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Breve manual de pensamiento crítico

diciembre 02, 2009

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4

Cultura, filosofía de la cultura e interculturalidad 4
Una reflexión acompañada del pensamiento de Raúl Fornet Betancourt
Por Francisco Martínez Alas. (2007)

5. Conclusión
Sin pretender ser exhaustivo he expuesto algunos de los puntos más importantes del pensamiento de Fornet-Betancourt con respecto a los tres temas que me interesaba tratar: la cultura, la filosofía de la cultura y la filosofía intercultural. Lastimosamente gran parte de los escritos más recientes de Fornet-Betancourt están en alemán, una lengua no muy dominada aquí en nuestra región y que yo no conozco. Aunque me hubiese gustado consultar esos otros textos, para la elaboración de este trabajo me basé sólo en las publicaciones en español a los que tuve acceso en forma impresa o digital por medio de Internet. Menciono esto, no para justificar los alcances o posibles deficiencias de este trabajo, sino como demostración de que una de las barreras más impactactes para el diálogo intercultural es la lengua hablaba y escrita. No se puede obviar la necesidad de las traducciones, por imperfectas que éstas sean. Tampoco se puede obviar la necesidad de capturar y fijar en algún tipo de soporte impreso o legible por máquina (audio, video, imágen) los eventos del diálogo (como entrevistas, conferencias y congresos de filosofía), las formas culturales y de memoria histórica orales, o incluso parte de la memoria del patrimonio cultural intangible. De esa manera, aquellos que no podemos o no pudimos estar presentes en el diálogo, o no podemos entrar en contacto directo con otras "culturas" podremos tener acceso, en otra oportunidad, a parte de los contenidos del mismo. Si escribimos, discutimos o publicamos (impreso o digital) nuestras impresiones y comentarios a ello, de alguna manera entraremos a participar en ese diálogo intercultural, aunque no seamos filósofos de profesión.

Hecha esta observación, quiero pasar al otro punto de mis conclusiones. Luego de examinar y contrastar las opiniones de las fuentes consultadas, concluyo que la filosofía intercultural debe estar fundamentada en la antropología cultural y la filosofía de la cultura, las ciencias del lenguaje, de la información y comunicación, y la contextualización histórica. A continuación voy a explicar eso.

Habiendo comprendido y aceptado las limitaciones del concepto de "cultura", y tomándolo sólo como una categoría operativa para nuestro propósito de transformar interculturalmente la filosofía, partimos de que la antropología cultural le puede proporcionar a la filosofía intercultural un sustento de métodos, teorías, contextos y saberes (tal es el caso de la experiencia de Van Binsbergen), acercamientos presenciales a las culturas, o entre unas culturas y otras, y a los fenómenos culturales. Hemos visto que la filosofía de la cultura actual, viene a ser como una reflexión que re-elabora algunos de los conocimientos y de los materiales con los cuales trabaja la antropología cultural, pero desde otra perspectiva y trata de darles significado y sentido para el ser humano. La reflexión y los métodos de la historia -de nuevo, en una acepción más contemporánea- apoyan el proceso contextualización (tanto en lo relativo a los procesos culturales como a los cambios sociales) en el que insisten los pensadores de la filosofía intercultural. Tal como opina Wimmer, las "etnofilosofías", si se expresan en una sola lengua, tendrán poca audiencia; así que por ello se hace indispensable el rol de la traducción y de los polilogos, para ampliar el acceso a las todas las filosofías y a la producción cultural de los Otros. Además, se hace preciso divulgar por canales a los que la mayoría de estudiosos e interesados en los productos y discusiones de la filosofía intercultural pueda tener acceso. Por eso, considero importante el concurso de las disciplinas y técnicas (asi como tecnologías) relacionadas con la difusión y comunicación de informaciones y conocimiento, puesto que ellas le pueden dar un soporte de sistematización, almacenamiento y divulgación a las filosofías interculturales, para esa comunicación solidaria entre culturas, sin el cual, terminan siendo sólo foros exclusivos para ciertos participantes. Por ejemplo, la accesibilidad a los textos de los Congresos de Filosofía Intercultural que organiza Fornet-Betancourt es muy limitada: apenas si hay unas pocas menciones en Internet sobre esos congresos, no se publican las ponencias en la Red tampoco, y la mayor parte de los volúmenes impresos que se editan en Alemania, además de tener altos precios, no se traducen a otras lenguas, ni se distribuyen por los canales usuales de las publicaciones impresas.

Por último, aunque Fornet-Betancourt sostiene algunas reservas con respecto a las que él llama mono-disciplinas y que se les pone el "agregado" de intercultural, para llevar a la práctica la influencia en la vida cotidiana de la filosofía es preciso dar una perspectiva intercultural a algunos ámbitos de la vida cotidiana de las culturas: ejemplo de ello son las iniciativas de "diálogo entre civilizaciones" (que superan y se oponen a las ideologías multiculturalistas) de diversas organizaciones; a las ciencias de la comunicación y de educación intercultural (en las cuales tanto los antropólogos como los filósofos interculturales se apoyan también); de los esfuerzos por conocer, comprender y capturar los indigenous knowledge systems (IKS) en las que diversas organizaciones, movimientos sociales y grupos ya están trabajando; ya que todo ello puede contribuir a esa universalización descentrada y policéntrica que requiere la filosofía intercultural. Talvez, porque todo ello nos puede llevar después del filosofar y del dialogar intercultural, a la práctica de una ética intercultural (pero, este es tema para otra investigación).


Fig. 1. Esquema de la síntesis sobre la cual se basó este trabajo.

Notas
1 Véase Wim van Binsbergen, "‘Cultures do not exist’ Exploding self-evidences in the investigation of interculturality", 1999, archivo digital del capítulo 15 de Wim van Binsbergen, Intercultural Encounters: African and anthropological lessons towards a philosophy of interculturality, Berlin/Boston, LIT Verlag, 2003.
2 Véase Rudolf Brandner "The Situation of Philosophy Today and the Question of Interculturality", Lecture delivered at the Department of Philosophy, Delhi-University (India), November 1994.
3 Véase Gustavo Bueno, "La idea de cultura", pp. 9-17, en Joan B. Llinares y Nicolás Sánchez Durá, editores, Ensayos de Filosofía de la Cultura, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002.
4 Raúl Fornet Betancourt, "Aprender a filosofar desde el contexto del diálogo de las culturas", s.p., 1997, disponible en Internet en Http://www.ensayo.rom.uga.edu/critica/teoria/fornet/Fornet2.htm [visitado el 02.08.2007].
5 Véase David Sobrevilla, "Idea e historia de la filosofía de la cultura", en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998, p. 19; y Gustavo Bueno, "Espiritualismo y materialismo en filosofía de la cultura. Ciencia de la cultura y filosofía de la cultura", El Catoblepas - número 4 - junio 2002, disponible en Internet en www.rebelion.org [visitado el 02.08.2007].
6 Pieter Boele van Hensbroek: "Should Intercultural Philosophy take over from Anthropology in study of culture?", 2004, Groningen, University of Groningen, University Library Groning en http://irs.ub.rug.nl/ppn/277168864 [visitado el 06.02.2007].
7 Véase Sante Babolin, Producción de sentido: Filosofía de la cultura, Bogotá, San Pablo - Universidad Pedagógica Nacional, 2005, tr. de Germán Vargas Guillén, pp. 5-13.
8 David Sobrevilla, artículo citado, p. 19
9 Ricardo Lema, "Cultura, desarrollo y recreación: Bases teóricas para el desarrollo comunitario desde el tiempo libre", disponible en Internet en http://www.redcreacion.org/relareti/documentos/RLema2.html [visitado el 08.02.2007].
10 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 10 , archivo digital.
11 Raúl Fornet-Betancourt, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 7.
12 Raul Fornet-Betancourt, Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001, p. 226 y p. 232.
13 Claudio Esteva-Fabregat, "Procesos de aculturación y transculturación", p. 145-149, en en David Sobrevilla (ed.), Filosofía de la Cultura, Madrid, Trotta, 1998.
14 Raúl Fornet-Betancourt, "Interacción y asimetría entre las culturas en el contexto de la globalización", pp. 7-8, archivo digital.
15 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 18, archivo digital.
16 Raúl Fornet-Betancourt, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", p. 22, y "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", p. 1, archivos digitales.
17 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 2.
18 Raúl Fornet-Betancourt, "Lo Intercultural: El problema de su definición", s.f., archivo digital, p. 4.
19 Véase Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital.
20 Para una ampliación del concepto y del método del polilogo en Wimmer, véase su artículo "Intercultural Polylogues in Philosophy", 2006, archivo digital.
21 Franz Martin Wimmer, "Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?", 2001, archivo digital, p. 22.
22 Raúl Fornet-Betancourt, Tranformación intercultural de la filosofía, pp. 28-33.
23 Raúl Fornet-Betancourt: "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivos digital.p. 1.
24 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, Aachen, Wissenschaftsverlag Mainz, c2004, pp. 71-72.
25 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 256-257.
26 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 270-271.
27 Raúl Fornet-Betancourt, Filosofar para nuestro tiempo en clave intercultural, pp. 41-43.
28 Heinz Kimmerle "Dialogues as form of intercultural philosophy", 2002, p.1, archivo digital.
29 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, pp. 39-43.
30 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 46.
31 Fornet-Betancourt, Raúl, "Supuestos, límites y alcances de la filosofía intercultural", s.f., archivo digital, p. 6.
32 Fornet-Betancourt, Raúl, "La fecundidad de la filosofía latinoamericana", s.f., archivo digital. p. 7.
33 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación intercultural…, p. 281 y ss.

noviembre 22, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

La filosofía siempre me interesó. Aunque yo leía las obras filosóficas con el mismo método y espíritu que al leer obras literarias. Tardé muchos años en confirmar que tenía un interés más profundo en la filosofía y en decidirme a estudiar formalmente, durante unos años, una carrera de filosofía en una universidad. Y aunque aprecio mucho la filosofía, acostumbro bromear diciendo que la filosofía no sirve para nada. Pero, yo sé que eso no es verdad: la filosofía puede servir para muchas cosas, al aplicarla como método de reflexión, como fuente de inspiración, o como fundamento teórico.

Entonces, una tarea adicional a la que podemos dedicarnos es la de aplicar la filosofía. Sin duda, el lector y otros autores tienen otras propuestas sobre cómo y en qué aplicar la filosofía. Yo propongo algunas aquí, para cerrrar este ensayo.

En primer lugar, las ideas de los filósofos –especialmente las de aquellos que nos simpatizan o con quienes nos sentimos idenficados- pueden ayudar a moldear, configurar, informar o transformar nuestras opiniones y creencias, y hasta nuestras convicciones.

En segundo lugar, podemos incorporar ciertos principios o esquemas filosóficos a nuestro trabajo, sin importar la ocupación o profesión a la que nos dediquemos. Ya se trate de principios éticos, o de modelos de crítica o razonamiento, o categorías y clasificaciones, y otras ideas semejantes, todas pueden aportarnos una perspectiva y un derrotero más razonable y factible en nuestros programas y proyectos. Las filosofías de la ciencia y de la tecnología, así como la de la naturaleza y las propias de cada ciencia en particular, y la ética, serán aplicables aquí.

En tercer lugar, si algunas filosofías –como la antropología filosófica y la filosofía de la cultura- nos asisten en el conocimiento de nosotros mismos, o nos proporcionan criterios para la comprensión e identificación de los otros, de las otras personas, eso nos ayudará a relacionarnos y comunicarnos mejor con ellos, en términos y ejercicio del respeto y la tolerancia.

En cuarto lugar, las herramientas y métodos filosóficos, como las que se aprenden en el estudio y práctica de las disciplinas lógicas (especialmente la informal, que se refiere a la argumentación y las falacias), o las de comentario de textos y la hermenéutica, han de emplearse para analizar discursos y contenidos, de obras de todo tipo, textos diversos, opiniones ajenas y e informaciones de medios de comunicación.

En quinto lugar, las disciplinas como la ética, la consejería filosófica, la filosofía práctica, o ciertos textos u obras filosóficas en particular, como las que proporcionan consejos y recomendaciones para las situaciones de la vida cotidiana, o sobre como comportarnos, o sobre lo que se requiere para tener una buena vida, alcanzar cierto grado de serenidad y felicidad, o disponer de una cierta actitud, o hacer un uso discreto del tiempo, o para el goce y provecho de las artes y otros placeres y pasiones, serán de utilidad para nosotros y para quienes nos son próximos.

Para terminar, diré que es preciso, indispensable, que quien se dedica a las actividades filosóficas, debe fomentar la lectura de obras y textos sobre todas las disciplinas posibles, y la práctica de actividades que complementen y enriquezcan su experiencia de lo cotidiano, lo social y lo cultural.

noviembre 12, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 4
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Para escribir filosofía se debe comenzar por hacerlo acerca de aquellos temas o problemas por los que sentimos predilección, y que además, nos sean ya conocidos o nos sea factible llegarlos a conocer en extensión y profundidad adecuadas. Se llega a conocer tales asuntos por medio de las técnicas, herramientas y ejercicios con los cuales nos habremos entrenado para aprender a filosofar. Porque, en mi opinión, aprender a filosofar requiere entrenamiento, además de talento e imaginación. A medida que reflexionamos y elaboramos apuntes o esquemas de nuestra reflexión, es decir, que vamos delimitando y consolidando nuestras esferas de observación y acción algunos conceptos y categorias –o relaciones y valoraciones- filosóficas se van conformando en nuestro haber intelectual. Será muy útil, además, conocer lo que significan tales conceptos según una o varias ciencias particulares, los diccionarios filosóficos, y también, los conceptos ocasionalmente definidos o esbozados por los filósofos en sus obras, con el fin de tomar de eso lo que apoye nuestras ideas. Así, se puede comenzar a escribir algunos textos cortos acerca de tales conceptos y categorías conforme a nuestra propia opinión y razonamiento, sin olvidar lo que antes se ha dicho sobre ello.

Y ya que hablo de textos cortos, es preciso mencionar algo en cuanto a los géneros filosóficos. Se ha discutido mucho acerca de la validez y persistencia de los géneros filosóficos, ya que el estilo, denominación y estructura de los mismos cambia con las épocas y tradiciones; y siempre aparecen géneros nuevos o los ya clásicos son modificados por los autores contemporáneos. De cualquier manera, ejemplos de estructuras usadas por pensadores de otras épocas y de la misma en que se vive, han de ser tomados en consideración. Se puede, así, comenzar a escribir aforismos, cartas, o ensayos cortos; luego, probar escribir series de columnas o entradas interrelacionadas como en una revista o un blog; más adelante, escribir ensayos más extensos y mejor estructurados; y sólo con más experiencia e investigación dedicarse a un tratado o un manual sobre una disciplina o un mismo tema.

Porque, además de escribir acerca de los conceptos sobre los cuales se ha adquirido suficiente dominio y competencia, existe la alternativa de escribir documentos sobre un mismo tema enfocado filosóficamente, pero, al mismo tiempo, desde las otras ciencias, y mostrando y exponiendo aspectos diferentes sobre el objeto que se está tratando, para determinar sus partes, funciones, usos, valoraciones e impactos. Así, a medida que se desarrolla la exposición de todos esos componentes y sus relaciones, el texto va surgiendo casi por sí mismo desde nuestra razón y conocimiento, y también exigiendo la indagación de aspectos que requieran ampliación.

Talvez, podríamos construirnos un horizonte más amplio y más complejo, que sería el de elaborar un sistema filosofico completo en si mismo. Eso quiere decir, que no se trata de que un sistema filosófico abarque todas las áreas y disciplinas de la filosofía, sino que abarque todo un conjunto de temas organizados y estructurados de un gran programa de investigación y de razonamiento por parte del pensador y el filósofo, los que constituyen toda su visión del mundo y expresan sus opiniones y conclusiones, sus cuestiones e inquietudes, y corresponden a ese programa y no a otra cosa.

Existen muchos modelos y técnicas típicos o básicos de redacción que se deben conocer, aprender y saber aplicar como corresponda. Pero, si aprender a redactar correctamente es un primer paso, en el entendido de que ya se aprendió a razonar correcta y técnicamente (es decir, se aprendió a filosofar), pienso que se debe aprender a identificar y analizar la estructura –tal cual- de los textos de los filósofos y científicos, y en segunda instancia, la de los expositores y comentaristas. Todo eso proporciona elementos y herramientas con las que se puede contar para escribir nuestros propios textos filosóficos.

Es por ello que las técnicas y procedimientos para examinar y diseccionar la estructura de obras de filósofos consagrados –o partes de las mismas- deben ser parte de nuestra formación filosófica. Muchas veces, se comete el error de querer enseñar como escribir correctamente ensayos y textos filosóficos, mostrándole al estudiante malos o mediocres ejemplos de redacción, y advirtiéndole que no cometa los mismos errores dle ejemplo. En mi opinión, se debe proceder de otra manera, pues para aprender a escribir bien y encontrar la voz y el estilo propio, se debe uno auxiliar, como dije antes, tanto de las técnicas y elementos de redacción básica, como de la ejemplificación o reflejo del estilo de los grandes pensadores. Pues, aunque no se trata de imitar el estilo, sino de descubrir la estructura y la forma, los argumentos y falacias, los trucos y recursos, las inspiraciones e intertextualidades, incluso los yerros o incongruencias, que usó tal autor, y esos sí nos servirán de ejemplos a seguir o a superar. Es decir, intentar deconstruir el modo como se pensó, diseñó, se armó y remendó su obra.

Otro de los instrumentos provechosos para escribir filosofía son los fundamentos y técnicas de pensamiento crítico, así como los métodos de argumentación y trato con falacias que se asocia a ello, en tanto que lógica informal. Ya que no siempre necesitamos expresar nuestras ideas haciendo uso del lenguaje de las lógicas formal y simbólica, y que también es preciso aprender a evitar caer en errores y falacias al exponer nuestras ideas; por lo que se debe aprender a razonar correctamente y a intentar demostrar o justificar nuestras opiniones mediante argumentos del tipo que más corresponda al orden y finalidad de nuestro documento, texto o discurso. El pensamiento crítico incluye actividades tales como la investigación de antecedentes y pruebas (datos, hechos, informaciones), el análisis, evaluación e interpretación de otros argumentos y ejemplos, y los métodos y técnicas para construir razonamientos de carácter inductivo, deductivo o persuasivo, y otros modos y fines de razonamiento.

Un elemento que apoya considerablemente la exposición de cualquier tema, son los ejemplos. Es necesario poner ejemplos adecuados que apoyen la comprensión de nuestro texto. Tales ejemplos se pueden extraer de los eventos de la realidad, o de los textos de otros autores y de otros géneros (no necesariamente de obras filosóficas, e impresos). De los ejemplos, tratados como casos, se extraen también las lecciones aprendidas. Con el análisis y comparación prudente de tales lecciones se puede generalizar algunas conclusiones moderadas sobre ciertas ideas o situaciones. Otro recurso, asociado al uso de fuentes de conocimiento de otros, es el de la apropiación de conceptos que se hallan en otros autores y textos, y su trasvase, complementación, adaptación, perfeccionamiento y aplicación a nuestro propio proyecto o programa de indagación y exposición filosófica.

Conocidos y puestos en práctica todos los conocimientos, recursos, herramientas y métodos de creación y escritura filosófica, se puede proceder a conformar y exponer nuestra producción filosófica.

noviembre 06, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 3
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Estudiar filosofía puede ser frustrante y al mismo tiempo vigorizante, pero, de cualquier manera el mayor beneficio que se obtiene es el rigor en la lectura y exposición del pensamiento ajeno. Leer filosofía es estimulante y exultante, y proporciona la inestimable oportunidad de ejercitar el discernimiento propio y confiar en la capacidad de tener opiniones firmes y lógicas, sin la estricta dependencia de la autoridad. Consultar y revisar los comentarios e historias del pensamiento es algo que debe hacerse regularmente pero con una mezcla de confianza y escepticismo moderados, ya que constituyen un apreciable apoyo, pero no deben acostumbrarnos a evitar ir directamente a las fuentes (aunque sea en versiones traducidas a nuestra lengua), ni distraernos del esfuerzo de síntesis e interpretación propia. Transmitir y compartir los conocimientos filosóficos aprendidos conforma una oportunidad valiosa de sistematizar lo estudiado, leído y comprendido, y de dialogar o debatir, y de aceptar ser refutado o cuestionado al presentarse ante otros estudiosos o estudiantes. Escribir sobre los filósofos ya clásicos o contemporáneos, suma al esfuerzo de tantos por mostrar el producto de sus largos y profundos esfuerzos por comprender, criticar y elaborar sinopsis de las obras e ideas de aquellos, y obliga a aprender más disciplina y aplicar más técnicas para exponer correctamente los resultados de nuestra investigación y reflexión.

Aunque estas actividades en torno a la filosofía que estoy exponiendo no son una especie de escalera o de pasos progresivos a seguir, y como ya dije, no son actividades excluyentes entre sí, sino que son complementarias; todas ellas sirven como entrenamiento del raciocinio, la crítica y la escritura; y van dejando estratos y huellas, sedimentos y marcas, que se manifiestan como datos, ideas, contextos, relaciones, imágenes, las que han de fundamentar y aderezar los nuevos textos, discursos, argumentos y reflexiones que produzcamos cuando emprendamos el propósito de aprender a filosofar.

Sobre cómo aprender a filosofar, pues, quiero ahora mencionar algunas muy breves recomendaciones. Recomendaciones que pueden servir de base para aprender a filosofar ya no solo desde la perspectiva, la visión y la palabra de otros autores (filósofos y comentaristas, profesores y expositores), sino desde una situación, postura y actitud, y con una peculiar expresión gestual y verbal ante los problemas o preguntas filosóficas o cuasi filosóficas que nos planteamos nosotros mismos o nos apelan otros.

El punto de partida de una reflexión filosófica propia es la identificación de problemas o la formulación de preguntas acerca de aquellos temas, asuntos o acontecimientos que nos interesan o inquietan. Eso sí, tal identificación o formulación de plantearse de un modo distinto a como se haría si se tratase de una investigación en ciencias sociales o para cualquiera de las otras ciencias y tecnologías. Además, tampoco debe hacerse de la misma manera que cuando se propone hacer una crítica al pensamiento de un autor en particular, porque eso corresponde a la reflexión acerca de otros filósofos o autores. Aunque, si bien el aparecimiento de aquel interés o inquietud nos haya surgido mientras leíamos un texto de cualquier disciplina, o gozábamos de una obra literaria o artística, o frente a un espectáculo de cualquier índole, o mientras observábamos un acontecimiento sin participar en el, o cuando participamos de alguna actividad compartida; es preciso hacer notar que todos esos momentos pueden llegar a ser la simiente de una reflexión filosófica personal, así que tal momento es el punto de partida pero no solo y no necesariamente el objeto de la reflexión. Y entonces para aprender a filosofar hay que aprender a ser sensible a las ideas que nos suscitan esos momentos únicos que nos conducen a una indagación filosófica.
El siguiente paso, si se le puede llamar así, es perfilar y definir las facetas tanto del problema filosófico que se plantea, como de las respuestas que el filósofo se animará y se atreverá a proponer y expresar. Pienso que esas facetas deben ser varias, de manera que permiten a su autor apreciar el objeto de reflexión de manera diversa y descubrir diversos elementos y relaciones. Además, la reflexión filosófica requiere una porción de espontaneidad y otra de método. Se trata de llegar a una conclusión o propuesta, que no tiene que ser definitiva, aunque su autor la afirme de manera categórica, pero sí tiene que ser lógica y poseer cierta validez o verdad. Un proceder seguro de conducirse durante la reflexión y de acercarse al objetivo perseguido, la proporcionan las herramientas que los filósofos, los creativos y los científicos han descubierto o inventado, y que aparecen tanto en las obras filosóficas como en los manuales y guías correspondientes, de las que el filósofo debe proveerse y aprender su uso y aplicación; y luego ensayar el medio para fijar o plasmar por escrito los resultados alcanzados. Es así como el filósofo, o quien está imbuido en la práctica del aprender a filosofar, debe iniciar a expresar y divulgar el producto de sus reflexiones y preocupaciones, preguntas y fascinaciones.

Lo que se expresa y se escribe, se puede publicar y comunicar, se puede y se debe compartir con otros con el fin de dialogar con ellos. El diálogo con personas competentes y la apertura a la recepción de críticas y sugerencias, dinamiza y enriquece nuestra reflexión filosófica. Pero, no se trata de una aceptación sumisa y ciega de las simples opiniones ajenas, ni de ser calificado o evaluado por las críticas bien fundamentadas, sino de permitir con ellas aparecer una ventana desde la cual definimos o elaboramos nuevas facetas y ampliamos nuestra reflexión propia, para continuar nuestro aprendizaje para convertirnos en filósofos y no solo en divulgadores de filosofías ajenas. Por ello, la otra dimensión del trabajo filosófico, se refiere a la escritura.

noviembre 04, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

Decía en un artículo previo a este que la filosofía está abierta a la posibilidad de ser estudiada y practicada en cinco actividades principales que van desde su estudio en una institución académica o como un esfuerzo realizado en privado, hasta la producción de textos y materiales de filosofía como autor, es decir, como filósofo; asunto que también conlleva las faenas de comentario y enseñanza del pensamiento y la historia de la filosofía, y la necesidad de aprender a filosofar. Ahora, pienso que hacía falta incorporar una dimensión adicional, que se refiere a la aplicación de los conocimientos y métodos filosóficos, y por ello la incorporo al final.

Veamos lo que, desde mi punto de vista, como mínimo, se requiere para cada una de las actividades mencionadas:
 
Para estudiar la filosofía es indispensable leer las obras de los autores filósofos. Como es virtualmente imposible leer a todos los filósofos de todos los tiempos y culturas, el estudioso deberá hacer una selección de aquellos autores que le interesen de acuerdo a sus propias expectativas. Para seleccionar los mismos, se puede partir de una historia o un diccionario de la filosofía, o de cualquier tabla cronológica en la que aparezca la ubicación temporal y geográfica, o por escuelas y corrientes de los filósofos más conocidos. Lo ideal sería leer las obras completas o todas las más relevantes, y acceder a las mismas en su idioma original. Sin embargo, traducciones de buena calidad a nuestra lengua sirven muy bien para el propósito de conocer las obras filosóficas. Además de leer directamente las obras, es recomendable leer o revisar uno o dos comentarios sobre cada autor y sobre la época del mismo, con el fin de identificar elementos biográficos y de contexto que apoyan la comprensión, así como hacerse un panorama de todo el pensamiento del filósofo en estudio. También puede convenir asistir a cursos y eventos de discusión y divulgación filosófica, o inscribirse en una universidad y completar algún grado de estudios en filosofía. Si se desea obtener una vista de conjunto, tanto histórica y metodológica como contextual, conviene una licenciatura en filosofía. Pero, si el estudioso proviene de una profesión no relacionada con la filosofía, y desea obtener conocimientos filosóficos más específicos –sobre una escuela o sobre un grupo selecto de filósofos, o sobre una de las disciplinas filosóficas específicas, como por ejemplo la ética, la epistemología o antropologías- puede optar por una maestría o doctorado. Pero, antes de formarse en una especialidad filosófica, es necesario adquirir un conjunto de herramientas clave de las que hablaré más adelante en este mismo artículo. De cualquier manera que se estudie la filosofía, en privado o en la academia, será muy provechoso elaborar esquemas, diagramas y cuadros de lo que se lee (mucho mejor que efectuar subrayados y marginaciones en un texto impreso); y llevar a cabo discusiones, conversatorios y debates en parejas y grupos, para intercambiar impresiones y opiniones.

Luego de haber estudiado filosofía, puede uno dedicarse a enseñar filosofía en calidad de docente en un colegio o en una universidad. O bien, dedicarse a la divulgación de conocimientos filosóficos como tutor o como conferencista privado. Si se tiene que impartir un curso en una institución de enseñanza, el punto de partida es la planeación del mismo. Tal curso puede tener uno de estos tres enfoques: trazar la historia y contexto de una disciplina, tema o época de la filosofía; hacer una exposición sistemática de un tema o división de la filosofía, definiendo sus conceptos y categorías clave, así como sus métodos y relaciones; o exponer una síntesis del pensamiento, obras y vida de un filósofo en particular. Como resultado de la planeación, se detalla un programa de estudio y exposición conforme a la duración estipulada del curso. Se hace, además, una selección de lecturas, tanto de fragmentos o partes de las obras de autor, como de capítulos y artículos escritos por sus comentaristas. Debe escogerse otros materiales de apoyo complementarios que apoyen los contenidos y las discusiones o ejercicios que se lleven a cabo. Para ejecutar el curso se requiere disponer de herramientas y técnicas didácticas que comuniquen adecuadamente los contenidos y fomenten la reflexión y discusión creativa y profunda. El programa debe incluir también los mecanismos de evaluación del aprendizaje del grupo de estudiantes, tales mecanismos deben hacer énfasis en la reflexión y la creación de y sobre contenidos e ideas, y no en una rememoración de datos y conceptos.

La lectura de obras de filósofos y de comentarios o críticas sobre su pensamiento, la investigación del entorno intelectual y del contexto histórico, así como la práctica de la enseñanza y la divulgación de la filosofía nos provee de conocimientos suficientes, y talvez de criterios más adecuados, para escribir acerca de la filosofía y de los filosófos. Aquí las opciones posibles son tres: la primera de ellas es escribir biografías de filósofos haciendo énfasis en su desenvolvimiento intelectual y filosófico; la segunda, es escribir comentarios a una o a varias obras específicas de un autor, o a la explanación de una o de un conjunto de categorías e ideas del mismo; y la tercera, es hacer historias de la filosofía. Desde luego, preparar un gran compendio de historia de la filosofía universal es una tarea ciclópea, sin duda es más sencillo y eficiente estudiar y exponer la historia de la filosofía en un periodo, en un área de la ciencia o en una zona geográfica específcos. Y será aun mejor especializarse en un sólo autor o en un pequeño grupo de pensadores escogidos por sus vínculos notables o por la adhesión que sentimos hacia ellos. Una opción interesante es desarrollar una investigación sobre un mismo tema o concepto desde diversos enfoques o según las opiniones y argumentaciones de varios pensadores, o de sus transformaciones y significaciones en épocas diferentes.

La herramientas necesarias para escribir acerca de la filosofía y de los otros pensadores o filósofos son fundamentalmente cuatro. Pero, primero hay que tomar en cuenta que cuando se trata autores muertos, el tipo de investigación predominante es la documental, y debe incorporar el uso de libros y documentos impresos, revistas y periódicos, sitios en Internet, videos y cualquier otra clase de materiales de apoyo. Aunque también, se puede recurrir a la entrevista de especialistas, este será un recurso sucedáneo. En cambio, cuando se trata de pensadores actuales y vivientes, además de la investigación documental será casi indispensable entrevistar a los autores. En cuanto a las herramientas y técnicas a utilizar, lo primero es saber como escoger las citas que incumben al propósito y enfoque de nuestra investigación. Ahora bien, el uso que se le dé a tales citas debe ser adecuado y respetuoso tanto del pensamiento del autor como de las reglas de validez científica y lógica. Lo segundo y lo tercero, requiere de la aplicación de los diversos métodos y técnicas de comentario y análisis de textos (tales como el análisis del discurso y de contenido, la hermenéutica, estructuras argumentativas y otras); asi como de crítica literaria (en efecto, algunas de las herramientas que se usan para hacer crítica y análisis de obras literarias son también efectivas para el análisis y comentario de textos filosóficos). Lo cuarto, adquirir la capacidad de comparar autores y sus argumentos u opiniones, así como de insertar -o de descubrir- la intertextualidad entre ellos.

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