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Breve manual de pensamiento crítico

diciembre 02, 2009

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4
Una reflexión acompañada del pensamiento de Raúl Fornet Betancourt
Por Francisco Martínez Alas. (2007)

5. Conclusión
Sin pretender ser exhaustivo he expuesto algunos de los puntos más importantes del pensamiento de Fornet-Betancourt con respecto a los tres temas que me interesaba tratar: la cultura, la filosofía de la cultura y la filosofía intercultural. Lastimosamente gran parte de los escritos más recientes de Fornet-Betancourt están en alemán, una lengua no muy dominada aquí en nuestra región y que yo no conozco. Aunque me hubiese gustado consultar esos otros textos, para la elaboración de este trabajo me basé sólo en las publicaciones en español a los que tuve acceso en forma impresa o digital por medio de Internet. Menciono esto, no para justificar los alcances o posibles deficiencias de este trabajo, sino como demostración de que una de las barreras más impactactes para el diálogo intercultural es la lengua hablaba y escrita. No se puede obviar la necesidad de las traducciones, por imperfectas que éstas sean. Tampoco se puede obviar la necesidad de capturar y fijar en algún tipo de soporte impreso o legible por máquina (audio, video, imágen) los eventos del diálogo (como entrevistas, conferencias y congresos de filosofía), las formas culturales y de memoria histórica orales, o incluso parte de la memoria del patrimonio cultural intangible. De esa manera, aquellos que no podemos o no pudimos estar presentes en el diálogo, o no podemos entrar en contacto directo con otras "culturas" podremos tener acceso, en otra oportunidad, a parte de los contenidos del mismo. Si escribimos, discutimos o publicamos (impreso o digital) nuestras impresiones y comentarios a ello, de alguna manera entraremos a participar en ese diálogo intercultural, aunque no seamos filósofos de profesión.

Hecha esta observación, quiero pasar al otro punto de mis conclusiones. Luego de examinar y contrastar las opiniones de las fuentes consultadas, concluyo que la filosofía intercultural debe estar fundamentada en la antropología cultural y la filosofía de la cultura, las ciencias del lenguaje, de la información y comunicación, y la contextualización histórica. A continuación voy a explicar eso.

Habiendo comprendido y aceptado las limitaciones del concepto de "cultura", y tomándolo sólo como una categoría operativa para nuestro propósito de transformar interculturalmente la filosofía, partimos de que la antropología cultural le puede proporcionar a la filosofía intercultural un sustento de métodos, teorías, contextos y saberes (tal es el caso de la experiencia de Van Binsbergen), acercamientos presenciales a las culturas, o entre unas culturas y otras, y a los fenómenos culturales. Hemos visto que la filosofía de la cultura actual, viene a ser como una reflexión que re-elabora algunos de los conocimientos y de los materiales con los cuales trabaja la antropología cultural, pero desde otra perspectiva y trata de darles significado y sentido para el ser humano. La reflexión y los métodos de la historia -de nuevo, en una acepción más contemporánea- apoyan el proceso contextualización (tanto en lo relativo a los procesos culturales como a los cambios sociales) en el que insisten los pensadores de la filosofía intercultural. Tal como opina Wimmer, las "etnofilosofías", si se expresan en una sola lengua, tendrán poca audiencia; así que por ello se hace indispensable el rol de la traducción y de los polilogos, para ampliar el acceso a las todas las filosofías y a la producción cultural de los Otros. Además, se hace preciso divulgar por canales a los que la mayoría de estudiosos e interesados en los productos y discusiones de la filosofía intercultural pueda tener acceso. Por eso, considero importante el concurso de las disciplinas y técnicas (asi como tecnologías) relacionadas con la difusión y comunicación de informaciones y conocimiento, puesto que ellas le pueden dar un soporte de sistematización, almacenamiento y divulgación a las filosofías interculturales, para esa comunicación solidaria entre culturas, sin el cual, terminan siendo sólo foros exclusivos para ciertos participantes. Por ejemplo, la accesibilidad a los textos de los Congresos de Filosofía Intercultural que organiza Fornet-Betancourt es muy limitada: apenas si hay unas pocas menciones en Internet sobre esos congresos, no se publican las ponencias en la Red tampoco, y la mayor parte de los volúmenes impresos que se editan en Alemania, además de tener altos precios, no se traducen a otras lenguas, ni se distribuyen por los canales usuales de las publicaciones impresas.

Por último, aunque Fornet-Betancourt sostiene algunas reservas con respecto a las que él llama mono-disciplinas y que se les pone el "agregado" de intercultural, para llevar a la práctica la influencia en la vida cotidiana de la filosofía es preciso dar una perspectiva intercultural a algunos ámbitos de la vida cotidiana de las culturas: ejemplo de ello son las iniciativas de "diálogo entre civilizaciones" (que superan y se oponen a las ideologías multiculturalistas) de diversas organizaciones; a las ciencias de la comunicación y de educación intercultural (en las cuales tanto los antropólogos como los filósofos interculturales se apoyan también); de los esfuerzos por conocer, comprender y capturar los indigenous knowledge systems (IKS) en las que diversas organizaciones, movimientos sociales y grupos ya están trabajando; ya que todo ello puede contribuir a esa universalización descentrada y policéntrica que requiere la filosofía intercultural. Talvez, porque todo ello nos puede llevar después del filosofar y del dialogar intercultural, a la práctica de una ética intercultural (pero, este es tema para otra investigación).


Fig. 1. Esquema de la síntesis sobre la cual se basó este trabajo.

Notas
1 Véase Wim van Binsbergen, "‘Cultures do not exist’ Exploding self-evidences in the investigation of interculturality", 1999, archivo digital del capítulo 15 de Wim van Binsbergen, Intercultural Encounters: African and anthropological lessons towards a philosophy of interculturality, Berlin/Boston, LIT Verlag, 2003.
2 Véase Rudolf Brandner "The Situation of Philosophy Today and the Question of Interculturality", Lecture delivered at the Department of Philosophy, Delhi-University (India), November 1994.
3 Véase Gustavo Bueno, "La idea de cultura", pp. 9-17, en Joan B. Llinares y Nicolás Sánchez Durá, editores, Ensayos de Filosofía de la Cultura, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002.
4 Raúl Fornet Betancourt, "Aprender a filosofar desde el contexto del diálogo de las culturas", s.p., 1997, disponible en Internet en Http://www.ensayo.rom.uga.edu/critica/teoria/fornet/Fornet2.htm [visitado el 02.08.2007].
5 Véase David Sobrevilla, "Idea e historia de la filosofía de la cultura", en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998, p. 19; y Gustavo Bueno, "Espiritualismo y materialismo en filosofía de la cultura. Ciencia de la cultura y filosofía de la cultura", El Catoblepas - número 4 - junio 2002, disponible en Internet en www.rebelion.org [visitado el 02.08.2007].
6 Pieter Boele van Hensbroek: "Should Intercultural Philosophy take over from Anthropology in study of culture?", 2004, Groningen, University of Groningen, University Library Groning en http://irs.ub.rug.nl/ppn/277168864 [visitado el 06.02.2007].
7 Véase Sante Babolin, Producción de sentido: Filosofía de la cultura, Bogotá, San Pablo - Universidad Pedagógica Nacional, 2005, tr. de Germán Vargas Guillén, pp. 5-13.
8 David Sobrevilla, artículo citado, p. 19
9 Ricardo Lema, "Cultura, desarrollo y recreación: Bases teóricas para el desarrollo comunitario desde el tiempo libre", disponible en Internet en http://www.redcreacion.org/relareti/documentos/RLema2.html [visitado el 08.02.2007].
10 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 10 , archivo digital.
11 Raúl Fornet-Betancourt, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 7.
12 Raul Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001, p. 226 y p. 232.
13 Claudio Esteva-Fabregat, "Procesos de aculturación y transculturación", p. 145-149, en en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998.
14 Raúl Fornet-Betancourt, "Interacción y asimetría entre las culturas en el contexto de la globalización", pp. 7-8, archivo digital.
15 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 18, archivo digital.
16 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 22, y "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", p. 1, archivos digitales.
17 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 2.
18 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 4.
19 Véase Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital.
20 Para una ampliación del concepto y del método del polilogo en Wimmer, véase su artículo "Intercultural Polylogues in Philosophy", 2006, archivo digital.
21 Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital, p. 22.
22 Raúl Fornet-Betancourt, Tranformación intercultural de la filosofía, pp. 28-33.
23 Raúl Fornet-Betancourt: "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivos digital.p. 1.
24 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, Aachen, Wissenschaftsverlag Mainz, c2004, pp. 71-72.
25 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 256-257.
26 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 270-271.
27 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, pp. 41-43.
28 Heinz Kimmerle "Dialogues as form of intercultural philosophy", 2002, p.1, archivo digital.
29 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 39-43.
30 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 46.
31 Fornet-Betancourt, Raúl, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 6.
32 Fornet-Betancourt, Raúl, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", s.f., archivo digital. p. 7.
33 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 281 y ss.

noviembre 22, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

La filosofía siempre me interesó. Aunque yo leía las obras filosóficas con el mismo método y espíritu que al leer obras literarias. Tardé muchos años en confirmar que tenía un interés más profundo en la filosofía y en decidirme a estudiar formalmente, durante unos años, una carrera de filosofía en una universidad. Y aunque aprecio mucho la filosofía, acostumbro bromear diciendo que la filosofía no sirve para nada. Pero, yo sé que eso no es verdad: la filosofía puede servir para muchas cosas, al aplicarla como método de reflexión, como fuente de inspiración, o como fundamento teórico.

Entonces, una tarea adicional a la que podemos dedicarnos es la de aplicar la filosofía. Sin duda, el lector y otros autores tienen otras propuestas sobre cómo y en qué aplicar la filosofía. Yo propongo algunas aquí, para cerrrar este ensayo.

En primer lugar, las ideas de los filósofos –especialmente las de aquellos que nos simpatizan o con quienes nos sentimos idenficados- pueden ayudar a moldear, configurar, informar o transformar nuestras opiniones y creencias, y hasta nuestras convicciones.

En segundo lugar, podemos incorporar ciertos principios o esquemas filosóficos a nuestro trabajo, sin importar la ocupación o profesión a la que nos dediquemos. Ya se trate de principios éticos, o de modelos de crítica o razonamiento, o categorías y clasificaciones, y otras ideas semejantes, todas pueden aportarnos una perspectiva y un derrotero más razonable y factible en nuestros programas y proyectos. Las filosofías de la ciencia y de la tecnología, así como la de la naturaleza y las propias de cada ciencia en particular, y la ética, serán aplicables aquí.

En tercer lugar, si algunas filosofías –como la antropología filosófica y la filosofía de la cultura- nos asisten en el conocimiento de nosotros mismos, o nos proporcionan criterios para la comprensión e identificación de los otros, de las otras personas, eso nos ayudará a relacionarnos y comunicarnos mejor con ellos, en términos y ejercicio del respeto y la tolerancia.

En cuarto lugar, las herramientas y métodos filosóficos, como las que se aprenden en el estudio y práctica de las disciplinas lógicas (especialmente la informal, que se refiere a la argumentación y las falacias), o las de comentario de textos y la hermenéutica, han de emplearse para analizar discursos y contenidos, de obras de todo tipo, textos diversos, opiniones ajenas y e informaciones de medios de comunicación.

En quinto lugar, las disciplinas como la ética, la consejería filosófica, la filosofía práctica, o ciertos textos u obras filosóficas en particular, como las que proporcionan consejos y recomendaciones para las situaciones de la vida cotidiana, o sobre como comportarnos, o sobre lo que se requiere para tener una buena vida, alcanzar cierto grado de serenidad y felicidad, o disponer de una cierta actitud, o hacer un uso discreto del tiempo, o para el goce y provecho de las artes y otros placeres y pasiones, serán de utilidad para nosotros y para quienes nos son próximos.

Para terminar, diré que es preciso, indispensable, que quien se dedica a las actividades filosóficas, debe fomentar la lectura de obras y textos sobre todas las disciplinas posibles, y la práctica de actividades que complementen y enriquezcan su experiencia de lo cotidiano, lo social y lo cultural.

noviembre 12, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Para escribir filosofía se debe comenzar por hacerlo acerca de aquellos temas o problemas por los que sentimos predilección, y que además, nos sean ya conocidos o nos sea factible llegarlos a conocer en extensión y profundidad adecuadas. Se llega a conocer tales asuntos por medio de las técnicas, herramientas y ejercicios con los cuales nos habremos entrenado para aprender a filosofar. Porque, en mi opinión, aprender a filosofar requiere entrenamiento, además de talento e imaginación. A medida que reflexionamos y elaboramos apuntes o esquemas de nuestra reflexión, es decir, que vamos delimitando y consolidando nuestras esferas de observación y acción algunos conceptos y categorias –o relaciones y valoraciones- filosóficas se van conformando en nuestro haber intelectual. Será muy útil, además, conocer lo que significan tales conceptos según una o varias ciencias particulares, los diccionarios filosóficos, y también, los conceptos ocasionalmente definidos o esbozados por los filósofos en sus obras, con el fin de tomar de eso lo que apoye nuestras ideas. Así, se puede comenzar a escribir algunos textos cortos acerca de tales conceptos y categorías conforme a nuestra propia opinión y razonamiento, sin olvidar lo que antes se ha dicho sobre ello.

Y ya que hablo de textos cortos, es preciso mencionar algo en cuanto a los géneros filosóficos. Se ha discutido mucho acerca de la validez y persistencia de los géneros filosóficos, ya que el estilo, denominación y estructura de los mismos cambia con las épocas y tradiciones; y siempre aparecen géneros nuevos o los ya clásicos son modificados por los autores contemporáneos. De cualquier manera, ejemplos de estructuras usadas por pensadores de otras épocas y de la misma en que se vive, han de ser tomados en consideración. Se puede, así, comenzar a escribir aforismos, cartas, o ensayos cortos; luego, probar escribir series de columnas o entradas interrelacionadas como en una revista o un blog; más adelante, escribir ensayos más extensos y mejor estructurados; y sólo con más experiencia e investigación dedicarse a un tratado o un manual sobre una disciplina o un mismo tema.

Porque, además de escribir acerca de los conceptos sobre los cuales se ha adquirido suficiente dominio y competencia, existe la alternativa de escribir documentos sobre un mismo tema enfocado filosóficamente, pero, al mismo tiempo, desde las otras ciencias, y mostrando y exponiendo aspectos diferentes sobre el objeto que se está tratando, para determinar sus partes, funciones, usos, valoraciones e impactos. Así, a medida que se desarrolla la exposición de todos esos componentes y sus relaciones, el texto va surgiendo casi por sí mismo desde nuestra razón y conocimiento, y también exigiendo la indagación de aspectos que requieran ampliación.

Talvez, podríamos construirnos un horizonte más amplio y más complejo, que sería el de elaborar un sistema filosofico completo en si mismo. Eso quiere decir, que no se trata de que un sistema filosófico abarque todas las áreas y disciplinas de la filosofía, sino que abarque todo un conjunto de temas organizados y estructurados de un gran programa de investigación y de razonamiento por parte del pensador y el filósofo, los que constituyen toda su visión del mundo y expresan sus opiniones y conclusiones, sus cuestiones e inquietudes, y corresponden a ese programa y no a otra cosa.

Existen muchos modelos y técnicas típicos o básicos de redacción que se deben conocer, aprender y saber aplicar como corresponda. Pero, si aprender a redactar correctamente es un primer paso, en el entendido de que ya se aprendió a razonar correcta y técnicamente (es decir, se aprendió a filosofar), pienso que se debe aprender a identificar y analizar la estructura –tal cual- de los textos de los filósofos y científicos, y en segunda instancia, la de los expositores y comentaristas. Todo eso proporciona elementos y herramientas con las que se puede contar para escribir nuestros propios textos filosóficos.

Es por ello que las técnicas y procedimientos para examinar y diseccionar la estructura de obras de filósofos consagrados –o partes de las mismas- deben ser parte de nuestra formación filosófica. Muchas veces, se comete el error de querer enseñar como escribir correctamente ensayos y textos filosóficos, mostrándole al estudiante malos o mediocres ejemplos de redacción, y advirtiéndole que no cometa los mismos errores dle ejemplo. En mi opinión, se debe proceder de otra manera, pues para aprender a escribir bien y encontrar la voz y el estilo propio, se debe uno auxiliar, como dije antes, tanto de las técnicas y elementos de redacción básica, como de la ejemplificación o reflejo del estilo de los grandes pensadores. Pues, aunque no se trata de imitar el estilo, sino de descubrir la estructura y la forma, los argumentos y falacias, los trucos y recursos, las inspiraciones e intertextualidades, incluso los yerros o incongruencias, que usó tal autor, y esos sí nos servirán de ejemplos a seguir o a superar. Es decir, intentar deconstruir el modo como se pensó, diseñó, se armó y remendó su obra.

Otro de los instrumentos provechosos para escribir filosofía son los fundamentos y técnicas de pensamiento crítico, así como los métodos de argumentación y trato con falacias que se asocia a ello, en tanto que lógica informal. Ya que no siempre necesitamos expresar nuestras ideas haciendo uso del lenguaje de las lógicas formal y simbólica, y que también es preciso aprender a evitar caer en errores y falacias al exponer nuestras ideas; por lo que se debe aprender a razonar correctamente y a intentar demostrar o justificar nuestras opiniones mediante argumentos del tipo que más corresponda al orden y finalidad de nuestro documento, texto o discurso. El pensamiento crítico incluye actividades tales como la investigación de antecedentes y pruebas (datos, hechos, informaciones), el análisis, evaluación e interpretación de otros argumentos y ejemplos, y los métodos y técnicas para construir razonamientos de carácter inductivo, deductivo o persuasivo, y otros modos y fines de razonamiento.

Un elemento que apoya considerablemente la exposición de cualquier tema, son los ejemplos. Es necesario poner ejemplos adecuados que apoyen la comprensión de nuestro texto. Tales ejemplos se pueden extraer de los eventos de la realidad, o de los textos de otros autores y de otros géneros (no necesariamente de obras filosóficas, e impresos). De los ejemplos, tratados como casos, se extraen también las lecciones aprendidas. Con el análisis y comparación prudente de tales lecciones se puede generalizar algunas conclusiones moderadas sobre ciertas ideas o situaciones. Otro recurso, asociado al uso de fuentes de conocimiento de otros, es el de la apropiación de conceptos que se hallan en otros autores y textos, y su trasvase, complementación, adaptación, perfeccionamiento y aplicación a nuestro propio proyecto o programa de indagación y exposición filosófica.

Conocidos y puestos en práctica todos los conocimientos, recursos, herramientas y métodos de creación y escritura filosófica, se puede proceder a conformar y exponer nuestra producción filosófica.

noviembre 06, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Estudiar filosofía puede ser frustrante y al mismo tiempo vigorizante, pero, de cualquier manera el mayor beneficio que se obtiene es el rigor en la lectura y exposición del pensamiento ajeno. Leer filosofía es estimulante y exultante, y proporciona la inestimable oportunidad de ejercitar el discernimiento propio y confiar en la capacidad de tener opiniones firmes y lógicas, sin la estricta dependencia de la autoridad. Consultar y revisar los comentarios e historias del pensamiento es algo que debe hacerse regularmente pero con una mezcla de confianza y escepticismo moderados, ya que constituyen un apreciable apoyo, pero no deben acostumbrarnos a evitar ir directamente a las fuentes (aunque sea en versiones traducidas a nuestra lengua), ni distraernos del esfuerzo de síntesis e interpretación propia. Transmitir y compartir los conocimientos filosóficos aprendidos conforma una oportunidad valiosa de sistematizar lo estudiado, leído y comprendido, y de dialogar o debatir, y de aceptar ser refutado o cuestionado al presentarse ante otros estudiosos o estudiantes. Escribir sobre los filósofos ya clásicos o contemporáneos, suma al esfuerzo de tantos por mostrar el producto de sus largos y profundos esfuerzos por comprender, criticar y elaborar sinopsis de las obras e ideas de aquellos, y obliga a aprender más disciplina y aplicar más técnicas para exponer correctamente los resultados de nuestra investigación y reflexión.

Aunque estas actividades en torno a la filosofía que estoy exponiendo no son una especie de escalera o de pasos progresivos a seguir, y como ya dije, no son actividades excluyentes entre sí, sino que son complementarias; todas ellas sirven como entrenamiento del raciocinio, la crítica y la escritura; y van dejando estratos y huellas, sedimentos y marcas, que se manifiestan como datos, ideas, contextos, relaciones, imágenes, las que han de fundamentar y aderezar los nuevos textos, discursos, argumentos y reflexiones que produzcamos cuando emprendamos el propósito de aprender a filosofar.

Sobre cómo aprender a filosofar, pues, quiero ahora mencionar algunas muy breves recomendaciones. Recomendaciones que pueden servir de base para aprender a filosofar ya no solo desde la perspectiva, la visión y la palabra de otros autores (filósofos y comentaristas, profesores y expositores), sino desde una situación, postura y actitud, y con una peculiar expresión gestual y verbal ante los problemas o preguntas filosóficas o cuasi filosóficas que nos planteamos nosotros mismos o nos apelan otros.

El punto de partida de una reflexión filosófica propia es la identificación de problemas o la formulación de preguntas acerca de aquellos temas, asuntos o acontecimientos que nos interesan o inquietan. Eso sí, tal identificación o formulación de plantearse de un modo distinto a como se haría si se tratase de una investigación en ciencias sociales o para cualquiera de las otras ciencias y tecnologías. Además, tampoco debe hacerse de la misma manera que cuando se propone hacer una crítica al pensamiento de un autor en particular, porque eso corresponde a la reflexión acerca de otros filósofos o autores. Aunque, si bien el aparecimiento de aquel interés o inquietud nos haya surgido mientras leíamos un texto de cualquier disciplina, o gozábamos de una obra literaria o artística, o frente a un espectáculo de cualquier índole, o mientras observábamos un acontecimiento sin participar en el, o cuando participamos de alguna actividad compartida; es preciso hacer notar que todos esos momentos pueden llegar a ser la simiente de una reflexión filosófica personal, así que tal momento es el punto de partida pero no solo y no necesariamente el objeto de la reflexión. Y entonces para aprender a filosofar hay que aprender a ser sensible a las ideas que nos suscitan esos momentos únicos que nos conducen a una indagación filosófica.
El siguiente paso, si se le puede llamar así, es perfilar y definir las facetas tanto del problema filosófico que se plantea, como de las respuestas que el filósofo se animará y se atreverá a proponer y expresar. Pienso que esas facetas deben ser varias, de manera que permiten a su autor apreciar el objeto de reflexión de manera diversa y descubrir diversos elementos y relaciones. Además, la reflexión filosófica requiere una porción de espontaneidad y otra de método. Se trata de llegar a una conclusión o propuesta, que no tiene que ser definitiva, aunque su autor la afirme de manera categórica, pero sí tiene que ser lógica y poseer cierta validez o verdad. Un proceder seguro de conducirse durante la reflexión y de acercarse al objetivo perseguido, la proporcionan las herramientas que los filósofos, los creativos y los científicos han descubierto o inventado, y que aparecen tanto en las obras filosóficas como en los manuales y guías correspondientes, de las que el filósofo debe proveerse y aprender su uso y aplicación; y luego ensayar el medio para fijar o plasmar por escrito los resultados alcanzados. Es así como el filósofo, o quien está imbuido en la práctica del aprender a filosofar, debe iniciar a expresar y divulgar el producto de sus reflexiones y preocupaciones, preguntas y fascinaciones.

Lo que se expresa y se escribe, se puede publicar y comunicar, se puede y se debe compartir con otros con el fin de dialogar con ellos. El diálogo con personas competentes y la apertura a la recepción de críticas y sugerencias, dinamiza y enriquece nuestra reflexión filosófica. Pero, no se trata de una aceptación sumisa y ciega de las simples opiniones ajenas, ni de ser calificado o evaluado por las críticas bien fundamentadas, sino de permitir con ellas aparecer una ventana desde la cual definimos o elaboramos nuevas facetas y ampliamos nuestra reflexión propia, para continuar nuestro aprendizaje para convertirnos en filósofos y no solo en divulgadores de filosofías ajenas. Por ello, la otra dimensión del trabajo filosófico, se refiere a la escritura.

noviembre 04, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Decía en un artículo previo a este que la filosofía está abierta a la posibilidad de ser estudiada y practicada en cinco actividades principales que van desde su estudio en una institución académica o como un esfuerzo realizado en privado, hasta la producción de textos y materiales de filosofía como autor, es decir, como filósofo; asunto que también conlleva las faenas de comentario y enseñanza del pensamiento y la historia de la filosofía, y la necesidad de aprender a filosofar. Ahora, pienso que hacía falta incorporar una dimensión adicional, que se refiere a la aplicación de los conocimientos y métodos filosóficos, y por ello la incorporo al final.

Veamos lo que, desde mi punto de vista, como mínimo, se requiere para cada una de las actividades mencionadas:
 
Para estudiar la filosofía es indispensable leer las obras de los autores filósofos. Como es virtualmente imposible leer a todos los filósofos de todos los tiempos y culturas, el estudioso deberá hacer una selección de aquellos autores que le interesen de acuerdo a sus propias expectativas. Para seleccionar los mismos, se puede partir de una historia o un diccionario de la filosofía, o de cualquier tabla cronológica en la que aparezca la ubicación temporal y geográfica, o por escuelas y corrientes de los filósofos más conocidos. Lo ideal sería leer las obras completas o todas las más relevantes, y acceder a las mismas en su idioma original. Sin embargo, traducciones de buena calidad a nuestra lengua sirven muy bien para el propósito de conocer las obras filosóficas. Además de leer directamente las obras, es recomendable leer o revisar uno o dos comentarios sobre cada autor y sobre la época del mismo, con el fin de identificar elementos biográficos y de contexto que apoyan la comprensión, así como hacerse un panorama de todo el pensamiento del filósofo en estudio. También puede convenir asistir a cursos y eventos de discusión y divulgación filosófica, o inscribirse en una universidad y completar algún grado de estudios en filosofía. Si se desea obtener una vista de conjunto, tanto histórica y metodológica como contextual, conviene una licenciatura en filosofía. Pero, si el estudioso proviene de una profesión no relacionada con la filosofía, y desea obtener conocimientos filosóficos más específicos –sobre una escuela o sobre un grupo selecto de filósofos, o sobre una de las disciplinas filosóficas específicas, como por ejemplo la ética, la epistemología o antropologías- puede optar por una maestría o doctorado. Pero, antes de formarse en una especialidad filosófica, es necesario adquirir un conjunto de herramientas clave de las que hablaré más adelante en este mismo artículo. De cualquier manera que se estudie la filosofía, en privado o en la academia, será muy provechoso elaborar esquemas, diagramas y cuadros de lo que se lee (mucho mejor que efectuar subrayados y marginaciones en un texto impreso); y llevar a cabo discusiones, conversatorios y debates en parejas y grupos, para intercambiar impresiones y opiniones.

Luego de haber estudiado filosofía, puede uno dedicarse a enseñar filosofía en calidad de docente en un colegio o en una universidad. O bien, dedicarse a la divulgación de conocimientos filosóficos como tutor o como conferencista privado. Si se tiene que impartir un curso en una institución de enseñanza, el punto de partida es la planeación del mismo. Tal curso puede tener uno de estos tres enfoques: trazar la historia y contexto de una disciplina, tema o época de la filosofía; hacer una exposición sistemática de un tema o división de la filosofía, definiendo sus conceptos y categorías clave, así como sus métodos y relaciones; o exponer una síntesis del pensamiento, obras y vida de un filósofo en particular. Como resultado de la planeación, se detalla un programa de estudio y exposición conforme a la duración estipulada del curso. Se hace, además, una selección de lecturas, tanto de fragmentos o partes de las obras de autor, como de capítulos y artículos escritos por sus comentaristas. Debe escogerse otros materiales de apoyo complementarios que apoyen los contenidos y las discusiones o ejercicios que se lleven a cabo. Para ejecutar el curso se requiere disponer de herramientas y técnicas didácticas que comuniquen adecuadamente los contenidos y fomenten la reflexión y discusión creativa y profunda. El programa debe incluir también los mecanismos de evaluación del aprendizaje del grupo de estudiantes, tales mecanismos deben hacer énfasis en la reflexión y la creación de y sobre contenidos e ideas, y no en una rememoración de datos y conceptos.

La lectura de obras de filósofos y de comentarios o críticas sobre su pensamiento, la investigación del entorno intelectual y del contexto histórico, así como la práctica de la enseñanza y la divulgación de la filosofía nos provee de conocimientos suficientes, y talvez de criterios más adecuados, para escribir acerca de la filosofía y de los filosófos. Aquí las opciones posibles son tres: la primera de ellas es escribir biografías de filósofos haciendo énfasis en su desenvolvimiento intelectual y filosófico; la segunda, es escribir comentarios a una o a varias obras específicas de un autor, o a la explanación de una o de un conjunto de categorías e ideas del mismo; y la tercera, es hacer historias de la filosofía. Desde luego, preparar un gran compendio de historia de la filosofía universal es una tarea ciclópea, sin duda es más sencillo y eficiente estudiar y exponer la historia de la filosofía en un periodo, en un área de la ciencia o en una zona geográfica específcos. Y será aun mejor especializarse en un sólo autor o en un pequeño grupo de pensadores escogidos por sus vínculos notables o por la adhesión que sentimos hacia ellos. Una opción interesante es desarrollar una investigación sobre un mismo tema o concepto desde diversos enfoques o según las opiniones y argumentaciones de varios pensadores, o de sus transformaciones y significaciones en épocas diferentes.

La herramientas necesarias para escribir acerca de la filosofía y de los otros pensadores o filósofos son fundamentalmente cuatro. Pero, primero hay que tomar en cuenta que cuando se trata autores muertos, el tipo de investigación predominante es la documental, y debe incorporar el uso de libros y documentos impresos, revistas y periódicos, sitios en Internet, videos y cualquier otra clase de materiales de apoyo. Aunque también, se puede recurrir a la entrevista de especialistas, este será un recurso sucedáneo. En cambio, cuando se trata de pensadores actuales y vivientes, además de la investigación documental será casi indispensable entrevistar a los autores. En cuanto a las herramientas y técnicas a utilizar, lo primero es saber como escoger las citas que incumben al propósito y enfoque de nuestra investigación. Ahora bien, el uso que se le dé a tales citas debe ser adecuado y respetuoso tanto del pensamiento del autor como de las reglas de validez científica y lógica. Lo segundo y lo tercero, requiere de la aplicación de los diversos métodos y técnicas de comentario y análisis de textos (tales como el análisis del discurso y de contenido, la hermenéutica, estructuras argumentativas y otras); asi como de crítica literaria (en efecto, algunas de las herramientas que se usan para hacer crítica y análisis de obras literarias son también efectivas para el análisis y comentario de textos filosóficos). Lo cuarto, adquirir la capacidad de comparar autores y sus argumentos u opiniones, así como de insertar -o de descubrir- la intertextualidad entre ellos.

octubre 27, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 1

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 1
Por Francisco Martínez Alas. Octubre, 2009

Escribir filosofía, escribir acerca de la filosofía y los filósofos, enseñar filosofía, estudiar filosofía y aprender a filosofar son cinco actos distintos pero no mutuamente excluyentes. Alguien puede dedicarse a una, a varias o a todas esas actividades. Además, puede hacer énfasis en una idea o ciencia en particular, en alguna corriente o en un filósofo específicos, o en un enfoque y método peculiar. El impacto de su actividad y las características de tal impacto, se diferenciarán según el caso, en extensión y comprensión, tanto como en profundidad y duración.

La importancia que adquieren las ideas filosóficas está vinculada principalmente a dos cosas: el rol o la posición que el filósofo tiene en la sociedad en la que vive o vivió, y la pertinencia de tales ideas con respecto de las corrientes, tendencias, eventos, acontecimientos, circunstancias, creencias o costumbres vigentes en un momento histórico dado. Por ello ha habido o hay en la actualidad, filósofos ricos o pobres, guerreros o comerciantes, políticos activos o autoridades religiosas, activistas y defensores, maestros y guías, famosos o ignorados, y en cualesquiera otras condiciones, según el caso.

La filosofía, es decir, las ideas de los filósofos, están contenidas en los escritos -de cualquier género, o en discursos orales- , que ellos hacen. La crítica a tales ideas está contenida en los textos de otros filósofos que dialogan con ellos o les replican, y en su mayoría, en los comentarios que los especialistas y aficionados, los profesores y divulgadores, hacen de aquellos. Lo que se enseña en los colegios, escuelas y universidades, ocupa y se ocupa de ambas cosas, tanto de textos de autor como de comentarios de textos, y además, se basa en la sabia o errónea elección de métodos para enseñar la filosofía o para que los discípulos aprendan a filosofar.

Yo me inclino a que al estudiante se le enseñe los caminos y las herramientas para aprender a filosofar, y menos que a que se le enseñe "la filosofía", es decir, que se persiga explicar o comentar las obras de los filósofos. Digo, porque para esto basta que el estudiante tenga acceso directo a las obras filosóficas y a sus comentarios, por compra personal de libros, o por préstamo de los mismos en una biblioteca, o por consulta de servicios de referencia y documentos en línea. La interpretación y valoración que el estudiante haga, convertido en lector de la filosofía, a partir de la lectura directa de las obras, es irrelevante para la enseñanza filosófica; pero, al contrario, es relevante y válida para el propio lector. Afirmo esto, porque no se trata de que el estudiante llegue -o deba llegar- a una supuesta "interpretación correcta" y reconocida, de lo que lee y de allí rendir cuentas de ello a otros. Sino que, se trata de que el estudiante lector aprenda y tome para sí lo que le convenga y le interese de esa lectura. Lectura y estudio que realizará mejor si se le han transmitido las herramientas útiles para el quehacer filosófico.

En cuanto a la lectura y el estudio de la filosofía (en cualquier nivel, pregrado, grado o posgrado), hay quienes lo practican para edificación y plenitud personal, por saber más, por encontrar respuestas para sí mismos, o para poder preguntarse mejor acerca de las cosas que les rodean y viven; y hay otros que aspiren a una titulación para poder acceder a ciertos puestos en organizaciones de diferente índole.

De hecho, si se lee filosofía en lo privado se puede aprender tanto o más que cuando se estudia en la universidad. Pero, debo reconocer que la ventaja ineludible de estudiar una licenciatura en filosofía, es que así se puede adquirir -con cierta comodidad de oyente y espectador- un panorama ordenado y sistemático de ésta y de todas sus sudivisiones, así como de su transformación en la historia. Pero, ello no significa que todo ese cuerpo de datos, problemas e ideas no se pueda alcanzar en estudios privados. Si al estudiante se le muestran y demuestran, como dije arriba, las herramientas para aprender a filosofar, éso se puede conquistar, no sin el concierto con muchas lecturas, prácticas, observaciones y vivencias.

Los posgrados, las maestrías y doctorados en filosofía (yo no optaría por ninguno de los dos), según la calidad de la universidad y del plan de estudios, bien pueden enseñar destrezas y contenidos que no se alcanzan a cubrir en un pregrado o licenciatura, y aquel que quiere convertirse en un filósofo de verdad puede tomarlas para sí, es decir, apropiarse de ello, para comenzar a escribir, no sólo su tesis doctoral, sino, y aún más importante, a construir su propio lenguaje y cuerpo de ideas con enfoque filosófico, escribir sus propios textos con su propia voz, y hasta estructurar su propio sistema filosófico.

Ahora bien, la enseñanza de la filosofía, o más bien, el modo, el estilo y la intención como se enseñe, tiene diversos impactos, positivos o negativos. Digo, porque un mal profesor puede hacer odiar a un autor o a toda la filosofía; o bien, puede transmitir una interpretación errónea de un sistema filosófico y de algunos conceptos. También, puede darse el caso de que el docente quiera pretender imponer su criterio -aunque válido, será parcial- y sus propias adhesiones culturales, ideológicas e intelectuales, con respecto a ciertos autores, ciertas obras, ciertas corrientes o acontecimientos.

Por otra parte, ciertas ideas filosóficas están imbuidas, aunque no se cite expresamente, en los instrumentos legales y jurisprudenciales, de derechos humanos y acuerdos internacionales; también, en las políticas gubernamentales hay ideas tácitas que sostienen los valores que se expresan y practican (aunque esos valores no siempre nos agraden o no siempre sean loables); en la fundamentación y sistematización de las ciencias particulares (por ello es posible hacer filosofía de la educación, del arte... o de cualquier materia); y no digamos, en las grandes obras de literatura tano clásicas, modernas o contemporáneas, se difunden tanto ideas como imágenes dignas de mención y reflexión.

Otra cosa que mantiene viva la presencia, la memoria y la voz de un filósofo son las casas editoriales, las revistas y publicaciones seriadas, las bases de datos, los congresos y seminarios, las librerías y las bibliotecas. En la medida que las obras y textos de un autor estén accesibles y disponibles, con facilidad y amplitud, entonces, será posible continuar discutiendo, dialogando, replicando, refutando y queriendo a los filósofos del pasado, que no lo son tanto, pues siempre deben estar presentes en nuestra formación intelectual y cultural.

Y por supuesto, los comentarios, en los medios de comunicación, en conferencias y congresos, en publicaciones impresas y en línea, mantienen vigentes a los autores, a sus ideas, o ciertos temas de importancia humana, social y cultural. Pero, igual, un comentario nefasto, difundido a través de los siglos y de boca en boca, puede lograr que a un autor se le deteste, se le ponga una etiqueta mediocre, o que se le haga decir lo que en realidad nunca dijo o escribió. La malas traducciones también producen un efecto similar.

Aunque, desde el punto de vista de empleadores en el comercio y la industria, o en otras organizaciones y corporaciones, el ser graduado de filosofía carezca de valor, éstos se equivocan. Yo no creo que la filosofía no tenga valor, como conocimiento y herramienta práctica para el hacer decisorio y estratégico empresarial, o que haya perdido importancia, y que no sirva para nada; todo lo contrario, sirve como apoyo para muchas cosas, buenas o malas, y fomenta tanto los status quo imperantes, como las revoluciones siempre emergentes.

Otra cosa es que pocos nos atrevamos, en la juventud o en la madurez, a estudiar una carrera filosófica: pero, tanto mejor, se aprende más y mejor la filosofía en grupos pequeños, activos, participativos, dialogantes y debatientes, que en esos cursos multitudinarios de decenas a cientos de alumnos. La filosofía debe divulgarse entre las masas y alimentarse de las culturas de los pueblos, pero, debe estudiarse y leerse en privado, o en la relativa intimidad de un grupo de discusión pequeño o mediano.

octubre 09, 2009

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 3

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 3
Una reflexión acompañada del pensamiento de Raúl Fornet Betancourt
Por Francisco Martínez Alas. (2007)

4. Interculturalidad y filosofía
El propósito de esta sección es exponer la propuesta de Raúl Fornet-Betancourt acerca de la filosofía intercultural y comparar sus ideas con las de otros autores que han escrito y discutido sobre eso.

En primer lugar diré que Fornet-Betancourt no desea establecer una definición de lo que se debe entender por filosofar intercultural, para él es un problema sobre el cual se debe discutir y mantener abierta dicha discusión, y dice:

"Creo que el desafío está en replantear el problema; no para eliminarlo, pero sí para redimensionarlo. Es decir, que habría que empezar por preguntar no por la definición que podemos dar de lo intercultural sino más bien por los recursos culturales y conceptuales de que disponemos" (17)

Y agrega:

"Preguntarnos, por ejemplo, si nuestra manera de pensar es ya tal que nos permite una aproximación intercultural a la realidad de la interculturalidad. Esto significa que cualquier definición de lo intercultural debe hacerse cargo de su contextualidad, tanto cultural como disciplinar, y presentarse no como la perspectiva que demarca los límites de lo que enfoca sino, por el contrario, como una ventana que permite ver sólo una parte del espacio abierto hacia el que se orienta. De ahí la necesidad de la contrastación de las definiciones que se puedan ofrecer en un debate como este". (18)

Wimmer (19) piensa que "existen buenas razones para aceptar la idea de que la filosofía presente se encuentra limitada si avanza dentro del horizonte y con los medios conceptuales de una única tradición cultural". Pero, expresar y entender los conceptos de tradiciones distintas requiere un medio de "traducción", y "ya que el proceso entero de revisión, criticismo, y traducción de los conceptos filosóficos necesita resultados comprensibles, debe ser una terminología estandardizada, y tales standards sólo pueden ser desarrollados dentro de una tradición". Entonces, una nueva tradición de filosofía intercultural debe crearse, y él propone propone dos vías para ello:


a. Una consiste en el hallar por un método singular del pensamiento, que pasa de alguna condición cultural, que es transcultural. Aunque algunos pensadores y corrientes lo han intentado antes, ni en el pasado, ni probablemente en el futuro ningún método singular convencería a todos los pensadores.

b. Otra consiste en cultivar las particularidades étnicas, llamándolas "filosofía". En este caso el problema de la traducción y la interpretación disminuyen, y disminuye la audiencia también.

Entonces, dice, un programa de la filosofía en orientación intercultural puede resumirse en dos puntos iniciales, más una tercera alternativa. Así, primero debe ser creada un imagen fresca sobre la historia de la filosofía. Y en segundo, se necesita un polílogo (20) para cada una pregunta sistemática de la filosofía. En tercer lugar, busca un camino que sea una alternativa real al eurocentrismo y a los separatismos de la etnofilosofía:

"consiste en un procedimiento que ya no es meramente comparativo, no es sólo 'dia-lógico', sino 'poli-lógico'. Las preguntas filosóficas, preguntas referentes a las estructuras fundamentales de la realidad, a la cognoscibilidad, a la validez de normas y valores, deben ser discutidas de modo que ninguna solución sea difundida antes que sea realizado un polílogo entre tantos tradiciones como sea posible. Esto presupone la relatividad cultural de los conceptos y métodos, e implica una idea no-centrista de la historia del pensamiento humano. Para comenzar podemos formular una regla negativa: nunca acepta una tesis filosófica como bien fundamentada si ha sido producida por personas de una sola tradición cultural " (21).

Como puede verse, también en la propuesta de Wimmer hay puntos coincidentes con las ideas de Fornet-Betancourt. Son estas ideas las que precisamente voy a comenzar a exponer, haciendo énfasis en su conceptualización de filosofía intercultural, seguido del diálogo intercultural.

Actualmente se necesita dice Fornet-Betancourt, una profunda y radical trans-formación de la filosofía, que supere el horizonte de su cultura o ámbito cultural correspondiente, usando para ello el material crítico de distintas tradiciones culturales. La nueva figura, es la filosofía intercultural, que tendrá al menos las características siguientes (22):

1a. Una manera de hacer y practicar la filosofía desde diversas potencialidades hacia un punto de convergencia común.
2a. Supera los esquemas de la filosofía comparada y apunta a un proceso continuamente abierto, polifónico en sintonía y armonía de diversas voces en contraste.
3a. Tiene una actitud que parte del supuesto de la finitud individual y cultural que no intenta absolutizar.
4a. Renuncia a posturas hermenéuticas reduccionistas, a operar con un solo modelo teórico conceptual, en busca de una interpretación mutua.
5a. Descentra la reflexión filosófica de todo centro dominante, sin negación de lo propio.
6a. Abre un espacio compartido tanto para la comprensión de la identidad de cada filosofía como para la de cada comunidad humana: en una transculturación para la universalización.
7a. Propone buscar una universalidad desligada de la figura de unidad.

La filosofía intercultural no es, entonces, una prolongación de otra tradición, sino un esfuerzo de autocomprensión, un desafío para la comunicación entre los filósofos, y un diálogo de voces cargadas de contextos históricos y de cultura(s). Entonces, se trata de:

"Una propuesta programática para una nueva transformación de la filosofía. Se busca una nueva configuración de la filosofía o, mejor dicho, del filosofar; ya que no se pretende simplemente una reconfiguración de la filosofía como disciplina académica sino también una renovación de la actividad filosófica, del quehacer filosófico en general, teniendo en cuenta precisamente las distintas prácticas del filosofar con que nos confrontan las culturas de la humanidad" (23) .

Y propone algunos ejes fundamentales para esta práctica del filosofar (24):

1o. Hacer un filosofar contextual, como momento fundante y constitutivo del pensar y como expresión de mundos culturales concretos.
2o. Acompañar ese pensar con los procesos y prácticas culturales en los contextos de la vida diaria y la cotidianidad de la gente.
3o. Mantenerse como un proyecto de diálogo de contextos para servir de base a la experiencia de la intercontextualidad, como un eco de la diversidad humana que ya existe.
4o. Repensar lo que llamamos filosofía desde los diferentes mundos culturales y sus prácticas, salvando las diferencias, defendiendo la pluralidad y apostando por la convivencia.
5o. Esa convivencia, se debe proyectar en busca de la solidaria realización de la "humanitas" en cada ser humano.

Por ello Fornet-Betancourt dice en otro lugar que no reduce el término interculturalidad a su dimensión filosófica, ya que la ve como una cualidad que "cualquier persona puede obtener a partir de una práxis concreta" en la relación con el otro, no solamente por medio de la comunicación racional, sino que también al dejarse impresionar con el trato cotidiano del otro. Así, la interculturalidad es primordialmente una experiencia, que permite obtener un saber práctico (25).

También afirma otro aspecto concreto de la utilidad práctica de una filosofía interculturalmente transformada: "es el aporte a una política que, como consecuencia del reclamo a la tolerancia y el pluralismo, busque cumplir con el derecho que tienen las culturas y los pueblos no solamente a decir que ven el mundo de una forma distinta, sino también, y sobre todo, a hacerlo según su propia manera de vivir" (26).

Por ello, se hace necesario reorientar la filosofía, con el fin de "aprovechar sus potencialidades para renovarla desde dentro y por vía del intercambio entre sus formas de actualizar el presente de la filosofía" (27). Pero, esa reorientación no pretende desechar ni negar, sino cambiar de rumbo, que inspira todas las otras perspectivas posibles "al confrontarlas con un eje transversal de reflexión y de acción que las mueve a ver lo que ven desde su perspectiva contextual o teórica". Así, la reorientación intercultural "implica un llamado al diálogo abierto de los presentes contextuales de la filosofía o de todas las formas en que la filosofía actualiza su presente en los distintos contextos de nuestro tiempo".

Entonces, el otro elemento importantísimo que encontramos en los escritos de Fornet-Betancourt es el diálogo intercultural: "diálogo de universos humanos, diálogo de visiones y proyectos de mundo". En opinión de Kimmerle, los diálogos han probado ser una forma tanto útil como la más adecuada forma de comunicación en la teoría y la práctica de la filosofía intercultural. Por ello, afirma, en todo lugar donde de ha trabajado con la filosofía intercultural, se ha hecho por medio del diálogo filosófico. Esto ha ayudado en mucho en el diálogo entre la filosofía de culturas diversas. Pero, advierte que la filosofía intercultural solo será alcanzada verdaderamente cuando en las filosofías de todas las culturas participan, o por lo menos, cuando participar en estos diálogos es una opción factible. Y su efectividad se vería limitada si sólamente las culturas occidentales, o las orientales con las occidentales dialogan, dejando fuera a otras culturas filosóficas. Puesto que cada cultura tiene un tipo específico de filosofía, la noción de filosofía se debe ampliar y al mismo tiempo reconceptualizar en una forma que incorpore la dimensión intercultural que le es propia (28).

El diálogo intercultural para Fornet-Betancourt, es el lugar donde se replantea y se supera el problema de la inculturación de la filosofía, y es sostenido por sujetos libres y con iguales derechos. Ese diálogo, conlleva algunos elementos de mayor importancia (29):

a. La historización del problema hermenéutico (de las filosofías inculturadas) a la luz de procesos históricos actuales con el fin de trans-formar la razón o racionalidad.
b. Se evitaría convertir la propia manera de pensar en el lugar de encuentro con el otro, sino que hacer del encuentro con el otro una interpelación para repensar la propia manera de pensar.
c. Como consecuencia de lo anterior, la tarea consistiría en emprender una comunicación abierta que reformule nuestra manera de pensar e incorpore la discusión con las otras voces.

Pero, como el diálogo con el otro, implica el reconocimiento, y ello requiere que se cumplan dos condiciones: primero, la deposición de hábitos de pensar y de actuar etnocéntricos que bloquean la percepción del otro como alteridad; y segundo, se cultive una apertura descentrada ante el otro, permitiendo su interpelación desde la alteridad y tratar de encontrarlo desde su propio horizonte, no desde el nuestro (30). Con el fin de:

"historificar el proceso de constitución de las formas de racionalidad vigentes; revisarlas desde un diálogo intercultural, abierto y sin prejuicios, que permita hacer manifiesto el tejido monocultural de dicho proceso y corregirlo con un plan de recons-trucción de la razón filosófica desde y con la participación traductora de las prácticas del quehacer filosófico en las distintas culturas de nuestro multiverso" (31)

La interculturalidad requiere que la polifonía llegue a un nivel de comunicación verdaderamente plural, no basado en voces, sino en formas diversas de razón que a su vez se manifiestan en muchas razones. Porque la práctica de la interculturalidad requiere empezar por reestablecer un cierto equilibrio para el diálogo (32).

El diálogo intercultural se vincula a la filosofía intercultural por la necesidad que las culturas luchen por su derecho a tener contextos propios o para recuperar los contextos de las culturas que se han homogenizado. Entonces el diálogo intercultural cumpliría una función también correctiva en la orientación de la filosofía actual. Pero, al mismo tiempo, el diálogo intercultural actuaría como un programa de comunicación solidaria entre las culturas. Por ello dice Fornet-Betancourt que la "filosofía que asume el diálogo intercultural como contexto de su reflexión, entra en un proceso de transformación […] que la impele tanto a reconstruir su historia aceptando plurales lugares de nacimiento y desarrollo, como a reconstruir sus formas de articular sus fuentes y métodos" (33).

julio 20, 2009

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 2

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 2
Una reflexión acompañada del pensamiento de Raúl Fornet Betancourt
Por Francisco Martínez Alas. (2007)

3. Filosofía de la cultura
La filosofía de la cultura no pregunta sobre cómo se hace la cultura, lo cual ha sido la tarea de la antropología cultural, sino que quiere ser una reflexión que responda a la exigencia del hombre de conocerse a si mismo, y por ello pregunta, dentro del discurso filosófico, ¿porqué el ser humano produce cultura y al mismo tiempo reflexiona sobre ello?. Así, la filosofía de la cultura "tiende a definir la cultura como fenómeno humano, descubriendo el origen y el sentido último, en orden al destino del hombre", al mismo tiempo que permite distinguir entre la persona y el sujeto cultural, en tanto que sujeto activo que produce formas culturales. Otro punto de vista aporta Sobrevilla cuando define la filosofía de la cultura como "la reflexión filosófica sobre los elementos y dinámica de los fenómenos culturales, la fundamentación de los conceptos extraídos de los mismos y la evaluación y crítica de dichos fenómenos desde una perspectiva filosófica" (8). Considero importante mencionar dos de esos fenómenos: el cambio cultural y la interacción entre culturas.

Los procesos culturales comprenden todos los procedimientos por medio de los cuales los seres humanos transforman el mundo en algo que cobra sentido y significado, tanto para el grupo como para cada uno de los individuos que lo conforman. Esto incluye todas las reglas generales y normas específicas, la información y el conocimiento representado y diseminado, intercambiado, apropiado, alterado y recreado en los procesos de comunicación y el diálogo intersubjetivo. Los procesos culturales están conectados con las relaciones sociales y las estructuras de poder, de manera que, a veces pueden crear y mantener mecanismos de inequidad. Este texto ilustra el modo en que los procesos culturales adquieren sentido para las personas:

"Toda cultura implica una red de signos en interacción que permite contextualizar su producción, explicando lo que sucede y pautando lo que puede suceder. El hecho de que un grupo de personas forme parte de una misma cultura implica que tienen en común un mismo sistema de significación. El carácter normativo e interpretativo de este sistema de significación pauta la producción cultural y pauta los modos de interpretar esos productos culturales. De esta forma, la cultura le da sentido a una realidad que se presenta como caótica. Los procesos culturales hacen referencia a la dinámica de producción e interpretación desarrollada en este contexto, y a cómo esa dinámica altera el propio contexto, es decir la propia cultura. Por un lado, los procesos culturales explicarán los mecanismos por los cuales una determinada construcción adquiere sentido para esa cultura. Y por el otro, como esa producción cultural modifica la propia cultura" (9).

Dado que las "culturas" no son estáticas, como resultado de esos procesos mencionados se producen cambios culturales. Todos los cambios culturales son complejos, y pueden ser aceptados por la mayoría o también producir movimientos de resistencia. Al analizar qué es lo que cambia, cómo y porqué, influirá mucho el punto de vista disciplinar que se tome como herramienta de trabajo y comprensión. De ello dice Fornet-Betancourt:

"Cuando hablamos de diferencias culturales, estamos hablando de procesos culturales. Procesos culturales que han sido sin embargo normativizados o estandarizados en patrones de conducta, de práctica, etc. O sea que hablamos de culturas estabilizadas en un momento determinado de su desarrollo, y a eso podemos llamar "tradición" (tradición española, tradición occidental, tradición asiática, indígena, etc.), en el sentido de lo que se impone o resulta dominante la práctica de una cultura" (10).

Las culturas sufren la formación histórica de lo que llamamos procesos culturales en medio de conflictos. A ello se refiere Fornet-Betancourt en esta otra cita:

"Todas las culturas conocen procesos de discernimiento y prácticas de diferenciación interna; procesos y prácticas que son a su vez reflejo de conflictos internos; es decir, expresiones del 'litigio' intracultural entre fuerzas sociales con diferentes intereses de poder, políticos, económi-cos, genéricos, religiosos, etc., que luchan precisamente por fundar tradición en su universo cultural y crear así referencias vinculantes para el ordenamiento del mismo" (11).

Para Fornet-Betancourt también es válido preguntarse por la calidad de una cultura, esto quiere decir que los miembros de una cultura se encuentren en posibilidad de juzgar y discernir acerca de sus tradiciones, y si quieren confirmar sus culturas, transmitirlas o transformarlas con acciones y prácticas innovadoras, o bien evaluar si su cultura está en estado o situación de fortaleza para seguir generando el sentido de la vida de todos los días, es decir, si tienen capacidad de estar a la altura de lo que sus miembros hacen todos los días (12).

Debido precisamente a la asimetría existente entre las diversas culturas, su interacción se da, al menos, en tres modalidades: aculturación, transculturación e inculturación.

La aculturación se entiende como el proceso mediante el cual una cultura es transformada debido a la adopción a gran escala de usos culturales que han venido de otra societad, de modo que a mediano o a largo plazo los nuevos usos reemplazan a los patrones culturales tradicionales. Ello siempre es consecuencia de relaciones históricas directas entre pueblos culturalmente distintos, especialmente si se trata de procesos de conquista y colonización de pueblos y grupos étnicos. Para algunos autores, cuando este fenómeno ocurre a nivel individual, es decir, cuando una persona emigra a otra sociedad y adquiere y se apropia de la cultura local, se da un proceso de transculturación.

Sin embargo, el antropólogo cubano Fernando Ortiz, ha definido la transculturación en términos del período de transmisión de formas culturales de una sociedad a otra. Haciendo énfasis en esa transmisión como agente del cambio cultural y como resultado del contacto entre sociedades difirentes. Esteva-Fabregat lo explica así:
"En este contexto, el concepto de transmisión implica la idea de movimiento cultural, uno por cuyo medio ocurre una dialéctica concreta consistente en el hecho de que una sociedad juega el papel de sujeto receptor de un determinado número de influencias culturales. […] Se trata de un proceso, de una transculturación que tiene lugar porque se produce a la vez que un contacto, que un intercambio, más o menos directo e intensivo, una adaptación concreta, generalmente selectiva, de unas formas de cultura a otras" (13).

Entonces, esa transmisión modifica, corrige los usos culturales y hasta puede transformar a los individuos o grupos de una sociedad.

Pero Fornet-Betancourt hace dos puntualizaciones con respecto a la actual interacción asimétrica entre las culturas:
a) "cuando hablamos de "asimetría entre las culturas", nos referimos a una asimetría que podríamos decir que viene de fuera de las culturas, por cuanto que es el resultado histórico del colonialismo que en buena parte prolongan hoy las grandes empresas multinacionales y los centros financieros con sus estrategias de globalización de los mercados";
b) "la asimetría del mundo globalizado de hoy, la que ofrece el contexto mayor para el "encuentro" entre las culturas. […] Las culturas se "encuentran" en un mundo que, justo por estar social y políticamente estructurado de manera asimétrica, no le puede dar a todas un lugar igual; y que, por consecuencia, las culturas que no son dominantes en ese mundo, se ven condenadas a luchar por su propia supervivencia; una lucha que condiciona naturalmente tanto su relación con sus tradiciones como el intercambio con las otras culturas que se sienten amenazadas por la asimetría de poder en el "orden mundial" (14).

El concepto de inculturación viene del campo de la teología y se refiere al proceso activo en el cual una la cultura que recibe la revelación a través de la evangelización y que la comprende, produce un cambio desde su interior al traducir según su propio modo de ser, de actuar y de comunicarse las formas culturales y religiosas que recibe, por lo que incorpora un proceso de asimilación cultural. Con respecto a su apreciación de la inculturación dice Fornet-Betancourt:

"Empecé a poner en cuestión la categoría de la inculturación y a ver sus límites. Ya que inculturar supone traer un modelo de filosofía, un logos que viene de fuera. Pero lo propio no se inculturiza, lo propio ya es cultura. Ahí es donde encuentro el límite de la filosofía inculturada y aprecio una serie de contradicciones en la dinámica de la inculturación de la filosofía porque lo que quiere decir, en última instancia, es que la filosofía sigue llegando desde fuera en su vertiente lógica, racional, etc." (15)

Para concluir esta parte, cito lo que Fornet-Betancourt dice de la Filosofía de la Cultura, aun cuando está tomando auge recientemente, se queda en un nivel abstracto, y no parte desde una base material e histórica, así que no se debe confundir a la filosofía intercultural con ella:

"Pues la filosofía intercultural, aunque también lo hace, no tiene su eje de desarrollo ni su preocupación central en el análisis de las culturas o en el intento de facilitar una compresión filosófica de las culturas. Su atención se centra más bien en la búsqueda de pistas culturales que permitan la manifestación polifónica de lo que llamamos filosofía desde el multiverso de las culturas".

En la próxima sección voy a presentar el tema de la interculturalidad desde un punto de vista filosófico.

Y en otra parte del mismo artículo recalca la influencia de Marx en su concepción de estos procesos porque le da énfasis a la idea de que los "procesos culturales son procesos materiales" y a la condición de materialidad que la vida posee, evitando así caer en una concepción "culturalista de la cultura" (16).

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