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Breve manual de pensamiento crítico

junio 04, 2010

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2
Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)

1 Punto de partida: ¿Quien es el lector? (cont.)

El lector oficial y académico
Hay otro tipo de lector que desempeña un rol importante en la ciencia, la academia, los medios de comunicación, las empresas editoriales y librerías, y otros escenarios profesionales. Se trata del lector oficial y académico, quien además de ser un lector individual, en su rol público y profesional puede o podría influir en los hábitos de lectura, de compra de libros y revistas, o en la valoración sobre ciertos títulos publicados o sobre algunos autores, contemporáneos o clásicos.

El lector oficial –porque oficia una actividad propia de especialista- actúa como crítico, intérprete o comentarista reconocido y autorizado que escribe artículos para los periódicos o revistas especializadas, publica libros e imparte conferencias sobre la vida, la obra y el pensamiento de otro autor. Siendo él mismo autor, no lo logra ser expresando su pensamiento sino mediado por la vía de la interpretación del de otro. Así es como se convierte en una autoridad acerca de un autor, y al mismo tiempo de alguna disciplina o acerca de una tendencia o corriente en la cual aquel autor fue importante. La elaboración misma de comentarios sobre autores y textos es una disciplina especializada y extenuante, que requiere el aprendizaje, la utilización y la elaboración de técnicas y herramientas específicas y adecuadas a cada caso.

Del lector académico se puede decir que es aquel que lee, estudia, procesa y sintetiza, de manera selectiva y crítica, por supuesto, los textos y opiniones que sobre la vida, obra y pensamiento de un autor y su entorno, circulan en el ambiente académico, científico y editorial, y lo transmite a sus estudiantes y a otros en los cursos y conferencias que imparte, o en los artículos y ensayos que escribe. Se espera de este lector académico, que se convierta también en un crítico y un especialista en la medida que llega a conocer y consulta diversidad de fuentes, y a sus apuntes y resúmenes de lectura les suma sus aportes y conclusiones personales, con el debido rigor y apertura intelectual.

Así es que y cómo los lectores oficiales y académicos producen comentarios sobre otros autores, y los publican en diversos medios, impresos o electrónicos. Los lectores de comentarios encuentran en las obras de los comentaristas un mapa o guía general acerca de un autor cualquiera, y pueden sentirse tentados a aceptar y creer todo lo que él crítico o comentarista dice y afirma, o darse por satisfechos con tales síntesis y llegar a pensar que nunca tienen o no tendrán la necesidad de leer a otros comentaristas para contrastar o de ir directamente a las fuentes, es decir, las obras de los autores, para formarse su propia opinión. Además, no hay que olvidar que la lectura y presentación de aquellos críticos es selectiva e imperfecta como todo lo humano. Además, el crítico sigue sus adhesiones a determinadas escuelas o corrientes de pensamiento, y desde esa perspectiva observará y criticará a los autores que elija, encomiándolos o condenándolos.

Sin embargo, hay que reconocer que mediante la consulta o lectura de un comentario bien hecho, se tienen y obtenienen al menos dos ventajas ineludibles. En primer lugar, se tiene la ventaja de poder acceder a textos o citas del o sobre el autor y otras fuentes, que de otra manera no se podría acceder, especialmente cuando se vive en un lugar donde no hay grandes bibliotecas o acceso a ciertos servicios de información en línea, y a las que el comentarista sí tuvo acceso, y tuvo la oportunidad y la capacidad de estudiarlas y seleccionarlas. En segundo lugar, acceder a o leer un comentario o varios sobre el mismo asunto, resulta ser una manera muy práctica y conveniente de acercarse y acostumbrarse al pensamiento, a las categorías, a las estructuras y trayectorias que se presume aparecen en las obras del autor, y por medio de las síntesis que el comentarista ofrece, se nos presentan como fáciles mapas y rutas que seguir, paso a paso y con marcados acerca de lo supuestamente más notable e importante. Pero, también hay comentarios oscuros, los que lejos de aclarar y simplificar las ideas complejas y extensas de un autor, se nos ofrecen como confusos y dubitables, redactados con verborrea altisonante.

Por lo que, una advertencia importante hay que hacer acá, y es que no hay que olvidar que el comentarista ha hecho su propia lectura y su propia selección de ideas y textos, conforme a sus intereses y gustos. La lectura de resúmenes y comentrarios, o de grandes historias del pensamiento y las ciencias, nunca va a sustituir la lectura de las obras originales, aunque sea traducidas de otras lenguas que no conocemos. De ahí que las traducciones cobran una enorme importancia, no solo porque deban ser bien hechas y completas, sino porque debe fomentarse que se traduzcan a nuestra lengua –la de cada pueblo- la mayor cantidad de textos, obras y autores. Ya que, aunque es sabio el consejo de que hay que aprender otras lenguas para leer en sus originales a los autores, es ilusorio creer que el lector y estudioso promedio dedicará gran parte de su vida y de sus recursos a aprender una o dos docenas de lenguas -porque solo dos idiomas más serían insuficientes para tan digno propósito-, para luego leer a aquellos autores a los que bien podríamos acceder en nuestra lengua, aunque sea en una traducción imperfecta pero decente. De todas maneras, yo tengo la sospecha –que no he confirmado con datos-, de que el tono y el matiz de cada época mancha el estilo y modo como se traduce un texto a otra lengua, y por ello algunas traducciones que en otra época nos parecieron buenas, en otra posterior nos parece o parecerá que no reflejan con exactitud los conceptos del original. Esto último que digo, claro está, no significa que no aprendamos o no debamos aprender, al menos a leer (y con más razones a hablar y escribir) otras lenguas, ya que unas dos o tres adicionales a la nativa, nos pueden abrir muchas puertas a conocimientos tan diversos y distintos como útiles. Pero, para mientras y para aquellos que no tienen acceso al aprendizaje de otras lenguas, las traducciones funcionan. Por otra parte, una traducción cualquiera se puede auxiliar y complementar con notas al pie para aclarar y ampliar, con tablas de las concordancias, con índices de referencias, con diccionarios especializados y otras herramientas.

La presencia de los autores
De todas maneras, los autores y sus títulos, así como sus ideas y conceptos, mantienen su presencia y parte de su vigencia mientras se cumplan las siguientes condiciones y situaciones:

a)Que continúen siendo publicados por las empresas editoriales, ya sea como reediciones de una cierta edición clave, o como ediciones nuevas con alguna mejora o ampliación. Ver títulos ya conocidos en ediciones recientes con diseños de portadas novedosos o curiosos puede provocar un interés renovado en los lectores, pues, quien ya lo tiene podría sentir deseos de volver a leerlo; y quien no, se sentirá tentado a comprarlo, y talvez a leerlo de inmediato.

b)Que los autores y sus obras principales sigan siendo vendidos por medio de las librerías en las ciudades, o en las librerías virtuales en internet. Aunque la mayoría de los lectores puede tener acceso solo a la oferta de libros disponibles en las librerías principales de su ciudad; también es importante y necesario, y a veces hasta mejor, que las librerías en internet, tanto de libros nuevos como de usados, tengan en sus bases de datos e inventarios no solo las obras principales de ciertos autores, sino también otras menos conocidas.

c)Que sus obras estén accesibles en las bibliotecas de aquellas ciudades o naciones, donde no solo se lee, sino también se escribe y se publica significativamente, tanto en medios impresos como en servicios en línea, porque así los autores siguen siendo nombrados y citados por doquier.

d)Que, gracias a esa misma continuada atención y presencia de los autores en la mente de los lectores y mucho más de los escritores y críticos, mientras aquellos autores sean comentados en publicaciones, tales como libros y artículos, seguirán siendo considerados importantes. Mucho más, si muchos críticos importantes de universidades u otras entidades, así como editoriales también importantes, les dedican sendos volúmenes especializados en ellos y no sólo algún capítulo al interior de otro estudio, o simplemente citados cuando conviene.

e)También sirve muchísimo que los autores sean comentados y citados en las ponencias de conferencias, especialmente aquellas de carácter internacional o aquellas convocadas por instituciones de renombre, las que, no sólo son luego publicadas como libros, o como volúmenes especiales de alguna revista académica, sino también en sitios dedicados a eso en internet.

f)También los autores se mantienen presentes cuando sus textos, completos o en parte, ya se trate de autores clásicos y de otros no tan clásicos o recientes, son citados y usados por los profesores en las universidades y colegios como libros de texto, material de clase o de apoyo.

g)Tal como ya lo mencioné, la presencia y existencia de cualquier autor como fuente de conocimiento se mantendrá extensa y actual cuando sus obras y textos sean traducidos a otras lenguas.

h)Sea o no lícito, sea o no ético, lo cierto es que cuando las obras de los autores son digitalizadas y copiadas en sitios en internet donde se comparten archivos y documentos, el pensamiento de tales autores es diseminado con enorme amplitud por medio de un canal alternativo a todos los otros mencionados arriba. Así, aquellos que no pueden o no quieren comprar sus libros, o aquellos que vivimos en regiones donde el acceso a bibliotecas buenas es difícil y limitado, y la compra de libros es casi imposible, por diversas razones, logran acceso a tales obras y textos, y aumentan el espacio virtual de discusión sobre ellos.

Aunque ahora los que escribimos podemos acceder a diversos espacios gratuitos de publicación en internet, o a otros servicios de autopublicación y distribución, es innegable que el hecho de ser publicado e impreso por una empresa editorial de renombre contribuye a la imagen y al buen nombre de cualquier autor. Un autor que ha sido publicado bajo un sello editorial importante, tiene garantizada en gran parte su divulgación durante un buen tiempo. Sin embargo, de muchos es conocido lo difícil que es lograr ser publicado por una editorial de prestigio, en gran medida porque para lograr eso, se tiene que superar los filtros escalonados de lectores oficiales en las compañías editoriales, cuyo papel es seleccionar aquellos manuscritos y propuestas que puedan ser eficaces como productos en el mercado de libros, lo cual, tiene mucho sentido, aunque algunos autores en ciernes sean sacrificados por un mal juicio u otro inexperto o falto de visión.

La lectura y la opinión libres
El lector promedio lee para divertirse, para entretenerse, para aprender o solo para enterarse de algo. Su propósito no es convertirse en experto en un tema, en un científico, o preparar una disertación erudita. Así que, para él una buena e íntegra traducción de cualquier autor a alguna de las lenguas que pueda leer, será suficiente. Así que, al margen de las lecturas y críticas eruditas, expertas y técnicas, la libre selección de lecturas y la opinión sobre lo que lee también libre, tienen gran importancia y significado para su vida. Se debe abondonar el prejuicio, muchas veces común en el ámbito académico, de que el lector libre promedio no “entiende” lo suficiente acerca de lo que está leyendo, a menos que tenga junto a sí a algún “maestro” para que se lo explique o un comentario de un especialista para que se lo aclare. Yo pienso que todo lector debe tener libertad de escoger cuáles autores y cuáles libros lee, o sobre qué temas lo hace, y sentirse cómodo y seguro con la comprensión y la interpretación que de ello haga. No se puede ignorar la influencia que el entorno y la época tiene sobre tales elecciones literarias, pero, por eso mismo debe fomentarse y reconocerse el hecho de que un lector no coaccionado escogerá lo que le gusta, le sirve o le conviene. Eso sí, hay que valorar y vigilar con equidad y balance la importancia que sobre tales gustos e intereses tienen los medios de comunicación social, y de difusión cultural y científica, los sistemas de instrucción y educación, las industrias socio-culturales y de entretenimiento, las tradiciones de diverso tipo, los intercambios y rumores de boca a boca en las comunidad y esferas de acción y convivencia, los mecanismos de diseminación ideológica y otros canales de transmisión de ideas y opiniones desde los actores y agentes especializados o con poder de influencia que a veces aparecen como autoridades sobre lo que se debe leer, aprender y entender.
[Artículo en progreso]

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