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noviembre 22, 2009

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5

Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 5
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009

La filosofía siempre me interesó. Aunque yo leía las obras filosóficas con el mismo método y espíritu que al leer obras literarias. Tardé muchos años en confirmar que tenía un interés más profundo en la filosofía y en decidirme a estudiar formalmente, durante unos años, una carrera de filosofía en una universidad. Y aunque aprecio mucho la filosofía, acostumbro bromear diciendo que la filosofía no sirve para nada. Pero, yo sé que eso no es verdad: la filosofía puede servir para muchas cosas, al aplicarla como método de reflexión, como fuente de inspiración, o como fundamento teórico.

Entonces, una tarea adicional a la que podemos dedicarnos es la de aplicar la filosofía. Sin duda, el lector y otros autores tienen otras propuestas sobre cómo y en qué aplicar la filosofía. Yo propongo algunas aquí, para cerrrar este ensayo.

En primer lugar, las ideas de los filósofos –especialmente las de aquellos que nos simpatizan o con quienes nos sentimos idenficados- pueden ayudar a moldear, configurar, informar o transformar nuestras opiniones y creencias, y hasta nuestras convicciones.

En segundo lugar, podemos incorporar ciertos principios o esquemas filosóficos a nuestro trabajo, sin importar la ocupación o profesión a la que nos dediquemos. Ya se trate de principios éticos, o de modelos de crítica o razonamiento, o categorías y clasificaciones, y otras ideas semejantes, todas pueden aportarnos una perspectiva y un derrotero más razonable y factible en nuestros programas y proyectos. Las filosofías de la ciencia y de la tecnología, así como la de la naturaleza y las propias de cada ciencia en particular, y la ética, serán aplicables aquí.

En tercer lugar, si algunas filosofías –como la antropología filosófica y la filosofía de la cultura- nos asisten en el conocimiento de nosotros mismos, o nos proporcionan criterios para la comprensión e identificación de los otros, de las otras personas, eso nos ayudará a relacionarnos y comunicarnos mejor con ellos, en términos y ejercicio del respeto y la tolerancia.

En cuarto lugar, las herramientas y métodos filosóficos, como las que se aprenden en el estudio y práctica de las disciplinas lógicas (especialmente la informal, que se refiere a la argumentación y las falacias), o las de comentario de textos y la hermenéutica, han de emplearse para analizar discursos y contenidos, de obras de todo tipo, textos diversos, opiniones ajenas y e informaciones de medios de comunicación.

En quinto lugar, las disciplinas como la ética, la consejería filosófica, la filosofía práctica, o ciertos textos u obras filosóficas en particular, como las que proporcionan consejos y recomendaciones para las situaciones de la vida cotidiana, o sobre como comportarnos, o sobre lo que se requiere para tener una buena vida, alcanzar cierto grado de serenidad y felicidad, o disponer de una cierta actitud, o hacer un uso discreto del tiempo, o para el goce y provecho de las artes y otros placeres y pasiones, serán de utilidad para nosotros y para quienes nos son próximos.

Para terminar, diré que es preciso, indispensable, que quien se dedica a las actividades filosóficas, debe fomentar la lectura de obras y textos sobre todas las disciplinas posibles, y la práctica de actividades que complementen y enriquezcan su experiencia de lo cotidiano, lo social y lo cultural.

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