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[ Ensayos en los que estoy trabajando ]
Breve manual de pensamiento crítico

junio 01, 2010

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1
Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)

1 Punto de partida: ¿Quien es el lector?

El autor y su texto
Para ser o convertirse en un autor, hay que crear una o varias obras. Tal obra puede ser un documento o texto escrito; una figura o una máquina esculpida, ensamblada o conformada; una imagen pensada y plasmada sobre una superficie; un conjunto de pensamientos coherentes expresados oralmente o por otros medios gráficos, incluso algunos tecnológicos. Será su obra si la firma, si al publicarla presume de su autoría; de otra manera, el texto circulará –hasta ser destruido o perderse- como una obra anónima. El atributo de pertenecer, por autoridad, un texto a un autor o grupo de autores específicos, le asigna un significado distintivo. Por tal hecho se le puedan a atribuir al autor el conjunto de las ideas, argumentos, construcciones, categorías y conceptos que el autor ha desplegado y expuesto en su obra.

El autor usa su lengua materna, o alguna otra que haya aprendido, para expresarse. Algunas de las ideas, argumentos, informaciones y datos, que dice en su texto ya habrán sido dichas o habrán sido pensadas y expuestas en parte por otras personas en sus respectivas obras o por la vía de otros medios de divulgación y difusión. En algunos casos, conscientemente, citará a otros autores, o fragmentos de obras de otros autores. En otros, lo que reflejará o demostrará será el sustrato almacenado en su memoria, de toda una vida o diversas experiencias de lecturas, investigación, observación, reflexión, trabajos y prácticas. Lo importante entonces, es como dice lo que dice, como lo estructura, como lo narra e ilustra, y a que conclusiones o síntesis llega. El conjunto de todos esos elementos que el autor organiza y prepara es lo que constituye su obra única.

En este ensayo quiero ocuparme preferentemente de los textos escritos, sin importar si su soporte es el papel, o se trata de un texto digital, almacenado en o accesible por medio de un artefacto electrónico.

Encontrando textos y conociendo autores
Sólo cuando una obra llega a las manos de un lector potencial aquella podrá ser leída por él. Pero, ¿cómo nos enteramos de la existencia de una obra? Mientras se lee un libro o texto cualquiera, es posible y frecuente hallar una cita de una frase o unas ideas de otro autor. Si la cita está completa, a la par, al pié de la página, o en la bibliografía se encontrará la referencia completa de la fuente. Según la región o la ciudad del mundo en que nos encontremos, será posible –o no- hallar la obra o el documento citados en alguna biblioteca o en alguna librería de la localidad.

Aunque ahora es menos frecuente hallar catálogos impresos de las editoriales, porque los mismos se encuentran, más amplios y constantemente actualizados, en la red, en los mismos libros que leemos, muchas veces aparece alguna lista de otros libros publicados por la misma editorial en la solapa, o en las páginas finales. Otra manera de encontrar referencias sobre obras, son las propias casas editoriales que las publican o distribuyen, y por supuesto, las librerías en línea. Algunas editoriales e institutos literarios publican revistas bibliográficas con fragmentos y comentarios acerca de nuevas ediciones. Si se frecuenta las librerías y bibliotecas es posible hallar algunas en las que se pueden consultar catálogos e índices diversos sobre libros publicados en todas las áreas. Y si se visitan los sitios web de las compañías editoriales, o las tiendas de libros en internet, entonces se podrá examinar más en detalle un título buscado, ya que de la mayoría de libros en tales sitios se ofrecen las portadas y solapas, resúmenes y prefacios, tablas de contenido e índices de aquellos que venden. La consulta de catálogos y bases de datos de libros en la red cuenta, además, con la ventaja de poder ver, conocer y comparar muchísimos otros títulos que a lo mejor no se conocían. Ello nos proporciona un panorama amplio e inmediato de lo que se está publicando sobre el autor que buscábamos o leíamos, o de las obras de otros autores sobre temas que en los que se está interesado. Así, nuestro campo de referencia se amplía notablemente. Y por supuesto, la visita física y frecuentes a las librerías de la localidad nos proporciona un contacto directo, al menos con lo que se está ahí vendiendo, y se descubren otros autores, o se aprende a reconocer e identificar el carácter y la línea o espectro de ideas que marca a ciertas editoriales.

Aun cuando se posea una excelente personal, no se tiene o se puede tener todo lo que conviene o nos gustaría leer, de modo que visitar bibliotecas, ya sea para leer allí o para prestar libros para llevar a casa, es una actividad obligada para cualquier lector. Se puede comenzar por examinar los catálogos, tarea que se vuelve más fácil y graciosa ahora que la mayoría de los catálogos son electrónicos y hasta están disponibles por medio de internet. Las bibliotecas con estantería abierta son mejores que aquellas otras en las cuales hay que recurrir al mostrador, y entregarle una boleta al empleado para que vaya a buscar el libro que llamó nuestra atención, y esperar a que nos lo traigan para poder revisarlo. En cambio, en las bibliotecas de estantería abierta el lector puede, guíandose por las referencias que ha tomado del catálogo o por la señalización de los estantes y pasillos, ir a buscar el libro por si mismo, examinarlo ahí mismo y decidir si le sirve o no. Además, con entera libertad puede revisar los otros en derredor y así conocer y reconocer autores y obras de todos los temas disponibles.

Complementarias a las bibliotecas de impresos son las bibliotecas en línea. Bibliotecas digitales las hay no solo de obras clásicas en todos los géneros y campos, sino también y más importantes para ciertas labores de investigación y de formación crítica, hay muchos repositorios de documentos técnicos y de publicaciones seriadas, administrados y puestos al servicio por organizaciones e instituciones de todo tipo. Estas son otras fuentes de conocimiento sobre métodos, y sobre el estado de la discusión sobre ciertas ideas y ciertos autores que está en el ambiente académico y científico.

Aunque yo no lo apruebo mucho, otra manera de conocer textos y autores, es tomar en cuenta y consideración las recomendación personal de otro: como cuando durante una plática o una conversación alguien nos recomienda leer a cierto autor o algún título en particular. Del mismo modo, en el transcurso de alguna clase académica o mientras se asiste a conferencia, el profesor o el conferencista podría mencionar algunos textos o documentos que talvez llamen nuestra atención y nos de alguna curiosidad indagar más al respecto.

El lector individual
Llamaré lector individual, a aquel que lee un documento, o los textos o libros de unos autores, por interés y satisfacción personal, o para beneficio propio, o para apoyarse en una actividad que tiene que realizar y que requiere de los datos, informaciones y conocimientos plasmados en tales textos. El lector individual adquiere algún libro, lo presta en una biblioteca, u obtiene una copia de algo que ha sido publicado en línea, con la finalidad de leerlo enteramente o consultarlo parcialmente. Puede solo leerlo y disfrutarlo, aprender de sus ideas y narraciones, y hasta discutir para sí o con otros acerca de lo que lee; pero también puede sacar aparte anotaciones y citas acerca de lo que ha leído, o subrayar el texto o hacer anotaciones al margen.

Sus hábitos de lectura son producto del entorno social e histórico en el que el lector vive, así como de los contactos personales que ha tenido, o con ciertos cuerpos de ideas transmitidos, o talvez los ha adquirido en el seno de su familia, y durante el proceso educativo en todas o en cualquiera de sus etapas. De cualquier manera, son sus hábitos, y puede mantenerlos relativamente estables a lo largo de su vida, o irlos transformando en el tiempo según las circunstancias en que se encuentre. La lectura individual, por interés y satisfacción personal, no solo mantiene el flujo de ventas de las editoriales y las librerías, o aumenta las estadísticas de usuarios de las bibliotecas, o el tráfico de los sitios web, sino que también enriquece la cultura literaria de una nación, fortalece la capacidad de tener y formar una opinión fundamentada en diversas fuentes, y le ayuda a los autores –sean personales o institucionales, vivos o muertos, de la misa época o de otra- a forjar su reputación y presencia en los círculos de ciencia y de la discusión profesional. Y eso, nos abre el paso a otro tipo de lectura y de lector.

[Artículo en progreso]

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