Fastos y nefastos de filósofos y filosofías 2
Por Francisco Martínez Alas. Noviembre, 2009
Decía en un artículo previo a este que la filosofía está abierta a la posibilidad de ser estudiada y practicada en cinco actividades principales que van desde su estudio en una institución académica o como un esfuerzo realizado en privado, hasta la producción de textos y materiales de filosofía como autor, es decir, como filósofo; asunto que también conlleva las faenas de comentario y enseñanza del pensamiento y la historia de la filosofía, y la necesidad de aprender a filosofar. Ahora, pienso que hacía falta incorporar una dimensión adicional, que se refiere a la aplicación de los conocimientos y métodos filosóficos, y por ello la incorporo al final.
Veamos lo que, desde mi punto de vista, como mínimo, se requiere para cada una de las actividades mencionadas:
Para estudiar la filosofía es indispensable leer las obras de los autores filósofos. Como es virtualmente imposible leer a todos los filósofos de todos los tiempos y culturas, el estudioso deberá hacer una selección de aquellos autores que le interesen de acuerdo a sus propias expectativas. Para seleccionar los mismos, se puede partir de una historia o un diccionario de la filosofía, o de cualquier tabla cronológica en la que aparezca la ubicación temporal y geográfica, o por escuelas y corrientes de los filósofos más conocidos. Lo ideal sería leer las obras completas o todas las más relevantes, y acceder a las mismas en su idioma original. Sin embargo, traducciones de buena calidad a nuestra lengua sirven muy bien para el propósito de conocer las obras filosóficas. Además de leer directamente las obras, es recomendable leer o revisar uno o dos comentarios sobre cada autor y sobre la época del mismo, con el fin de identificar elementos biográficos y de contexto que apoyan la comprensión, así como hacerse un panorama de todo el pensamiento del filósofo en estudio. También puede convenir asistir a cursos y eventos de discusión y divulgación filosófica, o inscribirse en una universidad y completar algún grado de estudios en filosofía. Si se desea obtener una vista de conjunto, tanto histórica y metodológica como contextual, conviene una licenciatura en filosofía. Pero, si el estudioso proviene de una profesión no relacionada con la filosofía, y desea obtener conocimientos filosóficos más específicos –sobre una escuela o sobre un grupo selecto de filósofos, o sobre una de las disciplinas filosóficas específicas, como por ejemplo la ética, la epistemología o antropologías- puede optar por una maestría o doctorado. Pero, antes de formarse en una especialidad filosófica, es necesario adquirir un conjunto de herramientas clave de las que hablaré más adelante en este mismo artículo. De cualquier manera que se estudie la filosofía, en privado o en la academia, será muy provechoso elaborar esquemas, diagramas y cuadros de lo que se lee (mucho mejor que efectuar subrayados y marginaciones en un texto impreso); y llevar a cabo discusiones, conversatorios y debates en parejas y grupos, para intercambiar impresiones y opiniones.
Luego de haber estudiado filosofía, puede uno dedicarse a enseñar filosofía en calidad de docente en un colegio o en una universidad. O bien, dedicarse a la divulgación de conocimientos filosóficos como tutor o como conferencista privado. Si se tiene que impartir un curso en una institución de enseñanza, el punto de partida es la planeación del mismo. Tal curso puede tener uno de estos tres enfoques: trazar la historia y contexto de una disciplina, tema o época de la filosofía; hacer una exposición sistemática de un tema o división de la filosofía, definiendo sus conceptos y categorías clave, así como sus métodos y relaciones; o exponer una síntesis del pensamiento, obras y vida de un filósofo en particular. Como resultado de la planeación, se detalla un programa de estudio y exposición conforme a la duración estipulada del curso. Se hace, además, una selección de lecturas, tanto de fragmentos o partes de las obras de autor, como de capítulos y artículos escritos por sus comentaristas. Debe escogerse otros materiales de apoyo complementarios que apoyen los contenidos y las discusiones o ejercicios que se lleven a cabo. Para ejecutar el curso se requiere disponer de herramientas y técnicas didácticas que comuniquen adecuadamente los contenidos y fomenten la reflexión y discusión creativa y profunda. El programa debe incluir también los mecanismos de evaluación del aprendizaje del grupo de estudiantes, tales mecanismos deben hacer énfasis en la reflexión y la creación de y sobre contenidos e ideas, y no en una rememoración de datos y conceptos.
La lectura de obras de filósofos y de comentarios o críticas sobre su pensamiento, la investigación del entorno intelectual y del contexto histórico, así como la práctica de la enseñanza y la divulgación de la filosofía nos provee de conocimientos suficientes, y talvez de criterios más adecuados, para escribir acerca de la filosofía y de los filosófos. Aquí las opciones posibles son tres: la primera de ellas es escribir biografías de filósofos haciendo énfasis en su desenvolvimiento intelectual y filosófico; la segunda, es escribir comentarios a una o a varias obras específicas de un autor, o a la explanación de una o de un conjunto de categorías e ideas del mismo; y la tercera, es hacer historias de la filosofía. Desde luego, preparar un gran compendio de historia de la filosofía universal es una tarea ciclópea, sin duda es más sencillo y eficiente estudiar y exponer la historia de la filosofía en un periodo, en un área de la ciencia o en una zona geográfica específcos. Y será aun mejor especializarse en un sólo autor o en un pequeño grupo de pensadores escogidos por sus vínculos notables o por la adhesión que sentimos hacia ellos. Una opción interesante es desarrollar una investigación sobre un mismo tema o concepto desde diversos enfoques o según las opiniones y argumentaciones de varios pensadores, o de sus transformaciones y significaciones en épocas diferentes.
La herramientas necesarias para escribir acerca de la filosofía y de los otros pensadores o filósofos son fundamentalmente cuatro. Pero, primero hay que tomar en cuenta que cuando se trata autores muertos, el tipo de investigación predominante es la documental, y debe incorporar el uso de libros y documentos impresos, revistas y periódicos, sitios en Internet, videos y cualquier otra clase de materiales de apoyo. Aunque también, se puede recurrir a la entrevista de especialistas, este será un recurso sucedáneo. En cambio, cuando se trata de pensadores actuales y vivientes, además de la investigación documental será casi indispensable entrevistar a los autores. En cuanto a las herramientas y técnicas a utilizar, lo primero es saber como escoger las citas que incumben al propósito y enfoque de nuestra investigación. Ahora bien, el uso que se le dé a tales citas debe ser adecuado y respetuoso tanto del pensamiento del autor como de las reglas de validez científica y lógica. Lo segundo y lo tercero, requiere de la aplicación de los diversos métodos y técnicas de comentario y análisis de textos (tales como el análisis del discurso y de contenido, la hermenéutica, estructuras argumentativas y otras); asi como de crítica literaria (en efecto, algunas de las herramientas que se usan para hacer crítica y análisis de obras literarias son también efectivas para el análisis y comentario de textos filosóficos). Lo cuarto, adquirir la capacidad de comparar autores y sus argumentos u opiniones, así como de insertar -o de descubrir- la intertextualidad entre ellos.
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