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Breve manual de pensamiento crítico

marzo 17, 2014

Breve Manual de Pensamiento Crítico 1

Breve Manual de Pensamiento Crítico 1
En veinte y cuatro horas
Por Francisco Martínez Alas. (2010+)

1 Alcances y límites en el espacio y el tiempo
Las dimensiones espacio y tiempo son útiles e ineludibles en todo lo que atañe al mundo real, a los acontecimientos, y aún más respecto del mundo físico. Toda afirmación o hallazgo dentro del ámbito de la sociedad y del entorno físico tiene límites explícitos o implícitos. Es posible que existan otros límites en cuanto a los enunciados y argumentos, pero aquí solo me interesa tratar sobre los que atañen a las dimensiones del espacio y el tiempo. 

Un límite se puede entender como una frontera, un cercado y como el cierre de posibilidades de algo. El límite marca o demarca hasta donde llega una superficie o territorio, o hasta donde se puede entender o aceptar algo, y por ende, señala o distingue lo que está adentro del límite (o de los límites, pero esto lo aclararé después) de lo que está o queda fuera de tal límite. Así se acostumbra decir que lo que está dentro de los límites es interno, y lo que está fuera de los límites es externo; o bien, que lo que está dentro del límites está en el lugar, y lo que no, está fuera de lugar, como si se quisiese decir que lo primero es lo adecuado y apropiado, y lo otro podría ser inadecuado e inapropiado; especialmente si se trata acerca de las maneras y contenidos de lo que se expresa, o de los modos y significados de cómo alguien se conduce.

Nos interesa también comprender la noción de límite en el tiempo, es decir, el límite como duración máxima de los efectos o consecuencias de un fenómeno, de algunas acciones y procesos, o de los impactos y resonancias de la memoria que se conserve de los mismos. Cuando se hace un gesto o un movimiento de objetos cercanos a nosotros, se dice algo a alguien, se escribe y publica un texto, se decide hacer o actuar o no hacerlo, se escoge algo y se rechaza otra cosa, se crea y aprueba una ley jurídica, se establece una verdad teórica o científica, se activa un mecanismo o se desconecta una máquina, en fin, cualquier cosa que hagamos produce algo más, toda acción tiene consecuencias, aunque sean ínfimas, casi invisibles e inaudibles, relevantes e irrelevantes, y signifiquen nada más que cambiar de posición corporal, alterar la rutina del día, modificar la ruta de los eventos, promover las etapas de un proceso o continuar haciendo lo mismo de siempre a esa misma hora. 

Cuando el impacto de un acto cesa, se puede afirmar que ha llegado a su límite. Lo que ocurra después corresponderá a otra cosa, y ya no más al anterior acto generador de consecuencias y resultados. Identificar, conocer y reconocer los límites verdaderos o verosímiles de un acontecimiento es indispensable para atribuir relaciones de causalidad, influencia, sucesión y semejanza. De manera similar, cuando una teoría, una creencia, un ideario, una política o un cuerpo legal no vigente, no practicada, no promovida ni invocada, y se ha olvidado por completo, y hasta puede ser que sus fuentes materiales y textuales se hayan extraviado y destruido, ya no puede producir ningún efecto en la realidad y en una sociedad. Si lo único que ha quedado son vestigios y fragmentos desconectados y descontextuados, su significado y poder es desconocido, y la interpretación que se haga de ello es incompleta e inexacta, imaginativa y especulativa.

La duración se puede medir en segundos, minutos u horas; en días, semanas o meses; en años, en grupos de años y en siglos. En las ciencias físicas y la experimentación científica las duraciones mínimas de segundos y aun menos que un segundo son cruciales: cosas importantísimas y decisivas ocurren es esos lapsos ínfimos. Las duraciones de menos de un día son importantes en la vida cotidiana de todos los humanos, especialmente en el ámbito laboral: porque se deben completar las tareas del día satisfactoriamente. Hay seres y acontecimientos que no viven y que no duran más de un día: cuando ocurre una crisis esperamos y confiamos que ésta se resuelva y no continúe el día siguiente. Las duraciones de varios días y hasta de varias semanas y  meses, permiten planear y emprender proyectos concretos, realizables, monitoreables y evaluables. Las duraciones de varios años constituyen la certeza para los proyectos de vida de cada quien, la operación de las instituciones y empresas, la realización de actividades productivas en la sociedad, y de la planeación a mediano y a largo plazo en general. Las duraciones de siglos y milenios podemos entenderlas y conocerlas, pero no vivirlas como individuos: empero, las sociedades, las naciones, las culturas, los territorios sí. De allí que todo lo que excede a nuestra capacidad de duración individual pertenece al ámbito de la historia de la tierra y de los pueblos, que es en el cual los siglos y milenios cuentan, y los cambios y alteraciones producidos por el deterioro y envejecimiento natural, por la influencia de innúmeras e inconexas decisiones y acciones de muchos, y debemos estar conscientes de que nada de lo que hagamos y construyamos durará eternamente, todo se acabará o mutará.

febrero 08, 2014

Proporción y escala

Proporción y escala
Por Francisco Martínez Alas (1980s)

Proporción y escala. Proporción es la relación en cuanto a dimensión, disposición y correspondencia debida, de los elementos y partes de algo; sea una cosa, un ente, una unidad; entre sí mismos y la relación de los elementos en conjunto, con respecto al universo o el todo en donde se sitúan.

Siendo así, podemos descubrir la relación de proporciones que es el corolario inmediato de la relación de proporción: éste no podría expresar el equilibrio sin una relación equivalente de proporciones, y éstas son las de cada elemento del conjunto con sus elementos cercanos. La relación de proporciones en los elementos entre sí, es una relación equilibradora.

Al tratar acerca del diseño tanto bidimensional como tridimensional, el concepto de proporción puede conectarse con los de equilibrio, forma, dimensión, armonía, ritmo y escala. Por ejemplo, la armonía natural de la disposición de las partes puede verse en la vegetación.

Del mismo modo, en cualquier composición gráfica que corresponda al diseño que consista en un mensaje, o a cualquier configuración plástica tridimensional; aun en un edificio deberá aplicarse el concepto de proporción, pero con la diferencia de que allí estará el hombre presente, y esto significará un factor condicionante de las proporciones aplicadas.

Nuestro objetivo ahora, es explicar la relación entre la escala y la proporción en el edificio, y a partir de allí, en toda la arquitectura, concebidos ambos como diseño tridimensional.

La escala puede definirse como la relación dimensional entre el edificio y un patrón, el cual, puede ser diverso: los demás edificios, los árboles, la vegetación, el medio, las calles, en fin muchos otros objetos y seres que puedan estar en relación con la edificación; pero el patrón más importante debe ser el hombre, su cuerpo, y sus necesidades, para satisfacer las cuales se destina un edificio o un espacio edificado. La escala es el factor de la experiencia espacial.

Proporción y escala no deben confundirse, pues ésta establece relaciones con elementos que no forman parte de la unidad en cuestión, no así la proporción, que es relación unificadora, el lazo resultante de un nexo en los elementos propios de una unidad.

La escala, puede cuantificarse y cualificarse. Con la escala física, o métrica, basada en sistemas matemáticos se mide lo mensurable, se construyen series armónicas, se relaciona el tamaño de una parte de algo con ese algo, un elemento constructivo con el edificio o su medio exterior; por ejemplo, o se adecua un útil con su función, ya sea un espacio, un objeto, o un mueble.

Cuando en arquitectura hablamos de escala humana, o al menos con una mera inclusión del hombre, según su edad, su tiempo, su idiosincracia, su origen, su medio, la escala física va, conjunta con otra: la espiritual, abstracta, metafísica, ideal; las que nos hace intuir la dimensión de lo inconmensurable.

Ambas escala deben estar presentes, son imprescindibles, pues algo dimensionado no a la medida del hombre puede ser o volverse inútil en su función esencial.

Si dirigimos nuestro interés al espacio y no a la construcción, es decir, contemplar un edificio desde el exterior, advertiremos más que todo la proporción de los volúmenes de sus partes, y sólo talvez levemente intuiremos la escala con relación al medio; pero, si penetramos en el edificio, entonces la impresión recibida dependerá, en forma inmediata y fuerte, de una relación de escala entre el espacio en que nos hallamos y nosotros mismos; esta relación básica entre hombre y edificio, quizás también entre hombre y objeto útil, hombre y arte, es la tarea del diseñador: arquitectónico, urbanístico, industrial, técnico y artístico.

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