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Breve manual de pensamiento crítico

junio 01, 2010

Sobre la participación y representación 3: en la sociedad y las organizaciones 3

Sobre la participación y representación 3: en la sociedad y las organizaciones
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Sobre el modo de participar

a) El voto y la votación: En mi opinión hay tres modos principales de participar. El primero de ellos es el de la votación. Cuando otorgamos nuestro voto, por cualquiera de los medios y mecanismos admitidos y posibles que se establezcan en un proceso específico de votación, estaremos participando. Cuando en un proceso de votación no damos nuestro voto, estamos expresando o demostrando nuestra posición, pero no estaremos participando. Se realiza una votación cuando se desea elegir a alguien para encomendarle una tarea o misión, o para que nos represente. También se vota cuando se desea tomar una decisión, como cuando se desea aprobar o desaprobar una moción o una petición, surgida entre los que votamos o propuesta por terceros, o escoger entre dos o más opciones posibles acerca de cualquier cosa.

Cuando votamos en nuestro propio nombre, con nuestra propia identidad, conforme a nuestra posición, ideas, anhelos o convicciones, entonces estamos otorgando nuestro voto personal, ya sea de apoyo o de rechazo. Nuestro voto cuenta y vale como el de cualquiera otro; pues, no tendría mucha lógica ni mucha justicia que los votos de unos tuviesen más peso que los de otros. Aunque sí es posible que unos puedan razonar y argumentar con mayor pericia su propio voto que otros, pero no por ello valen más, sólo tienen otro significado o podrían proveer información adicional al proceso de votación. Pero, también puede darse el caso de que se nos permita votar en representación de otro, de quien nos ha dado una credencial auténtica y voluntaria para que lo representemos en una votación. También, en este caso, quien representa a otro debe votar conforme a las instrucciones y la voluntad del representado. A menos que, el representado nos haya autorizado a tomar la decisión de votar conforme nuestra voluntad y criterio e ignorar el suyo.

En grupos pequeños y cuando se trata de elecciones o votaciones no tan formales, o para efectuar decisiones sencillas, podría bastar que los presentes levanten la mano o hagan alguna otra clase de señal convenida para expresar aprobación o denegación. Luego, uno o varios pueden realizar la cuenta de cuantas manos levantadas hay o de cuantas otras señales o distintivos se están mostrando. La decisión se tomará conforme la mayoría simple de aquellos que levantaron su mano para responder sobre una pregunta o petición, que equivale casi como un simple “no” o un “sí”.

Debe establecerse un procedimiento para consultar, contar y compilar cada participación de los miembros de un grupo, asociación o comunidad, en una votación. Una manera podría ser, preguntar verbalmente uno a uno en privado, o en público ante un pequeño grupo de testigos, o ante la presencia de todos, y registrar en algún soporte o mecanismo, o copiar el voto o el comentario de quien participa. Uno de los métodos más comunes es hacer que la persona marque o escriba en una papeleta, diseñada e impresa para tal fin, su voto para una persona o para una proposición. Terminado el proceso se cuentan los votos que recibe cada opción, y se descartan las papeletas dudosas y las dañadas. Por regla general, a quien recibe más votos que los demás, y de preferencia más de la mitad de los votos hechos, es quien se hace acreedor de la posición de ganador. Convertirse en ganador de un proceso significa recibir la confianza y la asignación de todos los que participan en el proceso para llevar a cabo funciones tanto de coordinación como de representación. De igual manera, la propuesta que resulta ganadora es a la que se le dará seguimiento y se le asignarán recursos para su ejecución, porque su realización representa la voluntad y el anhelo de los participantes.

Cuando se trata de hacer elecciones en las que interviene la sociedad entera, y ya no de un grupo, como es el caso de los procesos electorales para elegir gobernantes, cuerpos legislativos y a algunos funcionarios específicos que no son designados por los jefes de estado, se determina que algunos pueden ejercer su derecho a votar, común y preferentemente por ser reconocida su adultez. Categoría que según la ley de cada nación se adquiere ya sea desde los dieciséis años de edad, a los dieciocho o talvez un poco más. Sólo bajo algunas circunstancias, las personas pierden su derecho a participar como votantes en elecciones de carácter político. Tales procesos electorales son organizados, operados, convocados y supervisados por una entidad gubernamental específica y relativamente autónoma. Tal es el organismo o concejo que organiza las elecciones, y asistir a votar en los puestos de votación y votar correctamente es un modo de participar, con la certeza de confiar y confiando en que todo el proceso es correcto, íntegro, diáfano y fluido.

Ahora bien, cuando se participa con el voto en procesos electorales o en consultas públicas, o en referendos, que son procesos parecidos pero no iguales, cada individuo ciudadano llega a votar para elegir a una o varias personas para que ocupen un cargo público de gobernante, legislador, concejal o miembro de un tribunal, magistratura u otro instituto equivalente. Cuando se trata de elecciones para cuerpos legislativos, parlamentos y sus cámaras, concejos de gobierno local, no siempre el sistema electoral vigente en algunas naciones permite a sus electores elegir real y directamente a las personas que compondrán tales instituciones; sino solo a los partidos políticos que poseen listas de candidatos en un cierto orden, y según los resultados de las elecciones son los partidos los que deciden el orden de prioridad que tiene cada uno de los que están inscritos en esa lista. De manera que, al votar, lo que se hace es autorizar a un partido político a colocar a uno de sus miembros en un cargo.

Pero, aun cuando se trata de elecciones de carácter nacional, no siempre se trata de elegir a personas para ciertos cargos o funciones, o a partidos políticos para que cumplan con determinadas funciones, sino que también se puede acudir a votar por propuestas que hacen los gobernantes, propuestas que se refieren a situaciones específicas.

Si no recuerdo mal, los sistemas de votación típicos son los siguientes: 1) elegir una de dos opciones; opciones que son mutuamente excluyentes, y que no permiten otra cosa que elegir entre un “sí” o un “no”, un “a favor” o en “contra”, o entre “esto” o “aquello”, pero sin poder opinar más, o considerar el alcance real y total de las consecuencias y derivaciones de tal elección; 2) otra posibilidad es la de escoger entre varias opciones, en donde talvez las dos opciones extremas sean mutuamente excluyentes, pero las de enmedio se alejan de los extremos poco a poco y al mismo tiempo se acercan al justo medio cuando el total de las opciones es impar; o sino, significan alternativas, todas relacionadas entre sí y variantes de una posición similar pero que incorporan un factor clave distintivo cada una; 3) también se puede votar al poder escoger uno de varios criterios, argumentos o apelaciones, que son distintas entre sí en cuanto alcance, posición y consecuencias, y que reflejan la adscripción y las intenciones de sus creadores y proponentes; y por último, 4) el voto razonado o argumentado, que se basa en elegir entre o dos o más opciones, pero también con la oportunidad y posibilidad de que el votante y participante pueda agregar y exponer sus razones y justificaciones con su voto; así, el grupo, concejo o entidad que toma la decisión final, debe incluir todos los argumentos o una síntesis de las concurrencias y divergencias que se den. Sin duda, debe haber otros modos de elegir, más complejos, más incluyentes, y hasta más participativos, pero, por ahora menciono solo esos.

Ahora bien, gracias a las tecnologías de información, en lugar de votar por medio de papeletas a marcar, se puede hacerlo por medio de un sistema informático. Imagino un sistema que permita colocar además de la información básica (como decir, el nombre y foto del candidato en cuestión, y su afiliación partidaria), otros datos que sean pertinentes para el evento en el que se está participando. O, si se trata de votar por propuestas, toda la información adicional que le pueda o pudiera ayudar al elector participante a decidir mejor por una opción o por otra, o por varias si la ocasión y el sistema lo permiten. Se da por sentado que tal sistema debe contar con todas las medidas de seguridad pertinentes, como la autenticación y encriptación entre otros mecanismos. Si se cuenta con los programas de computadora especializados, la amplitud en la conectividad y acceso a equipos o a centros de cómputo suficientes y adecuados, entonces, hasta se puede habilitar la votación remota por medio de internet. Además, escoger en un sistema así, cuando se trata de una votación institucional, al interior –por ejemplo- de un cuerpo legislativo o de una asamblea de una entidad privada o pública, con o sin fines de lucro, y si los reglamentos y leyes lo permiten, además del cómputo de votos a favor o en contra, o por tal o cual opción, se podría registrar otros datos demográficos, o tanto cualitativos como cuatitativos de los electores y del proceso mismo de votación y almacenar todo eso en una base de datos, de la que luego se pueden extraer y generar interesantísimos reportes que permitan contemplar y estudiar el proceso participativo y de escogitación desde múltiples enfoques, factores y aspectos.

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