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Breve manual de pensamiento crítico

septiembre 26, 2008

¡Porque lo digo Yo!

¡Porque lo digo Yo!
Por Francisco Martínez Alas (2008)

Mi primer enunciado es que "la filosofía no existe". En la civilización occidental, especialmente, lo que existen son los filósofos y sus obras de carácter filosófico. O, en los casos de culturas y épocas históricas o antiguas, distintas de aquella, la filosofía es allí donde existen ciertos cuerpos de ideas de carácter filosófico que a veces han sido transmitidos por vía oral y a veces han sido plasmados en textos. Existe también, el enfoque filosófico de algunos temas, problemas o disciplinas en particular. Ese carácter y ese enfoque filosófico se puede descubrir y definir por el uso de diversos recursos retóricos o de expresión, y de herramientas de análisis de acontecimientos, ideas o textos.

El otro aspecto que deseo mencionar es el de los posibles caminos que en el ámbito de la "filosofía" se pueden seguir. Lo más común, actualmente, es que quien estudia filosofía en la universidad, luego se quede enseñándola en una universidad, un colegio, un seminario o alguna asociación de carácter cultural. Esta actividad de enseñanza se puede, a veces, combinar con la actividad de escribir textos filosóficos.

Escribir, me parece a mí, es una obligación para quien desea ocuparse de la filosofía en la actualidad (y este es mi segundo enunciado). Ahora bien, ya se trate de enseñar filosofía o de escribir filosofía, hay dos grandes caminos que se pueden seguir. El primero, es enseñar y escribir sobre lo que los otros filósofos -ya de épocas pasadas o de la presente- han dicho, escrito, publicado y enseñado; es decir, para comentarlos, resumirlos, criticarlos, refutarlos, apoyarlos, complementarlos, etc. El segundo camino, es el de crear un sistema de ideas, una estructura de categorías y conceptos, o un conjunto de pensamientos sobre los temas y los problemas que a uno le inquietan.

El modo, medio y manera como se expresen esas ideas "propias" puede ser muy diverso. Hay diversas opciones, todas ellas interesantes: escribir artículos para revistas (impresas o digitales), publicar libros (tratados sistemáticos o compilaciones de ensayos), publicar un sitio web (un blog, o un espacio diseñado), impartir ponencias, intercambiar cartas (o e-mensajes), y más rara vez, dar cursos acerca del propio pensamiento. Digo que esas ideas son "propias", pero en realidad, son la suma de diversos aprendizajes, adaptaciones, apropiaciones, absorciones y reflexiones, en parte leídos, en parte escuchados, en parte sólo vistos o revisados, en parte consumidos, en parte observados, en parte interpretados, en parte de otros, o de nuestro entorno, o de nuestra comunidad, o de nuestra cultura, o de nuestra época. Al final, lo que es realmente propio, es el engranaje integral producido de categorías, conceptos, clasificaciones, opiniones, argumentos, apelaciones, críticas, ensoñaciones, disputas, reacciones, y similares, que organizados, repetidos, expresados, reelaborados constantemente, y plasmados bajo un mismo título, dentro de un mismo texto o conjunto de textos, por medio de un mismo discurso, imbricados en continente y contenido, decimos o podemor decir, más bien afirmar, que son nuestras obras filosóficas.

Ahora bien, ¿sobre qué se pueden crear obras filosóficas?, ¿sobre qué temas, tópicos, problemas, asuntos…? Algunos escogen tratar de eventos, sucesos, acontecimientos coyunturales de la realidad cambiante y cambiable, candente y quemante: ésa es filosofía, por demás efímera, porque al enfriarse se resquebraja o se torna cenizas. Otros, escogen (o escogemos), sistematizar su experiencia de vida personal y transformarla en argumentos y conclusiones, en métodos, ejercicios y procedimientos, en lecciones y ejemplos generales: de la esfera particular y privada, se da un brinco hacia la esfera general y pública: ésa es filosofía expresiva, por lo demás, talvez intraducible a las conciencias de otras épocas u otros entornos, pero perdurable porque es una máquina herramienta. Otros, retoman los problemas siempre discutidos y expuestos, presentados y desglosados, en las disciplinas y ciencias -habidas, extintas y por haber-, en los tratados, estudios y ensayos que conforman fondos bibliotecarios, documentales y editoriales, y los ofrecen a la luz de un enfoque nuevo, a la sombra de una corriente reciente, al contraste de una interpretación novísima, al claroscuro de una disputa renovada, y aún más: ésta es filosofía pura, sólida y al mismo tiempo maleable, cuántica (al mismo tiempo partícula y onda), viva y orgánica, capaz de transformar mentes, sociedades, culturas, de sembrar hitos, de mover límites, de alcanzar infinitos y proponer utopías, de impulsar revoluciones y contrarevoluciones, de ramificar y fructificar, en fin, de ser histórica.

Lo que sí me parece absurdo, es que para ejercer la filosofía -y también la literatura- se necesite un título universitario, un diplomado, una licenciatura, un doctorado. Para "ejercer" la filosofía se requiere mucho, muchísimo, leer, pensar, observar, escuchar, escribir, interpretar, conservar, recordar, soñar, elucubrar, conversar, platicar, discutir, oir, mirar, sentir, percibir y más. Así que, si quieres ser filósofo, mi querido lector, si alguien te pregunta: ¿porqué dices eso que dices, como lo dices y donde lo dices? Tú, limítate a responder: !Porque lo digo Yo¡ Solo entonces estarás listo para ir convirtiéndote, constituyéndote, transformándote, conformándote, en verdadero filósofo. He ahí mi conclusión y propuesta retadora.

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