho internacional” (W. Theimer, <em>Historia de las ideas políticas</em>, Barcelona, 2a. ed., 1969, p. 119), pues no no hubiera podido darle fundamentación al mismo tal como lo logró.<br />
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Grocio expuso la teoría de un derecho natural puramente secular, basado en la doctrina de los estóicos y libre de la autoridad eclesiástica. Consiguió así separar la ley natural de sus bases teológica y cristiana, tal como se había comprendido en la Edad Media. Solo así pudo situar al derecho al margen de los conflictos imperantes en materia de religión. Grocio retornó a la base común y racional de todo el derecho, la que fue generalmente reconocida por los humanistas cuando redescubrieron a los estóicos. Sobre esa visión de conjunto fundó su tratamiento del derecho internacional, entendiéndolo y formulándolo como aque al cual los soberanos deben sujetarse por la razón (C.J. Friedrich, <em>La filosofía del derecho</em>, México, reimp. 1980, p. 101). El derecho natural no es para Grocio ninguna convención, sino el origen de todas las convenciones. Su definición del derecho natural es la siguiente: ““consiste en ciertos principios de la razón recta que nos hace conocer que una acción es moralmente honrada, según la congruencia o desacuerdo que tenga con una naturaleza razonable y sociable” (H. Grocio, <em>Del derecho de la guerra y de la paz</em>, Madrid, 1925, tomo I, p. …).<br />
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Para Grocio, el hombre no es un ser social a consecuencia de su propio egoísmo individual, sino porque estaba dotado de instintos innatos de sociabilidad. La capacidad de obrar con fines sociales y altruistas es algo dominado (imperado) por la biología, constituyéndose por ello en fundamento biológico y a la vez explicación racional del derecho natural (W. Theimer, obra citada, p. 120). Grocio, hizo de la sociabilidad humana la base ontológica de la comunidad y de todo derecho (C. J. Friedrich, obra citada, p. 167). Esto también lo recalca Mayer de la manera siguiente: “Una honda creencia humanitaria en los instintuos sociales y altruistas del hombre formaron el fondo del sistema del derecho la naciones expuesto en la obra de Grocio; él estaba convencido de que las ideas legales y morales podían llevar a los estados a la paz” (J.P. Mayer, <em>Trayectoria del pensamiento política</em>, México, FCE, 1981, p. 104).<br />
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Para ampliar la interpretación del derecho nartural de Grocio citaremos por último lo siguiente: "Parte de la distinción del derecho natural y positivo entre los antiguos. Determina el derecho natural por los caracteres de su inmutabilidad y consenso de todos los pueblos. El derecho positivo lo señala como arbitrario, condicionado por el establecimiento de la voluntad. El derecho humano arbitrario nace, de un círculo estrecho, de la voluntad del padre o del señor, en un círculo más amplio, de la autoridad civil, y en el más amplio de todos, de la voluntad común, es decir, del convenio internacional de varias naciones. Por eso el derecho que va más allá del derecho natural descansa en el convenio, y éste recibe su fuerza obligatoria del derecho natural. El derecho positivo, las instituciones, se fundan en situaciones independientes de la voluntad de los hombres. Toda la jurisprudencia contiene preceptos o principios últimos inmutables, los mismos en todos los pueblos y fundamos en la naturaleza de las cosas" (W. Dilthey, <em>Hombre y mundo en los siglos XVI y XVIII</em>, México, FCE, 1978, p. 289).<br />
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Según Theimer, Grocio completó el concepto de soberanía interna con el de la soberanía externa. El gobierno y la legislación dentro de cada estado es soberanía interna, la externa consiste en las relaciones entre los estados. El mundo es una sociedad de estados soberanos, y solo los países soberanos merecen la denominación de estados (W. Theimer, <em>Historia de las ideas políticas</em>, Barcelona, 2a. ed., 1969, p. 120). Con respecto al concepto de soberanía externa, descrito y sistematizado por Grocio, Serra Rojas nos dice: “La soberanía traduce el principio de igualdad de las naciones en sus relaciones recíprocas y en su actuación solidaria ante los organismos internacionales, cualquiera que pueda ser su extensión o caracteres” (A. Serra Rojas, <em>Ciencia política</em>, México, Porrúa, 1983, p. 484).<br />
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Y, de acuerdo a la exposición de Theimer, Grocio afirmaba que si bien no existe en el mundo un poder superior sobre todos los estados, cada uno ha de seguir determinadas reglas jurídicas en las relaciones con los demás, y que tales reglas no son otras que los principios del derecho natural; y aconsejaba además que los estados deben atenerse a los tratados que en cada caso particular hayan acordado; todo con el fin de garantizar cierto orden armonioso entre aquellos. El derecho internacional público viene así a poner orden en el caos de los estados soberanos, ya que éstos regulan sus relaciones por medio de los tratados, y por el recíproco reconocimiento de su soberanía. Y en cuanto a la guerra, los estados deben respetar las limitaciones que impone el derecho, y es aquí donde Grocio formuló ciertas reglas fundamentales de derecho de gentes que hoy todavía rigen, y que en tiempos recientes han sido acogidos en convenciones tales como las de Ginebra y La Haya (W. Theimer, <em>Historia de las ideas políticas</em>, Barcelona, 2a. ed., 1969, p. 122).<br />
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El tratado de Grocio, <em>Del Derecho de la Guerra y de la Paz</em>, es sumamente extenso, exhaustivo en su tema, plagado de ejemplos históricos y de citas eruditas, de tal manera que no podríamos hacer aquí un resumen de todos sus planteamientos y principios que hiciera justicia a su riqueza analítica y conceptual; por lo cual, en primer lugar, nos limitaremos a trasladar el esquema que el propio autor hace de su obra; y luego, a exponer algunos de sus principios filosóficos relativos a la guerra. Grocio en los “Prolegómenos” de su obra dice: “Pues en el primer libro examinamos la cuestión general del origen del derecho; si hay alguna guerra justa; después, para conocer la diferencia de la guerra pública y la privada, hemos tenido que explicar el valor mismo de la autoridad suprema, qué pueblos la tienen, qué reyes completa, cuáles en parte, cuáles con el derecho de enajenar, cuáles la tienen de otra manera; después hubo de tratar sobre los deberes de los súbditos, para con los superiores”. Después, continúa así: “El libro segundo, ya que tomo a su carga exponer todas las causas, por las que se puede originar la guerra, desenvuelve largamente, qué cosas sean comunes, cuáles propias, qué derechos poseen unas personas sobre las otras, qué obligación nazca del dominio, cuál sea la norma de la asociación de reyes, qué produce el pacto o el contrato, qué fuerza e interpretación tienen las alianzas, cuál el juramento ya privado ya público, que se debe por el daño causado, cuál he de ser la honradez de los legados, cuál el derecho de enterrar a los muertos y cuál es la naturaleza de las penas.” Y, con respecto a la siguiente parte dice: “El tercer libro, que tiene por objeto propio y peculiar, lo que es lícito en la guerra, después de distinguir lo que se practica impunemente, o también lo que pueblos extraños se da por lícito, de lo que carece de falta, viene a las clases de paz y a todos los convenios” (H. Grocio, Del <em>Derecho de la Guerra y de la Paz</em>, tomo I, p. 25-26).<br />
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Del libro tercero, pues, tomamos algunos principios relativos a lo que se considera lícito en la guerra, de acuerdo al derecho natural. Grocio dice:<br />
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-Sobre los derechos que se posee: “Las cosas que son necesarias al fin del derecho, tenemos derecho a ellas”, porque derecho “significa la facultad de obrar con sólo el respeto de la sociedad”. Así, se tiene derecho a defenderse del que nos ataca; a invadir temporalmente la propiedad ajena que significa un peligro para nosotros; y a arrebatar a otro lo que sea de mi propiedad y lo haya tomado.<br />
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-Acerca del derecho a defenderse de nuestros atacantes y de sus cómplices: “Nuestro derecho (a defendernos) no se ha de considerar por sólo el principio de la guerra, sino también por las causas subsiguientes…”. Así, es lícito defenderse de los que se unen a otro para atacarnos y por su propia voluntad. Y los que se “mezclan en guerra injusta, se obligan a resarcir los daños y gastos, porque hacen daño culpablemente.<br />
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-Sobre los derechos que devienen de nuestros actos de resarcimiento: “Al derecho de obrar siguen muchas cosas indirectamente y fuera del propósito del agente, a lo cual de suyo no habría derecho”. Pero, añade Grocio, “para conseguir lo nuestro, si no puede tomarse exactamente cuanto se nos debe, tenemos derecho a tomar más, pero con la obligación de restituir aquello en que nos hemos excedido”.<br />
-Con respecto a los combatientes y sus colaboradores, advierte que es lícito luchar contra aquellos que proporcionan cosas necesarias para el daño, como sucede con las armas, pero sólo por mucha necesidad contra aquellos que proporcionan al enemigo “cosas que sirven para el placer”, y otras como “el dinero, los víveres, las naves…” y otras similares.<br />
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-Con relación al impacto del conflicto y el uso de estratagemas en el mismo: “Por lo que se refiere al modo de obrar, la violencia y el terror son muy propios de las guerras”, pero con respecto al dolo y a la mentira en situaciones de guerra Grocio hace algunas extensas observaciones que se pueden resumir del siguiente modo: el dolo y la mentira en la guerra puede incluir los engaños,fraudes y cosas parecidas. Pero, el dolo en tanto que puede ser simulación en los actos o mentira en las palabras que se dicen y los signos convencionales que se usan, se admite en unos casos y en otros no. Así, defender las cosas propias y ajenas no es dolo malo, y por ello es lícito ocultar o disimular algunas cosas delante de otros. Entonces, es lícito mentir al enemigo en algunos de las situaciones que se presentan en la guerrra. Pero no es lícito el dolo y la mentira en aquellas cosas que se refieren a los juramentos, a las promesas y a los tratados entre naciones y fuerzas combatientes (todas las citas de este segmento vienen de H. Grocio, <em>Del Derecho de la Guerra y de la Paz</em>, tomo III, p. 268-302).<br />
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Con esto terminamos nuestra breve exposición del lugar que ocupa el pensamiento y la obra de Hugo Grocio, y de sus principios acerca de la conducción de la guerra y de los derechos que intervienen en tales casos.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-77039879144233009412010-12-01T14:18:00.000-08:002013-03-31T16:27:22.347-07:00Sobre la participación y representación:en la sociedad y las organizaciones 6<strong>Sobre la participación y representación: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><strong> 6</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>3 Del modo de participar (continuación)</strong><br />
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<em>¿Cuántos participantes?</em>- ¿Cuántas opiniones se requiere juntar y sumar para que la participación sea significativa o representativa? Para poder responder a esto, acá hay dos características sobre las que se debe ampliar un poco más: lo significativo y lo representativo. En primer lugar, está el caso de que sea significativa y representativa para y todos los miembros que son parte de una organización o grupo interesado. En donde, por un lado, está el criterio de que la participación mediante opiniones o expresión de lo que les atañe y afecta, sea significativa, lo cual es un aspecto ciertamente más cualitativo, que proceda de la consolidación de opiniones, criterios, demandas y aportes (pero esta consolidación no debe entendida como una simple suma o inventario de las mismas). En cambio, el critero de que sea representativa es un aspecto más cuantitativo, y se refiere al hecho de que la persona representante o el grupo de participantes se encuentre actuando como delegados, comisionados o voceros, y que además debe haber sido electo por una forma de mayoría reconocida. De cualquier manera, tanto para elegir a los representantes como para llegar a un acuerdo o consenso, debe haberse dado un proceso de elección y de consulta previos. Aunque, volveré a tratar este punto en un apartado posterior de este ensayo, ello tiene mucho que ver con el manejo de las relaciones entre y presiones de las mayorías ante las minorías, y de las minorías ante las mayorías.<br />
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En segundo lugar, ya que lo antedicho se refiere más bien al caso de una sola organización o de un grupo que se pone de acuerdo para hacer y decidir algo, e integrar o expresar su posición, es preciso hacer énfasis en que ninguna entidad, organización o grupo representa a toda la sociedad o la opinión de toda la población de una nación, región, zona o comunidad. Eso signfica que también se debe efectuar una evaluación de qué tan representativa –cuantitativa y cualitativamente- es la participación de tal grupo dentro de la población en general, y su sector, gremio, zona geográfica, y el conjunto de organizaciones equivalentes o posibles. <br />
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Asimismo, si existen propuestas y participaciones relacionadas o vinculadas, sobre un mismo caso o situación, o acerca de un mismo proceso decisorio o una misma línea de acciones a seguir, se debe realizar una consolidación teórica, sistemática, técnica y práctica de las propuestas o exigencias de todos los grupos participantes, y contrastarla con los efectos y consecuencias en los grupos o comunidades existentes aunque no estén participando. Así es cómo se sabrá con certeza de cuántas participaciones y cuántos participantes son necesarios.<br />
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<em>Contribución a la solución y ejecución</em>.- Ya mencioné que una de las manifestaciones y expresiones de la participación es la presentación de opiniones y propuestas para que se lleven a cabo ciertas acciones o se tomen ciertas decisiones con respecto a asuntos que le interesan a una nación, provincia, sector, organización, comunidad o un grupo de personas involucradas o afectadas; y otra, la de aportar criterios para evaluar y validar propuestas como ésas. Pero, un problema se solucionará, o una necesidad se subsanará si y solo se actúa, es decir, si las entidades correspondientes ejecutan programas o proyectos específicos para ello; y si se trata de procesos participativos, tales programas y proyectos deben estar conformes a todo lo discutido, negociado, consultado, consensuado y aprobado por las partes interesadas y afectadas.<br />
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Ahora bien, las entidades que fungen como autoridad, los grupos interesados, y los especialistas, consultores y consejeros proporcionan criterios válidos y viables, y toman las decisiones necesarias conforme el papel que les corresponda, pero en algunas ocasiones se requiere apoyos adicionales para responder al cómo de la solución a ejecutar. Es decir, que se trata de aportes que se suman a la decisión ya tomada, y ayudan a realizarla. Es acá donde aparecen las partes cooperantes y asociadas a la ejecución de programas y proyectos, cuya contribución consiste en alguna de las siguientes clases, a veces en forma combinada, y también constituye un modo de participación: a) Proporcionando recursos materiales y financieros a los ejecutores de los proyectos y a sus respectivos contratistas; b) colaborando mediante trabajo voluntario, el cual puede provenir de los miembros de la propia comunidad, de instituciones educativas, de otras organizaciones sin fines de lucro, o de visitantes extranjeros; c) facilitando asesoría y asistencia técnica por medio de expertos, especialistas y practicantes; d) brindando nuevos criterios que contribuirán a la amplitud y corrección del esfuerzo inicial y preparar etapas posteriores de las acciones que se ejecuten; y e) dando recursos adicionales para el mantenimiento, actualización, ampliación, replicación de las obras tangibles e intangibles resultantes de la ejecución de un proyecto.<br />
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Tales partes y contrapartes cooperantes, que participan en la ejecución de los programas y proyectos en tal rol, pueden ser organizaciones civiles o no lucrativas (como las fundaciones), organismos públicos del mismo gobierno, corporaciones publico privadas, organismos internacionales, agencias de cooperación de otros gobiernos y otras similares.<br />
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c)<em>Expresión de necesidades</em>: Poder expresar las necesidades que se tienen o se padecen, es otro modo posible de participar. Las sociedades, las instituciones y especialmente los gobiernos deben crear y mantener espacios para que las personas, tanto individualmente, como organizada o comunitariamente, expresen sus necesidades. No se trata, en este caso, tanto de que las personas y grupos ofrezcan planteamientos o formulen proyectos específicos para satisfacer tales necesidades, sino de cómo puedan manifestarlas con la confianza y seguridad de que habrá, en las entidades correspondientes, responsables y expertos que sabrán cómo solventarlas, o qué soluciones proponer a las poblaciones, y que logrados los consensos y rectificaciones que convengan, procederán a destinar recursos y acciones encaminadas a satisfecer aquellas necesidades.<br />
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Las necesidades de los humanos, tienen diferentes dimensiones, puesto que además de las que tenemos como seres vivos, parte de un ecosistema, están las esferas de necesidades conformadas y configuradas por los gustos y expectativas personales, como miembros de algún grupo, entidad o comunidad, y como ciudadanos de una nación o estado. Así es como, en primer lugar están las necesidades que se deben satisfacer para sustentar y reproducir la vida, pero no cualquiera en cualquier condición, sino una vida digna y con calidad. Y, no menos importante, por higiene y respeto, las necesidades para la muerte, para que sea digna y ocurra cuando debe ser y no antes, ni contra la voluntad del viviente; y para que, la situación post muerte, permita su justa y debida memoria y la disposición correcta de los despojos.<br />
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Existen también, otras dos dimensiones de las necesidades. Por un lado están las necesidades básicas, fundamentales, que no solo consisten en la satifacción de aquellas necesidades vitales del organismo vivo, y la provisión de bienes materiales para el sujeto social, sino también de las necesidades del individuo y de sus identidades, es decir aquellas necesidades intelectivas, afectivas, lúdicas, experienciales y otras, que alimentan su constitución, personalidad, carácter y temperamento. Y, por otro, están las necesidades, que se estructuran y complementan con las anteriores, y son aquellas que se vinculan con las esferas y entornos culturales, los que son múltiples, variantes, transitorios y de contornos y rasgos difusos, en los que habitamos, trabajamos, inventamos y actuamos.<br />
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Cómo y cuándo el individuo o varias personas expresan una necesidad, o cuando, las entidades se percatan de lo que los otros necesitamos, tanto como individuos, grupos, o comunidades, es en donde se manifiesta la participación y operan los mecanismos participativos para que tales necesidades se hagan patentes a otros, y ya no solo a los actores y padecientes. Y acá hay cuatro alternativas, no siempre excluyentes unas de otras: a) la realización de un proceso de observación sistemática y de una consulta a los ciudadanos o actores, en el sitio o a través del exámen de un sistema (de infraestructura, de relaciones sociales, comercial o de producción, por ejemplo), que se lleva a cabo del mismo modo que una investigación formal, con la participación de los involucrados; b) determinar las necesidades basándose en cálculos, a partir de lo que se considera fundamental e indispensable, reconocido tanto por las experiencias locales y del extranjero, como por la teoría, y que luego es sometido sometido a crítica y validación por la población que será beneficiada o se verá afectada (como cuando se trata de asuntos tales como el agua, el manejo del riesgo, el impacto ambiental, el transporte, la vivienda, el trabajo, los males sociales y otros); c) cuando lo que se trata es de ejecutar programas y planes impulsados por un cambio revolucionario, el cual parte tanto de una posición ideológica, como de una visión tecnocrática y de un involucramiento de los grupos sociales y las comunidades para intentar satisfacer ciertas necesidades consideradas prioritarias; y d) desarrollar capacidades individuales y grupales, en la población en general y en especial en las comunidades, para la participación social activa y proactiva, a la par que las políticas de los gobiernos nacionales y locales abren la posibilidad de que surjan iniciativas y propuestas entre la sociedad civil, que denotan acuerdos y consensos logrados, exigen soluciones, y tienen disposición para negociar razonablemente con autoridades, otras entidades, los propios miembros participantes y otras localidades.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-65147000189747296162010-11-23T14:22:00.000-08:002010-11-23T16:55:40.380-08:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 4<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 4</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>2 Los autores, los lectores y el impacto de la reputación (continuación)</strong><br />
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<em>Autores nuevos, novísimos y novatos</em><br />
No es lo mismo tratar acerca de autores ya conocidos, publicados, citados y referenciados en múltiples sitios; o comenzar la lectura y análisis de una obra cuyo lugar en la ciencia y la cultura ya ha sido asegurado (y a veces resulta casi indiscutible e inevitable); a enfrentarse a una obra que no solo es nueva para un lector cualquiera sino también entre las publicaciones de una disciplina o sobre un tema en particular. <br />
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Voy a usar aquí la terminología de autores nuevos, novísimos y novatos, para exponer e ilustrar tres situaciones distintas. En primer lugar, voy a referirme a los autores nuevos como aquellos que publican nuevas obras, tales como libros, artículos y documentos, en los medios usuales. Es decir, que publican por medio de compañías editoriales, en periódicos (impresos o en línea), y en revistas y journals, por lo que su promoción y comercialización en el mercado editorial y en el ámbito académico y científico está ya delineado y afianzado. Además, tales obras tienen la calidad y profundidad esperada y requerida conforme a los estándares de la entidad que los publica. Y, por otra parte, aunque sean obras nuevas, poseen contenidos usuales, y desarrollados de maneras similares a lo que ya existe en un determinado campo, y sus virtudes están dentro del rango promedio en obras semejantes, por lo que satisfacen eficazmente necesidades varias de información, formación y conocimiento.<br />
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Enseguida están los autores quienes, usando los mismos canales y medios que los anteriores, se merecen el epíteto de novísimos, porque representan alguna novedad diferente de lo acostumbrado, presentan una nueva interpretación acerca de un problema, exhiben un hallazgo propio sobre un asunto, o formulan una teoría que pretende explicar lo que antes se mostraba confuso, indefinido o dudoso, entre otras innovaciones importantes. Es posible que tales autores lleguen a constituirse en paradigmas, en figuras inevitablemente citables, o en personajes, frases o conceptos que siempre se evocan cuando se está hablando de un cierto tópico o se está tratando de resolver determinada dificultad. <br />
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Por último, llamaré autores novatos a aquellos que escriben y publican, pero no lo hacen bien, independientemente de la fama y la posición en el mercado que alcancen. Porque, no basta que un texto esté bien redactado y que aparezca en el mercado como impreso o como publicación digital en la red para que sea considerado como obra de buena y docta calidad. Porque la mala calidad de una obra se nota primero en su aspecto externo, y luego, se descubre en su examinación y lectura. Así, a lo primero que nos enfrentamos ante un texto es su apariencia general: su tamaño, las portadas, el tipo y dimensión de la letra, y otros aspectos físicos. En algunos casos, una baja calidad impresa o de presentación gráfica puede provocar una reacción negativa anticipada ante el texto, y peor aun cuando la redacción de todo el texto es deficiente, con lo que luego la sospecha inicial se ve confirmada por la pobre expresión y exposición de las ideas y datos que hizo el autor, como sucede con las obras de redactores novatos e investigadores inexpertos. No está de más decir, que los escritores novatos si se esfuerzan en mejorar sus competencias y capacidades, y en aprender a usar herramientas de razonamiento e investigación pueden llegar a convertirse en grandes autores y escribir obras de gran calidad y profundidad. <br />
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<em>Autores que conocemos personalmente</em><br />
Un autor tiene tantas facetas como cualquier otra persona, pero una de sus facetas es especial, es la que lo convierte en un escritor, y por medio de ella canaliza sus impresiones y críticas acerca del mundo que lo rodea, y parte de ese mundo, son las personas que lo circundan como sus próximos, es decir, familiares, amigos y colegas. Durante la relación con ellos, el autor puede compartir sus ideas, proyectos y sus textos en ciernes. En algunos círculos, de autores profesionales y académicos especialmente, los próximos colaboran con el autor comunicando sus opiniones, haciendo sugerencias, y hasta corrigiendo o invitando a enmendar los datos y las premisas de un escrito que se les ha hecho llegar a sus manos. Algunos autores mantienen correspondencia con otros autores, así como con sus familiares y amigos, y en las cartas y mensajes que envían y reciben, comparten sus ideas y consultan sobre las opiniones de los demás. Tales aportes son muy valiosos para un autor que está escribiendo, porque le permiten descubrir enfoques y ángulos nuevos de los problemas que está tratando de exponer. Por eso, se acostumbra poner alguna nota de agradecimiento a todas aquellas personas que hicieron posible la culminación de una obra y su publicación con sus breves pero influyentes contribuciones.<br />
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Además, para un autor –ya sea reconocido o nuevo- las relaciones interpersonales, significan mucho como capital social, y se obtienen muchos beneficios en la conformación de y en la participación activa en redes sociales (y no solo las tan famosas actualmente en internet). Así, por ejemplo, un amigo en el extranjero puede abrirle las puertas a un autor en diversos y específicos círculos (desde literarios hasta políticos) en otro país, o los contactos personales de un autor pueden allanar su camino para ganar presencia en los ámbitos culturales, editoriales y académicos.<br />
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Además, para un autor –ya sea reconocido o nuevo- las relaciones interpersonales, significan mucho como capital social, y se obtienen muchos beneficios en la conformación de y en la participación activa en redes sociales (y no solo las tan famosas actualmente en internet). Así, por ejemplo, un amigo en el extranjero puede abrirle las puertas a un autor en diversos y específicos círculos (desde literarios hasta políticos) en otro país, o los contactos personales de un autor pueden allanar su camino para ganar presencia en los ámbitos culturales, editoriales y académicos. <br />
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Al ser amigo de un autor, y compartir con él no solo su vida real de ciudadano común, sino también su vida intelectual y creativa, eventualmente llegamos a formar parte de sus referentes teóricos, y a ser objetos de estudio, o ser tomados como casos de ejemplo, y hasta a ser su fuente de inspiración. Porque los escritores acostumbramos incorporar algunos rasgos físicos o de personalidad, acontecimientos de las vidas que llegamos a conocer, y a tomar prestadas las ideas y palabras de nuestros amigos. En ocasiones, el papel anterior se invierte, y aquellos que han sido amigos y cercanos de autores, luego escriben trabajos y memorias sobre ellos, y por ello pueden ofrecer una imagen suya más íntima, y develar detalles insospechados o confirmar intuiciones ya previstas sobre su personalidad, su vida, sus métodos y sus hallazgos. Tales memorias sobre autores constituyen una fuente de consulta importante para los que hacen y escriben estudios y comentarios sobre sus obras.<br />
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La intimidad con un autor, modifica la percepción y la valoración de sus obras, textos e ideas. La reacción de alguien, al recibir un texto de un autor que conoce personalmente puede adquirir diversos matices: Desde ignorarlo bienintencionadamente porque se cree que ya se conoce lo suficiente al autor como para no leerlo, hasta condescender demasiado con él y olvidarse de hacer una lectura crítica del texto. Pero, no es eso lo que un autor espera de sus cercanos y camaradas intelectuales. La expectativa de un autor cuando le envía a sus conocidos, colegas y amigos sus manuscritos o textos, es precisamente, recibir de ellos una retroalimentación crítica. Cuando nosotros, en nuestro papel de autores, decidimos compartir con otros, sean nuestros amigos o colegas, nuestros ensayos, proyectos y manuscritos, esperamos recibir de ellos, no un reporte de inspección y censura, sino un comentario inteligente acerca de las ideas, juicios y premisas, estructuras conceptuales, métodos utilizados, categorías construidas, interpretación de los hechos y los datos, fuentes utilizadas, y conclusiones a las que llegamos. Nosotros como autores, hacemos y haríamos esto mismo con los textos que recibimos de nuestros cercanos.<br />
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<em>Percusión y repercusión de las ideas</em><br />
Acá quiero hacer una reflexión sobre la diseminación de las ideas usando la metáfora musical de la percusión. La percusión consiste en golpear o percutir un objeto, en ese caso un instrumento musical de los que se percuten, para producir determinados sonidos o efectos distintos de los que producen los instrumentos de viento o de cuerda, entre otros; en tal caso, la percusión no se hace para destruir o dañar el objeto percutido, sino solo para generar entre los dos objetos que chocan un sonido o serie de sonidos en particular, cuya naturaleza dependerá de la forma que tiene el instrumento y del material de que esté hecho el instrumento a ser golpeado -que a veces puede ser casi monótono-, y del objeto que sirve para golpear. Entonces, hay un objeto destinado a ser golpeado y otro a golpearlo.<br />
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Entonces, en cuanto a la percusión de las ideas podemos decir que ciertas ideas o doctrinas percuten o son percutidas en el sentido de que constituyen un objeto percusor que choca o golpea con su influencia y su fuerza monótona sobre objetos percutidos o percutibles, cuyo papel es recibir el impacto y producir la respuesta correspondiente, pero sin más. Como fenómenos de percusión de las ideas en tal sentido se pueden mencionar: a) La utilización de los nombres de los autores como figuras a ser adoradas o denostadas, en base a atribuciones estereotipadas a su imagen y pensamiento; b) la asignación de nombres de categorías y conceptos, de corrientes y movimientos –usados como objetos percutores-, que se usan como etiquetas a ser pegadas o adheridas a casi cualquier cosa, y particularmente a hechos, acontecimientos y circunstancias, como si con tal asignación se le otorgase autoridad al asunto, sin ocuparse de si en realidad existe alguna concordancia entre el nombre usado y vaciado de contenido y contexto, y el evento que resulta etiquetado con el mismo; c) la formación de ciertos “ismos”, de sistemas de creencias, bajo viñetas, banderas o consignas abstraídas de sus fuentes originales y trastocadas, que luego son percutidas sin crítica y se pretende que sean aceptadas sin discusión, modificación, ampliación o puesta en duda, y que solo persiguen la adhesión a las mismas; d) la conversión de algunos principios, conclusiones o puntos importantes del pensamiento de un autor en la explicación única y última posible, o como si aquellos fueren una especie recetas, esquemas o fórmulas con atribución casi mágica, que se pueden aplicar a ciertas situaciones o problemas, para obtener supuestos resultados contundentes, sin valorar otros factores y aspectos; y e) cuando una categoría teórica específica, o un concepto originalmente complejo o aplicable a un caso particular, como un evento histórico u otro acontecimiento memorable, se invierte, pervierte o deviene en una especie de palabra simple que se termina usando sin fundamento.<br />
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La repercusión de las ideas, se refiere a un impacto más profundo y complejo de las ideas e idearios de un autor o de una escuela de pensamiento, que si bien comienza con la mención de los autores y la cita de pensamientos y argumentos de las fuentes originales, o con la rememoración constante de aquellos que son reconocidos como precursores o acuñadores de una categoría o explicación, va mucho más allá, porque el repercutir implica un contacto, un reflejo o un eco de lo pensado y ya dicho, pero también un cambio de dirección y ruta para los objetos que se tocan. Cuando las ideas o cuerpos de ideas repercuten en la sociedad, en las ciencias, en otros pensadores, significa que las ideas y obras anteriores contactan con las posteriores, y generan otros idearios o sirven de inspiración para otras obras. Como fenómenos de repercusión de las ideas de un autor, podemos mencionar: a) Cuando se retoma el espíritu, el impulso, la motivación, o la fuerza del ideario de un autor, para generar una corriente de deliberación y crítica, con diversos enfoques y vertientes, que si bien lo ocupan como fuente de inspiración o de partida, desarrollan su propio cauce; b) cuando la imagen del autor, y no precisamente la figura de su efigie en cuanto tal, sino lo que ésta representa, es decir, su valor y sentido comunicante de las ideas y principios de aquel, se convierte en un referente, que se puede colocar en un sitio para dialogar y debatir con él, o para compararlo y confrontarlo con las imágenes y reflejos de otros autores; c) cuando los métodos, procedimientos y herramientas utilizados se retoman, adaptan y actualizan, gracias a sus facultades y potenciales; d) los datos compilados en los estudios e investigaciones son tales y con tanta validez que se pueden usar como punto de partida, de comparación, o como marca de referencia, en otras investigaciones de la misma o de otras disciplinas; y e) cuando ciertos conceptos y categorías, únicos y en cierta forma ejemplares, no solo se recuerdan, se citan y se usan mencionando a su autor, sino que también quienes lo hacen, pueden definirlos con exactitud y al mismo tiempo hacer crítica del mismo, de manera que el concepto original se enriquece con nuevas interpretaciones y aplicaciones.<br />
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Por último, se da una repercusión relevante de la obra, las ideas y el pensamiento de un autor, cuando tales generan tendencias positivas o negativas, a favor o en contra, como corrientes de pensamiento que convergen y divergen durante la época de su aparición y a lo largo de las décadas y siglos posteriores. Y en tales corrientes, los aspectos importantes que se deben considerar son los de la atribución y del prestigio (o adhesión) que algunos autores logran u obtienen. Y tal cosa se manifiesta, al menos, de cuatro maneras: a) Un autor obtiene adherentes (o seguidores) cuando se le atribuye alguna virtud, característica o aportación al arte, la ciencia o la sociedad, según se valoren las cualidades estéticas, técnicas, analíticas o explicativas de sus obras, textos y argumentos, en tal caso, se trata de un prestigio positivo; y tales adherentes no sólo le dedicarán comentarios y estudios a un autor, sino también generarán la presencia continua de sus ideas y su imagen –todo ello a veces sostenido solo por factores emotivos o sentimientos dogmáticos-; b) pero, un autor puede también generar posiciones y reacciones contrarias, es decir, un fama mala y negativa, cuando aparecen detractores de sus ideas y propuestas, quienes se encargan de escribir y exponer críticas en las que se hace notar sus falencias y carencias –justificadas o no, ya que acá también puede incidir el sentimiento o la fe-, o se le oponen argumentaciones basadas en otras perspectivas o informaciones; c) también existe un segmento de lectores neutros, es decir, aquellos que leen y ven a los autores, como parte de su formación académica, de sus prácticas de ocio, o de su consumo cultural y mediático, y que se conformarán con disfrutar o completar la lectura del texto, aprender algo del mismo, pero sin ir más allá, ni hacer nada más con ello; y d) por último, está el segmento de los lectores críticos (que no están interesados en ser adherentes, ni detractores), que valoran los elementos y aportaciones sólidos y bien fundamentados de un autor, pero que también señalan, analizan y critican, todos los yerros y puntos débiles que tengan sus argumentaciones y afirmaciones, podría decirse que estiman y calculan en su justa medida el lugar que merece un autor.<br />
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Y con relación a estos dos últimos puntos que acabo de mencionar (el del impacto y el del prestigio de un autor y de sus ideas u obras), se debe poner atención a la diferencia sutil que hay entre el impacto y la contribución que un autor puede tener ulteriormente. Ello porque no basta que un autor sea por todos conocido y nombrado, también se requiere que sea citado, aplicado y criticado para garantizar que su contribución a la ciencia y al arte en cualquier campo sea válida y efectiva, así como valuada y merecida. Yo pienso que este aspecto puede verse de dos maneras: a) Por un lado, está el impacto directo, más o menos profundo, que consiste en realizar un descubrimiento, determinar un nuevo enfoque para observar hechos o fenómenos, establecer un método distinto, hacer una invención útil, llevar a cabo una nueva sistematización o interpretación de procesos o contribuciones diversas, imaginar y trazar el modo de ejecutar un cambio, aportar criterios de prospección, y por ende es una contribución mayor al inventario y al cuerpo de la ciencia; y b) por otro está el impacto indirecto de un autor, el cual, aunque es reconocido como fama obtenida (en cierta forma inmerecida, y gracias a sus seguidores) por algunos de sus escritos, apariciones públicas, desatada por su actitud reactiva o por su participación acusatoria, aunque en realidad nada de eso aporta o ha aportado mucho al crecimiento y progreso de las ciencias y las artes, porque no tiene suficiente hondura o carece de exactitud. Sin embargo, merecido o no el lugar que ocupan, profusa o no la calidad y provecho de su ciencia, ciertos autores ganan devotos, que les rinden culto, les levantan altares, y repiten su palabra como formulas rituales o verdades reveladas e infalibles; o, tienen su buen nombre tan bien asentado, que pocos se atreven a criticarlos negativamente y refutarlos con fundamento racional y prueba objetiva –aunque los posean- para no correr el riesgo ser mal juzgados y vistos por la comunidad intelectual o la opinión pública y común.<br />
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Solo me resta repetir, en síntesis, lo que ya dije antes sobre la validez y vigencia, ambas cosas se mantendrán, para un autor, sí y solo sí, sus obras y su pensamiento tienen sentido, significado, aplicación, o son una respuesta a algo, y siguen siendo atribuibles a su nombre, su efigie, su memoria, y su contexto, con la confianza, calidad y veracidad que le corresponden y le compete.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-80894233268461765412010-10-11T13:28:00.000-07:002013-03-31T16:26:36.512-07:00Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 5<strong>Sobre la participación y representación: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><strong> 5</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>3 Del modo de participar (continuación)</strong><br />
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<em>Criterios</em>.- No todas las opiniones son válidas, en tanto que algunas no lo son. La opiniones válidas son aquellas que cumplen con ciertos requisitos que atañen a su presentación y pertinencia, y otros que tienen que ver con su contenido, el cual debe estar apegado a la lógica, a los hechos, a ciertas certezas, a algunos métodos, entre otras cosas. Una opinión que se presenta incompleta, con defectos o errores, o en un momento en el cual ya no es de utilidad y por lo tanto ya no es pertinente, respectivamente, carece de validez o la pierde. <br />
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Para poder juzgar y evaluar una opinión se necesita poseer y dominar conocimientos técnicos, a veces especializados, además de algunos datos, acerca del contenido de la opinión. Y además de tales conocimientos, herramientas mediante las cuales se pueda analizar y valorar los aspectos y factores claves de la propuesta incluida dentro de la opinión, así como los impactos y consecuencias que impliquen. En un proceso participativo debe existir un procedimiento y reglas para la recepción de la opinión, por cualquiera de los canales y en cualquiera de los medios permisibles que hayan sido aprobados y se encuentren en operación. En tal proceso, es indispensable que exista una comisión o comité evaluador, o grupo de estudio, con el apoyo de asesores especialistas para cada propósito particular, cuya tarea será analizar y evaluar desde las ciencias, la ley, la ética, el impacto social y ambiental, y la lógica, y cualquier otro aspecto que sea necesario, toda propuesta y toda opinión. Además, toda opinión participante requiere de una respuesta. Respuesta que puede consistir en generar otra opinión a favor o en contra, de apoyo o de rechazo, de revisión o de complementación. Y también en tomar la decisión de actuar en consecuencia, de darle seguimiento y asignar los recursos que se necesiten, y de delegar en las personas e instituciones idóneas el que se ejecute lo aprobado por tal grupo.<br />
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Además de participar otorgando su opinión, otros pueden hacerlo proporcionando ciertos criterios que pueden usarse o aplicarse para analizar y evaluar las opiniones y las propuestas de otros. Así, quien participa otorgando tales criterios, especialmente si se trata de casos y de conocimientos técnicos, tecnológicos, científicos y especializados, se limitará a otorgar y exponer ciertas reglas, consideraciones, advertencias y avisos que se deben ocupar y tomar en cuenta para juzgar la participación de otros.<br />
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Yo propongo aquí, los siguientes criterios de validez para evaluar propuestas ajenas: 1) Toda propuesta u opinión para participar debe ir dirigida a un destinatario individual o grupal particular e idóneo, para la finalidad que desea alcanzar, pues una participación no es igual a una noticia o anuncio públicos, y deben recibirla o escucharla aquellos que pueden proceder con ella; 2) la extensión del texto, cuando se trata de una propuesta escrita, o la duración del documento, cuando se trata de medio audiovisual, deben ser las adecuadas para contener todo lo que se quiere y se requiere decir, y al mismo tiempo, para que pueda ser apreciada, estudiada y valorada correctamente, en el escaso tiempo que se tiene para atender cualquier cosa, y evitar así que algo importante y necesario se ignore, por ser demasiado larga; 3) la opinión debe estar estructurada, siguiendo las pautas usuales de organización del contenido por secuencias de tiempo o espacio, jerarquía de asuntos, pasos a seguir, exposición de funciones, causas y efectos, y otros similares, según convenga a la situación, al tópico y a los objetivos; 4) los objetivos o pretensiones, deben estar bien formulados y cumplir con los requisitos acostumbrados para que sean dimensionables y realizables, entre otros criterios, y deben estar sustentados por argumentos válidos; 5) toda la propuesta, el conjunto de la opinión y sus partes, debe poseer coherencia interna, y debe estar redactada en forma comprensible –aún en sus contenidos técnicos y especializados- para todos los posibles públicos o audiencias que actuarían como agentes decisores respecto de la misma; 6) deberá haber sido presentada con pertinencia, tanto en lo que se refiere al asunto principal que contiene, el cual debe estar acorde con la circunstancia en la cual se intenta participar, como en cuanto al tiempo cuando se entrega, ya que la ocasión debe ser propicia, y además debe considerarse el tiempo que se requiere para hacer un estadio y apreciación razonable de la misma; 7) su cotenido debe tener validez técnica y lógica, como ya se mencionó, pero también, aquello que se propone, o se pide, se exige, se persigue y se sugiere, debe ser viable, en tanto que pueda ser realizable conforme a los recursos de todo tipo que se poseen o se puedan conseguir; 8) y debe estar suscrita por una persona, o grupo de personas, o por los representantes legítimos de una entidad u asociación de personas.<br />
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<em>Criterio de inclusión o exclusión</em>.- Paradójicamente, es virtualmente imposible incluirlo todo en un espacio o entorno limitado, pero sí es posible excluirlo todo hasta crear un vacío. Si traemos a discusión las nociones y prácticas de inclusión y exclusión en el ámbito de la participación en lo político, en la acción social, en la deliberación institucional, en el desenvolvimiento comunitario, y otros parecidos, nos encontraremos con una situación similar, pero que adquiere comportamientos y significaciones distintos. En ésos ámbitos, los extremos imposibles son admitirlo todo, y el negarlo o rechazarlo todo. No se podría admitir toda clase de propuestas, sugerencias, peticiones, intenciones, propósitos y metas, porque ahí habría contradicciones, exclusiones y negaciones mutuas, y redundancias. Y tampoco se podría excluirlo todo, porque ello conduciría a un estado de inacción y de vacío en los cuerpos institucionales o agentes decisores y evaluadores. Además, el negarlo todo, resulta contradictorio porque también se tiene que negar la negación. En ambos casos, la inclusión y la exclusión total se torna imposible de operar y ninguna decisión o acción sería efectiva. <br />
Por ello, se requiere la práctica de la inclusión y de la exclusión, ya que funcionan como una puerta, como un mecanismo binario, como un interruptor de encendido o apagado. Pero, para hacer que la inclusión y la exclusión sean más justas, lógicas y efectivas, se requiere determinar sus criterios de operación, evaluación y aplicación.<br />
Los diferentes filtros que se usan para excluir o incluir, para usar una imagen gráfica, se asemejan a un colador como los que se usan en la cocina, o de manera más complicada, a los que tienen algunas máquinas para evitar que partículas extrañas y dañinas la afecten. Así, la malla de filtrado de un colador puede variar en tamaño, de manera que lo que se cuela se disgregue y se convierta en un fino polvo o uniformente grueso, como si se quisiese obtener cosas de mejor calidad y mayor efectividad, o para ser tratadas de una manera equivalente, si se tratase de ideas y opiniones, y ello sería más incluyente; o también pueden variar en la forma de los agujeros, de manera que solo lo que tiene cierto aspecto y forma puede pasar; ya sea –en ambos casos- para apartar las partículas demasiado gruesas o que no tienen la forma adecuada y permitida, lo que sería un trato más excluyente, por así decirlo. Y, según sea lo que se pretende conservar: lo que cae abajo de la malla o lo que queda arriba en la malla, la perspectiva de la inclusión o la exclusión y de lo que se excluye o incluye también cambia. Ahora bien, los filtros tienen otra característica, y esta consiste en su resistencia, pues existen filtros que soportan la humedad o el calor y otros no; así, un filtro en el ámbito de lo social y de lo político, algunos filtros resistirán los embates de una situación conflictiva o de crisis, y otros no, y ello afectará la naturaleza de la participación en ciertas circunstancias difíciles. Por otra parte, los filtros requieren mantenimiento y evaluación periódicos, para que sigan operando óptimamente conforme a lo que se busca de el o con su aplicación, ser incluyente o excluyente, y de cuál manera.<br />
Si usamos la metáfora del filtro incluyente o excluyente como parte de un mecanismo más complejo, eso nos permite reflexionar sobre otros aspectos. Así, para comenzar, si nos preguntáramos: ¿Cuándo ocurre la inclusión o exclusión?, ¿durante cuánto tiempo opera la misma? Las situaciones posibles son las siguientes: a) Que la inclusión/exclusión sea de carácter permanente, ya sea que las puertas para la participación estén siempre abiertas o, por el contrario, siempre cerradas; b) que los espacios y dispositivos para participar (o que se restrinja hacerlo), sólo operen periódicamente, de manera regular, durante algunos días, semanas o meses del año, o cada tantos años; c) que tal apertura o bloqueo ocurra solo cuando ciertas y específicas o reguladas condiciones o requisitos se cumplan; d) el dispositivo de participación y decisión ocurra en una sola oportunidad, un momento singular y único, para arreglar o acordar un cambio que será de carácter permanente (y posiblemente sin oportunidad de retornar a la situación previa); y por último, aunque no sería lo más recomendable e) que los procesos y reglas para participar, es decir para ser incluido o excluido en los mismos, sucedan de modo ocasional e irregular, talvez cuando se crea que circunstancias así lo exijan o la voluntad manifestada de un líder o de un grupo con poder lo impongan.<br />
Si todas estas reglas de operación son claras, y comunicadas oportunamente, los actores, agentes, ciudadanos y organizaciones sabrán cuándo es el momento de exigir ser incluidos, o de no sentirse excluidos cuando los filtros están cerrados o en receso.<br />
Cuando se nos incluye, y tanto más cuando se nos excluye, es válido preguntar: ¿porqué razón? Lo normal es que, bajo cierta regulación, tales y cuales cosas sean excluidas o se les permita ser incluidas, siempre. Aunque, también puede ocurrir que la misma cosa (opinión, sugerencia, petición o propuesta) a veces sea incluida y en otras excluida. De tal manera, si algunas veces sí se aceptan algunas voces o propuestas y otras no, entonces es necesario saber cuál es la causa o el mecanismo de ésto, con el fin de esclarecer si tal comportamiento no es algo arbitrario o si se está cometiendo alguna injusticia. Y también se hace necesario que los agentes decisores expliquen las razones en las que se basan o se basaron, y que los agentes participantes las comprendan, y repliquen o apelen, si se justifica hacerlo. Siempre existen diversos factores concomitantes o determinantes, elementos atenuantes o suscitantes, o series de eventos y procesos circunstanciales que afectan el modo como decidimos entre varias opciones (cuando tales existen).<br />
A las reglas y convenciones para incluir y excluir existe una correlación aplicable, según el caso, a situaciones específicas, así: a) Si alguna propuesta o petición resulta excluida porque ciertos cuerpos legales o los requisitos de algunas leyes específicas así lo mandan, entonces, se debe pensar en la posibilidad de, y actuar en consecuencia, cambiar y ajustar la legislación correspondiente para poder incluir aquello, si ello fuese posible y conveniente; b) si la exclusión se justifica por razones científicas, es decir, porque aprobar aquello puede provocar algún perjuicio social o ambiental, o porque la tecnología disponible no permite su ejecución o realización sin riesgos y garantías, entonces se debe demostrar de modo irrefutable que la decisión se apega a la ciencia; c) si se alega que la solicitud no corresponde bien con alguna o algunas tradiciones, usos y costumbres vigentes, entonces, más que excluir la propuesta, lo que conviene es iniciar un proceso participativo de cambio consensuado de aquellas tradiciones, si lo que se persigue con tal cambio es un bien mayor; d) si los criterios de exclusión hacen referencia a la moral o a principios éticos que se transgreden, entonces, lo que conviene es aprovechar la coyuntura para motivar a los agentes y grupos participantes a reflexionar sobre ello, para que tales razones sean mejor comprendidas y eventualmente aceptadas, con lo que se inicia un proceso de educación y sensibilización de las personas que creían estar en la posición correcta; y, por último, e) si lo que se pide tiene defectos de lógica o carece de tal, entonces debe justificarse el rechazo por tales errores y carencias, y la petición o propuesta debe ser revisada y reformulada por las personas o grupos que la proponen antes de reclamar, apelar o sentir que sus derechos han sido vulnerados.<br />
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Ahora, conviene preguntar: ¿Qué es lo que se excluye o incluye? Si se trata de crear o de fomentar la participación de personas, de grupos, y de la sociedad civil organizada en general, entonces, no han de ser tales las que se han de proscribir o frenar. En cambio, es aquello que se pide, reclama, exige, sugiere o propone lo que se somete a análisis, escritunio o evaluación, y termina siendo incluido o excluido según el caso. Además, aquello puede ser excluido en todo o en parte, por las razones que se expusieron antes. Si la exclusión es parcial, debe existir un procedimiento que permita que la propuesta o petición sea reelaborada para corregir los defectos o carencias que tenga. En otras ocasiones, es el aspecto formal el que impide que el recurso de participación no se concrete: por ello, si existen formas, fórmulas y procedimientos establecidos, a los que debe apegarse toda participación para ser admitida e incluida, éstos deben darse a conocer amplia y oportunamente, para que los interesados los sigan, o tengan la oportunidad de cuestionarlos, si conviene. También, una causa importante y frecuente de posible exclusión son los impactos, consecuencias, efectos que la aceptación y aplicación de lo pedido, exigido o sugerido pueda ocasionar, y los precedentes inadecuados que pueda asentar, por lo que es preciso que las evaluaciones sean hechas de manera integral.<br />
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Por ello, no caben las excusas que a veces se dan para no incluir o rechazar un acto o un documento de participación, como por ejemplo, cuando se dice que “ahora no es el momento” para tal o cual cosa, para hacer tales cambios o iniciar tales acciones. Entonces, hay que preguntar: “¿cuándo será el momento?”. Y aquí solo existen dos alternativas: a) Que el momento sea determinado, es decir, que sea factible, que se plantee realizar la acción dentro de un plazo creíble y razonable, o bien que se declare imposible, y se justifique el porqué lo es desde la ley, la ciencia y la lógica; b) que se afirme que el momento adecuado para decidir y actuar es algo indeterminado o que no puede determinarse, y en tal caso, lo que ocurre es que se está dilatando la decisión real u ocultando la influencia de otros intereses y poderes. <br />
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La dinámica de la participación también puede verse como un sistema, con entradas y salidas. Así, la entrada o insumo podría ser el acto de participación y aquello que se pide, o es demandado por parte del participante. La serie de procesos internos que ocurren desde que la participación es aceptada sería el componente central del sistema, es decir, todos los mecanismos, operaciones y servicios que otorga la entidad que actúa como decisor, mediador o evaluador en los procesos participativos. El resultado o producto de tales procesos y operaciones es la propia inclusión o exclusión resultantes.<br />
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Pero, en los procesos de inclusión y exclusión ¿quién o quiénes actuan como filtro? Hay cuatro posibilidades: a) Una sola persona, que actúa bajo la figura de un funcionario designado como evaluador, analizador y con potestad para decidir sobre e incidir en los procesos y que basa sus criterios en sus valores y experiencia; b) un grupo de personas, en la forma de un comité o una comisión especial que de igual manera, analiza, evalúa y decide, integrando criterios diversos provenientes de diversas disciplinas, posiciones, intereses y prácticas; c) un grupo mayor de personas en una asamblea ante las que se somete a votación una propuesta que retoma de manera resumida aquello que ha sido a su consulta de manera más extensa y completa; y por último, d) una máquina o un mecanismo automatizado, como una base de datos y un sistema de inteligencia artificial, que luego de analizar, combinar y comparar miles de datos y variables arroja una recomendación o un reporte en base al cual cualquiera de las instancias anteriores toma la decisión final.<br />
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La siguiente e importante cuestión es: ¿Cómo se filtra? Aplicando al menos lo siguiente: a) Una evaluación metódica, que utilice criterios y herramientas establecidos en base a la experiencia conjunta de los miembros del grupo decisor y de ser posible sometidos a consulta y discusión con otros actores de la sociedad civil, o adaptando los métodos elaborados por organizaciones internacionales, de investigación, no lucrativas y otras parecidas y que suelen aparecer publicados por ellas mismas; y b) mediante un análisis que calcule y compare todos los elementos de la propuesta o petición con los estándares reconocidos en tales casos, para saber si se adecúa a ellos. De no ser así, la decisión sobre admitir o rechazar una propuesta o una participación en un proceso, sería caprichosa y basada en meros prejuicios.<br />
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La última cuestión en este apartado, es la que atañe a la velocidad y capacidad de respuesta de las entidades, grupos instituidos o comités dedicados a la recepción, evaluación y aprobación de los actos e instrumentos de participación. ¿Cuánto se tarda o se debe tardar tal instancia en filtrar o responder? Es preciso regular los periodos de admisión y recepción de participaciones, así como el tiempo de respuesta a las mismas por parte de la entidad. Tal entidad está obligada a no hacer dilaciones innecesarias e inconvenientes para el buen desempeño de los procesos de participación. No importa si la respuesta es aprobatoria o denegatoria, o si el resultado es incluyente o justificadamente excluyente, la respuesta debe ser entregada y publicada en un plazo adecuado y conveniente para todos los actores involucrados en el proceso y para la sociedad misma en conjunto. De otra manera, los obstáculos a la participación pueden desencadenar luchas y batallas sociales. Por ello, se debe establecer castigos y sanciones para el agente o funcionario decisor que obstaculiza con mala intención la fluidez de los procesos.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-89634514635081932042010-08-05T14:08:00.000-07:002010-08-06T14:24:44.877-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 3<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 3</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas (2010)</em><br />
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<strong>2 Los autores, los lectores y el impacto de la reputación</strong><br />
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No todos los autores tienen la misma nombradía ni la misma calidad. Como lectores, nuestra actitud y nuestra confianza ante alguna obra de un autor se ve modificada, influenciada y hasta condicionada según la posición que tal autor ocupe en los entornos culturales y en la historia de una ciencia en particular; o bien, el lugar en el que lo hayamos colocado en nuestras propias escalas de gustos y adhesiones.<br />
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En este punto de mi reflexión quiero tratar acerca de cinco posibles tipos de autor según la relación que éstos tengan con la opinión o la fortuna públicas, o cuando son autores vivientes, la percepción que de ellos tengan sus lectores y próximos. Así, en una escala no necesariamente descendente, yo digo que hay autores famosos, autoridades válidas, autores vivos, autores nuevos, y autores que son nuestros íntimos o al menos amigos.<br />
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<em>Autores con fama</em><br />
Algunos autores logran reconocimiento mientras viven, ya sea que publiquen una obra que pronto los lanza como éxitos de librería, y venden miles o decenas de miles de ejemplares, y hasta más que eso; y después, pronto son traducidos a muchos otros idiomas; lo que de alguna manera favorece que títulos posteriores tengan un éxito igual o semejante. También, hay otros que reciben algún premio importante, como homenaje a la suma de la obra que tengan publicada hasta ese momento. En cambio, hay otros que obtienen reconocimientos así hasta que mueren o mucho tiempo después de muertos –y eso en ambos casos eso es una desdicha- cuando algún estudioso de renombre los descubre y los promueve.<br />
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En este apartado mencionaré primero algo respecto de la lectura de aquellos autores con fama que ya están muertos y dejaré para después el caso de los que se vuelven famosos mientras viven. Acerca de un autor reconocido siempre encontraremos alguna referencia biográfica, bibliográfica y crítica en enciclopedias y diccionarios, en libros y revistas, y en sitios y directorios de internet. Si en principio no sabíamos nada o sabíamos muy poco acerca de tal autor, en esas fuentes obtenemos alguna idea acerca de quien era y de su trabajo y de las etiquetas bajo las cuales se le coloca. Entonces, el modo como nos acercamos a un autor con diversa fama pero bien asentada, y las expectativas que se podrían despertar en un lector cualquiera, y hasta en un especialista, estarán motivadas, movidas y conformadas por esa tradición previa que hace referencia a ellos, que nos puede inducir o persuadir a continuar prestándole respeto o a continuar con su desprestigio.<br />
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Ya que el autor muerto y reconocido ha sido marcado y remarcado, sintetizado y comentado, ha logrado su espacio en la historia y en las historias del pensamiento y de la literatura, el modo de verlo, leerlo y entenderlo ya ha sido estatuido por la tradición académica o científica. Aunque siempre queda abierta la posibilidad de que surja algún comentarista y comentario nuevos que proponga una interpretación diferente.<br />
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En cambio, si se trata de un autor no tan reconocido, y de que su muerte ha acaecido en el tiempo presente o cercano a la época, puede ocurrir una de dos situaciones: una, que al acallarse su voz y su pluma, y luego del transcurrir de los años, décadas (y después hasta siglos), se quede solo ocupando espacio en los estantes de librerías, bibliotecas, catálogos y bases de datos. Pero, también en algunas ocasiones, la noticia de la muerte de un autor muy bien o medianamente reconocido, puede provocar un renovado interés en él, aunque sea localmente. Ya sea porque tras su muerte no habrá más obra de tal autor, o porque se le destina algún homenaje póstumo, o porque algún estudioso y admirador suyo decide hacerse cargo de revisar, ordenar y editar todo lo que el difunto autor haya dejado inconcluso o concluso pero sin publicar.<br />
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Hay algunos factores que inciden en la posibilidad de obtener mayor éxito en el reconocimiento, difusión y distribución comercial de un autor. Para mí los más importantes son los siguientes: a) la lengua en la que se escribe, pues las lenguas en las existen grupos editoriales fuertes, cadenas de distribución efectivas, y un mercado de lectores y compradores amplio son más favorables; b) la compañía editorial que lo publica, lo publicita y lo distribuye, pues eso podría garantizar una mayor posibilidad de que el libro se convierta en un producto visible y accesible en diversos canales y medios; c) el país y la ciudad de residencia del autor en un momento dado, también contribuirá a forjar redes sociales y capital social, lo que a su vez podría fomentar un buen nombre para él y ello redundará en oportunidades de presencia en eventos públicos, culturales y en medios de comunicación; d) los temas y tópicos sobre los que se escribe, los que deben reconocibles para la mayoría, y con un significado versátil y adaptable que motive a los lectores a adquirir la obra y leerla. <br />
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Pero, no es lo mismo la fama editorial que pueden llegar a alcanzar y alcanzan las obras y los autores de ficción, que el prestigio y la validez científica y técnica que adquiere un autor de tratados o de artículos sobre tópicos que atañen a su zona de acción y creación disciplinaria, interdisciplinaria y multidisciplinaria.<br />
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<em>Autoridades válidas y vigentes</em><br />
La autoridad de un autor no se refiere a una especie de poder que él tenga, por ejemplo, sobre sus lectores o sobre la opinión pública. Un autor es considerado autoridad en una ciencia, y más bien en una parte o una especialidad de ella (porque toda ciencia es demasiado extensa y profunda como para que cualquiera pueda dominarla toda igual en cada una de sus partes), cuando cuando ha conocido un problema o un tópico de manera especial, y también cuando ha descubierto, formulado, propuesto, inventado o innovado, algo que desde entonces se vincula a su nombre, y ahí es donde reside la fuerza de su influencia en los lectores y estudiosos.<br />
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Así es como un autor se convierte en autoridad en algo, y ese algo es o puede ser un tema o un método que domina y con el cual crea otras cosas o formula propuestas teóricas, y cuando es pertinente, al aplicar sus conocimientos expertos a situaciones de la realidad soluciona problemas, conflictos o genera transformaciones y desarrollos. Pero, también un autor puede llegar a ser autoridad respecto de alguien, es decir, en la vida, la obra, el contexto y el pensamiento de otro autor. Y en tanto tal, ofrece y otorga, así como pretende y defiende, sus presentaciones, comentarios y síntesis, así como sus interpretaciones de y cuestionamientos a aquel otro autor. <br />
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En cualquiera de los dos casos, su condición y calidad de autoridad se manifiesta por medio de los discursos y textos que dice y redacta, de las conferencias que dicta, de los cursos que imparte, de las opiniones con que responde, así como con los artículos y libros que escribe y publica.<br />
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El atributo de ser un autor que se considera como fuente o referencia válida, y hasta en parte obligada, se detenta cuando sus ideas se pueden ocupar y aplicar para comprender un aspecto de la realidad o un fenómeno, resolver algún problema, responder a cuestiones difíciles, componer una teoría o un método.<br />
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Cuando se considera que el autor ha perdido actualidad y valer, entonces queda como una curiosidad, propia de eruditos, o como algo a lo que se alude con gracia, se le menciona como antecedente de teorías o hallazgos posteriores y más sólidos, o como ejemplo histórico de tendencias de otras épocas. Y hasta pueda ocurrir que no se le vuelva a mencionar jamás.<br />
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Un autor solo se mantendrá vigente, como ya lo he dicho arriba y en otros ensayos, mientras provoque alguna agitación y citación pertinente entre pensadores y escritores. Si todo ésto último es verdad, entonces, algunos autores han de perder vigencia en un momento dado. Porque un autor puede perder vigencia, aunque se mantengan en uso, discusión y difusión sus conceptos y categorías, fórmulas y modelos, cuando su nombre acompaña a tales cosas solo como nominación para la cual no se establece ningún vínculo que remita a la persona que las creó, o cuando se han mudado en lugares tan comunes, que ya la mención de autoridad carece de sentido.<br />
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Cuando se pierde o se olvida el enlace entre ciertas ideas, conceptos, formulaciones y categorías y la mención de responsabilidad y creación o aparecimiento vinculada al nombre y la época de un autor, entonces tal autor perderá relevancia y reconocimiento. Pero, sobre la validez y vigencia de las ideas, formulaciones, conceptos y categorías en cuanto tales, trataré más adelante.<br />
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<em>Autores vivos y la opinión pública</em><br />
De un autor ya muerto se ha dicho, se dice y se continuará diciendo algo mientras algo de lo que escribió encaje en las corrientes discursivas e ideológicas en boga. Pero, sin importar lo que se diga y haga con sus obras, o las etiquetas que se le peguen, el autor ya no podrá sufrir por las denostaciones ni gozar de los halagos. <br />
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Sin pretender construir una definición, un autor vivo es aquel individuo escritor que ha logrado publicar en cualquiera de los medios acostumbrados, como son empresas editoriales, periódicos, medios de comunicación audiovisuales, e incluso internet; y que también ha conseguido provocar algún tipo de debate serio y de calidad (aunque también los rumores, las pláticas y los posteos menos formales ayudan significativamente a crear presencia pública), de manera que ya no solo es un escritor privado, que escribe para sí mismo y para compartir uno que otro texto con los cercanos y amigos, sino que se convierte en un actor o en un agente de opinión, de generación y de entretenimiento, porque no solo se lee para adquirir conocimiento o entendimiento, sino que se lee mucho para distracción y por ocio.<br />
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La opinión pública acerca de un autor se forma y conforma a partir del aparecimiento continuado de su nombre e imagen en los medios de comunicación y difusión de todo tipo y clase, en las fuentes de consulta comunes, y mediante actividades intencionadas y concertadas o no, tanto de seguidores y detractores, como las de los foros y páginas en internet que se les dedican. Consiste pues, en la suma posible o potencial de opiniones comunes a aquellos públicos del autor, consistente en aficionados, lectores, estudiosos y otros, no necesariamente especializados y doctos (pues, esos públicos constituyen otro mundo de opinión de naturaleza distinta a lo que se llama opinión pública, sino opinión erudita, culta, técnica o científica de la que trataré más adelante). También, la opinión pública sobre los autores se fomenta y se refuerza mediante la presencia física de sus obras en las tiendas, catálogos, anaqueles y vitrinas; y del autor mismo, en eventos culturales y presentaciones en librerías.<br />
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La opinión pública, entonces, puede serle favorable o desfavorable, a cualquier autor. Pues, por ejemplo, si a un autor se le vincula a un cierto régimen político, a ciertas corrientes ideológicas o religiosas, y hasta a ciertos acontecimientos controversiales; entonces las actitudes y sentimientos de los lectores y consumidores, estarán muy divididas. Aunque existe la virtud de que el autor vivo puede defenderse y debatir, responder a sus lectores y a las críticas, lo que bien y sabiamente utilizado puede ser una ventaja para lograr una opinión pública favorable.<br />
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El autor vivo puede, y hasta se le puede recomendar, utilizar estrategias y tácticas de mercadeo de su nombre, de su persona y de su imagen. Ello requiere que establezca una relación productiva con los medios de comunicación, con los establecimientos de comercio y distribución de libros, y con entidades dedicadas a la promoción cultural. Así se le dedicarán sendas entrevistas, notas y reportajes, asistirá a presentaciones y firmas de sus libros, o dictará conferencias o cursillos a grupos afines o interesados.<br />
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También, puede ocurrir que el autor vivo consiga lucrarse del producto de la venta de sus obras, o del ejercicio de su profesión, y vivir como tal, siendo escritor literario, o en cualquiera de sus otras manifestaciones: conferencista, reportero, crítico, comentarista, generador de opinión, divulgador, formador, ensayista, y alguno de los otros roles relacionados con la producción intelectual, académica y científica. Algunos autores vivos logran obtener notables beneficios en imagen, fama y fortuna por medio de la adaptación de sus obras al cine, al teatro o a cualquier género o medio diferente de la manifestación impresa original. Y, en mi opinión, el que un autor se beneficie tangible e intangiblemente de su trabajo y su obra no debe ser juzgado negativamente.<br />
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La duración de la presencia en la opinión pública es transitoria y evanescente. Ya que, si aparece otro autor cuya fama sube y crece más que la suya, o los temas sobre los que escribe tienen más gusto o más pertinencia con las circunstancias presentes, y si ese fenómeno se repite con otros autores nuevos o recién descubiertos, en condición similar, los nuevos autores se convierten convierten en la nueva tendencia del gusto, de la opinión y de la crítica. La reputación conquistada por la generación anterior de escritores se ve disminuida y ocultada, a menos que un suceso ocurra como novedad oportuna y los haga saltar de nuevo a las pantallas y portadas de todos los medios de difusión y comunicación. Y luego, el renombre de un autor vivo, al morir éste, como ya lo mencioné, no solo se renueva, sino que la opinión pública sobre él se transforma. Especialmente, porque, quiérase o no, cuando muere un autor que nos agrada y apreciamos, casi sentimos como si perdiésemos a un amigo. Y sobre lo autores que son nuestros amigos, dedicaré un apartado más abajo.<br />
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Algo sí debe quedar claro, aunque un autor sea famoso y sus obras de calidad, a mí o a cualquier otro lector, pueden no gustarnos ni servirnos, pues los lectores no estamos obligados a seguir y gustar de ciertos autores y sus ideas solo por la fama que tienen, y tenemos derecho a elegir lo que leemos y estudiamos, o las corrientes a las que nos adherimos, si acaso a alguna. Aunque, visto de otro modo, los lectores, más o menos informados, más o menos críticos, pueden verse beneficiados de ese flujo de opiniones, de críticas y de información acerca de un autor vivo. Así, un crítico, un profesor o un conferencista puede aprovechar la fama pujante de aquel para evocar y citar un texto de o una anécdota sobre un autor, del cual la mayoría del público está enterado y cuyas ideas u obras las percibe como algo familiar. Colocándose así, el orador, en fila con las tendencias reinantes y apareciendo él mismo como un sujeto que está actualizado y habla conforme la moda.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-53011972220560581442010-06-10T13:00:00.000-07:002013-03-31T16:27:00.513-07:00Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 4<strong>Sobre la participación y representación: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><strong> 4</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
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<strong>3 Del modo de participar (continuación)</strong><br />
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b) <em>Dar una opinión, criterio o aporte:</em> Gracias a lo último que dije en el apartado anterior, es que le dedicaré espacio a otro modo de participación que considero muy importante. Se trata de un modo de participar que consiste en dar una opinión personal sobre algo, proporcionar criterios respecto de algunas opciones o posibilidades, o en otorgar un aporte basado en la experiencia o en la sapiencia. Aunque las tres cosas se parezcan, yo intentaré mostrarlas desde aspectos y funciones diferentes.<br />
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<em>Canales y medios</em>.- Para que alguien pueda participar dando su opinión, deben existir canales que posibiliten hacer llegar tal opinión a quien o adonde corresponda. Así, desde un enfoque específico referente a si la opinión es solicitada o no lo es, existirían dos canales posibles. Un canal por medio del cual se solicite la opinión de personas idóneas, o la de otros interesados, y también la de aquellos que en cierta manera estén obligados a darla. En este caso, la persona podría dar su opinión solicitada por medio de una entrevista dirigida que se le haga, o un cuestionario que ese le envíe. Puede ser que también una entidad proporcione un buzón abierto al cual se pueden hacer llegar las opiniones, ya sea de manera impresa, o por medio de un formulario en internet, o por medio del correo electrónico. Y, en una última modalidad, que se convoque y reuna a quienes desean dar su opinión –o a quienes se desea escuchar- en un lugar apropiado, y se les vaya recibiendo su opinión expresada en forma oral o escrita. O que se organice un proceso de consulta con las dinámicas y procesos participativos que convenga utilizar según la circunstancia.<br />
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El otro canal, es aquel donde la opinión no ha sido solicitada, pero se permite hacerla llegar. Así quien desea entregar su opinión puede hacerlo por medio de una oficina o lugar de recepción de escritos u oficios, o también podría permitirse hacerla llegar por medio del correo electrónico, o de un foro de opinión electrónico moderado para tal efecto. De cualquier manera, acá es indipensable que haya alguien específico –una persona o un equipo de trabajo- que recibe, y que lee y estudia, las opiniones entregadas. Lo cual es casi como decir que “escucha” tales opiniones, y les da el seguimiento que corresponda. Pues solo así tales opiniones recibidas se convertirán en participaciones en un proceso cualquiera.<br />
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Ya traté acerca de los canales, ahora quiero mencionar algo acerca de los medios. Ya mencioné también que la opinión, ya sea solicitada o permitida, se puede dar o entregar en forma oral o escrita. Si se otorga en forma escrita, el registro de tal opinión ya está creado, y solo se requiere de un sistema de almacenamiento, conservación, procesamiento y análisis del texto. En cambio, si la opinión se proporciona en forma oral, entonces se requiere de dos procesos distintos para registrarla. Uno de ellos, el menos fiel, puede consistir en que alguien toma nota del extracto o de lo que le parece relevante de ella. El otro, y sin duda más fiel y con más potencial, consiste en crear un registro grabado en algún medio magnético o digital, solo de audio o también con video, del participante y su discuro; el cual, posteriormente se debe convertir a texto digital para poder hacer más cosas y análisis con él. E igual, se debe crear los sistemas de almacenamiento, conservación y procesamiento que convenga. Y, en ambos casos de los mencionados aquí, se deben establecer políticas acerca de la duración del archivo, almacenamiento y conservación de los originales y copias que se hayan hecho de las opiniones que se han recibido, por cualquiera de los canales y medios, antes de ser destruidos o descartados definitivamente. Aunque, en una situación ideal, se debería poder conservar todo eso completo, para la posteridad.<br />
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¿Es posible dar o expresar una opinión en un modo no verbal? Quiero pensar que sí, es posible. No se puede ignorar los medios gráficos y audivisuales –e incluso gestuales convencionales- para expresarse. Así, alguien puede expresar su opinión por medio de imágenes que él mismo haya dibujado o pintado, o presentar fotografías que pudieran testimoniar lo que quiere transmitir, grabar un video o un audio con sus palabras o de cosas que pretende mostrar como apoyo a su posición, hacer un cartel o una pancarta y exhibirla, o elaborar esquemas gráficos y diagramas, así como otra clase de figuras y planos, los que junto a textos explicativos y etiquetas, en conjunto proporcionan el mensaje que quiere comunicar.<br />
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<em>Opiniones</em>.- Una opinión debe poseer algunos elementos para que sea más completa, a adecuada y eficaz. A mi juicio, la estructura básica de una opinión debe considerar algunos aspectos como los que menciono a continuación. <br />
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No se debe comenzar con saludos, ni halagos, ni agradecimientos porque eso no tiene valor para el planteamiento de la opinión propia, y constituye solo una dilación o distracción. Pero, a veces, se puede comenzar con encadenar la propia opinión con algo que ya se ha dicho antes, lo que es como introducir la propia opinión retomando un argumento o afirmación de otro, ya sea para refutarlo o para apoyarlo. Pero, es mucho mejor si como introducción se dice de manera resumida aquello de lo que se va tratar o la tesis que se va a sostener. <br />
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El cuerpo de la opinión lo constituyen los argumentos que se presenten. Un argumento, como se sabe es un razonamiento, más o menos estructurado, que contiene afirmaciones, negaciones o refutaciones, y que conduce a una proposición lógica o a una conclusión válida. Existen diversos tipos de argumentos y de argumentaciones, pero se puede decir que los más comunes son aquellos que ofrecen pruebas documentales o datos e informaciones de autoridades válidas y competentes, los que hacen comparaciones y analogías también válidas, los que proporcionan ejemplos de apoyo, los que explican las causas y los que hacen deducciones formales de premisas. <br />
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Opinar en base a la experiencia técnica y práctica que se tenga con relación al objeto sobre lo que se quiere contribuir resulta esclarecedor tanto para la persona que opina como para su posible audiencia, porque le proporciona parte del fundamento realista a la opinión. Por otra parte, también otros elementos contribuyen a basar la opinión, estos son los conocimientos teóricos y fundamentados en categorías y conceptos de diversas ciencias que pueden servir como apoyo y enriquecimiento de una opinión, aunque tales no son la opinión propia, ya que ésta debe estar conformada por las conclusiones o por las proposiciones a las que la persona que opina ha llegado luego de un procedimiento de reflexión y comparación, entre la experiencia, la ciencia y la consecuencia de todo ello, de manera integrada. <br />
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Cuando se trata de opinar para participar en un proceso, también conviene basarse en su experiencia y vivencia, más que en citar autores literarios o cientistas y actores políticos del momento; con la salvedad de aquellas experiencias y vivencias personales deben ser consideradas solo como elementos de juicio, como una evidencia más, o como algún punto de partida. Ya que, si bien opinar desde lo acontecido en una vivencia personal, en ocasiones puede ser interesante, y siempre constituye un testimonio, ello no es suficiente aunque sí puede ser útil. Pero, no porque lo que le sucedió a alguien sea ejemplar y se deba generalizar, sino porque tal testimonio o anécdota sirve como ilustración de la situación que se está exponiendo, pero nada más que eso. <br />
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Pero, en busca de proponer algo que se pueda tomar en consideración, algo que pueda contribuir a tomar una mejor decisión, algo que involucre las visiones y las expectativas de otros, todos esos elementos y factores sirven para opinar con conciencia. Lo que siempre se debe evitar al opinar, son los insultos, los sarcarmos, tomar los rumores como verdad y hacer acusaciones contra personas, porque eso no contribuye a la controversia, sino que la obstaculiza y hasta la destruye.<br />
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Por último, conviene que toda opinión que se presente incluya una conclusión efectiva. Existen varias formas de preparar una conclusión. Lo más usual es reafirmar el argumento principal, la proposición primordial, una frase que resuma todo lo dicho, o terminar con una invitación a darle seguimiento a la propuesta que tal opinión incluyó. Por ello, aunque terminar con una pregunta es menos afortunado, si la pregunta abre la posibilidad de continuar el debate, también puede usarse tal figura y concluir planteando una cuestión.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-16627382854661718442010-06-04T13:31:00.000-07:002010-06-06T14:05:18.886-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)</em><br />
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<strong>1 Punto de partida: ¿Quien es el lector? (cont.)</strong><br />
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<em>El lector oficial y académico </em><br />
Hay otro tipo de lector que desempeña un rol importante en la ciencia, la academia, los medios de comunicación, las empresas editoriales y librerías, y otros escenarios profesionales. Se trata del lector oficial y académico, quien además de ser un lector individual, en su rol público y profesional puede o podría influir en los hábitos de lectura, de compra de libros y revistas, o en la valoración sobre ciertos títulos publicados o sobre algunos autores, contemporáneos o clásicos.<br />
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El lector oficial –porque oficia una actividad propia de especialista- actúa como crítico, intérprete o comentarista reconocido y autorizado que escribe artículos para los periódicos o revistas especializadas, publica libros e imparte conferencias sobre la vida, la obra y el pensamiento de otro autor. Siendo él mismo autor, no lo logra ser expresando su pensamiento sino mediado por la vía de la interpretación del de otro. Así es como se convierte en una autoridad acerca de un autor, y al mismo tiempo de alguna disciplina o acerca de una tendencia o corriente en la cual aquel autor fue importante. La elaboración misma de comentarios sobre autores y textos es una disciplina especializada y extenuante, que requiere el aprendizaje, la utilización y la elaboración de técnicas y herramientas específicas y adecuadas a cada caso.<br />
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Del lector académico se puede decir que es aquel que lee, estudia, procesa y sintetiza, de manera selectiva y crítica, por supuesto, los textos y opiniones que sobre la vida, obra y pensamiento de un autor y su entorno, circulan en el ambiente académico, científico y editorial, y lo transmite a sus estudiantes y a otros en los cursos y conferencias que imparte, o en los artículos y ensayos que escribe. Se espera de este lector académico, que se convierta también en un crítico y un especialista en la medida que llega a conocer y consulta diversidad de fuentes, y a sus apuntes y resúmenes de lectura les suma sus aportes y conclusiones personales, con el debido rigor y apertura intelectual. <br />
<br />
Así es que y cómo los lectores oficiales y académicos producen comentarios sobre otros autores, y los publican en diversos medios, impresos o electrónicos. Los lectores de comentarios encuentran en las obras de los comentaristas un mapa o guía general acerca de un autor cualquiera, y pueden sentirse tentados a aceptar y creer todo lo que él crítico o comentarista dice y afirma, o darse por satisfechos con tales síntesis y llegar a pensar que nunca tienen o no tendrán la necesidad de leer a otros comentaristas para contrastar o de ir directamente a las fuentes, es decir, las obras de los autores, para formarse su propia opinión. Además, no hay que olvidar que la lectura y presentación de aquellos críticos es selectiva e imperfecta como todo lo humano. Además, el crítico sigue sus adhesiones a determinadas escuelas o corrientes de pensamiento, y desde esa perspectiva observará y criticará a los autores que elija, encomiándolos o condenándolos.<br />
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Sin embargo, hay que reconocer que mediante la consulta o lectura de un comentario bien hecho, se tienen y obtenienen al menos dos ventajas ineludibles. En primer lugar, se tiene la ventaja de poder acceder a textos o citas del o sobre el autor y otras fuentes, que de otra manera no se podría acceder, especialmente cuando se vive en un lugar donde no hay grandes bibliotecas o acceso a ciertos servicios de información en línea, y a las que el comentarista sí tuvo acceso, y tuvo la oportunidad y la capacidad de estudiarlas y seleccionarlas. En segundo lugar, acceder a o leer un comentario o varios sobre el mismo asunto, resulta ser una manera muy práctica y conveniente de acercarse y acostumbrarse al pensamiento, a las categorías, a las estructuras y trayectorias que se presume aparecen en las obras del autor, y por medio de las síntesis que el comentarista ofrece, se nos presentan como fáciles mapas y rutas que seguir, paso a paso y con marcados acerca de lo supuestamente más notable e importante. Pero, también hay comentarios oscuros, los que lejos de aclarar y simplificar las ideas complejas y extensas de un autor, se nos ofrecen como confusos y dubitables, redactados con verborrea altisonante.<br />
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Por lo que, una advertencia importante hay que hacer acá, y es que no hay que olvidar que el comentarista ha hecho su propia lectura y su propia selección de ideas y textos, conforme a sus intereses y gustos. La lectura de resúmenes y comentrarios, o de grandes historias del pensamiento y las ciencias, nunca va a sustituir la lectura de las obras originales, aunque sea traducidas de otras lenguas que no conocemos. De ahí que las traducciones cobran una enorme importancia, no solo porque deban ser bien hechas y completas, sino porque debe fomentarse que se traduzcan a nuestra lengua –la de cada pueblo- la mayor cantidad de textos, obras y autores. Ya que, aunque es sabio el consejo de que hay que aprender otras lenguas para leer en sus originales a los autores, es ilusorio creer que el lector y estudioso promedio dedicará gran parte de su vida y de sus recursos a aprender una o dos docenas de lenguas -porque solo dos idiomas más serían insuficientes para tan digno propósito-, para luego leer a aquellos autores a los que bien podríamos acceder en nuestra lengua, aunque sea en una traducción imperfecta pero decente. De todas maneras, yo tengo la sospecha –que no he confirmado con datos-, de que el tono y el matiz de cada época mancha el estilo y modo como se traduce un texto a otra lengua, y por ello algunas traducciones que en otra época nos parecieron buenas, en otra posterior nos parece o parecerá que no reflejan con exactitud los conceptos del original. Esto último que digo, claro está, no significa que no aprendamos o no debamos aprender, al menos a leer (y con más razones a hablar y escribir) otras lenguas, ya que unas dos o tres adicionales a la nativa, nos pueden abrir muchas puertas a conocimientos tan diversos y distintos como útiles. Pero, para mientras y para aquellos que no tienen acceso al aprendizaje de otras lenguas, las traducciones funcionan. Por otra parte, una traducción cualquiera se puede auxiliar y complementar con notas al pie para aclarar y ampliar, con tablas de las concordancias, con índices de referencias, con diccionarios especializados y otras herramientas.<br />
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<em>La presencia de los autores</em><br />
De todas maneras, los autores y sus títulos, así como sus ideas y conceptos, mantienen su presencia y parte de su vigencia mientras se cumplan las siguientes condiciones y situaciones:<br />
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a)Que continúen siendo publicados por las empresas editoriales, ya sea como reediciones de una cierta edición clave, o como ediciones nuevas con alguna mejora o ampliación. Ver títulos ya conocidos en ediciones recientes con diseños de portadas novedosos o curiosos puede provocar un interés renovado en los lectores, pues, quien ya lo tiene podría sentir deseos de volver a leerlo; y quien no, se sentirá tentado a comprarlo, y talvez a leerlo de inmediato.<br />
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b)Que los autores y sus obras principales sigan siendo vendidos por medio de las librerías en las ciudades, o en las librerías virtuales en internet. Aunque la mayoría de los lectores puede tener acceso solo a la oferta de libros disponibles en las librerías principales de su ciudad; también es importante y necesario, y a veces hasta mejor, que las librerías en internet, tanto de libros nuevos como de usados, tengan en sus bases de datos e inventarios no solo las obras principales de ciertos autores, sino también otras menos conocidas. <br />
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c)Que sus obras estén accesibles en las bibliotecas de aquellas ciudades o naciones, donde no solo se lee, sino también se escribe y se publica significativamente, tanto en medios impresos como en servicios en línea, porque así los autores siguen siendo nombrados y citados por doquier.<br />
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d)Que, gracias a esa misma continuada atención y presencia de los autores en la mente de los lectores y mucho más de los escritores y críticos, mientras aquellos autores sean comentados en publicaciones, tales como libros y artículos, seguirán siendo considerados importantes. Mucho más, si muchos críticos importantes de universidades u otras entidades, así como editoriales también importantes, les dedican sendos volúmenes especializados en ellos y no sólo algún capítulo al interior de otro estudio, o simplemente citados cuando conviene.<br />
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e)También sirve muchísimo que los autores sean comentados y citados en las ponencias de conferencias, especialmente aquellas de carácter internacional o aquellas convocadas por instituciones de renombre, las que, no sólo son luego publicadas como libros, o como volúmenes especiales de alguna revista académica, sino también en sitios dedicados a eso en internet.<br />
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f)También los autores se mantienen presentes cuando sus textos, completos o en parte, ya se trate de autores clásicos y de otros no tan clásicos o recientes, son citados y usados por los profesores en las universidades y colegios como libros de texto, material de clase o de apoyo.<br />
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g)Tal como ya lo mencioné, la presencia y existencia de cualquier autor como fuente de conocimiento se mantendrá extensa y actual cuando sus obras y textos sean traducidos a otras lenguas.<br />
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h)Sea o no lícito, sea o no ético, lo cierto es que cuando las obras de los autores son digitalizadas y copiadas en sitios en internet donde se comparten archivos y documentos, el pensamiento de tales autores es diseminado con enorme amplitud por medio de un canal alternativo a todos los otros mencionados arriba. Así, aquellos que no pueden o no quieren comprar sus libros, o aquellos que vivimos en regiones donde el acceso a bibliotecas buenas es difícil y limitado, y la compra de libros es casi imposible, por diversas razones, logran acceso a tales obras y textos, y aumentan el espacio virtual de discusión sobre ellos.<br />
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Aunque ahora los que escribimos podemos acceder a diversos espacios gratuitos de publicación en internet, o a otros servicios de autopublicación y distribución, es innegable que el hecho de ser publicado e impreso por una empresa editorial de renombre contribuye a la imagen y al buen nombre de cualquier autor. Un autor que ha sido publicado bajo un sello editorial importante, tiene garantizada en gran parte su divulgación durante un buen tiempo. Sin embargo, de muchos es conocido lo difícil que es lograr ser publicado por una editorial de prestigio, en gran medida porque para lograr eso, se tiene que superar los filtros escalonados de lectores oficiales en las compañías editoriales, cuyo papel es seleccionar aquellos manuscritos y propuestas que puedan ser eficaces como productos en el mercado de libros, lo cual, tiene mucho sentido, aunque algunos autores en ciernes sean sacrificados por un mal juicio u otro inexperto o falto de visión.<br />
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<em>La lectura y la opinión libres</em><br />
El lector promedio lee para divertirse, para entretenerse, para aprender o solo para enterarse de algo. Su propósito no es convertirse en experto en un tema, en un científico, o preparar una disertación erudita. Así que, para él una buena e íntegra traducción de cualquier autor a alguna de las lenguas que pueda leer, será suficiente. Así que, al margen de las lecturas y críticas eruditas, expertas y técnicas, la libre selección de lecturas y la opinión sobre lo que lee también libre, tienen gran importancia y significado para su vida. Se debe abondonar el prejuicio, muchas veces común en el ámbito académico, de que el lector libre promedio no “entiende” lo suficiente acerca de lo que está leyendo, a menos que tenga junto a sí a algún “maestro” para que se lo explique o un comentario de un especialista para que se lo aclare. Yo pienso que todo lector debe tener libertad de escoger cuáles autores y cuáles libros lee, o sobre qué temas lo hace, y sentirse cómodo y seguro con la comprensión y la interpretación que de ello haga. No se puede ignorar la influencia que el entorno y la época tiene sobre tales elecciones literarias, pero, por eso mismo debe fomentarse y reconocerse el hecho de que un lector no coaccionado escogerá lo que le gusta, le sirve o le conviene. Eso sí, hay que valorar y vigilar con equidad y balance la importancia que sobre tales gustos e intereses tienen los medios de comunicación social, y de difusión cultural y científica, los sistemas de instrucción y educación, las industrias socio-culturales y de entretenimiento, las tradiciones de diverso tipo, los intercambios y rumores de boca a boca en las comunidad y esferas de acción y convivencia, los mecanismos de diseminación ideológica y otros canales de transmisión de ideas y opiniones desde los actores y agentes especializados o con poder de influencia que a veces aparecen como autoridades sobre lo que se debe leer, aprender y entender.<br />
<em>[Artículo en progreso]</em>Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-81260760665958526812010-06-01T15:38:00.000-07:002010-06-04T13:32:10.236-07:00Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1<strong>Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)</em><br />
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<strong>1 Punto de partida: ¿Quien es el lector?</strong><br />
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<em>El autor y su texto</em><br />
Para ser o convertirse en un autor, hay que crear una o varias obras. Tal obra puede ser un documento o texto escrito; una figura o una máquina esculpida, ensamblada o conformada; una imagen pensada y plasmada sobre una superficie; un conjunto de pensamientos coherentes expresados oralmente o por otros medios gráficos, incluso algunos tecnológicos. Será su obra si la firma, si al publicarla presume de su autoría; de otra manera, el texto circulará –hasta ser destruido o perderse- como una obra anónima. El atributo de pertenecer, por autoridad, un texto a un autor o grupo de autores específicos, le asigna un significado distintivo. Por tal hecho se le puedan a atribuir al autor el conjunto de las ideas, argumentos, construcciones, categorías y conceptos que el autor ha desplegado y expuesto en su obra.<br />
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El autor usa su lengua materna, o alguna otra que haya aprendido, para expresarse. Algunas de las ideas, argumentos, informaciones y datos, que dice en su texto ya habrán sido dichas o habrán sido pensadas y expuestas en parte por otras personas en sus respectivas obras o por la vía de otros medios de divulgación y difusión. En algunos casos, conscientemente, citará a otros autores, o fragmentos de obras de otros autores. En otros, lo que reflejará o demostrará será el sustrato almacenado en su memoria, de toda una vida o diversas experiencias de lecturas, investigación, observación, reflexión, trabajos y prácticas. Lo importante entonces, es como dice lo que dice, como lo estructura, como lo narra e ilustra, y a que conclusiones o síntesis llega. El conjunto de todos esos elementos que el autor organiza y prepara es lo que constituye su obra única.<br />
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En este ensayo quiero ocuparme preferentemente de los textos escritos, sin importar si su soporte es el papel, o se trata de un texto digital, almacenado en o accesible por medio de un artefacto electrónico.<br />
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<em>Encontrando textos y conociendo autores</em><br />
Sólo cuando una obra llega a las manos de un lector potencial aquella podrá ser leída por él. Pero, ¿cómo nos enteramos de la existencia de una obra? Mientras se lee un libro o texto cualquiera, es posible y frecuente hallar una cita de una frase o unas ideas de otro autor. Si la cita está completa, a la par, al pié de la página, o en la bibliografía se encontrará la referencia completa de la fuente. Según la región o la ciudad del mundo en que nos encontremos, será posible –o no- hallar la obra o el documento citados en alguna biblioteca o en alguna librería de la localidad. <br />
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Aunque ahora es menos frecuente hallar catálogos impresos de las editoriales, porque los mismos se encuentran, más amplios y constantemente actualizados, en la red, en los mismos libros que leemos, muchas veces aparece alguna lista de otros libros publicados por la misma editorial en la solapa, o en las páginas finales. Otra manera de encontrar referencias sobre obras, son las propias casas editoriales que las publican o distribuyen, y por supuesto, las librerías en línea. Algunas editoriales e institutos literarios publican revistas bibliográficas con fragmentos y comentarios acerca de nuevas ediciones. Si se frecuenta las librerías y bibliotecas es posible hallar algunas en las que se pueden consultar catálogos e índices diversos sobre libros publicados en todas las áreas. Y si se visitan los sitios web de las compañías editoriales, o las tiendas de libros en internet, entonces se podrá examinar más en detalle un título buscado, ya que de la mayoría de libros en tales sitios se ofrecen las portadas y solapas, resúmenes y prefacios, tablas de contenido e índices de aquellos que venden. La consulta de catálogos y bases de datos de libros en la red cuenta, además, con la ventaja de poder ver, conocer y comparar muchísimos otros títulos que a lo mejor no se conocían. Ello nos proporciona un panorama amplio e inmediato de lo que se está publicando sobre el autor que buscábamos o leíamos, o de las obras de otros autores sobre temas que en los que se está interesado. Así, nuestro campo de referencia se amplía notablemente. Y por supuesto, la visita física y frecuentes a las librerías de la localidad nos proporciona un contacto directo, al menos con lo que se está ahí vendiendo, y se descubren otros autores, o se aprende a reconocer e identificar el carácter y la línea o espectro de ideas que marca a ciertas editoriales.<br />
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Aun cuando se posea una excelente personal, no se tiene o se puede tener todo lo que conviene o nos gustaría leer, de modo que visitar bibliotecas, ya sea para leer allí o para prestar libros para llevar a casa, es una actividad obligada para cualquier lector. Se puede comenzar por examinar los catálogos, tarea que se vuelve más fácil y graciosa ahora que la mayoría de los catálogos son electrónicos y hasta están disponibles por medio de internet. Las bibliotecas con estantería abierta son mejores que aquellas otras en las cuales hay que recurrir al mostrador, y entregarle una boleta al empleado para que vaya a buscar el libro que llamó nuestra atención, y esperar a que nos lo traigan para poder revisarlo. En cambio, en las bibliotecas de estantería abierta el lector puede, guíandose por las referencias que ha tomado del catálogo o por la señalización de los estantes y pasillos, ir a buscar el libro por si mismo, examinarlo ahí mismo y decidir si le sirve o no. Además, con entera libertad puede revisar los otros en derredor y así conocer y reconocer autores y obras de todos los temas disponibles.<br />
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Complementarias a las bibliotecas de impresos son las bibliotecas en línea. Bibliotecas digitales las hay no solo de obras clásicas en todos los géneros y campos, sino también y más importantes para ciertas labores de investigación y de formación crítica, hay muchos repositorios de documentos técnicos y de publicaciones seriadas, administrados y puestos al servicio por organizaciones e instituciones de todo tipo. Estas son otras fuentes de conocimiento sobre métodos, y sobre el estado de la discusión sobre ciertas ideas y ciertos autores que está en el ambiente académico y científico.<br />
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Aunque yo no lo apruebo mucho, otra manera de conocer textos y autores, es tomar en cuenta y consideración las recomendación personal de otro: como cuando durante una plática o una conversación alguien nos recomienda leer a cierto autor o algún título en particular. Del mismo modo, en el transcurso de alguna clase académica o mientras se asiste a conferencia, el profesor o el conferencista podría mencionar algunos textos o documentos que talvez llamen nuestra atención y nos de alguna curiosidad indagar más al respecto.<br />
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<em>El lector individual</em><br />
Llamaré lector individual, a aquel que lee un documento, o los textos o libros de unos autores, por interés y satisfacción personal, o para beneficio propio, o para apoyarse en una actividad que tiene que realizar y que requiere de los datos, informaciones y conocimientos plasmados en tales textos. El lector individual adquiere algún libro, lo presta en una biblioteca, u obtiene una copia de algo que ha sido publicado en línea, con la finalidad de leerlo enteramente o consultarlo parcialmente. Puede solo leerlo y disfrutarlo, aprender de sus ideas y narraciones, y hasta discutir para sí o con otros acerca de lo que lee; pero también puede sacar aparte anotaciones y citas acerca de lo que ha leído, o subrayar el texto o hacer anotaciones al margen.<br />
<br />
Sus hábitos de lectura son producto del entorno social e histórico en el que el lector vive, así como de los contactos personales que ha tenido, o con ciertos cuerpos de ideas transmitidos, o talvez los ha adquirido en el seno de su familia, y durante el proceso educativo en todas o en cualquiera de sus etapas. De cualquier manera, son sus hábitos, y puede mantenerlos relativamente estables a lo largo de su vida, o irlos transformando en el tiempo según las circunstancias en que se encuentre. La lectura individual, por interés y satisfacción personal, no solo mantiene el flujo de ventas de las editoriales y las librerías, o aumenta las estadísticas de usuarios de las bibliotecas, o el tráfico de los sitios web, sino que también enriquece la cultura literaria de una nación, fortalece la capacidad de tener y formar una opinión fundamentada en diversas fuentes, y le ayuda a los autores –sean personales o institucionales, vivos o muertos, de la misa época o de otra- a forjar su reputación y presencia en los círculos de ciencia y de la discusión profesional. Y eso, nos abre el paso a otro tipo de lectura y de lector.<br />
<br />
<em>[Artículo en progreso]</em>Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-86621491626858680712010-06-01T11:08:00.000-07:002013-12-30T21:40:33.145-08:00Sobre la participación y representación 3: en la sociedad y las organizaciones 3<strong>Sobre la participación y representación 3: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2010)</em><br />
<br />
<strong>3 Sobre el modo de participar</strong><br />
<br />
a) <em>El voto y la votación:</em> En mi opinión hay tres modos principales de participar. El primero de ellos es el de la votación. Cuando otorgamos nuestro voto, por cualquiera de los medios y mecanismos admitidos y posibles que se establezcan en un proceso específico de votación, estaremos participando. Cuando en un proceso de votación no damos nuestro voto, estamos expresando o demostrando nuestra posición, pero no estaremos participando. Se realiza una votación cuando se desea elegir a alguien para encomendarle una tarea o misión, o para que nos represente. También se vota cuando se desea tomar una decisión, como cuando se desea aprobar o desaprobar una moción o una petición, surgida entre los que votamos o propuesta por terceros, o escoger entre dos o más opciones posibles acerca de cualquier cosa.<br />
<br />
Cuando votamos en nuestro propio nombre, con nuestra propia identidad, conforme a nuestra posición, ideas, anhelos o convicciones, entonces estamos otorgando nuestro voto personal, ya sea de apoyo o de rechazo. Nuestro voto cuenta y vale como el de cualquiera otro; pues, no tendría mucha lógica ni mucha justicia que los votos de unos tuviesen más peso que los de otros. Aunque sí es posible que unos puedan razonar y argumentar con mayor pericia su propio voto que otros, pero no por ello valen más, sólo tienen otro significado o podrían proveer información adicional al proceso de votación. Pero, también puede darse el caso de que se nos permita votar en representación de otro, de quien nos ha dado una credencial auténtica y voluntaria para que lo representemos en una votación. También, en este caso, quien representa a otro debe votar conforme a las instrucciones y la voluntad del representado. A menos que, el representado nos haya autorizado a tomar la decisión de votar conforme nuestra voluntad y criterio e ignorar el suyo.<br />
<br />
En grupos pequeños y cuando se trata de elecciones o votaciones no tan formales, o para efectuar decisiones sencillas, podría bastar que los presentes levanten la mano o hagan alguna otra clase de señal convenida para expresar aprobación o denegación. Luego, uno o varios pueden realizar la cuenta de cuantas manos levantadas hay o de cuantas otras señales o distintivos se están mostrando. La decisión se tomará conforme la mayoría simple de aquellos que levantaron su mano para responder sobre una pregunta o petición, que equivale casi como un simple “no” o un “sí”.<br />
<br />
Debe establecerse un procedimiento para consultar, contar y compilar cada participación de los miembros de un grupo, asociación o comunidad, en una votación. Una manera podría ser, preguntar verbalmente uno a uno en privado, o en público ante un pequeño grupo de testigos, o ante la presencia de todos, y registrar en algún soporte o mecanismo, o copiar el voto o el comentario de quien participa. Uno de los métodos más comunes es hacer que la persona marque o escriba en una papeleta, diseñada e impresa para tal fin, su voto para una persona o para una proposición. Terminado el proceso se cuentan los votos que recibe cada opción, y se descartan las papeletas dudosas y las dañadas. Por regla general, a quien recibe más votos que los demás, y de preferencia más de la mitad de los votos hechos, es quien se hace acreedor de la posición de ganador. Convertirse en ganador de un proceso significa recibir la confianza y la asignación de todos los que participan en el proceso para llevar a cabo funciones tanto de coordinación como de representación. De igual manera, la propuesta que resulta ganadora es a la que se le dará seguimiento y se le asignarán recursos para su ejecución, porque su realización representa la voluntad y el anhelo de los participantes.<br />
<br />
Cuando se trata de hacer elecciones en las que interviene la sociedad entera, y ya no de un grupo, como es el caso de los procesos electorales para elegir gobernantes, cuerpos legislativos y a algunos funcionarios específicos que no son designados por los jefes de estado, se determina que algunos pueden ejercer su derecho a votar, común y preferentemente por ser reconocida su adultez. Categoría que según la ley de cada nación se adquiere ya sea desde los dieciséis años de edad, a los dieciocho o talvez un poco más. Sólo bajo algunas circunstancias, las personas pierden su derecho a participar como votantes en elecciones de carácter político. Tales procesos electorales son organizados, operados, convocados y supervisados por una entidad gubernamental específica y relativamente autónoma. Tal es el organismo o concejo que organiza las elecciones, y asistir a votar en los puestos de votación y votar correctamente es un modo de participar, con la certeza de confiar y confiando en que todo el proceso es correcto, íntegro, diáfano y fluido.<br />
<br />
Ahora bien, cuando se participa con el voto en procesos electorales o en consultas públicas, o en referendos, que son procesos parecidos pero no iguales, cada individuo ciudadano llega a votar para elegir a una o varias personas para que ocupen un cargo público de gobernante, legislador, concejal o miembro de un tribunal, magistratura u otro instituto equivalente. Cuando se trata de elecciones para cuerpos legislativos, parlamentos y sus cámaras, concejos de gobierno local, no siempre el sistema electoral vigente en algunas naciones permite a sus electores elegir real y directamente a las personas que compondrán tales instituciones; sino solo a los partidos políticos que poseen listas de candidatos en un cierto orden, y según los resultados de las elecciones son los partidos los que deciden el orden de prioridad que tiene cada uno de los que están inscritos en esa lista. De manera que, al votar, lo que se hace es autorizar a un partido político a colocar a uno de sus miembros en un cargo.<br />
<br />
Pero, aun cuando se trata de elecciones de carácter nacional, no siempre se trata de elegir a personas para ciertos cargos o funciones, o a partidos políticos para que cumplan con determinadas funciones, sino que también se puede acudir a votar por propuestas que hacen los gobernantes, propuestas que se refieren a situaciones específicas. <br />
<br />
Si no recuerdo mal, los sistemas de votación típicos son los siguientes: 1) elegir una de dos opciones; opciones que son mutuamente excluyentes, y que no permiten otra cosa que elegir entre un “sí” o un “no”, un “a favor” o en “contra”, o entre “esto” o “aquello”, pero sin poder opinar más, o considerar el alcance real y total de las consecuencias y derivaciones de tal elección; 2) otra posibilidad es la de escoger entre varias opciones, en donde talvez las dos opciones extremas sean mutuamente excluyentes, pero las de enmedio se alejan de los extremos poco a poco y al mismo tiempo se acercan al justo medio cuando el total de las opciones es impar; o sino, significan alternativas, todas relacionadas entre sí y variantes de una posición similar pero que incorporan un factor clave distintivo cada una; 3) también se puede votar al poder escoger uno de varios criterios, argumentos o apelaciones, que son distintas entre sí en cuanto alcance, posición y consecuencias, y que reflejan la adscripción y las intenciones de sus creadores y proponentes; y por último, 4) el voto razonado o argumentado, que se basa en elegir entre o dos o más opciones, pero también con la oportunidad y posibilidad de que el votante y participante pueda agregar y exponer sus razones y justificaciones con su voto; así, el grupo, concejo o entidad que toma la decisión final, debe incluir todos los argumentos o una síntesis de las concurrencias y divergencias que se den. Sin duda, debe haber otros modos de elegir, más complejos, más incluyentes, y hasta más participativos, pero, por ahora menciono solo esos.<br />
<br />
Ahora bien, gracias a las tecnologías de información, en lugar de votar por medio de papeletas a marcar, se puede hacerlo por medio de un sistema informático. Imagino un sistema que permita colocar además de la información básica (como decir, el nombre y foto del candidato en cuestión, y su afiliación partidaria), otros datos que sean pertinentes para el evento en el que se está participando. O, si se trata de votar por propuestas, toda la información adicional que le pueda o pudiera ayudar al elector participante a decidir mejor por una opción o por otra, o por varias si la ocasión y el sistema lo permiten. Se da por sentado que tal sistema debe contar con todas las medidas de seguridad pertinentes, como la autenticación y encriptación entre otros mecanismos. Si se cuenta con los programas de computadora especializados, la amplitud en la conectividad y acceso a equipos o a centros de cómputo suficientes y adecuados, entonces, hasta se puede habilitar la votación remota por medio de internet. Además, escoger en un sistema así, cuando se trata de una votación institucional, al interior –por ejemplo- de un cuerpo legislativo o de una asamblea de una entidad privada o pública, con o sin fines de lucro, y si los reglamentos y leyes lo permiten, además del cómputo de votos a favor o en contra, o por tal o cual opción, se podría registrar otros datos demográficos, o tanto cualitativos como cuatitativos de los electores y del proceso mismo de votación y almacenar todo eso en una base de datos, de la que luego se pueden extraer y generar interesantísimos reportes que permitan contemplar y estudiar el proceso participativo y de escogitación desde múltiples enfoques, factores y aspectos.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-6872304538129093102010-05-01T16:01:00.000-07:002013-12-30T21:39:20.155-08:00Sobre la participación y representación 2: en la sociedad y las organizaciones<strong>Sobre la participación y representación 2: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (Enero - Mayo 2010)</em><br />
<br />
<strong>2 Sobre quien participa</strong> <br />
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a) <em>Individuos que participan:</em> A veces participamos como individuos, es decir, nos hacemos presentes y expresamos nuestra opinión, explanamos nuestra argumentación, manifestamos lo que sentimos, o otorgamos nuestro voto, sin pretender representar a nadie o sin actuar como parte de algún colectivo. Cada persona particular puede hacer tal cosa, usando el modo y manera más adecuado para el propósito buscado o querido, y debería tener derecho a participar o, en su defecto, a abstenerse de hacerlo. Aunque el acto de abstenerse pueda ser considerado como una manera de manifestar tácitamente lo opinión o posición, se puede prestar a mal uso, a malos entendidos, porque en realidad no se puede conocer qué es lo que el otro piensa o siente. Quien ni expresa ni actua hace una participación demasiado pasiva e inefectiva, que no se puede valorar ni medir como corresponde. Es por ello que no todos los medios son válidos y adecuados para expresarse y para participar si se persigue una finalidad y un impacto específicos. La participación real y efectiva es aquella que recurre a la expresión y manifestación de las ideas y sentimientos por medio argumentos y actos o gestos que contribuyen a la consecución de los fines dentro de ciertas reglas.<br />
<br />
Otro factor importante a considerar, medir y evaluar es la conformidad o adecuación que la participación individual tiene con respecto a ciertas clases y en el marco de ciertas capacidades. Con lo de las clases, a lo que me refiero es a que todos los individuos poseemos ciertas características o conjunto de características o notas que nos son inherentes (aunque hayan ido siendo adquiridas a lo largo del tiempo), que en parte nos distinguen, y tales características afectarán y moldearán nuestras actitudes, nuestras creencias y certezas, nuestro modo de expresarnos y nuestras expectativas en una circunstancia dada. Además, cuando participamos como individuos lo hacemos desde cierta posición relativa a accidentes de nuestra persona, tales como la edad, el género, la ocupación, la situación, el estado, y la ubicación espacial o geográfica. Además, los datos de nuestra persona, demográficos y etnográficos, registrados y archivados, constituyen un insumo importante e indispensable para la evaluación y tabulación de quienes son los que participan o participaron en un evento cualquiera.<br />
<br />
Para participar mejor se requiere haber adquirido o perfeccionado ciertas capacidades, y por ello son tan importantes los mecanismos para la construcción de capacidad en los individuos, grupos organizados, comunidades e instituciones que ciertas organizaciones promueven. Así, quien tenga interés y voluntad en participar activamente deberá identifcar, adquirir, adaptar y apropiarse de ciertas destrezas, competencias y conocimientos que le permitan actuar como un agente de opinión y transformador de situaciones, cuyo aporte individual producirá un impacto positivo y adecuado a las circunstancias.<br />
<br />
b) <em>Grupos y colectivos que participan: </em>Además de la participación individual, existe la participación grupal. Llamo así a aquella en la cual un grupo de personas o de organizaciones ocupa un lugar efectivo en un mecanismo de consulta o de decisión colectiva convocado o establecido para una cierta finalidad. El grupo que participa, puede ser una organización formal, o bien tratarse de una comitiva informal. En ambos casos, la organización o el grupo, de alguna manera representa la posición o las aspiraciones, permanentes o circunstanciales, de sus miembros y colaboradores. Y en ambos casos, el grupo o la organización eligirá a una o varias personas para que actúen como sus representantes y sus voceros ante las instancias de participación que hayan. <br />
<br />
Para que una organización que representa o incluye a grupos de personas, entidades, instituciones o empresas pueda participar, como dije antes, se requiere que exista una instancia de participación. En tal caso, cuando la organización participa, lo hace por medio sus representantes legítimos o delegados para tal efecto, o por medio de quienes fungen como voceros oficiales de ella. Pero, en otras circunstancias, las organizaciones pueden solo expresar su posición u opinión por medio de sus oficinas de relaciones públicas o de sus representantes legales, utilizando los diversos medios y canales que existen para comunicar y divulgar tales ideas, argumentos o apelaciones.<br />
<br />
Ciertos sectores sociales o económicos, por ejemplo empresas y empresarios de una misma actividad industrial o de varias relacionadas, los habitantes de una misma zona o comunidad, o ciertos gremios de ocupaciones y profesiones, pueden constituirse como organizaciones o asociaciones formales, y actuar y manifestarse en cuanto tales ante ciertas circunstancias y eventos que ocurren en la vida social y política, o bien para formar parte de entidades consultivas convocadas por los gobiernos u otras estructuras sociales con capacidad de convocatoria. Así, cuando se han formado organizaciones con afinidad económica, social, cultural, ideológica, étnica, religiosa y cualquiera otra que actúan bajo una denominación institucional, pueden pasar a formar parte, de manera temporal o con cierta permanencia, en los mecanismos de participación y consulta. También las organizaciones o asociaciones pueden asociarse a otras similares y formar confederaciones de varias organizaciones afines, y participar o manifestarse como tales y actuar como representantes y voceros de sus organizaciones miembros en aquellas mismas o parecidas instancias.<br />
<br />
Es muy importante que los gobiernos, u otras organizaciones privadas o no lucrativas, constituyan un registro lo más amplio e inclusivo posible de las organizaciones y asociaciones de la sociedad civil y de los sectores económicos, asi como de los movimientos sociales y comunitarios, no con el fin de ejercer un control sobre ellos, sino de poseer un banco de conocimiento sobre el hacer y la participación de tales entidades y grupos en la transformación social, la creación de saberes y el apoyo a conjuntos humanos y a otras causas sociales, culturales y ambientales. Tal registro o base de datos, debe ser difundido tanto por medios impresos o centros de referencia, como por medios electrónicos e interactivos, como en el caso de constituirse como un portal en internet, y debe poder ser consultado libremente por toda la población y desde otros países. Así, todas las organizaciones pueden hacen uso de diversos medios para exponer y divulgar sus objetivos, idearios, opiniones, sus reclamos y sus logros. Y de igual manera, tanto los gobiernos como otras entidades deben fomentar y fortalecer la creación, formación y el desarrollo institucional de tales organizaciones.<br />
<br />
Por otra parte, el hecho de que grupos de personas se organicen para diseñar un plan de acción, ejecutar una serie de acciones de diverso tamaño e impacto, y manifestar o entregar a quien corresponda sus peticiones, posturas y reclamos, constituye también una muestra de participación colectiva.<br />
<br />
Un colectivo o un movimiento social puede manifestar su presencia y su opinión mediante su participación en una marcha a lo largo de una vía, o cuando hace una asamblea pacífica en un lugar público como una plaza o frente a un edificio circunstancialmente emblemático (como una embajada, un edificio del gobierno o la sede de una empresa), la cual pudo haber sido convocada por diversos medios, pero gracias a un sólo o pocos motivos. Es importante mencionar que los colectivos, como algunos movimientos sociales, pueden ser un fragor temporal, que aparece como respuesta antes situaciones que causan alguna clase de conmoción de las multitudes, y solo demostrar adherencia a alguna otra organización formal u otros movimientos sociales, pero no llegar a constituirse en una institución estable. En algunos casos, tales manifestaciones son acompañadas con la presencia de alguna personalidad de influencia pública, o se instala un palco en el cual personajes públicos arengan a la multitud y ganan su aplauso o su apoyo. Además, es preciso hacer notar que sin importar el tamaño de la concentración de personas, esas personas de hecho representan solo el número que está ahí congregado y a nadie más; es decir, no son el “pueblo”, o la “nación” o la “ciudadanía” sino solamente una parte más o menos significativa de ello. En la medida que su número sea mayor, y los reclamos de su causa sean lógicos y justos, y su manifestación y expresión por medio de ovaciones y pancartas, sea mirada y recogida por tanto por los medios de comunicación y difusión, como por aquellos actores sociales y económicos con poder de decisión y acción, que tomen en consideración sus motivos, así valdrá y ganará peso su esfuerzo de reunirse y manifestarse.<br />
<br />
Ahora bien, cuando se trata de un grupo organizado, sea formal o de carácter coyuntural, es importante considerar el significado y conformación de sus adhesiones y pertenencias. Todo colectivo organizado está constituido por miembros que desempeñan distintos roles y poseen una influencia y una participación disimil. Pues unos casi solo participarán de los beneficios de ser miembros de un cierto colectivo, sin aportar mucho al mismo, y otros participarán en conjunto y con compromiso en lo que sea necesario. Al margen de la estructura formal de la membresía, que establece distintas obligaciones y deberes, según la clase o tipo al cual el interesado se inscribe, unos miembros sólo se harán presentes en un acto, firmarán una lista, votarán ante una moción, o sentirán simpatía y empatía por lo que la organización hace o pretende hacer. Otros, en cambio, dictarán como líderes y otros serán ejecutores tanto de órdenes como de iniciativas propias. Además, la pertenencia a un grupo u organización no debe anular la posibilidad del disenso o del consenso parcial; pues debe darle espacio a las dudas, a las negociaciones, a los desacuerdos, a las expectativas y creencias. Y como es inevitable que los miembros tengan intereses propios al formar parte de un grupo, debe establecerse mecanismos para moderar y regular, conciliar y coordinar, los intereses colectivos con los individuales, sin perder la identidad y la finalidad que mueve a la organización. Talvez, lo ideal sería que todos los miembros de una organización votasen o se presentasen, sin excepción, en aquellos actos y acciones donde la organización, el colectivo, el grupo, el movimiento, necesita hacerse ver y escuchar.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-49126720892062144492010-03-18T12:12:00.000-07:002013-12-30T21:39:51.526-08:00Sobre la participación y representación 1: en la sociedad y las organizaciones 1<strong>Sobre la participación y representación 1: </strong><b>en la sociedad y las organizaciones</b><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (Enero - Mayo 2010)</em><br />
<br />
<em><strong>1 Del fin de la participación</strong></em><br />
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No voy a comenzar por intentar definir qué es la participación, o mejor dicho, qué es lo que yo entiendo por tal concepto, porque todo el presente ensayo tiene esa intención como trasfondo. De modo, que iniciaré más bien por tratar acerca de la finalidad que puede tener el participar. En mi opinión, pueden existen cuatro finalidades principales, que son la de rechazar algo, apoyar algo, sumarse a algo y de proponer algo que complementa a otra cosa. Es posible que existan otras finalidades, pero pienso que esas cuatro son más importantes que cualquiera otras.<br />
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a) <em>Rechazar y protestar:</em> Cuando no estamos de acuerdo con algo o nos digusta, sentimos rechazo hacia ello. Puede bastarnos con sentirlo y no decir nada, o hablar para nosotros mismos; o bien, podemos sentir también la necesidad de expresarlo y hablarlo. Pues, podemos expresar nuestro rechazo mediante algunos actos, aunque no digamos nada verbalmente. Ese rechazo puede ser pasivo, cuando nos basta, como decía hablar con nosotros mismos, o escribir algo para nosotros mismos, o comentarlo con alguien –alguien común y sin poder de decisión o acción al respecto- que tenemos cerca en ese momento, en el lugar donde nos encontremos. Pero, también podemos actuar y efectuar una protesta cuya finalidad sea la de expresar nuestro rechazo hacia aquello que rechazamos. El modo como expresemos nuestro rechazo podrá ser pacífico o violento. El grado de violencia que se ejerce puede ser mínimo, o mayor en diversos grados, según el impacto o el daño que nuestra actuación violenta produzca. Esa protesta de rechazo la podemos organizar nosotros, o adherirnos a la que otros organizaron antes. Sin embargo, no solo protestando podemos actuar cuando rechazamos algo; ya que también podemos promover una gestión o un proceso, o comunicar o publicar nuestra opinión y nuestra argumentación que expone nuestro rechazo. Entonces, la finalidad de participar rechazando algo con lo que no estamos de acuerdo o nos disgusta, será, precisamente, manifestar mediante gestos, actos, palabras, expresiones, escritos y otros medios, los motivos, reclamos y argumentos de nuestro rechazo.<br />
<br />
Ahora, me surge una duda: ¿Si no compartimos nuestro rechazo en forma pública y en voz alta, o mediante actos visibles y efectivos ante otros, estaremos participando también? Intentaré responder eso más adelante. Pero, la finalidad de participar no solo y necesariamente pueder ser para rechazar, como veremos a continuación.<br />
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b) <em>Apoyar:</em> Así, otra finalidad de la participación puede ser demostrar o expresar nuestro apoyo a algo con lo que estamos de acuerdo y nos agrada. Al igual que en el caso anterior, pudiera ser que al conocer o percatarnos de algo que con lo que sentimos concordar o que quisiéramos apoyar, puede darse la situación de que pensemos a solas o hablemos con nosotros mismos y no se lo digamos a nadie más. En tal caso estaríamos apoyando de manera pasiva y tácita aquello. Pero también podemos apoyar algo y expresarlo de manera verbal, contándoselo o confesándoselo a alguien, o escribirlo y mostrárselo a alguien o compartirlo con un reducido grupo de confianza. Ahora bien, si se comparte nuestra opinión, o posición, ya sea de manera escrita u oral, de manera que otras personas a quienes podemos no conocer, o a personas que tienen el poder y la facultad de hacer eventualmente algo con respecto a los que nosotros estamos expresando, nuesto apoyo deja de ser pasivo y se convierte en apoyo activo y explícito.<br />
<br />
Si nuestro apoyo se torna activo, entonces nuestra finalidad será contribuir a que algo, un cambio o modificación suceda, o suscribir una propuesta formulada por otros, solo entonces estaríamos participando y ya no solo comunicando. Nuestro apoyo para cambiar o reformar algo será más efectivo si las personas o entidades que tienen capacidad de decisión y acción al menos se percatan de nuestra posición y de nuestros argumentos, y aún más si deciden tomarlos en cuenta para efectuar algún cambio.<br />
<br />
Cabe la posibilidad de que cometamos alguna acción de manera violenta o relativamente agresiva para manifestar públicamente nuestro apoyo a algo y llamar la atención de otros. En principio, tengo la impresión de que el apoyo no se expresa o no se debería expresar usando la violencia, porque ello lo tornaría en un acto de rechazo. Creo que vale el esfuerzo de reflexionar sobre ello.<br />
<br />
c) <em>Sumar y complementar:</em> No lo dijimos, pero asumimos que en los dos casos anteriores sólo manisfestamos apoyo o rechazo a cosas propuestas o establecidas por otros. Independientemente de que apoyemos o rechacemos tales propuestas, si al hacer el acto de apoyo o rechazo, también decidimos aportar elementos o argumentos, entonces nuestra participación en ese esfuerzo será para sumar o para complementar a lo que ya estaba acordado. Pero, es necesario que los otros estén dispuestos a aceptar que algo sea agregado a su trabajo, es decir, que nos permitan participar en el proyecto de otros, aunque en principio no se había contemplado que nosotros ibamos a aportar algo. Por ello, también es necesario que la persona o grupo de personas que deseen y busquen que su aporte sea incorporado al esfuerzo o propuesta de otro grupo, acepten y cumplan con los procedimientos establecidos por tal grupo para incorporar aportes de otros en sus programas, proyectos y propuestas. Aunque, si ya somos parte de un grupo que está trabajando en la elaboración de algo así como un plan o programa, un documento o una propuesta, es de esperarse que se considere que cada uno de los miembros del equipo de trabajo contribuyan o podrían contribuir en parte con sus ideas, argumentos, opiniones, datos y criterios, entre otros.<br />
<br />
Ya que sumar significa, en este caso, el acto de agregar un elemento nuevo pero acorde con lo ya trabajado, y entonces nuestro aporte es precisamente eso, un elemento nuevo, no contemplado antes pero que tiene congruencia con lo que ya establecieron y acordaron otros, quienes están participando en un esfuerzo conjunto, entonces nuestra participación se sumaría o se sumará a tal esfuerzo, aun cuando tal esfuerzo pudiese operar muy bien y cumplir su propósito aun sin nuestro aporte agregado después. Cuando nuestro aporte significa algo adicional que enriquece y aumenta, y también encaja de manera congruente, con el proyecto o trabajo logrado de y por otros, entonces nuestra participación funcionará como un aporte complementario a lo ya trabajado por aquellos, y lo enriquecerá aportándole características y potencialidades nuevas. Es posible que lo complementario que se añade pudiera no ser estrictamente necesario, y por lo tanto pudiera no estar ahí, y de todas maneras el proyecto, la obra o el proceso de otros funcionar muy bien y cumplir su cometido. Es decir, el aporte complementario no es siempre la pieza que falta, pero sí es siempre una pieza que aumenta el potencial y efectividad de un proceso o esfuerzo logrado por otros.<br />
<br />
d) <em>Sugerir y proponer:</em> Otra de las finalidades de la participación puede ser la hacer alguna sugerencia y expresarla ante otras personas o manifestarla ante un grupo que se ha reunido para un propósito particular, y donde se ha abierto un espacio para efectuar comentarios y hacer tales sugerencias. La o las personas que hacen la sugerencia, en principio, pueden no pretender otra cosa que expresar su opinión con respecto a algo que podría hacerse, o llamar la atención acerca de un problema que se ha detectado. <br />
<br />
También, se puede perseguir el participar mediante el acto de proponer algo. El acto de proponer es un modo más activo y operativo del simple hecho de sugerir, y que no solo persigue hacer ver y oir, sino también contribuir mediante ideas, críticas y soluciones posibles, a la realización de un propósito. Así, puede darse el caso de que el acto de manifestar una sugerencia conlleve el anhelo de que tal sugerencia sea tomada en cuenta por las personas que convenga, y así se abra la posibilidad de que la oportunidad de participar se amplíe, y entonces los sugerentes puedan entrar a formar parte de un equipo de trabajo o comisión. Ahora bien, este proponer puede estar constituido por un aporte o una acción que no necesariamente amplie o complemente el trabajo o programa que otros están realizando –como en la situación del literal anterior-, pero sí, abre la posibilidad de iniciar una nueva acción o un nuevo proceso de discusión y de trabajo por una causa o propósito. <br />
<br />
Así, la sola intención de sugerir o de proponer algo en el lugar adecuado y ante quien convenga es también una forma de participar cuyo fin ese mismo. De nuevo, nuestra participación como sugerentes y proponentes, será más efectiva si se la hacemos llegar a alguien con poder de decisión y acción, o al menos, logramos que se percate de la existencia de nuestro punto de vista. De esa manera, nuestro tanto nuestro empeño como nuestro anhelo de participar con una finalidad cualquiera no se verá ignorado y luego olvidado.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-18601300664475672282009-12-02T11:47:00.000-08:002009-12-02T11:59:16.920-08:00Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4<strong>Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4</strong><br />
<em>Una reflexión acompañada del pensamiento de Raúl Fornet Betancourt</em><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. (2007)</em><br />
<br />
<strong>5. Conclusión</strong><br />
Sin pretender ser exhaustivo he expuesto algunos de los puntos más importantes del pensamiento de Fornet-Betancourt con respecto a los tres temas que me interesaba tratar: la cultura, la filosofía de la cultura y la filosofía intercultural. Lastimosamente gran parte de los escritos más recientes de Fornet-Betancourt están en alemán, una lengua no muy dominada aquí en nuestra región y que yo no conozco. Aunque me hubiese gustado consultar esos otros textos, para la elaboración de este trabajo me basé sólo en las publicaciones en español a los que tuve acceso en forma impresa o digital por medio de Internet. Menciono esto, no para justificar los alcances o posibles deficiencias de este trabajo, sino como demostración de que una de las barreras más impactactes para el diálogo intercultural es la lengua hablaba y escrita. No se puede obviar la necesidad de las traducciones, por imperfectas que éstas sean. Tampoco se puede obviar la necesidad de capturar y fijar en algún tipo de soporte impreso o legible por máquina (audio, video, imágen) los eventos del diálogo (como entrevistas, conferencias y congresos de filosofía), las formas culturales y de memoria histórica orales, o incluso parte de la memoria del patrimonio cultural intangible. De esa manera, aquellos que no podemos o no pudimos estar presentes en el diálogo, o no podemos entrar en contacto directo con otras "culturas" podremos tener acceso, en otra oportunidad, a parte de los contenidos del mismo. Si escribimos, discutimos o publicamos (impreso o digital) nuestras impresiones y comentarios a ello, de alguna manera entraremos a participar en ese diálogo intercultural, aunque no seamos filósofos de profesión.<br />
<br />
Hecha esta observación, quiero pasar al otro punto de mis conclusiones. Luego de examinar y contrastar las opiniones de las fuentes consultadas, concluyo que la filosofía intercultural debe estar fundamentada en la antropología cultural y la filosofía de la cultura, las ciencias del lenguaje, de la información y comunicación, y la contextualización histórica. A continuación voy a explicar eso.<br />
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Habiendo comprendido y aceptado las limitaciones del concepto de "cultura", y tomándolo sólo como una categoría operativa para nuestro propósito de transformar interculturalmente la filosofía, partimos de que la antropología cultural le puede proporcionar a la filosofía intercultural un sustento de métodos, teorías, contextos y saberes (tal es el caso de la experiencia de Van Binsbergen), acercamientos presenciales a las culturas, o entre unas culturas y otras, y a los fenómenos culturales. Hemos visto que la filosofía de la cultura actual, viene a ser como una reflexión que re-elabora algunos de los conocimientos y de los materiales con los cuales trabaja la antropología cultural, pero desde otra perspectiva y trata de darles significado y sentido para el ser humano. La reflexión y los métodos de la historia -de nuevo, en una acepción más contemporánea- apoyan el proceso contextualización (tanto en lo relativo a los procesos culturales como a los cambios sociales) en el que insisten los pensadores de la filosofía intercultural. Tal como opina Wimmer, las "etnofilosofías", si se expresan en una sola lengua, tendrán poca audiencia; así que por ello se hace indispensable el rol de la traducción y de los polilogos, para ampliar el acceso a las todas las filosofías y a la producción cultural de los Otros. Además, se hace preciso divulgar por canales a los que la mayoría de estudiosos e interesados en los productos y discusiones de la filosofía intercultural pueda tener acceso. Por eso, considero importante el concurso de las disciplinas y técnicas (asi como tecnologías) relacionadas con la difusión y comunicación de informaciones y conocimiento, puesto que ellas le pueden dar un soporte de sistematización, almacenamiento y divulgación a las filosofías interculturales, para esa comunicación solidaria entre culturas, sin el cual, terminan siendo sólo foros exclusivos para ciertos participantes. Por ejemplo, la accesibilidad a los textos de los Congresos de Filosofía Intercultural que organiza Fornet-Betancourt es muy limitada: apenas si hay unas pocas menciones en Internet sobre esos congresos, no se publican las ponencias en la Red tampoco, y la mayor parte de los volúmenes impresos que se editan en Alemania, además de tener altos precios, no se traducen a otras lenguas, ni se distribuyen por los canales usuales de las publicaciones impresas.<br />
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Por último, aunque Fornet-Betancourt sostiene algunas reservas con respecto a las que él llama mono-disciplinas y que se les pone el "agregado" de intercultural, para llevar a la práctica la influencia en la vida cotidiana de la filosofía es preciso dar una perspectiva intercultural a algunos ámbitos de la vida cotidiana de las culturas: ejemplo de ello son las iniciativas de "diálogo entre civilizaciones" (que superan y se oponen a las ideologías multiculturalistas) de diversas organizaciones; a las ciencias de la comunicación y de educación intercultural (en las cuales tanto los antropólogos como los filósofos interculturales se apoyan también); de los esfuerzos por conocer, comprender y capturar los indigenous knowledge systems (IKS) en las que diversas organizaciones, movimientos sociales y grupos ya están trabajando; ya que todo ello puede contribuir a esa universalización descentrada y policéntrica que requiere la filosofía intercultural. Talvez, porque todo ello nos puede llevar después del filosofar y del dialogar intercultural, a la práctica de una ética intercultural (pero, este es tema para otra investigación).<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_z9FSJdeSTY0/SxbEQ_SLqlI/AAAAAAAAAEc/N5Ads9uL6Po/s1600-h/filo_intercultural.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" er="true" src="http://3.bp.blogspot.com/_z9FSJdeSTY0/SxbEQ_SLqlI/AAAAAAAAAEc/N5Ads9uL6Po/s320/filo_intercultural.JPG" /></a><br />
</div>Fig. 1. Esquema de la síntesis sobre la cual se basó este trabajo.<br />
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<strong>Notas</strong><br />
1 Véase Wim van Binsbergen, "‘Cultures do not exist’ Exploding self-evidences in the investigation of interculturality", 1999, archivo digital del capítulo 15 de Wim van Binsbergen, Intercultural Encounters: African and anthropological lessons towards a philosophy of interculturality, Berlin/Boston, LIT Verlag, 2003.<br />
2 Véase Rudolf Brandner "The Situation of Philosophy Today and the Question of Interculturality", Lecture delivered at the Department of Philosophy, Delhi-University (India), November 1994.<br />
3 Véase Gustavo Bueno, "La idea de cultura", pp. 9-17, en Joan B. Llinares y Nicolás Sánchez Durá, editores, Ensayos de Filosofía de la Cultura, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002.<br />
4 Raúl Fornet Betancourt, "Aprender a filosofar desde el contexto del diálogo de las culturas", s.p., 1997, disponible en Internet en Http://www.ensayo.rom.uga.edu/critica/teoria/fornet/Fornet2.htm [visitado el 02.08.2007].<br />
5 Véase David Sobrevilla, "Idea e historia de la filosofía de la cultura", en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998, p. 19; y Gustavo Bueno, "Espiritualismo y materialismo en filosofía de la cultura. Ciencia de la cultura y filosofía de la cultura", El Catoblepas - número 4 - junio 2002, disponible en Internet en www.rebelion.org [visitado el 02.08.2007].<br />
6 Pieter Boele van Hensbroek: "Should Intercultural Philosophy take over from Anthropology in study of culture?", 2004, Groningen, University of Groningen, University Library Groning en http://irs.ub.rug.nl/ppn/277168864 [visitado el 06.02.2007].<br />
7 Véase Sante Babolin, Producción de sentido: Filosofía de la cultura, Bogotá, San Pablo - Universidad Pedagógica Nacional, 2005, tr. de Germán Vargas Guillén, pp. 5-13.<br />
8 David Sobrevilla, artículo citado, p. 19<br />
9 Ricardo Lema, "Cultura, desarrollo y recreación: Bases teóricas para el desarrollo comunitario desde el tiempo libre", disponible en Internet en http://www.redcreacion.org/relareti/documentos/RLema2.html [visitado el 08.02.2007].<br />
10 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 10 , archivo digital.<br />
11 Raúl Fornet-Betancourt, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 7.<br />
12 Raul Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001, p. 226 y p. 232.<br />
13 Claudio Esteva-Fabregat, "Procesos de aculturación y transculturación", p. 145-149, en en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998.<br />
14 Raúl Fornet-Betancourt, "Interacción y asimetría entre las culturas en el contexto de la globalización", pp. 7-8, archivo digital.<br />
15 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 18, archivo digital.<br />
16 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 22, y "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", p. 1, archivos digitales.<br />
17 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 2.<br />
18 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 4. <br />
19 Véase Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital.<br />
20 Para una ampliación del concepto y del método del polilogo en Wimmer, véase su artículo "Intercultural Polylogues in Philosophy", 2006, archivo digital.<br />
21 Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital, p. 22.<br />
22 Raúl Fornet-Betancourt, Tranformación intercultural de la filosofía, pp. 28-33.<br />
23 Raúl Fornet-Betancourt: "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivos digital.p. 1.<br />
24 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, Aachen, Wissenschaftsverlag Mainz, c2004, pp. 71-72.<br />
25 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 256-257.<br />
26 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 270-271.<br />
27 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, pp. 41-43.<br />
28 Heinz Kimmerle "Dialogues as form of intercultural philosophy", 2002, p.1, archivo digital.<br />
29 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 39-43.<br />
30 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 46.<br />
31 Fornet-Betancourt, Raúl, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 6.<br />
32 Fornet-Betancourt, Raúl, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", s.f., archivo digital. p. 7.<br />
33 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 281 y ss.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-26071384016030102732009-11-22T15:03:00.000-08:002009-11-22T15:04:02.068-08:00Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5<strong>Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009</em><br />
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La filosofía siempre me interesó. Aunque yo leía las obras filosóficas con el mismo método y espíritu que al leer obras literarias. Tardé muchos años en confirmar que tenía un interés más profundo en la filosofía y en decidirme a estudiar formalmente, durante unos años, una carrera de filosofía en una universidad. Y aunque aprecio mucho la filosofía, acostumbro bromear diciendo que la filosofía no sirve para nada. Pero, yo sé que eso no es verdad: la filosofía puede servir para muchas cosas, al aplicarla como método de reflexión, como fuente de inspiración, o como fundamento teórico.<br />
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Entonces, una tarea adicional a la que podemos dedicarnos es la de aplicar la filosofía. Sin duda, el lector y otros autores tienen otras propuestas sobre cómo y en qué aplicar la filosofía. Yo propongo algunas aquí, para cerrrar este ensayo.<br />
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En primer lugar, las ideas de los filósofos –especialmente las de aquellos que nos simpatizan o con quienes nos sentimos idenficados- pueden ayudar a moldear, configurar, informar o transformar nuestras opiniones y creencias, y hasta nuestras convicciones. <br />
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En segundo lugar, podemos incorporar ciertos principios o esquemas filosóficos a nuestro trabajo, sin importar la ocupación o profesión a la que nos dediquemos. Ya se trate de principios éticos, o de modelos de crítica o razonamiento, o categorías y clasificaciones, y otras ideas semejantes, todas pueden aportarnos una perspectiva y un derrotero más razonable y factible en nuestros programas y proyectos. Las filosofías de la ciencia y de la tecnología, así como la de la naturaleza y las propias de cada ciencia en particular, y la ética, serán aplicables aquí.<br />
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En tercer lugar, si algunas filosofías –como la antropología filosófica y la filosofía de la cultura- nos asisten en el conocimiento de nosotros mismos, o nos proporcionan criterios para la comprensión e identificación de los otros, de las otras personas, eso nos ayudará a relacionarnos y comunicarnos mejor con ellos, en términos y ejercicio del respeto y la tolerancia.<br />
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En cuarto lugar, las herramientas y métodos filosóficos, como las que se aprenden en el estudio y práctica de las disciplinas lógicas (especialmente la informal, que se refiere a la argumentación y las falacias), o las de comentario de textos y la hermenéutica, han de emplearse para analizar discursos y contenidos, de obras de todo tipo, textos diversos, opiniones ajenas y e informaciones de medios de comunicación.<br />
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En quinto lugar, las disciplinas como la ética, la consejería filosófica, la filosofía práctica, o ciertos textos u obras filosóficas en particular, como las que proporcionan consejos y recomendaciones para las situaciones de la vida cotidiana, o sobre como comportarnos, o sobre lo que se requiere para tener una buena vida, alcanzar cierto grado de serenidad y felicidad, o disponer de una cierta actitud, o hacer un uso discreto del tiempo, o para el goce y provecho de las artes y otros placeres y pasiones, serán de utilidad para nosotros y para quienes nos son próximos.<br />
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Para terminar, diré que es preciso, indispensable, que quien se dedica a las actividades filosóficas, debe fomentar la lectura de obras y textos sobre todas las disciplinas posibles, y la práctica de actividades que complementen y enriquezcan su experiencia de lo cotidiano, lo social y lo cultural.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7036597401329857568.post-92220601236658311772009-11-12T12:54:00.000-08:002009-11-20T13:04:20.888-08:00Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4<strong>Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4</strong><br />
<em>Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009</em><br />
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Para escribir filosofía se debe comenzar por hacerlo acerca de aquellos temas o problemas por los que sentimos predilección, y que además, nos sean ya conocidos o nos sea factible llegarlos a conocer en extensión y profundidad adecuadas. Se llega a conocer tales asuntos por medio de las técnicas, herramientas y ejercicios con los cuales nos habremos entrenado para aprender a filosofar. Porque, en mi opinión, aprender a filosofar requiere entrenamiento, además de talento e imaginación. A medida que reflexionamos y elaboramos apuntes o esquemas de nuestra reflexión, es decir, que vamos delimitando y consolidando nuestras esferas de observación y acción algunos conceptos y categorias –o relaciones y valoraciones- filosóficas se van conformando en nuestro haber intelectual. Será muy útil, además, conocer lo que significan tales conceptos según una o varias ciencias particulares, los diccionarios filosóficos, y también, los conceptos ocasionalmente definidos o esbozados por los filósofos en sus obras, con el fin de tomar de eso lo que apoye nuestras ideas. Así, se puede comenzar a escribir algunos textos cortos acerca de tales conceptos y categorías conforme a nuestra propia opinión y razonamiento, sin olvidar lo que antes se ha dicho sobre ello. <br />
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Y ya que hablo de textos cortos, es preciso mencionar algo en cuanto a los géneros filosóficos. Se ha discutido mucho acerca de la validez y persistencia de los géneros filosóficos, ya que el estilo, denominación y estructura de los mismos cambia con las épocas y tradiciones; y siempre aparecen géneros nuevos o los ya clásicos son modificados por los autores contemporáneos. De cualquier manera, ejemplos de estructuras usadas por pensadores de otras épocas y de la misma en que se vive, han de ser tomados en consideración. Se puede, así, comenzar a escribir aforismos, cartas, o ensayos cortos; luego, probar escribir series de columnas o entradas interrelacionadas como en una revista o un blog; más adelante, escribir ensayos más extensos y mejor estructurados; y sólo con más experiencia e investigación dedicarse a un tratado o un manual sobre una disciplina o un mismo tema. <br />
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Porque, además de escribir acerca de los conceptos sobre los cuales se ha adquirido suficiente dominio y competencia, existe la alternativa de escribir documentos sobre un mismo tema enfocado filosóficamente, pero, al mismo tiempo, desde las otras ciencias, y mostrando y exponiendo aspectos diferentes sobre el objeto que se está tratando, para determinar sus partes, funciones, usos, valoraciones e impactos. Así, a medida que se desarrolla la exposición de todos esos componentes y sus relaciones, el texto va surgiendo casi por sí mismo desde nuestra razón y conocimiento, y también exigiendo la indagación de aspectos que requieran ampliación.<br />
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Talvez, podríamos construirnos un horizonte más amplio y más complejo, que sería el de elaborar un sistema filosofico completo en si mismo. Eso quiere decir, que no se trata de que un sistema filosófico abarque todas las áreas y disciplinas de la filosofía, sino que abarque todo un conjunto de temas organizados y estructurados de un gran programa de investigación y de razonamiento por parte del pensador y el filósofo, los que constituyen toda su visión del mundo y expresan sus opiniones y conclusiones, sus cuestiones e inquietudes, y corresponden a ese programa y no a otra cosa. <br />
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Existen muchos modelos y técnicas típicos o básicos de redacción que se deben conocer, aprender y saber aplicar como corresponda. Pero, si aprender a redactar correctamente es un primer paso, en el entendido de que ya se aprendió a razonar correcta y técnicamente (es decir, se aprendió a filosofar), pienso que se debe aprender a identificar y analizar la estructura –tal cual- de los textos de los filósofos y científicos, y en segunda instancia, la de los expositores y comentaristas. Todo eso proporciona elementos y herramientas con las que se puede contar para escribir nuestros propios textos filosóficos. <br />
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Es por ello que las técnicas y procedimientos para examinar y diseccionar la estructura de obras de filósofos consagrados –o partes de las mismas- deben ser parte de nuestra formación filosófica. Muchas veces, se comete el error de querer enseñar como escribir correctamente ensayos y textos filosóficos, mostrándole al estudiante malos o mediocres ejemplos de redacción, y advirtiéndole que no cometa los mismos errores dle ejemplo. En mi opinión, se debe proceder de otra manera, pues para aprender a escribir bien y encontrar la voz y el estilo propio, se debe uno auxiliar, como dije antes, tanto de las técnicas y elementos de redacción básica, como de la ejemplificación o reflejo del estilo de los grandes pensadores. Pues, aunque no se trata de imitar el estilo, sino de descubrir la estructura y la forma, los argumentos y falacias, los trucos y recursos, las inspiraciones e intertextualidades, incluso los yerros o incongruencias, que usó tal autor, y esos sí nos servirán de ejemplos a seguir o a superar. Es decir, intentar deconstruir el modo como se pensó, diseñó, se armó y remendó su obra.<br />
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Otro de los instrumentos provechosos para escribir filosofía son los fundamentos y técnicas de pensamiento crítico, así como los métodos de argumentación y trato con falacias que se asocia a ello, en tanto que lógica informal. Ya que no siempre necesitamos expresar nuestras ideas haciendo uso del lenguaje de las lógicas formal y simbólica, y que también es preciso aprender a evitar caer en errores y falacias al exponer nuestras ideas; por lo que se debe aprender a razonar correctamente y a intentar demostrar o justificar nuestras opiniones mediante argumentos del tipo que más corresponda al orden y finalidad de nuestro documento, texto o discurso. El pensamiento crítico incluye actividades tales como la investigación de antecedentes y pruebas (datos, hechos, informaciones), el análisis, evaluación e interpretación de otros argumentos y ejemplos, y los métodos y técnicas para construir razonamientos de carácter inductivo, deductivo o persuasivo, y otros modos y fines de razonamiento. <br />
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Un elemento que apoya considerablemente la exposición de cualquier tema, son los ejemplos. Es necesario poner ejemplos adecuados que apoyen la comprensión de nuestro texto. Tales ejemplos se pueden extraer de los eventos de la realidad, o de los textos de otros autores y de otros géneros (no necesariamente de obras filosóficas, e impresos). De los ejemplos, tratados como casos, se extraen también las lecciones aprendidas. Con el análisis y comparación prudente de tales lecciones se puede generalizar algunas conclusiones moderadas sobre ciertas ideas o situaciones. Otro recurso, asociado al uso de fuentes de conocimiento de otros, es el de la apropiación de conceptos que se hallan en otros autores y textos, y su trasvase, complementación, adaptación, perfeccionamiento y aplicación a nuestro propio proyecto o programa de indagación y exposición filosófica.<br />
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Conocidos y puestos en práctica todos los conocimientos, recursos, herramientas y métodos de creación y escritura filosófica, se puede proceder a conformar y exponer nuestra producción filosófica.Francisco Martinez Alashttp://www.blogger.com/profile/00635563128571798046noreply@blogger.com0