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Breve manual de pensamiento crítico

octubre 11, 2010

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 5

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 5
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Del modo de participar (continuación)

Criterios.- No todas las opiniones son válidas, en tanto que algunas no lo son. La opiniones válidas son aquellas que cumplen con ciertos requisitos que atañen a su presentación y pertinencia, y otros que tienen que ver con su contenido, el cual debe estar apegado a la lógica, a los hechos, a ciertas certezas, a algunos métodos, entre otras cosas. Una opinión que se presenta incompleta, con defectos o errores, o en un momento en el cual ya no es de utilidad y por lo tanto ya no es pertinente, respectivamente, carece de validez o la pierde.

Para poder juzgar y evaluar una opinión se necesita poseer y dominar conocimientos técnicos, a veces especializados, además de algunos datos, acerca del contenido de la opinión. Y además de tales conocimientos, herramientas mediante las cuales se pueda analizar y valorar los aspectos y factores claves de la propuesta incluida dentro de la opinión, así como los impactos y consecuencias que impliquen. En un proceso participativo debe existir un procedimiento y reglas para la recepción de la opinión, por cualquiera de los canales y en cualquiera de los medios permisibles que hayan sido aprobados y se encuentren en operación. En tal proceso, es indispensable que exista una comisión o comité evaluador, o grupo de estudio, con el apoyo de asesores especialistas para cada propósito particular, cuya tarea será analizar y evaluar desde las ciencias, la ley, la ética, el impacto social y ambiental, y la lógica, y cualquier otro aspecto que sea necesario, toda propuesta y toda opinión. Además, toda opinión participante requiere de una respuesta. Respuesta que puede consistir en generar otra opinión a favor o en contra, de apoyo o de rechazo, de revisión o de complementación. Y también en tomar la decisión de actuar en consecuencia, de darle seguimiento y asignar los recursos que se necesiten, y de delegar en las personas e instituciones idóneas el que se ejecute lo aprobado por tal grupo.

Además de participar otorgando su opinión, otros pueden hacerlo proporcionando ciertos criterios que pueden usarse o aplicarse para analizar y evaluar las opiniones y las propuestas de otros. Así, quien participa otorgando tales criterios, especialmente si se trata de casos y de conocimientos técnicos, tecnológicos, científicos y especializados, se limitará a otorgar y exponer ciertas reglas, consideraciones, advertencias y avisos que se deben ocupar y tomar en cuenta para juzgar la participación de otros.

Yo propongo aquí, los siguientes criterios de validez para evaluar propuestas ajenas: 1) Toda propuesta u opinión para participar debe ir dirigida a un destinatario individual o grupal particular e idóneo, para la finalidad que desea alcanzar, pues una participación no es igual a una noticia o anuncio públicos, y deben recibirla o escucharla aquellos que pueden proceder con ella; 2) la extensión del texto, cuando se trata de una propuesta escrita, o la duración del documento, cuando se trata de medio audiovisual, deben ser las adecuadas para contener todo lo que se quiere y se requiere decir, y al mismo tiempo, para que pueda ser apreciada, estudiada y valorada correctamente, en el escaso tiempo que se tiene para atender cualquier cosa, y evitar así que algo importante y necesario se ignore, por ser demasiado larga; 3) la opinión debe estar estructurada, siguiendo las pautas usuales de organización del contenido por secuencias de tiempo o espacio, jerarquía de asuntos, pasos a seguir, exposición de funciones, causas y efectos, y otros similares, según convenga a la situación, al tópico y a los objetivos; 4) los objetivos o pretensiones, deben estar bien formulados y cumplir con los requisitos acostumbrados para que sean dimensionables y realizables, entre otros criterios, y deben estar sustentados por argumentos válidos; 5) toda la propuesta, el conjunto de la opinión y sus partes, debe poseer coherencia interna, y debe estar redactada en forma comprensible –aún en sus contenidos técnicos y especializados- para todos los posibles públicos o audiencias que actuarían como agentes decisores respecto de la misma; 6) deberá haber sido presentada con pertinencia, tanto en lo que se refiere al asunto principal que contiene, el cual debe estar acorde con la circunstancia en la cual se intenta participar, como en cuanto al tiempo cuando se entrega, ya que la ocasión debe ser propicia, y además debe considerarse el tiempo que se requiere para hacer un estadio y apreciación razonable de la misma; 7) su cotenido debe tener validez técnica y lógica, como ya se mencionó, pero también, aquello que se propone, o se pide, se exige, se persigue y se sugiere, debe ser viable, en tanto que pueda ser realizable conforme a los recursos de todo tipo que se poseen o se puedan conseguir; 8) y debe estar suscrita por una persona, o grupo de personas, o por los representantes legítimos de una entidad u asociación de personas.

Criterio de inclusión o exclusión.- Paradójicamente, es virtualmente imposible incluirlo todo en un espacio o entorno limitado, pero sí es posible excluirlo todo hasta crear un vacío. Si traemos a discusión las nociones y prácticas de inclusión y exclusión en el ámbito de la participación en lo político, en la acción social, en la deliberación institucional, en el desenvolvimiento comunitario, y otros parecidos, nos encontraremos con una situación similar, pero que adquiere comportamientos y significaciones distintos. En ésos ámbitos, los extremos imposibles son admitirlo todo, y el negarlo o rechazarlo todo. No se podría admitir toda clase de propuestas, sugerencias, peticiones, intenciones, propósitos y metas, porque ahí habría contradicciones, exclusiones y negaciones mutuas, y redundancias. Y tampoco se podría excluirlo todo, porque ello conduciría a un estado de inacción y de vacío en los cuerpos institucionales o agentes decisores y evaluadores. Además, el negarlo todo, resulta contradictorio porque también se tiene que negar la negación. En ambos casos, la inclusión y la exclusión total se torna imposible de operar y ninguna decisión o acción sería efectiva.
Por ello, se requiere la práctica de la inclusión y de la exclusión, ya que funcionan como una puerta, como un mecanismo binario, como un interruptor de encendido o apagado. Pero, para hacer que la inclusión y la exclusión sean más justas, lógicas y efectivas, se requiere determinar sus criterios de operación, evaluación y aplicación.
Los diferentes filtros que se usan para excluir o incluir, para usar una imagen gráfica, se asemejan a un colador como los que se usan en la cocina, o de manera más complicada, a los que tienen algunas máquinas para evitar que partículas extrañas y dañinas la afecten. Así, la malla de filtrado de un colador puede variar en tamaño, de manera que lo que se cuela se disgregue y se convierta en un fino polvo o uniformente grueso, como si se quisiese obtener cosas de mejor calidad y mayor efectividad, o para ser tratadas de una manera equivalente, si se tratase de ideas y opiniones, y ello sería más incluyente; o también pueden variar en la forma de los agujeros, de manera que solo lo que tiene cierto aspecto y forma puede pasar; ya sea –en ambos casos- para apartar las partículas demasiado gruesas o que no tienen la forma adecuada y permitida, lo que sería un trato más excluyente, por así decirlo. Y, según sea lo que se pretende conservar: lo que cae abajo de la malla o lo que queda arriba en la malla, la perspectiva de la inclusión o la exclusión y de lo que se excluye o incluye también cambia. Ahora bien, los filtros tienen otra característica, y esta consiste en su resistencia, pues existen filtros que soportan la humedad o el calor y otros no; así, un filtro en el ámbito de lo social y de lo político, algunos filtros resistirán los embates de una situación conflictiva o de crisis, y otros no, y ello afectará la naturaleza de la participación en ciertas circunstancias difíciles. Por otra parte, los filtros requieren mantenimiento y evaluación periódicos, para que sigan operando óptimamente conforme a lo que se busca de el o con su aplicación, ser incluyente o excluyente, y de cuál manera.
Si usamos la metáfora del filtro incluyente o excluyente como parte de un mecanismo más complejo, eso nos permite reflexionar sobre otros aspectos. Así, para comenzar, si nos preguntáramos: ¿Cuándo ocurre la inclusión o exclusión?, ¿durante cuánto tiempo opera la misma? Las situaciones posibles son las siguientes: a) Que la inclusión/exclusión sea de carácter permanente, ya sea que las puertas para la participación estén siempre abiertas o, por el contrario, siempre cerradas; b) que los espacios y dispositivos para participar (o que se restrinja hacerlo), sólo operen periódicamente, de manera regular, durante algunos días, semanas o meses del año, o cada tantos años; c) que tal apertura o bloqueo ocurra solo cuando ciertas y específicas o reguladas condiciones o requisitos se cumplan; d) el dispositivo de participación y decisión ocurra en una sola oportunidad, un momento singular y único, para arreglar o acordar un cambio que será de carácter permanente (y posiblemente sin oportunidad de retornar a la situación previa); y por último, aunque no sería lo más recomendable e) que los procesos y reglas para participar, es decir para ser incluido o excluido en los mismos, sucedan de modo ocasional e irregular, talvez cuando se crea que circunstancias así lo exijan o la voluntad manifestada de un líder o de un grupo con poder lo impongan.
Si todas estas reglas de operación son claras, y comunicadas oportunamente, los actores, agentes, ciudadanos y organizaciones sabrán cuándo es el momento de exigir ser incluidos, o de no sentirse excluidos cuando los filtros están cerrados o en receso.
Cuando se nos incluye, y tanto más cuando se nos excluye, es válido preguntar: ¿porqué razón? Lo normal es que, bajo cierta regulación, tales y cuales cosas sean excluidas o se les permita ser incluidas, siempre. Aunque, también puede ocurrir que la misma cosa (opinión, sugerencia, petición o propuesta) a veces sea incluida y en otras excluida. De tal manera, si algunas veces sí se aceptan algunas voces o propuestas y otras no, entonces es necesario saber cuál es la causa o el mecanismo de ésto, con el fin de esclarecer si tal comportamiento no es algo arbitrario o si se está cometiendo alguna injusticia. Y también se hace necesario que los agentes decisores expliquen las razones en las que se basan o se basaron, y que los agentes participantes las comprendan, y repliquen o apelen, si se justifica hacerlo. Siempre existen diversos factores concomitantes o determinantes, elementos atenuantes o suscitantes, o series de eventos y procesos circunstanciales que afectan el modo como decidimos entre varias opciones (cuando tales existen).
A las reglas y convenciones para incluir y excluir existe una correlación aplicable, según el caso, a situaciones específicas, así: a) Si alguna propuesta o petición resulta excluida porque ciertos cuerpos legales o los requisitos de algunas leyes específicas así lo mandan, entonces, se debe pensar en la posibilidad de, y actuar en consecuencia, cambiar y ajustar la legislación correspondiente para poder incluir aquello, si ello fuese posible y conveniente; b) si la exclusión se justifica por razones científicas, es decir, porque aprobar aquello puede provocar algún perjuicio social o ambiental, o porque la tecnología disponible no permite su ejecución o realización sin riesgos y garantías, entonces se debe demostrar de modo irrefutable que la decisión se apega a la ciencia; c) si se alega que la solicitud no corresponde bien con alguna o algunas tradiciones, usos y costumbres vigentes, entonces, más que excluir la propuesta, lo que conviene es iniciar un proceso participativo de cambio consensuado de aquellas tradiciones, si lo que se persigue con tal cambio es un bien mayor; d) si los criterios de exclusión hacen referencia a la moral o a principios éticos que se transgreden, entonces, lo que conviene es aprovechar la coyuntura para motivar a los agentes y grupos participantes a reflexionar sobre ello, para que tales razones sean mejor comprendidas y eventualmente aceptadas, con lo que se inicia un proceso de educación y sensibilización de las personas que creían estar en la posición correcta; y, por último, e) si lo que se pide tiene defectos de lógica o carece de tal, entonces debe justificarse el rechazo por tales errores y carencias, y la petición o propuesta debe ser revisada y reformulada por las personas o grupos que la proponen antes de reclamar, apelar o sentir que sus derechos han sido vulnerados.

Ahora, conviene preguntar: ¿Qué es lo que se excluye o incluye? Si se trata de crear o de fomentar la participación de personas, de grupos, y de la sociedad civil organizada en general, entonces, no han de ser tales las que se han de proscribir o frenar. En cambio, es aquello que se pide, reclama, exige, sugiere o propone lo que se somete a análisis, escritunio o evaluación, y termina siendo incluido o excluido según el caso. Además, aquello puede ser excluido en todo o en parte, por las razones que se expusieron antes. Si la exclusión es parcial, debe existir un procedimiento que permita que la propuesta o petición sea reelaborada para corregir los defectos o carencias que tenga. En otras ocasiones, es el aspecto formal el que impide que el recurso de participación no se concrete: por ello, si existen formas, fórmulas y procedimientos establecidos, a los que debe apegarse toda participación para ser admitida e incluida, éstos deben darse a conocer amplia y oportunamente, para que los interesados los sigan, o tengan la oportunidad de cuestionarlos, si conviene. También, una causa importante y frecuente de posible exclusión son los impactos, consecuencias, efectos que la aceptación y aplicación de lo pedido, exigido o sugerido pueda ocasionar, y los precedentes inadecuados que pueda asentar, por lo que es preciso que las evaluaciones sean hechas de manera integral.

Por ello, no caben las excusas que a veces se dan para no incluir o rechazar un acto o un documento de participación, como por ejemplo, cuando se dice que “ahora no es el momento” para tal o cual cosa, para hacer tales cambios o iniciar tales acciones. Entonces, hay que preguntar: “¿cuándo será el momento?”. Y aquí solo existen dos alternativas: a) Que el momento sea determinado, es decir, que sea factible, que se plantee realizar la acción dentro de un plazo creíble y razonable, o bien que se declare imposible, y se justifique el porqué lo es desde la ley, la ciencia y la lógica; b) que se afirme que el momento adecuado para decidir y actuar es algo indeterminado o que no puede determinarse, y en tal caso, lo que ocurre es que se está dilatando la decisión real u ocultando la influencia de otros intereses y poderes.

La dinámica de la participación también puede verse como un sistema, con entradas y salidas. Así, la entrada o insumo podría ser el acto de participación y aquello que se pide, o es demandado por parte del participante. La serie de procesos internos que ocurren desde que la participación es aceptada sería el componente central del sistema, es decir, todos los mecanismos, operaciones y servicios que otorga la entidad que actúa como decisor, mediador o evaluador en los procesos participativos. El resultado o producto de tales procesos y operaciones es la propia inclusión o exclusión resultantes.

Pero, en los procesos de inclusión y exclusión ¿quién o quiénes actuan como filtro? Hay cuatro posibilidades: a) Una sola persona, que actúa bajo la figura de un funcionario designado como evaluador, analizador y con potestad para decidir sobre e incidir en los procesos y que basa sus criterios en sus valores y experiencia; b) un grupo de personas, en la forma de un comité o una comisión especial que de igual manera, analiza, evalúa y decide, integrando criterios diversos provenientes de diversas disciplinas, posiciones, intereses y prácticas; c) un grupo mayor de personas en una asamblea ante las que se somete a votación una propuesta que retoma de manera resumida aquello que ha sido a su consulta de manera más extensa y completa; y por último, d) una máquina o un mecanismo automatizado, como una base de datos y un sistema de inteligencia artificial, que luego de analizar, combinar y comparar miles de datos y variables arroja una recomendación o un reporte en base al cual cualquiera de las instancias anteriores toma la decisión final.

La siguiente e importante cuestión es: ¿Cómo se filtra? Aplicando al menos lo siguiente: a) Una evaluación metódica, que utilice criterios y herramientas establecidos en base a la experiencia conjunta de los miembros del grupo decisor y de ser posible sometidos a consulta y discusión con otros actores de la sociedad civil, o adaptando los métodos elaborados por organizaciones internacionales, de investigación, no lucrativas y otras parecidas y que suelen aparecer publicados por ellas mismas; y b) mediante un análisis que calcule y compare todos los elementos de la propuesta o petición con los estándares reconocidos en tales casos, para saber si se adecúa a ellos. De no ser así, la decisión sobre admitir o rechazar una propuesta o una participación en un proceso, sería caprichosa y basada en meros prejuicios.

La última cuestión en este apartado, es la que atañe a la velocidad y capacidad de respuesta de las entidades, grupos instituidos o comités dedicados a la recepción, evaluación y aprobación de los actos e instrumentos de participación. ¿Cuánto se tarda o se debe tardar tal instancia en filtrar o responder? Es preciso regular los periodos de admisión y recepción de participaciones, así como el tiempo de respuesta a las mismas por parte de la entidad. Tal entidad está obligada a no hacer dilaciones innecesarias e inconvenientes para el buen desempeño de los procesos de participación. No importa si la respuesta es aprobatoria o denegatoria, o si el resultado es incluyente o justificadamente excluyente, la respuesta debe ser entregada y publicada en un plazo adecuado y conveniente para todos los actores involucrados en el proceso y para la sociedad misma en conjunto. De otra manera, los obstáculos a la participación pueden desencadenar luchas y batallas sociales. Por ello, se debe establecer castigos y sanciones para el agente o funcionario decisor que obstaculiza con mala intención la fluidez de los procesos.

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