Novedades

[ Ensayos en los que estoy trabajando ]
Breve manual de pensamiento crítico

noviembre 23, 2011

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 9

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 9
Francisco Martínez Alas (2011)

C)Consultar a los miembros: Tal como decía en el apartado anterior, en situaciones y circunstancias específicas se hace necesario consultar a todos o la mayoría de los miembros de una organización directamente, no solo para recabar informaciones, sino también para alcanzar consensos.

¿Qué se consulta?.- La primera cuestión que surge cuando se habla de consultar a otros antes de tomar una decisión, implantar una disposición o establecer una política, es sobre qué es lo que se puede y conviene consultar y lo que no.

A partir de tal cuestión, entonces, se derivan dos consideraciones importantes. La primera de ellas se refiere a que debe darse por sentado que no todo se puede someter a consulta, o que hay decisiones para las que efectuar una consulta sería ineficaz e inneceseria, y con seguridad una pérdida de tiempo y un desperdicio de recursos. Para determinar si amerita hacer una consulta al interior de la organización, se debe partir, en primer lugar, de analizar si el proceso de consulta debe contar la participación de todos o de la mayoría calificada de miembros o empleados; o solo de los de un cierto nivel profesional o de autoridad en la jerarquía administrativa; o solo de quienes desempeñan una labor o realizan una actividad específica; o sino, exclusivamente con los pertenecientes a una o a algunas oficinas o unidades.

A continuación, se debe evaluar y valorar el objeto de la consulta. Los objetos típicos de una consulta al interior de una entidad tienen que ver con el hecho de realizar un cambio que afecta a la organización, algunos procesos, o una situación general o particular de los empleados o miembros de la misma; o, al contrario, de continuar medidas o políticas, condiciones de trabajo, estructuras, procedimientos y restricciones que se supone o se aprecia han sido efectivas y no se quieren desechar, o siguen siendo necesarias. Una vez determinado y evaluado el objeto de la consulta, es preciso conocer a qué tipo de decisión corresponde y mensurar lo que se persigue alcanzar con ella y mediante la consulta.

Se puede afirmar, que existen tres tipos básicos de decisiones en una organización: a) Las decisiones basadas en criterios y principios técnicos y científicos, aquellas que obedecen a razones necesarias, es decir, que las reglas y argumentos que las sustentan tienen que ver el comportamiento de la materia y la naturaleza de las cosas, con el funcionamiento correcto de las máquinas y la tecnología, con las constricciones y restricciones ineludibles, o con el saber hacer del especialista o experto; b) decisiones estratégicas, que responden a circunstancias contingentes (y hasta emergentes), consisten en planes, diseños y objetivos, y son el resultado del análisis, diagnóstico, evaluación, de factores y capacidades, de relaciones y entornos, y que si bien se llega a la conclusión de que son decisiones convenientes, están íntimamente relacionadas con la experiencia, voluntad, intuición e imaginación de los decisores y expertos que las toman; y c) decisiones operativas, que son las que se hacen y ejecutan por conveniencia de acuerdo con las rutinas funcionales y operativas que cada posición laboral exige, con la finalidad de lograr la eficacia y eficiencia de manera continua, el uso óptimo del tiempo y de los recursos de todo tipo, y son la consecuencia de un proceso de aprendizaje personal, organizacional y social en el que intervienen diversos factores y motivaciones.

Una organización tiene que jugar con las expectativas, necesidades, actitudes y voluntades de todos los actores, y con las oportunidades y constricciones de los factores internos y externos concomitantes, y en todo ello conjugar y concurir los tres tipos de decisiones, y según el enfoque de los decisores y la naturaleza del problema, la operación o los objetivos perseguidos en cada fase, proyecto, actividad o acontecimiento de la organización. Entonces, es útil preguntarse: ¿En cuáles decisiones la participación mediante una consulta general, realizada entre todos o la mayoría de los miembros de una organización, sí tiene valor, o resulta conveniente? En mi opinión, únicamente en las situaciones que requieren el concurso (y no necesariamente el consenso) e integración de opiniones y criterios técnicos pertinentes y relevantes, la retroalimentación de posibles impactos en el trabajo y en las vidas de los miembros (pero no tanto de sus meras voluntades), la investigación y el análisis de las circunstancias, y se debe discernir acerca de asuntos estratégicos que afectan o pueden afectar a todos los actores internos y externos a las organizaciones, desde los socios y empleados, hasta los clientes y proveedores, el medio ambiente, y la sociedad en general.

Una decisión tomada a privilegiadamente a favor de uno de los actores y en ventaja de solo uno de los factores, redundará negativamente en el desempeño de la organización y sus miembros, la elaboración de los productos y la prestación de servicios, y el clima de labores de la institución, y además será fuente de conflictos posteriores. Es por ello que se debe incorporar la dimensión de la participación y representación en el análisis y diagnóstico, diseño y planeación, discusión y negociación, decisión y evaluación dentro de la organización.
Del otro lado de la consulta, están las respuestas, opiniones y expectativas manifestadas por los consultados. Existen diversos factores que afectan la respuesta de las personas a la consulta que se les hace; entre ellas están las razones y motivaciones políticas, ideológicas o emotivas. No hay que olvidar que la respuesta de alguien en el momento mismo de la consulta será influenciada y modificada por sus circunstancias propias y por las circunstancias del entorno y la organización, tanto pasadas (y recordadas) como las presentes (y percibidas y no siempre comprendidas), y que la respuesta formulada o la posición expresada en un cierto momento, puede modificarse y hasta contraponerse después. Por ello, en cualquier proceso de consulta, además de obtener el sí o el no hacia algo, se debería preguntar el porqué, es decir, las razones en las cuales se basa su opción.

Lo ideal, es intentar obtener de todos o de la mayoría de los participantes en una consulta, una respuesta franca y sensata, así como razonada y explicada brevemente, ya sea que la persona consultada responda basándose en sus convicciones profundas, siguiendo tradiciones arraigadas, o mediante una argumentación que viene a ser el resultado de un sesudo proceso de investigación y reflexión. Pero, de cualquier manera, debe quedar constancia de qué es lo que motiva y fundamenta la respuesta y la aprobación o negación otorgada por la persona participante.

octubre 24, 2011

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 8

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 8
Por Francisco Martínez Alas. (2010+)

4 Participación representativa en grupos institucionales (cont.)

Voceros y relaciones con públicos.- Las organizaciones privadas y las instituciones públicas acostumbran seleccionar y nominar a una persona que actúa como vocero de la misma, o de algunas de sus autoridades, cuando se requiere hacer declaraciones públicas en ciertos eventos o publicarlas en medios impresos o en línea, y por supuesto, cuando surgen situaciones de crisis sean provocadas por causas internas o por factores externos. Quien desempeña el papel de vocero debe tener ciertas cualidades personales que transmitan, en conjunto, la imagen de la organización que representa, en sus gestos, palabras, actitud y apariencia, es decir, en las manifestaciones de la comunicación tanto verbal como no verbal; y reunir ciertas competencias que le permitan expresarse con perspicacia y seguridad ante los diversos públicos antes los que actúa y con quienes se enfrenta.

La persona que actúa como vocero puede desempeñar tal papel de manera permanente o eventual. Será eventual cuando, debido a la urgencia suscitada por una crisis, una autoridad de la organización está obligada a brindar algún tipo de declaraciones públicas ante ciertos grupos, tales como asociados, empleados, delegados de los medios de comunicación y otros; o cuando la aparición un personaje muy conocido y apreciado ante la opinión pública, demuestra algún tipo de adhesión que favorece la buena imagen de la compañía o el apoyo a una campaña específica; y también cuando lo que se busca comunicar a otros necesita ser expuesto y explicado por un técnico o un especialista, quien además puede responder con mejor criterio y fundamento las cuestiones que se le hagan.

Usualmente quienes desempeñan el papel de voceros permanentes son los encargados de las unidades de relaciones públicas en las organizaciones. En tales unidades se concretan los discursos y se estructuran las políticas de comunicación externa de las organizaciones, ya se trate de las relaciones usuales con los socios o miembros, los proveedores y algunos clientes especiales, autoridades del gobierno o contactos con medios de comunicación, y más aún en situaciones coyunturales o de crisis.

El discurso y las noticias que el vocero hace públicos representan y deben representar las voces, las ideas y las expectativas de los otros miembros de la organización, es decir, debe transmitir lo que los otros esperan que se diga de la organización, y hasta talvez de ellos mismos en su papel de actores de la misma. De ninguna manera el vocero va a expresar ante los visitantes, medios de comunicación y otros públicos externos su propia opinión poniéndola como la postura o explicación oficial de la organización para la cual trabaja. Lo que está obligado a comunicar es no solo la posición oficial de las autoridades de la organización ante algo, sino también informes y datos fehacientes incluidos en y extraídos de la documentación correspondiente. Por ello, las noticias y declaraciones que el vocero haga deben haber sido preparadas de antemano. Por un lado debe informarse por cuenta propia, y por otro contar con asistentes de investigación que se documentan acerca de lo que realmente ocurre al interior de la organización. Las oficinas de relaciones públicas, además de su papel integrador de varias funciones de comunicación con públicos internos y externos, las que son de diverso carácter y finalidad, deben contar una estrategia bien definida y con acciones concretas bien planificadas a desarrollar sucesiva y progresivamente. Posteriormente, tales acciones comunicativas y relacionales serán sometidas a evaluación y rectificación o ampliación, según convenga a los objetivos de la organización.

Por otro lado, para poder mencionar la estrategia de la que hablo, el personal de la unidad de relaciones públicas tiene que comenzar por investigar y diagnosticar la situación comunicacional, y también el estado de las políticas y de los procedimientos y procesos internos –de todo tipo, pero especialmente los que convellan un componente informativo, documental, comunicativo e interpersonal- de toda la organización. En tal diagnóstico, permanentemente, el papel de los informantes es crucial, y el vocero y su unidad de relaciones con públicos tiene el deber de escuchar sin juzgar y sin intentar encajar las opiniones de otros en moldes preconcebidos. Tiene que tener la habilidad de comprender lo que escucha en su contexto, y no solo de interpretar y sintetizar con la finalidad de acoplar la información al diseño de una política y estrategia de comunicación e imagen.

Una herramienta indispensable para la función de relaciones públicas es el mapeo de los públicos actuales, pasados y emergentes de la organización y en torno a ella. Por lo tanto debe existir un mapa de todos los públicos en todas sus dimensiones, relaciones y características, especialmente las de capacidades y poderes. Se debe saber qué se recibe y se puede llegar a obtener de cada actor y público, que se espera de ellos y cuáles son sus respectivas expectativas con relación a la organización. Para lograr tal cosa, se requiere de procesos constantes de retroalimentación desde los públicos que enriquecen la función de relaciones públicas y le aportan contenido, y en sentido inverso desde el vocero a toda la organización y los públicos (internos y externos), y especialmente los actores claves, con el fin de transmitir una visión e imagen coherente, pero al mismo tiempo crítica y realista, de la entidad. De esa manera, las relaciones con los miembros a los que se ha hecho referencia en este mismo apartado se constituyen como procesos participativos.

Por otra parte, para hacer participar de la vida de la organización a los públicos externos, existen cuatro mecanismos básicos: a) El establecimiento de oficinas de servicio al cliente en las oficinas centrales y en cada una de las sucursales de la organización, en las que las que personal competente y capacitado –apoyado por sistemas de gestión e informática apropiados- atiende las consultas, reclamos, necesidades y asuntos de los clientes que se acercan a aquella, y tienen que ver los servicios y productos que ofrece y presta la misma; b) los centros de atención telefónica, brindan la mayoría de servicios y soluciones que las anteriores oficinas de atención al cliente, con la provechosa diferencia que permite al cliente –y otros públicos y agentes interesados- llamar a la compañía desde su lugar de residencia o trabajo para hacer alguna gestión o para solicitar información; c) el acceso al sitio oficial de la organización en internet, significa para muchos clientes, proveedores y miembros, así como al público en general, una ventaja adicional, ya que constituye una ventana a la compañía y su estructura general, así como a todos sus productos y servicios, con la posibilidad de hacer interacción con la misma, ya que el sitio proporciona además de información clara y útil como la mencionada, formularios o datos sobre puntos y medios de contacto con los departamentos de la organización o algunos de sus agentes, permitiendo un intercambio de solicitudes y de expresión de opiniones con respecto a aquella, que pueden ser tomadas en cuenta y aplicadas a las políticas de relaciones públicas y mercadeo; y d) el envío y recepción de información y documentos, como impresos en una dirección física del cliente, proveedor o del miembro de la organización, o digitales en el sitio en internet, o por medio del correo electrónico, constituye un mecanismo de comunicación con tales personas y empresas, que tiende a hacerlos parte como receptores y audiencia, de los mensajes que se quiere y requiere transmitir.

B)La autoridad y sus asesores: Ya mencioné algo acerca de los asesores externos, en este apartado voy a tratar acerca de los asesores de los que ciertos gobernantes, funcionarios, empresarios y otras autoridades se rodean. A diferencia de los asesores, evaluadores, auditores o consultores externos, que trabajan para otras entidades u organizaciones, por mediación de un contrato. Ellos permanecen y visitan las organizaciones el tiempo y las ocasiones precisas para realizar diagnósticos, auditorías, evaluaciones, observaciones, inspecciones y entrevistas, conforme a las condiciones estipuladas en tal contrato. Pero, también, algunas personas y algunas organizaciones, cuentan o pueden llegar a contar con grupo de especialistas, asesores, o ejecutivos de confianza, que son miembros o empleados permanentes de la misma, y cuyo papel o rol de apoyo es el que se ha descrito en este mismo apartado con referencia a los asesores externos.

Un funcionario de gobierno, empresario o jefe empresarial necesita obtener datos específicos, o consejo de sus asesores legales, científicos, técnicos, éticos o políticos, sobre algún asunto que no domina completamente, o del que siente que necesita aclararlo más, o escuchar el punto de vista de un especialista, para complementar el suyo compararlo con el de otros, para evaluar el alcance e impacto de algunas de sus decisiones mediatas o inmediatas. Del mismo modo, cuando se trata de resolver una coyuntura o responder ante una crisis, o aprehender y comprender una situación nueva, o planear una estrategia de mejora, también se requiere de asistentes y asesores específicos y confiables a quienes consultar y escuchar, con quienes dialogar y compartir. Ese es el papel que han desempeñado los asesores o consejeros propios en las cortes y estados a lo largo de la historia, y que en las organizaciones actuales operan como altos ejecutivos de apoyo.

¿Cómo encaja la participación en este caso? La participación opera en dos sentidos: dentro del mismo equipo de asesores, y entre los asesores y los otros miembros de la organización. Cuando se tiene más de un asesor, y es muy probable que así sea, dada la naturaleza, variedad y complejidad de los asuntos sobre los que se puede requerir consejo; como por ejemplo, si se trata de asuntos jurídicos o de políticas gubernamentales, ambientales o éticos, tecnológicos o informáticos, comunicacionales o publicitarios, laborales o financieros, de seguridad y de todas las demás áreas y disciplinas que intervienen en la administración de organizaciones, entonces, se hace deseable y necesario que los consejos de varios especialistas se integren donde y cuando convenga. Como un problema o decisión puede requerir ser tratado desde distintos puntos de vista y analizado conforme a la naturaleza de sus aspectos, el análisis, evaluación y dictamen del caso debe ser resultado de un procedimiento en el cual todo el equipo pertinente participa y comparte experiencias y opiniones, argumentos y datos, reflexiones y significados, dudas y restricciones posibles. No se trata de que un asesor, por simple jerarquía de autoridad o influencia, tenga dominio sobre los otros, y mucho menos sobre el resto del personal de la organización. Resultando así una relación entre el equipo de asesores entre sí que es dialogante, consultiva y participativa.

De tal manera que los asesores se constituyen como grupos de trabajo o de proyecto en los que la participacion y la representación, así como sus técnicas y métodos, se aprovecha para obtener mejores resultados, al compartir estratégicamente el equipo sus fuentes de información y conocimiento; del mismo modo que confluyen su formación académica y personal, su experiencia en situaciones previas similares o no, y la observación y comprensión de los entornos sociales, políticos, jurídicos y económicos, ya que todo eso crea criterios y provee insumos importantes para proporcionar recomendaciones bien fundamentadas; pero, además, tales opiniones y sugerencias deben provenir de la realidad misma de la organización en la cual se está trabajando. Por ello, el contacto y diálogo con los otros empleados o niveles de la jerarquía organizacional es un requisito ineludible para identificarse con ellos y aprehender otros puntos de vista del hacer organizacional cotidiano y conocer tal realidad al nivel de detalle buscado.

agosto 29, 2011

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 7

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 7
Por Francisco Martínez Alas. (2010+)

3 Tipos de texto (cont.)
Pero, entre el principio y el fin de la narración, ocurre un sinfin de situaciones y acontecimientos. Por ello, una de las características formales de las obras de ficción es la división en partes y subpartes. De acuerdo al tono y carácter de la narración así será la estructura de divisiones y subdivisiones de la obra, así como los títulos que éstas lleven. Sin embargo, a algunos autores les basta con separar las obras en capítulos numerados. Otros, a tales capítulos numerados les agregan un resumen de los eventos que allí ocurren. En cambio, algunos autores -y eso es lo que yo prefiero hacer- le colocan a cada capítulo o libro un título que sugiere o evoca los acontecimientos que se desarrollan en el mismo.

En la mayoría de las narraciones, el contenido de un capítulo corresponde a un solo evento que le ocurre directamente a algunos de los personajes, quienes están presentes allí e intervienen en los sucesos. En cambio, en otras historias, un capítulo o parte está dividido internamente en escenas, separadas entre sí por varios saltos de línea, pero sin numeración; y en cada una de tales escenas se narra un evento, el cual es posterior al de la escena previa, o también puede estar ocurriendo simultáneamente con el anterior o el siguiente de las escenas contiguas, pero en distinto lugar y a distintos personajes, de manera que todas las líneas argumentales de que está compuesta la novela, van siendo contadas juntas mediante tales escenas alternas.

La secuencia de eventos que se narra a lo largo de las partes, capítulos o escenas de la novela constituye una linea de tiempo que corresponde al tiempo narrativo, y por lo tanto, cada uno de los lapsos y momentos tienen distinta duración. El escritor, con el fin de alcanzar sus objetivos literarios y estéticos, puede hacer que el paso del tiempo se acelere o se desacelere mediante diversas técnicas narrativas, aumentando o disminuyendo el nivel de detalle de los actos, las descripciones y los diálogos. Además, el narrador puede modificar la dirección del tiempo entre un capítulo y escena y otro; y así, aunque la narración vista de manera total avanza desde el pasado hacia el presente o el futuro, las historias que nos cuenta en secuencia el narrador pueden ser del tiempo presente de la narración, o corresponder a sucesos pasados en la vida de los personajes, o del mundo donde ocurre la novela, y hasta se puede atrever a anticipar o dar un atisbo del futuro del mundo real fuera de la ficción literaria.

Además, al final de cada parte, el autor puede mostrar el climax concluyente de una intriga o una señal de que sus personajes comienzan otra etapa a partir de allí; y también, puede ofrecer una antelación de lo que será el fin de su historia; de manera que la narración adquiere varios finales, unos que se intercalan para indicar cambios de fase, y el último, que marca el término definitivo de la novela.

Se puede afirmar que en la obra de ficción se dan dos tipos fundamentales de textos: unos en los que habla el autor, con su lector, consigo mismo y hasta con su historia y personajes; y otros donde son los personajes quienes hablan, entre sí, consigo mismos, y muy rara vez con su autor o con el lector. Siendo así, en la obra de ficción se alternan unos textos que consisten en párrafos de narraciones de hechos, sucesos, acciones, el cual permite ampliar la obra en general mediante ciertas digresiones que hace el autor al incorporar notas –de diversa extensión y profundidad- con informaciones paisajísticas, históricas o científicas, o con la simulación del flujo de conciencia o de los estados emotivos de los personajes; este tipo de narración, se combina y se completa con la descripción, más o menos prolija, o solo funcional, de cosas y seres, lugares y edificaciones, instrumentos y herramientas, rostros y gestos, vestimentas y otros objetos, con los detalles minuciosos pertinentes correspondientes; el otro tipo de texto utilizado, es el diálogo entre los personajes, el cual se representa mediante el uso de guiones largos o comillas, o de los nombres de los hablantes con el signo de dos puntos a la derecha; seguidos con las frases que dicen los personajes; y se complementa con indicaciones y aclaraciones, acerca de quienes son los que hablan y a quien, de qué modo y manera lo hacen, que gestos o movimientos realizan mientras hablan, o las emociones y afecciones que sienten.

Habiendo descrito las principales características de la obra de ficción, ahora quiero describir el proceso de producción de la misma. Un escritor para llegar a serlo necesita trabajar mucho en varios ámbitos clave, entre ellos: el dominio del lenguaje, sus posibilidades, y de las figuras literarias; la práctica cotidiana de la escritura de textos de diversa extensión, contenido, estilo y objetivo; la observación del entorno de manera global y en sus mínimos detalles; mirar y escuchar a las personas a su alrededor, sus gestos, emociones, circunstancias y acciones; y la apropiación de contenidos, informaciones, saberes y datos -fragmentarios pero significativos- de toda índole.

Tales hábitos lo adiestrarán y lo encauzarán en el oficio de escritor, y lo imbuirán en la realización de proyectos literarios específicos. De manera que, luego de tener el primer atisbo de una historia a ser escrita, debe crear los personajes, delimitar la época y el lugar de la historia, y esbozar un argumento o secuencia de eventos principales. Así que, tal escritor para escribir la obra en la que ha pensado, requiere de la realización de otros pasos y etapas, entre las que se puede mencionar como fundamentales estas tres: elaborar un esquema o plan general de toda la obra, realizar investigación suficiente, y dedicarle una atención continua al proyecto hasta completarlo.

Un esquema o plan general de la obra consiste en un mapa o línea de tiempo en el cual aparecen señalados los acontecimientos principales de la historia, su secuencia y relaciones clave entre ellos, así como los personajes que intervienen en tales eventos y lo que les ocurrirá o puede ocurrir a los mismos. El esquema puede tener distintos aspectos y ser construido u elaborado de acuerdo a los hábitos de trabajo y prácticas creativas del autor. Así, el plan de escritura podrá estar almacenado en una computadora, en uno o varios archivos hechos con cualquiera de las herramientas que existen para escribir, dibujar o graficar; o consistir en una libreta o cuaderno de apuntes en el que se hacen anotaciones diarias o eventuales, y al que se le agregan páginas o notas sueltas; o armarse y dibujarse en una superficie de un tablón o pizarra, en el cual se apuntan o pegan las ideas que van apareciendo. El esquema debe ser dinámico, cambiante e inspirador, y en ningún momento constreñir o bloquear al escritor. Al esquema general lo acompañan diversas notas y borradores que el escritor hace continuamente.

La investigación para escribir literatura u obras de ficción tiene un carácter peculiar. En mi opinión, es una mezcla de técnicas y estrategias equivalentes a las que usaría algún periodista, antropólogo, etnólogo, cartógrafo, fotógrafo, arqueólogo o historiador, y hasta la de un artista plástico que sale a la calle o al campo y anda en busca de inspiración, o de escenas y dramas cotidianos pero excepcionales, con su libreta de apuntes o de bocetos, su caballete, pinceles y pinturas o una cámara fotográfica o digital, y captura tales escenas, en todos los aspectos y detalles que le pueden ser de utilidad en una de sus narraciones, o como anotaciones en sus diarios. Tal investigación puede consistir en lecturas diversas, sistemáticas o intuitivas, y puede requerir entrevistas a personas, o viajes a diversos lugares. En síntesis, se trata de una combinación de prácticas y métodos de investigación documental y de campo, sin duda más cualitativa que cuantitativa.

El escritor de ficción –tanto como el investigador social o el observador de comportamientos- debe observar y escuchar a las personas que lo rodean, con mucha atención, prestando interés a sus palabras, sus gestos y su indumentaria. Cualquier escena cotidiana en la calle, un comercio o una oficina, puede servir como material de trabajo para un historia que se escribe. Algunos escritores ocupan también las historias de vida de los amigos y conocidos como material de base para armar un cuento o narración, o las insertan en historias más extensas suyas. Por supuesto, en éste último caso, el escritor cambia los nombres, altera las situaciones y hasta el aspecto y rasgos de las personas reales; pero, aun así, algunos escritores acostumbran dejar alguna pista oculta con relación a los eventos y personas que los inspiraron. Las historias trágicas o excepcionales que hallan en los periódicos y noticieros todos los días también pueden convertirse en material de base para narraciones de cierto tipo, especialmente si se trata de novelas policiales, de misterio o inspiradas en la actualidad política. No se puede obviar tampoco el recurso actualmente existente de internet, el cual, perspicazmente utilizado, también constituye una herramienta creativa y documental para elaborar y ensamblar historias, y para documentar con verosimilitud algunos hechos o asuntos incorporados a la narración.

Escribir una obra de principio a fin es un trabajo relativamente difícil (en el sentido de que para algunos escritores les resulta más arduo que a otros), que exige esfuezos continuados, lealtad y compromiso con el proyecto propio, y una disposición a efectuar los cambios y supresiones que sean necesarios si la historia y la circunstancia lo requieren. Algunos autores pueden producir una historia corta o un capítulo de una larga, en un solo día. Y otros necesitamos de varios meses para escribir un cuento corto. De cualquier manera, lo importante es dedicarle al menos unos minutos cada día y escribir desde algunas cuantas líneas a varias páginas. Aparte de dedicarle tiempo, a cualquier hora del día, para imaginar y reflexionar sobre el próximo paso, la escena siguiente o el próximo diálogo.

El destino o propósito de la obra de ficción es ser publicada –o al menos diseminada dentro de un círculo de destinatarios- para que pueda ser leída por otras personas, además de su autor. He mencionado la diseminación de los escritos propios dentro de círculos reducidos y selectos de amigos, conocidos o colegas, o también en ámbitos académicos con grupos de estudiantes; la cual es una forma de publicación, en tanto que el escrito se imprime o se fotocopia varias veces, o se envía por correo electrónico, a todos los miembros de una lista especial y privada. Pero, la verdadera publicación consiste en exponer y presentar al público los escritos para que puedan ser vistos y leídos por cualquier interesado o enterado. La manera clásica de publicar una obra es imprimirla en papel. Imprimir una obra tiene dos modalidades fundamentales: una -y menos ventajosa-, en la cual el autor costea su propia publicación, y para ello tiene que preparar el manuscrito (o hacer que un editor profesional se lo prepare) y llevarlo a una imprenta o centro de impresiones y fotocopias para reproducirlo, para después hacer que encuadernen todas las copias, y por último, encargarse personalmente de la promoción y comercialización del libro. Aunque también puede imprimir personalmente todos los ejemplares en un impresor personal y empastarlos y encuadernarlos él mismo, o con apoyo de un artesano creativo, y crear así un producto literario y de artes gráficas muy peculiar y caro. La otra opción para imprimir, aunque es más difícil de lograr es con mucho la más ventajosa, consiste en enviar el manuscrito impreso a una empresa editorial y superar todos los filtros de selección y escogitación, y lograr ser publicado por aquella en sus colecciones, con el beneficio adicional de obtener consejo de editores experimentados para mejorar la obra, y la ventaja de disponer de la red y mecanismos de promoción y distribución de la compañía, en conjunto con el prestigio que ser publicado por ésta le proporciona al autor (al margen de lo que puedan significar realmente la regalías por venta). Aunque, no se debe olvidar ni despreciar la alternativa de hacer publicaciones digitales. La alternativa más libre e inmediata actualmente es la autopublicación digital en línea, la cual, a su vez, tiene dos modalidades principales: una, la de autopublicarse en los espacios web gratuitos o pagados (por ejemplo un sitio propio o un blog) y comunidades de interés que se ofrecen en internet; y la otra, la de convenir con un servicio de distribución y venta de libros y documentos en línea, como ocurre con las librerías y empresas publicadoras que existen en la red.

Entonces publicar tiene cuatro dimensiones, que no son excluyentes entre sí y que por lo tanto se pueden combinar, conforme a la estrategia del autor, o de los editores o publicadores de las obras de un autor: a) el público al cual se pretende alcanzar, que puede ser desde un grupo pequeño y selecto (de amigos, colegas o miembros de un círculo), hasta un público de mediano a grande y general (el de los posibles lectores y clientes en una ciudad o localidad, un país, varios países o en el mundo entero); b) el medio en el cual se publica, ya sea como impreso, o como documento digital o electrónico, y su correspondiente transmisión en línea (aunque se debe considerar que existen o pueden llegar a existir otros medios tecnológicos para visualizar y transmitir el texto, o para realizar versiones y adaptaciones de parte del texto o basadas en el); c) el acceso al contenido, que puede establecerse de forma gratuita o mediante la realización de algún tipo de pago o canje previo; y d) la lengua, en tanto que además de publicar en la lengua original, se puede permitir la traducción de la obra a otras lenguas.

Ahora, voy a exponer algunas consideraciones acerca de aspectos específicos de la lectura de una obra de ficción. De una obra de ficción pueden existir varias versiones, la primera de ellas, es la original, la que tiene en su poder el autor, y de ésta, emana la versión que resulta publicada (y que no necesariamente coincide totalmente con la versión original, porque algunas partes o fragmentos podrían haber sido suprimidos o cambiados en la publicación). Si la obra es traducida a otras lenguas, entonces, aparacen otras tantas versiones de la obra, pues cada traducción que se realiza, crea una nueva versión de la obra. De manera que leer la obra en su idioma original y leer alguna traducción a otra lengua, son dos experiencias distintas, e igualmente válidas, siempre que se reconozca las limitaciones de una traducción a otra lengua.

Lo otro importante que no hay que olvidar al leer obras de ficción, especialmente si se leen narraciones histórica o de asuntos de actualidad, es que la realidad que vivimos, los acontecimientos ocurridos en verdad, o los eventos registrados en la historia escrita y sus libros, todos son algo radical y completamente distinto de la novela, auque ésta trate de aquellos. Una novela de tipo histórico o de actualidad no tiene porque ser un reflejo exacto de lo que históricamente ocurrió o se reconoce que ocurrió (para eso están los tratados y estudios históricos propiamente dichos). El autor tiene libertad - está en su derecho- de inventar y modificar los acontecimientos y los personajes históricos, si ello viene bien con su objetivo literario. Es el lector, quien tiene que enterarse en otras fuentes (de lo histórico) y discriminar entre lo ficcional y lo objetivamente histórico, sin criticar a un autor por no haberse apegado fielmente a ello, o por haber omitido, cambiado o inventado algún acontecimiento y personaje del mundo real, o introducido algún objeto o tecnología y su significado que no corresponde a los hechos históricos. No hay porqué buscar coincidencia y correspondencia exacta entre la realidad e historia y lo que se cuenta en las novelas, porque son dos instancias y realidades diferentes.

Esto último también se relaciona con las adaptaciones que sufre o puede llegar a tolerar una obra de ficción. Las adaptaciones intolerables son aquellas que consisten en una mutilación descarada y arbitraria del texto original, con el fin de que se transformen en accesibles para ciertos grupos de edad o lectores de ciertos grados de instrucción, o que quepan físicamente en una cantidad prefijada de páginas dentro de un programa de publicación. En cambio, las adaptaciones que pueden, si se realizan bien, resultar en otras obras creativas, de calidad, y en cierta forma independientes de la obra original, son aquellas que significan un cambio de género (a drama, cuentos, poesía, crónica, reportaje y otros), o de tipo, como cuando una obra se convierte a película de cine, serie de televisión, a figuras animadas, artefactos alusivos, o en inspiración para música, o en tema de artes plásticas, entre otras posibilidades. Acá las posibilidades son numerosas, ya que se trata de diversas y nuevas lecturas e interpretaciones, en cierta forma manifestaciones, del texto y contenido de la obra original para crear otra obra también original.

Aunque la finalidad primordial de las obras de ficción, sean de narrativa u otros géneros similares, es la lectura recreativa, tales obras también pueden ser utilizadas para otros propósitos. Los usos alternos para la narrativa, además de constituir una fuente para el cine, el teatro y las artes plásticas, y hasta la música, consisten en servir de apoyo, inspiración y ejemplo para elaborar otras cosas, entre textos y actividades prácticas; como por ejemplo, al servir de material de base para la realización de ejercicios de discusión en grupos o análisis de situaciones y entornos en cursos académicos; fuentes de consulta sobre el uso del lenguaje, o de la invención o aplicación de recursos literarios, retóricos o estilíticos por parte de los autores y escritores; o de modelo o ejemplo de lo que se puede actuar, hacer, decir o responder en una circunstancia similar; o para ilustrar, cuando se trata de literatura realista, las condiciones de vida y existencia de las personas en la época que recrea la narración.

julio 20, 2011

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 6

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 6
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Tipos de texto (cont.)
Pero, entre el principio y el fin de la narración, ocurre un sinfin de situaciones y acontecimientos. Por ello, una de las características formales de las obras de ficción es la división en partes y subpartes. De acuerdo al tono y carácter de la narración así será la estructura de divisiones y subdivisiones de la obra, así como los títulos que éstas lleven. Sin embargo, a algunos autores les basta con separar las obras en capítulos numerados. Otros, a tales capítulos numerados les agregan un resumen de los eventos que allí ocurren. En cambio, algunos autores -y eso es lo que yo prefiero hacer- le colocan a cada capítulo o libro un título que sugiere o evoca los acontecimientos que se desarrollan en el mismo.

En la mayoría de las narraciones, el contenido de un capítulo corresponde a un solo evento que le ocurre directamente a algunos de los personajes, quienes están presentes allí e intervienen en los sucesos. En cambio, en otras historias, un capítulo o parte está dividido internamente en escenas, separadas entre sí por varios saltos de línea, pero sin numeración; y en cada una de tales escenas se narra un evento, el cual es posterior al de la escena previa, o también puede estar ocurriendo simultáneamente con el anterior o el siguiente de las escenas contiguas, pero en distinto lugar y a distintos personajes, de manera que todas las líneas argumentales de que está compuesta la novela, van siendo contadas juntas mediante tales escenas alternas.

La secuencia de eventos que se narra a lo largo de las partes, capítulos o escenas de la novela constituye una linea de tiempo que corresponde al tiempo narrativo, y por lo tanto, cada uno de los lapsos y momentos tienen distinta duración. El escritor, con el fin de alcanzar sus objetivos literarios y estéticos, puede hacer que el paso del tiempo se acelere o se desacelere mediante diversas técnicas narrativas, aumentando o disminuyendo el nivel de detalle de los actos, las descripciones y los diálogos. Además, el narrador puede modificar la dirección del tiempo entre un capítulo y escena y otro; y así, aunque la narración vista de manera total avanza desde el pasado hacia el presente o el futuro, las historias que nos cuenta en secuencia el narrador pueden ser del tiempo presente de la narración, o corresponder a sucesos pasados en la vida de los personajes, o del mundo donde ocurre la novela, y hasta se puede atrever a anticipar o dar un atisbo del futuro del mundo real fuera de la ficción literaria.

Además, al final de cada parte, el autor puede mostrar el climax concluyente de una intriga o una señal de que sus personajes comienzan otra etapa a partir de allí; y también, puede ofrecer una antelación de lo que será el fin de su historia; de manera que la narración adquiere varios finales, unos que se intercalan para indicar cambios de fase, y el último, que marca el término definitivo de la novela.

Se puede afirmar que en la obra de ficción se dan dos tipos fundamentales de textos: unos en los que habla el autor, con su lector, consigo mismo y hasta con su historia y personajes; y otros donde son los personajes quienes hablan, entre sí, consigo mismos, y muy rara vez con su autor o con el lector. Siendo así, en la obra de ficción se alternan unos textos que consisten en párrafos de narraciones de hechos, sucesos, acciones, el cual permite ampliar la obra en general mediante ciertas digresiones que hace el autor al incorporar notas –de diversa extensión y profundidad- con informaciones paisajísticas, históricas o científicas, o con la simulación del flujo de conciencia o de los estados emotivos de los personajes; este tipo de narración, se combina y se completa con la descripción, más o menos prolija, o solo funcional, de cosas y seres, lugares y edificaciones, instrumentos y herramientas, rostros y gestos, vestimentas y otros objetos, con los detalles minuciosos pertinentes correspondientes; el otro tipo de texto utilizado, es el diálogo entre los personajes, el cual se representa mediante el uso de guiones largos o comillas, o de los nombres de los hablantes con el signo de dos puntos a la derecha; seguidos con las frases que dicen los personajes; y se complementa con indicaciones y aclaraciones, acerca de quienes son los que hablan y a quien, de qué modo y manera lo hacen, que gestos o movimientos realizan mientras hablan, o las emociones y afecciones que sienten.

Habiendo descrito las principales características de la obra de ficción, ahora quiero describir el proceso de producción de la misma. Un escritor para llegar a serlo necesita trabajar mucho en varios ámbitos clave, entre ellos: el dominio del lenguaje, sus posibilidades, y de las figuras literarias; la práctica cotidiana de la escritura de textos de diversa extensión, contenido, estilo y objetivo; la observación del entorno de manera global y en sus mínimos detalles; mirar y escuchar a las personas a su alrededor, sus gestos, emociones, circunstancias y acciones; y la apropiación de contenidos, informaciones, saberes y datos -fragmentarios pero significativos- de toda índole.

Tales hábitos lo adiestrarán y lo encauzarán en el oficio de escritor, y lo imbuirán en la realización de proyectos literarios específicos. De manera que, luego de tener el primer atisbo de una historia a ser escrita, debe crear los personajes, delimitar la época y el lugar de la historia, y esbozar un argumento o secuencia de eventos principales. Así que, tal escritor para escribir la obra en la que ha pensado, requiere de la realización de otros pasos y etapas, entre las que se puede mencionar como fundamentales estas tres: elaborar un esquema o plan general de toda la obra, realizar investigación suficiente, y dedicarle una atención continua al proyecto hasta completarlo.

Un esquema o plan general de la obra consiste en un mapa o línea de tiempo en el cual aparecen señalados los acontecimientos principales de la historia, su secuencia y relaciones clave entre ellos, así como los personajes que intervienen en tales eventos y lo que les ocurrirá o puede ocurrir a los mismos. El esquema puede tener distintos aspectos y ser construido u elaborado de acuerdo a los hábitos de trabajo y prácticas creativas del autor. Así, el plan de escritura podrá estar almacenado en una computadora, en uno o varios archivos hechos con cualquiera de las herramientas que existen para escribir, dibujar o graficar; o consistir en una libreta o cuaderno de apuntes en el que se hacen anotaciones diarias o eventuales, y al que se le agregan páginas o notas sueltas; o armarse y dibujarse en una superficie de un tablón o pizarra, en el cual se apuntan o pegan las ideas que van apareciendo. El esquema debe ser dinámico, cambiante e inspirador, y en ningún momento constreñir o bloquear al escritor. Al esquema general lo acompañan diversas notas y borradores que el escritor hace continuamente.

La investigación para escribir literatura u obras de ficción tiene un carácter peculiar. En mi opinión, es una mezcla de técnicas y estrategias equivalentes a las que usaría algún periodista, antropólogo, etnólogo, cartógrafo, fotógrafo, arqueólogo o historiador, y hasta la de un artista plástico que sale a la calle o al campo y anda en busca de inspiración, o de escenas y dramas cotidianos pero excepcionales, con su libreta de apuntes o de bocetos, su caballete, pinceles y pinturas o una cámara fotográfica o digital, y captura tales escenas, en todos los aspectos y detalles que le pueden ser de utilidad en una de sus narraciones, o como anotaciones en sus diarios. Tal investigación puede consistir en lecturas diversas, sistemáticas o intuitivas, y puede requerir entrevistas a personas, o viajes a diversos lugares. En síntesis, se trata de una combinación de prácticas y métodos de investigación documental y de campo, sin duda más cualitativa que cuantitativa.

El escritor de ficción –tanto como el investigador social o el observador de comportamientos- debe observar y escuchar a las personas que lo rodean, con mucha atención, prestando interés a sus palabras, sus gestos y su indumentaria. Cualquier escena cotidiana en la calle, un comercio o una oficina, puede servir como material de trabajo para un historia que se escribe. Algunos escritores ocupan también las historias de vida de los amigos y conocidos como material de base para armar un cuento o narración, o las insertan en historias más extensas suyas. Por supuesto, en éste último caso, el escritor cambia los nombres, altera las situaciones y hasta el aspecto y rasgos de las personas reales; pero, aun así, algunos escritores acostumbran dejar alguna pista oculta con relación a los eventos y personas que los inspiraron. Las historias trágicas o excepcionales que hallan en los periódicos y noticieros todos los días también pueden convertirse en material de base para narraciones de cierto tipo, especialmente si se trata de novelas policiales, de misterio o inspiradas en la actualidad política. No se puede obviar tampoco el recurso actualmente existente de internet, el cual, perspicazmente utilizado, también constituye una herramienta creativa y documental para elaborar y ensamblar historias, y para documentar con verosimilitud algunos hechos o asuntos incorporados a la narración.

Escribir una obra de principio a fin es un trabajo relativamente difícil (en el sentido de que para algunos escritores les resulta más arduo que a otros), que exige esfuezos continuados, lealtad y compromiso con el proyecto propio, y una disposición a efectuar los cambios y supresiones que sean necesarios si la historia y la circunstancia lo requieren. Algunos autores pueden producir una historia corta o un capítulo de una larga, en un solo día. Y otros necesitamos de varios meses para escribir un cuento corto. De cualquier manera, lo importante es dedicarle al menos unos minutos cada día y escribir desde algunas cuantas líneas a varias páginas. Aparte de dedicarle tiempo, a cualquier hora del día, para imaginar y reflexionar sobre el próximo paso, la escena siguiente o el próximo diálogo.

El destino o propósito de la obra de ficción es ser publicada –o al menos diseminada dentro de un círculo de destinatarios- para que pueda ser leída por otras personas, además de su autor. He mencionado la diseminación de los escritos propios dentro de círculos reducidos y selectos de amigos, conocidos o colegas, o también en ámbitos académicos con grupos de estudiantes; la cual es una forma de publicación, en tanto que el escrito se imprime o se fotocopia varias veces, o se envía por correo electrónico, a todos los miembros de una lista especial y privada. Pero, la verdadera publicación consiste en exponer y presentar al público los escritos para que puedan ser vistos y leídos por cualquier interesado o enterado. La manera clásica de publicar una obra es imprimirla en papel. Imprimir una obra tiene dos modalidades fundamentales: una -y menos ventajosa-, en la cual el autor costea su propia publicación, y para ello tiene que preparar el manuscrito (o hacer que un editor profesional se lo prepare) y llevarlo a una imprenta o centro de impresiones y fotocopias para reproducirlo, para después hacer que encuadernen todas las copias, y por último, encargarse personalmente de la promoción y comercialización del libro. Aunque también puede imprimir personalmente todos los ejemplares en un impresor personal y empastarlos y encuadernarlos él mismo, o con apoyo de un artesano creativo, y crear así un producto literario y de artes gráficas muy peculiar y caro. La otra opción para imprimir, aunque es más difícil de lograr es con mucho la más ventajosa, consiste en enviar el manuscrito impreso a una empresa editorial y superar todos los filtros de selección y escogitación, y lograr ser publicado por aquella en sus colecciones, con el beneficio adicional de obtener consejo de editores experimentados para mejorar la obra, y la ventaja de disponer de la red y mecanismos de promoción y distribución de la compañía, en conjunto con el prestigio que ser publicado por ésta le proporciona al autor (al margen de lo que puedan significar realmente la regalías por venta). Aunque, no se debe olvidar ni despreciar la alternativa de hacer publicaciones digitales. La alternativa más libre e inmediata actualmente es la autopublicación digital en línea, la cual, a su vez, tiene dos modalidades principales: una, la de autopublicarse en los espacios web gratuitos o pagados (por ejemplo un sitio propio o un blog) y comunidades de interés que se ofrecen en internet; y la otra, la de convenir con un servicio de distribución y venta de libros y documentos en línea, como ocurre con las librerías y empresas publicadoras que existen en la red.

Entonces publicar tiene cuatro dimensiones, que no son excluyentes entre sí y que por lo tanto se pueden combinar, conforme a la estrategia del autor, o de los editores o publicadores de las obras de un autor: a) el público al cual se pretende alcanzar, que puede ser desde un grupo pequeño y selecto (de amigos, colegas o miembros de un círculo), hasta un público de mediano a grande y general (el de los posibles lectores y clientes en una ciudad o localidad, un país, varios países o en el mundo entero); b) el medio en el cual se publica, ya sea como impreso, o como documento digital o electrónico, y su correspondiente transmisión en línea (aunque se debe considerar que existen o pueden llegar a existir otros medios tecnológicos para visualizar y transmitir el texto, o para realizar versiones y adaptaciones de parte del texto o basadas en el); c) el acceso al contenido, que puede establecerse de forma gratuita o mediante la realización de algún tipo de pago o canje previo; y d) la lengua, en tanto que además de publicar en la lengua original, se puede permitir la traducción de la obra a otras lenguas.

abril 07, 2011

Sobre la participación y representación 7: en la sociedad y las organizaciones

Sobre la participación y representación 7: en la sociedad y las organizaciones

Por Francisco Martínez Alas. (2010)

4 Participación representativa en grupos institucionales

En este capítulo voy a tratar acerca la participación en el entorno institucional, y más específicamente en los grupos que adoptan la figura de concejos, juntas o comisiones; y también en los equipos de consulta o asesoría que se conforman selectivamente con ciertos funcionarios, empleado o mienbros de una organización, o se contratan de otras organizaciones cuando son externos a la entidad.

A) El rol de los miembros y del vocero: Toda organización privada o pública, con o sin fines de lucro, de cualquier sector económico o de la sociedad civil, sea de carácter relativamente permanente o con una finalidad temporal específica, tiene miembros, asociados, empleados, voluntarios, adherentes, públicos y distintos niveles de autoridad interna. Cada uno de tales miembros, a veces individualmente y a veces en grupos para un objetivo u operación particular, tienen un papel que desempeñar, con sus correspondientes derechos y deberes, así como responsabilidades y funciones. Participan de ese modo siendo parte del engranaje y del organismo institucional; porque no sólo se participa teniendo u obteniendo facultad de decidir y actuar de cierta manera, sino también teniendo la potestad de hacer y concurrir en un sistema de colaboración y cooperación en el cual cada quien tiene su posición y actuación. Y es así como tales miembros actúan cotidianamente desde sus posiciones laborales o desde sus roles técnicos o de gestión, producen y usan información, toman decisiones y actúan en consecuencia, participando así en la operación y funcionamiento de las organizaciones, y en la producción y provisión de sus productos y servicios. Sin el trabajo, la voluntad, la integridad y la iniciativa de tales miembros ninguna organización puede alcanzar sus objetivos institucionales y productivos. Pero, si bien todos participan en sus respectivos roles, no todos pueden actuar en representación de toda la organización, una unidad funcional, o un grupo de trabajo, sea para comunicarse ante un público, tomar ciertas decisiones o realizar ciertos contratos o convenios. Por ello, la organización se comunica por medio de ciertos instrumentos y autoriza a algunas personas para hablar o declarar en nombre de ella o de una parte de ella. Y por ello mismo, se censura o castiga a aquella persona que dice algo en público que va en detrimento de la verdad, de la seguridad, de la lealtad, de la facultad, y de la personalidad de una entidad.

Miembros de una entidad.- Ya se mencionó que los miembros, en su calidad de empleados o contratistas de una organización, participan de y en una organización siendo parte y desempeñando una función acorde a la o a las posiciones que ocupan en la estructura formal; y también, en la estructura informal de la misma. Los empleados y todos los actores miembros de una entidad, participan de la misma y en la misma porque hacen la parte que les corresponde, lo que les hace parte del esfuerzo y compromiso común que requiere cada organización. Si bien, la esfera de su facultad para tomar decisiones es más reducida y menos abierta que la de otros, por ejemplo, la de aquellos que son responsables por la actividad y el desempeño de varias personas en una unidad administrativa, en un programa, o en un proyecto en ejecución.

La estructura formal de una organización establece niveles jerárquicos, flujos de trabajo y comunicación, y crea compartimientos de poder y de funciones. Cada compartimiento suele tener una figura y posición de autoridad formal, quien –en lo que se refiere al asunto de la participación- tiene la obligación de hacer participar a los subalternos mediante el cumplimiento de sus respectivas tareas, y debe tener la capacidad de posibilitar la participación de los empleados mediante la creación de innovación, ideas y soluciones. Además, entre las atribuciones de un jefe de unidad, está la de efectuar un monitoreo y evaluación constantes del desempeño de su unidad, y la de transmitir y trasladar la contribución de cada uno de los empleados que tiene a su cargo o trabajan con él o ella (según desde donde se mire) al tanque de conocimiento corporativo, de buenas prácticas y al acervo de políticas institucionales. En cualquier unidad administrativa, el trabajo que se realiza siempre es tarea y responsabilidad de equipo, en donde no sólo cada quien hace su parte, sino que también hace aquello que no es posible hacer individualmente, porque éso no es un todo que se puede desarmar y partir, sino un compuesto integrado y orgánico.

Un papel importante en toda esta estructura de poder, participación y representación, lo desempeñan la oficinas o unidades organizacionales de comunicación y relaciones públicas por un lado; y por otro, todas aquellas otras personas y equipos que, gracias a la labor que ejecutan como trabajadores del conocimiento, contribuyen a la creación y diseminación de conocimiento dentro y fuera de la organización. Las primeras son importantes porque una de sus funciones es la transmisión en diferentes direcciones de contenidos que pueden incidir en los procesos de participación organizacional y por ende la consecución de sus fines; y también, mediante la elaboración de diagnósticos, investigaciones y el diseño de planes de comunicación interna recoger ciertas expectativas y necesidades que pueden contribuir, comunicacional y operativamente, a que los miembros participen más en la cultura de las empresas y en la interiorización de sus políticas; así como integrar los conocimientos corporativos a diferentes clases de repositorios documentales, bases de conocimiento, sistemas de intercambio y flujos de trabajo, con lo cual también se efectúan procesos de participación y cooperación.

Miembros de un grupo directivo.- En las organizaciones más complejas o de mayor tamaño siempre existen diversos grupos que toman decisiones colegiadas, colectivas o consensuadas acerca de tales organizaciones, sus procedimientos, y acerca de asuntos particulares que atañen al resto de los miembros o empleados de la misma organización, o con respecto a grupos de beneficiarios o de públicos externos a ella. Estos grupos adoptan típicamente la figura de una junta directiva, junta de directores, concejo superior, o junta de jefes o de líderes. Se dice de tales grupos que son directivos, porque toman decisiones que afectan y guían a toda la organización, y además sus disposiciones son órdenes o reglas que los demás deben acatar y seguir. Sus decisiones se basan o se deben basar en informes y reportes que reciben de otros líderes, empleados de apoyo clave, trabajadores del conocimiento, asesores y consultores internos o externos, o de propuestas de asociaciones de empleados o sindicatos de trabajadores; y por eso vienen a ser importantes si se habla de la participación dentro de las instituciones de cualquier tipo: porque pueden hacer posible y efectiva tal participación al recoger, transmitir y realizar las expectativas y necesidades de otros. La información que manejan y les sirve de apoyo para tomar las decisiones y los acuerdos que toman, proviene de fuentes internas tanto como de algunas externas a la organización, y tal información puede referirse tanto a la organización, como a su sector o a algún aspecto del entorno en general.

Ahora, es preciso mencionar algo acerca de los miembros de estas instancias. Las personas que componen los grupos directivos provienen de tres bases: uno, debido al puesto o posición de mando que ocupan en una organización de cualquier clase, y según el grado y alcance de responsabilidad que tienen, se ven en la obligación de pertenecer a tales; dos, cuando cada miembro es elegido o admitido, uno a uno, después de un proceso de selección normado y consensuado, ya sea para aumentar una silla en la junta o para relevar a un miembro saliente de la misma; y tres, cuando la instancia se instala para una finalidad concreta y probablemente temporal, y entonces el grupo de miembros son electos en grupo, conforme a los criterios y desde los conjuntos o sectores con liderazgo, que la circunstancia exija. De cualquier manera, la participación dentro de una junta directiva será efectiva y legítima si se siguen todos los procedimientos necesarios que sirven para garantizar aquella durante los procesos y negociaciones que involucra llegar a un acuerdo, a una decisión colectiva cuyas consecuencias afectarán de un modo u otro a muchas personas.

Miembros de un grupo asesor o consultor.- Una instancia diferente de la anterior, en su naturaleza y funciones, son los grupos de asesores o consultores cuyo trabajo consiste en asistir a una persona o un grupo, una empresa o un programa específicos. Los asesores o consultores, normalmente, son agentes externos a las organizaciones, y se les contrata para indagar, observar, investigar, o analizar la situación presente, los antecedentes a tal situación, y hacer diagnósticos o análisis, presentar recomendaciones o proponer cambios o remedios, así como sugerir prospectivas y estrategias para el futuro. Tales personas regularmente se dedican a eso, como personas y profesionales independientes, o agrupados bajo una denominación corporativa. Se les contrata directamente basándose en su prestigio y por la presencia que han logrado gracias a la publicidad, o a la publicity en diversos medios. O también por medio de su participación como oferentes en proceso de licitación privada o pública, mediante invitación o por competencia en oposiciones. Su vinculación con la noción y actividad de la participación consiste en el hecho de que durante el ejercicio de su actividad como consultores para una organización, deben tomar en cuenta las necesidades y expectativas, visiones y opiniones, tanto de sus clientes y representantes de los mismos, como de los empleados de las organizaciones en las que se encuentren operando, especialmente de aquellos que les sirven como contrapartes e informantes; ya que sus diagnósticos, apreciaciones, comentarios, valoraciones y recomendaciones les afectarán de una manera u otra. Su dictamen representa o debe representar la integración –y no la simple sumatoria- de consultas, observaciones, evaluaciones recogidas en el proceso, en conjunto con los respectivos análisis e interpretación, que cada uno de los miembros del equipo de trabajo elabora siguiendo tanto sus criterios técnicos y como su enfoque predilecto, a los que se debe agregar las expectativas del cliente, usuarios y miembros a los que se ha hecho participar en un proceso de consultoría.

Por otra parte, dentro del mismo grupo o equipo de trabajo, aparece también la participación y puede llegar a desempeñar un papel sinergético. Ello porque tal grupo constituye una comunidad de práctica o un grupo de interés, en el cual se deben integrar y coordinar un conjunto de competencias, habilidades, formaciones, perspectivas, así como experiencias de trabajo, de vivencia, de diversión y de afrontación de conflictos, que sumadas, constituyen un capital humano e intelectual en un nivel superior al potencial individual, que solo mediante los actos de expresar, conversar, discutir, criticar, negociar y conceder se puede alcanzar y consolidar. Solo al compartir e integrar las experiencias y los diversos enfoques desde distintas profesiones y formaciones teóricas y académicas se logra contribuir con una opinión autorizada y una recomendación confiable.

febrero 21, 2011

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 5

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 5
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Tipos de texto

Existen diversas tipologías para clasificar documentos. Así, por ejemplo, en las ciencias de la documentación es común asignarle, en las bases de datos bibliográficas y catálogos, un código a cada documento que indica el tipo que le corresponde, según algunas de sus características físicas y de contenido, y en muchos casos, también a la sección o colección a la que pertenece. Algo similar ocurre en los archivos de documentos en oficinas y registros de toda índole. También existen los géneros literarios para clasificar la ficción, y los que se ocupan para clasificar textos y obras filosóficas o de carácter científico. ¿Cuáles son los criterios para establecer una clasificación de tipos de texto?, y depués, ¿cuáles son los criterios para colocar un texto en una de tales categorías o para etiquetarlo de una cierta manera? Los criterios, tanto para establecer clases como para ubicar algo en tales clases, pueden basarse en ciertas características físicas y de soporte, en el contenido predominante, en la finalidad de uso, o en restricciones de acceso al texto o documento. Si bien pueden existir diversas clasificaciones, y a veces se pone en duda la validez o universalidad de los géneros en la literatura ficcional, artística y científica, lo cierto es que tales clasificaciones tienen una utilidad operativa.
Como mi interés acá, es tratar acerca de cómo y porqué leemos un texto, obra o documento, o acerca de la recepción y reacción ante el mismo, propondré la clasificación que sigue y señalaré algunas de sus características, mencionaré su proceso de producción y algo más acerca de los modos de lectura posibles. Desde mi punto de vista, para el presente ensayo, existen diez categorías de tipo de texto: creativo, de ficción, personal o privado, manual técnico, científico-técnico,instrucciones, estudios de caso, divulgativo y noticioso, filosófico, y publicitario.

Texto creativo
Idear, preparar, elaborar y escribir textos con fines tales como los académicos, estéticos, literarios, publicitarios, científicos, divulgativos, reflexivos y expresivos, siempre requiere la presencia y la aplicación de la creatividad y la imaginación, además de otros elementos propicios que les correspondan. Pero, un texto creativo viene a ser uno cuyo propósito fundamental es manifestar un estado de ánimo, admiración, asombro, perplejidad o inspiración.

Un texto creativo, en cuanto a extensión, puede ser tan corto como una frase, o tan largo como varias páginas llenas a renglón seguido. Y en cuanto a su estilo o tipo, puede tener la forma de un poema, una carta, un párrafo, una colección de varios parágrafos, un mensaje de e-correo o una entrada (post) de un blog, y hasta llegar a conformar un ensayo. Aunque, también puede aparecer como una composición de palabras diseminadas con cierto propósito a través de una página, elaborado con algún tipo particular de letras, o ser una combinación de palabras, grafos e imágenes, formando un collage. Un texto creativo tiene una estructura distinta de la que tiene un artículo, una narración o un reporte, por ejemplo, al grado de que podría parecer que no tiene una estructura intencional, o que su autor no planeó darle una, porque de hecho, es una creación espontánea, sin otra finalidad que decir algo, que expresar o confesar sensaciones, estados de ánimo, o evocar impresiones o recuerdos, y otras emociones parecidas. El soporte donde se plasma el texto creativo puede ser el papel o un medio electrónico, aunque también puede expresarse en forma oral. Y, el tratamiento que su autor le da a tal soporte para que apoye y complemente su propósito de creación expresiva no tiene límites previstos.

Por supuesto, las fuentes de inspiración o emanación de un texto creativo de tal clase, son las experiencias vividas, miradas o escuchadas y recordadas, las texturas, sabores o aromas sentidos, los ideas o descripciones leídas, en cualquier clase de texto. Y, luego, puede llegar a ser transformado por su autor en otro texto mayor y distinto, de otro estilo, género o propósito, en tanto que puede contener la simiente de otro proyecto expresivo. O bien, por la cualidad intertextual de todos los textos, pudiera aparecer en otros, como una referencia o una cita.

Cuando se lee un texto creativo, éste no debe ser enjuiciado del mismo modo y con las mismas técnicas que se utilizan al juzgar y criticar otros tipos de texto. Dado su carácter perentorio, relativamente espontáneo, y que un texto creativo está hecho para gozar de él como de una experiencia estética, o para liberar a su autor de la necesidad de una manifestación expresiva y emotiva, lo que se debe apreciar en él son valores concordantes con tales designios y explosiones. La reacción del lector, en cierto modo es un asunto de gusto. Y aunque se puede aprender alguna lección, ejemplo o pensamiento intertextual de un texto así, enseñar o transmitir conocimientos o valores no es su finalidad. También, un texto creativo puede ser ocupado o utlizado por su autor y por otros autores o lectores, para algo más, para hacer otra cosa que requiera un fragmento así.

Si se quiere elaborar un texto creativo, primero se necesita de voluntad creadora, de un estado de ánimo particular, y de un detonante. Si bien, recuerdos o conocimientos previos pueden servir como detonantes, el autor puede ejercitarse a partir de una palabra o frase, encontrada, escuchada, recibida, que le sirve de guía o de punto de partida, o de la percepción u observación de un evento, acto o cosa cualquiera, y desde ahí elaborar su texto, con su propia voz y tono.

Ficción
Obras de ficción puede ser historias narradas, de distinta extensión, que adoptan la forma de un cuento, una novela y otros relatos. Pero, también, en cierta manera, ampliando la categoría, de ficción son también los dramas y obras dialogadas, los poemas y epopeyas, las crónicas y gestas, los cantares y cartas de relación, sólo por mencionar algunas de las denominaciones de géneros literarios, siempre y cuando tengan el carácter de ser ficcionales. La condición general es que los hechos y eventos que se narran sean ficticios, aunque hayan sido inspirados por cosas reales o se basen en algunos acontecimientos reales que suceden o sucedieron, es decir, no ficiticias.

Los tres elementos básicos de una obra de ficción son el narrador, los personajes y los eventos que ocurren en la historia que se cuenta. El narrador, quien es el autor mismo, puede narrar en tercera persona como si supiera todo lo que ha pasado, lo que pasará y lo que ocurre en la mente de los personajes; o puede hablar en primera persona, fingiendo ser el protagonista, o al menos un observador y agente importante en los hechos que se narran. El protagonista, es el personaje al que le ocurren los hechos más relevantes en toda la historia, sin que ello signifique que a los otros personajes importantes no les sucedan cosas también interesantes. Del protagonista, también, sus emociones, sentimientos y cavilaciones son mostrados casi siempre con mucho pormenor; así como aquellos detalles de su pasado que ilustran o explican el porqué de ciertos actos, actitudes y señales del tiempo presente en la novela. Es así como la vida y los hechos del protagonista (o los protagonistas, cuando son varios actuando juntos) se constituye como el camino esencial alrededor del cual giran no solo los acontecimientos, sino también todos los demás personajes. La personalidad del protagonista adquiere rasgos bondadosos o malvados, torpes o sagaces, bellos o feos, según las intenciones y objetivos del narrador. Por ello, hay protagonistas (al igual que personajes) que nos agradan o con quien nos sentimos identificados de alguna forma, y otros que no.

La fortuna del protagonista está sujeta al juicio y voluntad de su autor. Así, aquel puede pasar de pobre a rico, al encontrarse un tesoro, tener éxito en un negocio o recibir una herencia algo misteriosa. Y también, puede ocurrirle lo contrario, que debido a una mala decisión, o por llegar a ser víctima de un despojo, o como resultado de una guerra o un conflicto cualquiera, el protagonista y sus próximos caen en la pobreza casi de manera repentina. Cambios de oposición y constraste semejantes se ofrecen cuando ocurre algún cambio de jerarquía o de estrato social en el personaje. Otra manera de presentar la transformación en el destino de los personajes principales es describir el paso de una etapa etárea a otra; ya sea desde la infancia a la adolescencia y juventud, mostrando las lecciones del crecimiento; o desenvolviendo la vida del personaje desde un momento crucial de su juventud hasta llegar a la consolidación en la edad madura; o también, contrastando las circunstancias de su juventud con la situación presente del personaje maduro o ya viejo. Otras dos posibilidades, muy apropiadas para las novelas de aventuras y fantasía, como para ciertos dramas complejos y psicológicos, son la trama centrada en la búsqueda y encuentro de algo, un elemento, lugar, objeto o persona que son claves para el protagonista y el desenlace de la historia; y también, la intriga que se basa en los cálculos y estratagemas para hallar la solución a un problema de cualquier índole. Estas últimas dos se pueden combinar muy bien.

El tercer elemento básico es la historia que se cuenta, nos cuentan o contamos por medio de cualquiera de los géneros y técnicas narrativas que existen y han existido. Tal historia siempre tiene un comienzo. El comienzo debe ser algo llamativo y gustoso que invite a continuar la lectura después de las primeras frases o el primer párrafo. Un recurso literario común consiste en hacer una presentación del personaje principal, de su oponente, o de otro que será clave para el desenvolvimiento de un ardid o lance que narrará en el momento preciso. También se puede iniciar con la descripción de un acontecimiento o de un hallazgo que apunta hacia aventuras y destinos misteriosos. Así, se puede comenzar con la enumeración sucinta de los acontecimientos que han ocurrido y conformado la situación presente, es decir, en la que la obra de ficción principia. En otros casos, en tal narración inicial puede tratarse del entorno histórico en el que la ficción novelesca se desarrollará, en el cual los personajes vivirán, tal como si hubiesen vivido en tal época y lugar reales. Las que he mencionado no son las únicas posibilidades, sin duda, y sólo la creatividad y el talento del escritor determinarán cuál es la más apropiada para cada narración específica.

La narración, dado que no puede continuar infinitamente, siempre llega a un final.Tal final tiene que dejar en el lector cierta sensación de plenitud con respecto a la novela que se está leyendo; o, en cambio, de expectativa por el aparecimiento de otra historia del mismo autor. Lo que no se debe hacer, es escribir un final que provoque confusión e insatisfacción en el lector. Eso es algo que es frecuente ver en ciertas películas.

Pero no siempre la novela tiene un fin concluyente que anude todos los cabos sueltos, aclare todos los enigmas y explique todas las circunstancias oscuras o semi ocultas; es decir, que algunos novelistas parecen cortar abruptamente la historia en un instante cualquiera, dejando sin explicar el destino de o la resolución de un cierto conflicto que se había manifestado en el decurso de la novela, o sobre el cual había versado el núcleo de la misma.

...