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Breve manual de pensamiento crítico

junio 10, 2010

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 4

Sobre la participación y representación: en la sociedad y las organizaciones 4
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Del modo de participar (continuación)

b) Dar una opinión, criterio o aporte: Gracias a lo último que dije en el apartado anterior, es que le dedicaré espacio a otro modo de participación que considero muy importante. Se trata de un modo de participar que consiste en dar una opinión personal sobre algo, proporcionar criterios respecto de algunas opciones o posibilidades, o en otorgar un aporte basado en la experiencia o en la sapiencia. Aunque las tres cosas se parezcan, yo intentaré mostrarlas desde aspectos y funciones diferentes.

Canales y medios.- Para que alguien pueda participar dando su opinión, deben existir canales que posibiliten hacer llegar tal opinión a quien o adonde corresponda. Así, desde un enfoque específico referente a si la opinión es solicitada o no lo es, existirían dos canales posibles. Un canal por medio del cual se solicite la opinión de personas idóneas, o la de otros interesados, y también la de aquellos que en cierta manera estén obligados a darla. En este caso, la persona podría dar su opinión solicitada por medio de una entrevista dirigida que se le haga, o un cuestionario que ese le envíe. Puede ser que también una entidad proporcione un buzón abierto al cual se pueden hacer llegar las opiniones, ya sea de manera impresa, o por medio de un formulario en internet, o por medio del correo electrónico. Y, en una última modalidad, que se convoque y reuna a quienes desean dar su opinión –o a quienes se desea escuchar- en un lugar apropiado, y se les vaya recibiendo su opinión expresada en forma oral o escrita. O que se organice un proceso de consulta con las dinámicas y procesos participativos que convenga utilizar según la circunstancia.

El otro canal, es aquel donde la opinión no ha sido solicitada, pero se permite hacerla llegar. Así quien desea entregar su opinión puede hacerlo por medio de una oficina o lugar de recepción de escritos u oficios, o también podría permitirse hacerla llegar por medio del correo electrónico, o de un foro de opinión electrónico moderado para tal efecto. De cualquier manera, acá es indipensable que haya alguien específico –una persona o un equipo de trabajo- que recibe, y que lee y estudia, las opiniones entregadas. Lo cual es casi como decir que “escucha” tales opiniones, y les da el seguimiento que corresponda. Pues solo así tales opiniones recibidas se convertirán en participaciones en un proceso cualquiera.

Ya traté acerca de los canales, ahora quiero mencionar algo acerca de los medios. Ya mencioné también que la opinión, ya sea solicitada o permitida, se puede dar o entregar en forma oral o escrita. Si se otorga en forma escrita, el registro de tal opinión ya está creado, y solo se requiere de un sistema de almacenamiento, conservación, procesamiento y análisis del texto. En cambio, si la opinión se proporciona en forma oral, entonces se requiere de dos procesos distintos para registrarla. Uno de ellos, el menos fiel, puede consistir en que alguien toma nota del extracto o de lo que le parece relevante de ella. El otro, y sin duda más fiel y con más potencial, consiste en crear un registro grabado en algún medio magnético o digital, solo de audio o también con video, del participante y su discuro; el cual, posteriormente se debe convertir a texto digital para poder hacer más cosas y análisis con él. E igual, se debe crear los sistemas de almacenamiento, conservación y procesamiento que convenga. Y, en ambos casos de los mencionados aquí, se deben establecer políticas acerca de la duración del archivo, almacenamiento y conservación de los originales y copias que se hayan hecho de las opiniones que se han recibido, por cualquiera de los canales y medios, antes de ser destruidos o descartados definitivamente. Aunque, en una situación ideal, se debería poder conservar todo eso completo, para la posteridad.

¿Es posible dar o expresar una opinión en un modo no verbal? Quiero pensar que sí, es posible. No se puede ignorar los medios gráficos y audivisuales –e incluso gestuales convencionales- para expresarse. Así, alguien puede expresar su opinión por medio de imágenes que él mismo haya dibujado o pintado, o presentar fotografías que pudieran testimoniar lo que quiere transmitir, grabar un video o un audio con sus palabras o de cosas que pretende mostrar como apoyo a su posición, hacer un cartel o una pancarta y exhibirla, o elaborar esquemas gráficos y diagramas, así como otra clase de figuras y planos, los que junto a textos explicativos y etiquetas, en conjunto proporcionan el mensaje que quiere comunicar.

Opiniones.- Una opinión debe poseer algunos elementos para que sea más completa, a adecuada y eficaz. A mi juicio, la estructura básica de una opinión debe considerar algunos aspectos como los que menciono a continuación.

No se debe comenzar con saludos, ni halagos, ni agradecimientos porque eso no tiene valor para el planteamiento de la opinión propia, y constituye solo una dilación o distracción. Pero, a veces, se puede comenzar con encadenar la propia opinión con algo que ya se ha dicho antes, lo que es como introducir la propia opinión retomando un argumento o afirmación de otro, ya sea para refutarlo o para apoyarlo. Pero, es mucho mejor si como introducción se dice de manera resumida aquello de lo que se va tratar o la tesis que se va a sostener.

El cuerpo de la opinión lo constituyen los argumentos que se presenten. Un argumento, como se sabe es un razonamiento, más o menos estructurado, que contiene afirmaciones, negaciones o refutaciones, y que conduce a una proposición lógica o a una conclusión válida. Existen diversos tipos de argumentos y de argumentaciones, pero se puede decir que los más comunes son aquellos que ofrecen pruebas documentales o datos e informaciones de autoridades válidas y competentes, los que hacen comparaciones y analogías también válidas, los que proporcionan ejemplos de apoyo, los que explican las causas y los que hacen deducciones formales de premisas.

Opinar en base a la experiencia técnica y práctica que se tenga con relación al objeto sobre lo que se quiere contribuir resulta esclarecedor tanto para la persona que opina como para su posible audiencia, porque le proporciona parte del fundamento realista a la opinión. Por otra parte, también otros elementos contribuyen a basar la opinión, estos son los conocimientos teóricos y fundamentados en categorías y conceptos de diversas ciencias que pueden servir como apoyo y enriquecimiento de una opinión, aunque tales no son la opinión propia, ya que ésta debe estar conformada por las conclusiones o por las proposiciones a las que la persona que opina ha llegado luego de un procedimiento de reflexión y comparación, entre la experiencia, la ciencia y la consecuencia de todo ello, de manera integrada.

Cuando se trata de opinar para participar en un proceso, también conviene basarse en su experiencia y vivencia, más que en citar autores literarios o cientistas y actores políticos del momento; con la salvedad de aquellas experiencias y vivencias personales deben ser consideradas solo como elementos de juicio, como una evidencia más, o como algún punto de partida. Ya que, si bien opinar desde lo acontecido en una vivencia personal, en ocasiones puede ser interesante, y siempre constituye un testimonio, ello no es suficiente aunque sí puede ser útil. Pero, no porque lo que le sucedió a alguien sea ejemplar y se deba generalizar, sino porque tal testimonio o anécdota sirve como ilustración de la situación que se está exponiendo, pero nada más que eso.

Pero, en busca de proponer algo que se pueda tomar en consideración, algo que pueda contribuir a tomar una mejor decisión, algo que involucre las visiones y las expectativas de otros, todos esos elementos y factores sirven para opinar con conciencia. Lo que siempre se debe evitar al opinar, son los insultos, los sarcarmos, tomar los rumores como verdad y hacer acusaciones contra personas, porque eso no contribuye a la controversia, sino que la obstaculiza y hasta la destruye.

Por último, conviene que toda opinión que se presente incluya una conclusión efectiva. Existen varias formas de preparar una conclusión. Lo más usual es reafirmar el argumento principal, la proposición primordial, una frase que resuma todo lo dicho, o terminar con una invitación a darle seguimiento a la propuesta que tal opinión incluyó. Por ello, aunque terminar con una pregunta es menos afortunado, si la pregunta abre la posibilidad de continuar el debate, también puede usarse tal figura y concluir planteando una cuestión.

junio 04, 2010

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 2
Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)

1 Punto de partida: ¿Quien es el lector? (cont.)

El lector oficial y académico
Hay otro tipo de lector que desempeña un rol importante en la ciencia, la academia, los medios de comunicación, las empresas editoriales y librerías, y otros escenarios profesionales. Se trata del lector oficial y académico, quien además de ser un lector individual, en su rol público y profesional puede o podría influir en los hábitos de lectura, de compra de libros y revistas, o en la valoración sobre ciertos títulos publicados o sobre algunos autores, contemporáneos o clásicos.

El lector oficial –porque oficia una actividad propia de especialista- actúa como crítico, intérprete o comentarista reconocido y autorizado que escribe artículos para los periódicos o revistas especializadas, publica libros e imparte conferencias sobre la vida, la obra y el pensamiento de otro autor. Siendo él mismo autor, no lo logra ser expresando su pensamiento sino mediado por la vía de la interpretación del de otro. Así es como se convierte en una autoridad acerca de un autor, y al mismo tiempo de alguna disciplina o acerca de una tendencia o corriente en la cual aquel autor fue importante. La elaboración misma de comentarios sobre autores y textos es una disciplina especializada y extenuante, que requiere el aprendizaje, la utilización y la elaboración de técnicas y herramientas específicas y adecuadas a cada caso.

Del lector académico se puede decir que es aquel que lee, estudia, procesa y sintetiza, de manera selectiva y crítica, por supuesto, los textos y opiniones que sobre la vida, obra y pensamiento de un autor y su entorno, circulan en el ambiente académico, científico y editorial, y lo transmite a sus estudiantes y a otros en los cursos y conferencias que imparte, o en los artículos y ensayos que escribe. Se espera de este lector académico, que se convierta también en un crítico y un especialista en la medida que llega a conocer y consulta diversidad de fuentes, y a sus apuntes y resúmenes de lectura les suma sus aportes y conclusiones personales, con el debido rigor y apertura intelectual.

Así es que y cómo los lectores oficiales y académicos producen comentarios sobre otros autores, y los publican en diversos medios, impresos o electrónicos. Los lectores de comentarios encuentran en las obras de los comentaristas un mapa o guía general acerca de un autor cualquiera, y pueden sentirse tentados a aceptar y creer todo lo que él crítico o comentarista dice y afirma, o darse por satisfechos con tales síntesis y llegar a pensar que nunca tienen o no tendrán la necesidad de leer a otros comentaristas para contrastar o de ir directamente a las fuentes, es decir, las obras de los autores, para formarse su propia opinión. Además, no hay que olvidar que la lectura y presentación de aquellos críticos es selectiva e imperfecta como todo lo humano. Además, el crítico sigue sus adhesiones a determinadas escuelas o corrientes de pensamiento, y desde esa perspectiva observará y criticará a los autores que elija, encomiándolos o condenándolos.

Sin embargo, hay que reconocer que mediante la consulta o lectura de un comentario bien hecho, se tienen y obtenienen al menos dos ventajas ineludibles. En primer lugar, se tiene la ventaja de poder acceder a textos o citas del o sobre el autor y otras fuentes, que de otra manera no se podría acceder, especialmente cuando se vive en un lugar donde no hay grandes bibliotecas o acceso a ciertos servicios de información en línea, y a las que el comentarista sí tuvo acceso, y tuvo la oportunidad y la capacidad de estudiarlas y seleccionarlas. En segundo lugar, acceder a o leer un comentario o varios sobre el mismo asunto, resulta ser una manera muy práctica y conveniente de acercarse y acostumbrarse al pensamiento, a las categorías, a las estructuras y trayectorias que se presume aparecen en las obras del autor, y por medio de las síntesis que el comentarista ofrece, se nos presentan como fáciles mapas y rutas que seguir, paso a paso y con marcados acerca de lo supuestamente más notable e importante. Pero, también hay comentarios oscuros, los que lejos de aclarar y simplificar las ideas complejas y extensas de un autor, se nos ofrecen como confusos y dubitables, redactados con verborrea altisonante.

Por lo que, una advertencia importante hay que hacer acá, y es que no hay que olvidar que el comentarista ha hecho su propia lectura y su propia selección de ideas y textos, conforme a sus intereses y gustos. La lectura de resúmenes y comentrarios, o de grandes historias del pensamiento y las ciencias, nunca va a sustituir la lectura de las obras originales, aunque sea traducidas de otras lenguas que no conocemos. De ahí que las traducciones cobran una enorme importancia, no solo porque deban ser bien hechas y completas, sino porque debe fomentarse que se traduzcan a nuestra lengua –la de cada pueblo- la mayor cantidad de textos, obras y autores. Ya que, aunque es sabio el consejo de que hay que aprender otras lenguas para leer en sus originales a los autores, es ilusorio creer que el lector y estudioso promedio dedicará gran parte de su vida y de sus recursos a aprender una o dos docenas de lenguas -porque solo dos idiomas más serían insuficientes para tan digno propósito-, para luego leer a aquellos autores a los que bien podríamos acceder en nuestra lengua, aunque sea en una traducción imperfecta pero decente. De todas maneras, yo tengo la sospecha –que no he confirmado con datos-, de que el tono y el matiz de cada época mancha el estilo y modo como se traduce un texto a otra lengua, y por ello algunas traducciones que en otra época nos parecieron buenas, en otra posterior nos parece o parecerá que no reflejan con exactitud los conceptos del original. Esto último que digo, claro está, no significa que no aprendamos o no debamos aprender, al menos a leer (y con más razones a hablar y escribir) otras lenguas, ya que unas dos o tres adicionales a la nativa, nos pueden abrir muchas puertas a conocimientos tan diversos y distintos como útiles. Pero, para mientras y para aquellos que no tienen acceso al aprendizaje de otras lenguas, las traducciones funcionan. Por otra parte, una traducción cualquiera se puede auxiliar y complementar con notas al pie para aclarar y ampliar, con tablas de las concordancias, con índices de referencias, con diccionarios especializados y otras herramientas.

La presencia de los autores
De todas maneras, los autores y sus títulos, así como sus ideas y conceptos, mantienen su presencia y parte de su vigencia mientras se cumplan las siguientes condiciones y situaciones:

a)Que continúen siendo publicados por las empresas editoriales, ya sea como reediciones de una cierta edición clave, o como ediciones nuevas con alguna mejora o ampliación. Ver títulos ya conocidos en ediciones recientes con diseños de portadas novedosos o curiosos puede provocar un interés renovado en los lectores, pues, quien ya lo tiene podría sentir deseos de volver a leerlo; y quien no, se sentirá tentado a comprarlo, y talvez a leerlo de inmediato.

b)Que los autores y sus obras principales sigan siendo vendidos por medio de las librerías en las ciudades, o en las librerías virtuales en internet. Aunque la mayoría de los lectores puede tener acceso solo a la oferta de libros disponibles en las librerías principales de su ciudad; también es importante y necesario, y a veces hasta mejor, que las librerías en internet, tanto de libros nuevos como de usados, tengan en sus bases de datos e inventarios no solo las obras principales de ciertos autores, sino también otras menos conocidas.

c)Que sus obras estén accesibles en las bibliotecas de aquellas ciudades o naciones, donde no solo se lee, sino también se escribe y se publica significativamente, tanto en medios impresos como en servicios en línea, porque así los autores siguen siendo nombrados y citados por doquier.

d)Que, gracias a esa misma continuada atención y presencia de los autores en la mente de los lectores y mucho más de los escritores y críticos, mientras aquellos autores sean comentados en publicaciones, tales como libros y artículos, seguirán siendo considerados importantes. Mucho más, si muchos críticos importantes de universidades u otras entidades, así como editoriales también importantes, les dedican sendos volúmenes especializados en ellos y no sólo algún capítulo al interior de otro estudio, o simplemente citados cuando conviene.

e)También sirve muchísimo que los autores sean comentados y citados en las ponencias de conferencias, especialmente aquellas de carácter internacional o aquellas convocadas por instituciones de renombre, las que, no sólo son luego publicadas como libros, o como volúmenes especiales de alguna revista académica, sino también en sitios dedicados a eso en internet.

f)También los autores se mantienen presentes cuando sus textos, completos o en parte, ya se trate de autores clásicos y de otros no tan clásicos o recientes, son citados y usados por los profesores en las universidades y colegios como libros de texto, material de clase o de apoyo.

g)Tal como ya lo mencioné, la presencia y existencia de cualquier autor como fuente de conocimiento se mantendrá extensa y actual cuando sus obras y textos sean traducidos a otras lenguas.

h)Sea o no lícito, sea o no ético, lo cierto es que cuando las obras de los autores son digitalizadas y copiadas en sitios en internet donde se comparten archivos y documentos, el pensamiento de tales autores es diseminado con enorme amplitud por medio de un canal alternativo a todos los otros mencionados arriba. Así, aquellos que no pueden o no quieren comprar sus libros, o aquellos que vivimos en regiones donde el acceso a bibliotecas buenas es difícil y limitado, y la compra de libros es casi imposible, por diversas razones, logran acceso a tales obras y textos, y aumentan el espacio virtual de discusión sobre ellos.

Aunque ahora los que escribimos podemos acceder a diversos espacios gratuitos de publicación en internet, o a otros servicios de autopublicación y distribución, es innegable que el hecho de ser publicado e impreso por una empresa editorial de renombre contribuye a la imagen y al buen nombre de cualquier autor. Un autor que ha sido publicado bajo un sello editorial importante, tiene garantizada en gran parte su divulgación durante un buen tiempo. Sin embargo, de muchos es conocido lo difícil que es lograr ser publicado por una editorial de prestigio, en gran medida porque para lograr eso, se tiene que superar los filtros escalonados de lectores oficiales en las compañías editoriales, cuyo papel es seleccionar aquellos manuscritos y propuestas que puedan ser eficaces como productos en el mercado de libros, lo cual, tiene mucho sentido, aunque algunos autores en ciernes sean sacrificados por un mal juicio u otro inexperto o falto de visión.

La lectura y la opinión libres
El lector promedio lee para divertirse, para entretenerse, para aprender o solo para enterarse de algo. Su propósito no es convertirse en experto en un tema, en un científico, o preparar una disertación erudita. Así que, para él una buena e íntegra traducción de cualquier autor a alguna de las lenguas que pueda leer, será suficiente. Así que, al margen de las lecturas y críticas eruditas, expertas y técnicas, la libre selección de lecturas y la opinión sobre lo que lee también libre, tienen gran importancia y significado para su vida. Se debe abondonar el prejuicio, muchas veces común en el ámbito académico, de que el lector libre promedio no “entiende” lo suficiente acerca de lo que está leyendo, a menos que tenga junto a sí a algún “maestro” para que se lo explique o un comentario de un especialista para que se lo aclare. Yo pienso que todo lector debe tener libertad de escoger cuáles autores y cuáles libros lee, o sobre qué temas lo hace, y sentirse cómodo y seguro con la comprensión y la interpretación que de ello haga. No se puede ignorar la influencia que el entorno y la época tiene sobre tales elecciones literarias, pero, por eso mismo debe fomentarse y reconocerse el hecho de que un lector no coaccionado escogerá lo que le gusta, le sirve o le conviene. Eso sí, hay que valorar y vigilar con equidad y balance la importancia que sobre tales gustos e intereses tienen los medios de comunicación social, y de difusión cultural y científica, los sistemas de instrucción y educación, las industrias socio-culturales y de entretenimiento, las tradiciones de diverso tipo, los intercambios y rumores de boca a boca en las comunidad y esferas de acción y convivencia, los mecanismos de diseminación ideológica y otros canales de transmisión de ideas y opiniones desde los actores y agentes especializados o con poder de influencia que a veces aparecen como autoridades sobre lo que se debe leer, aprender y entender.
[Artículo en progreso]

junio 01, 2010

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1

Sobre apoyar y rechazar a ciertos autores 1
Por Francisco Martínez Alas (abril-julio, 2010)

1 Punto de partida: ¿Quien es el lector?

El autor y su texto
Para ser o convertirse en un autor, hay que crear una o varias obras. Tal obra puede ser un documento o texto escrito; una figura o una máquina esculpida, ensamblada o conformada; una imagen pensada y plasmada sobre una superficie; un conjunto de pensamientos coherentes expresados oralmente o por otros medios gráficos, incluso algunos tecnológicos. Será su obra si la firma, si al publicarla presume de su autoría; de otra manera, el texto circulará –hasta ser destruido o perderse- como una obra anónima. El atributo de pertenecer, por autoridad, un texto a un autor o grupo de autores específicos, le asigna un significado distintivo. Por tal hecho se le puedan a atribuir al autor el conjunto de las ideas, argumentos, construcciones, categorías y conceptos que el autor ha desplegado y expuesto en su obra.

El autor usa su lengua materna, o alguna otra que haya aprendido, para expresarse. Algunas de las ideas, argumentos, informaciones y datos, que dice en su texto ya habrán sido dichas o habrán sido pensadas y expuestas en parte por otras personas en sus respectivas obras o por la vía de otros medios de divulgación y difusión. En algunos casos, conscientemente, citará a otros autores, o fragmentos de obras de otros autores. En otros, lo que reflejará o demostrará será el sustrato almacenado en su memoria, de toda una vida o diversas experiencias de lecturas, investigación, observación, reflexión, trabajos y prácticas. Lo importante entonces, es como dice lo que dice, como lo estructura, como lo narra e ilustra, y a que conclusiones o síntesis llega. El conjunto de todos esos elementos que el autor organiza y prepara es lo que constituye su obra única.

En este ensayo quiero ocuparme preferentemente de los textos escritos, sin importar si su soporte es el papel, o se trata de un texto digital, almacenado en o accesible por medio de un artefacto electrónico.

Encontrando textos y conociendo autores
Sólo cuando una obra llega a las manos de un lector potencial aquella podrá ser leída por él. Pero, ¿cómo nos enteramos de la existencia de una obra? Mientras se lee un libro o texto cualquiera, es posible y frecuente hallar una cita de una frase o unas ideas de otro autor. Si la cita está completa, a la par, al pié de la página, o en la bibliografía se encontrará la referencia completa de la fuente. Según la región o la ciudad del mundo en que nos encontremos, será posible –o no- hallar la obra o el documento citados en alguna biblioteca o en alguna librería de la localidad.

Aunque ahora es menos frecuente hallar catálogos impresos de las editoriales, porque los mismos se encuentran, más amplios y constantemente actualizados, en la red, en los mismos libros que leemos, muchas veces aparece alguna lista de otros libros publicados por la misma editorial en la solapa, o en las páginas finales. Otra manera de encontrar referencias sobre obras, son las propias casas editoriales que las publican o distribuyen, y por supuesto, las librerías en línea. Algunas editoriales e institutos literarios publican revistas bibliográficas con fragmentos y comentarios acerca de nuevas ediciones. Si se frecuenta las librerías y bibliotecas es posible hallar algunas en las que se pueden consultar catálogos e índices diversos sobre libros publicados en todas las áreas. Y si se visitan los sitios web de las compañías editoriales, o las tiendas de libros en internet, entonces se podrá examinar más en detalle un título buscado, ya que de la mayoría de libros en tales sitios se ofrecen las portadas y solapas, resúmenes y prefacios, tablas de contenido e índices de aquellos que venden. La consulta de catálogos y bases de datos de libros en la red cuenta, además, con la ventaja de poder ver, conocer y comparar muchísimos otros títulos que a lo mejor no se conocían. Ello nos proporciona un panorama amplio e inmediato de lo que se está publicando sobre el autor que buscábamos o leíamos, o de las obras de otros autores sobre temas que en los que se está interesado. Así, nuestro campo de referencia se amplía notablemente. Y por supuesto, la visita física y frecuentes a las librerías de la localidad nos proporciona un contacto directo, al menos con lo que se está ahí vendiendo, y se descubren otros autores, o se aprende a reconocer e identificar el carácter y la línea o espectro de ideas que marca a ciertas editoriales.

Aun cuando se posea una excelente personal, no se tiene o se puede tener todo lo que conviene o nos gustaría leer, de modo que visitar bibliotecas, ya sea para leer allí o para prestar libros para llevar a casa, es una actividad obligada para cualquier lector. Se puede comenzar por examinar los catálogos, tarea que se vuelve más fácil y graciosa ahora que la mayoría de los catálogos son electrónicos y hasta están disponibles por medio de internet. Las bibliotecas con estantería abierta son mejores que aquellas otras en las cuales hay que recurrir al mostrador, y entregarle una boleta al empleado para que vaya a buscar el libro que llamó nuestra atención, y esperar a que nos lo traigan para poder revisarlo. En cambio, en las bibliotecas de estantería abierta el lector puede, guíandose por las referencias que ha tomado del catálogo o por la señalización de los estantes y pasillos, ir a buscar el libro por si mismo, examinarlo ahí mismo y decidir si le sirve o no. Además, con entera libertad puede revisar los otros en derredor y así conocer y reconocer autores y obras de todos los temas disponibles.

Complementarias a las bibliotecas de impresos son las bibliotecas en línea. Bibliotecas digitales las hay no solo de obras clásicas en todos los géneros y campos, sino también y más importantes para ciertas labores de investigación y de formación crítica, hay muchos repositorios de documentos técnicos y de publicaciones seriadas, administrados y puestos al servicio por organizaciones e instituciones de todo tipo. Estas son otras fuentes de conocimiento sobre métodos, y sobre el estado de la discusión sobre ciertas ideas y ciertos autores que está en el ambiente académico y científico.

Aunque yo no lo apruebo mucho, otra manera de conocer textos y autores, es tomar en cuenta y consideración las recomendación personal de otro: como cuando durante una plática o una conversación alguien nos recomienda leer a cierto autor o algún título en particular. Del mismo modo, en el transcurso de alguna clase académica o mientras se asiste a conferencia, el profesor o el conferencista podría mencionar algunos textos o documentos que talvez llamen nuestra atención y nos de alguna curiosidad indagar más al respecto.

El lector individual
Llamaré lector individual, a aquel que lee un documento, o los textos o libros de unos autores, por interés y satisfacción personal, o para beneficio propio, o para apoyarse en una actividad que tiene que realizar y que requiere de los datos, informaciones y conocimientos plasmados en tales textos. El lector individual adquiere algún libro, lo presta en una biblioteca, u obtiene una copia de algo que ha sido publicado en línea, con la finalidad de leerlo enteramente o consultarlo parcialmente. Puede solo leerlo y disfrutarlo, aprender de sus ideas y narraciones, y hasta discutir para sí o con otros acerca de lo que lee; pero también puede sacar aparte anotaciones y citas acerca de lo que ha leído, o subrayar el texto o hacer anotaciones al margen.

Sus hábitos de lectura son producto del entorno social e histórico en el que el lector vive, así como de los contactos personales que ha tenido, o con ciertos cuerpos de ideas transmitidos, o talvez los ha adquirido en el seno de su familia, y durante el proceso educativo en todas o en cualquiera de sus etapas. De cualquier manera, son sus hábitos, y puede mantenerlos relativamente estables a lo largo de su vida, o irlos transformando en el tiempo según las circunstancias en que se encuentre. La lectura individual, por interés y satisfacción personal, no solo mantiene el flujo de ventas de las editoriales y las librerías, o aumenta las estadísticas de usuarios de las bibliotecas, o el tráfico de los sitios web, sino que también enriquece la cultura literaria de una nación, fortalece la capacidad de tener y formar una opinión fundamentada en diversas fuentes, y le ayuda a los autores –sean personales o institucionales, vivos o muertos, de la misa época o de otra- a forjar su reputación y presencia en los círculos de ciencia y de la discusión profesional. Y eso, nos abre el paso a otro tipo de lectura y de lector.

[Artículo en progreso]

Sobre la participación y representación 3: en la sociedad y las organizaciones 3

Sobre la participación y representación 3: en la sociedad y las organizaciones
Por Francisco Martínez Alas. (2010)

3 Sobre el modo de participar

a) El voto y la votación: En mi opinión hay tres modos principales de participar. El primero de ellos es el de la votación. Cuando otorgamos nuestro voto, por cualquiera de los medios y mecanismos admitidos y posibles que se establezcan en un proceso específico de votación, estaremos participando. Cuando en un proceso de votación no damos nuestro voto, estamos expresando o demostrando nuestra posición, pero no estaremos participando. Se realiza una votación cuando se desea elegir a alguien para encomendarle una tarea o misión, o para que nos represente. También se vota cuando se desea tomar una decisión, como cuando se desea aprobar o desaprobar una moción o una petición, surgida entre los que votamos o propuesta por terceros, o escoger entre dos o más opciones posibles acerca de cualquier cosa.

Cuando votamos en nuestro propio nombre, con nuestra propia identidad, conforme a nuestra posición, ideas, anhelos o convicciones, entonces estamos otorgando nuestro voto personal, ya sea de apoyo o de rechazo. Nuestro voto cuenta y vale como el de cualquiera otro; pues, no tendría mucha lógica ni mucha justicia que los votos de unos tuviesen más peso que los de otros. Aunque sí es posible que unos puedan razonar y argumentar con mayor pericia su propio voto que otros, pero no por ello valen más, sólo tienen otro significado o podrían proveer información adicional al proceso de votación. Pero, también puede darse el caso de que se nos permita votar en representación de otro, de quien nos ha dado una credencial auténtica y voluntaria para que lo representemos en una votación. También, en este caso, quien representa a otro debe votar conforme a las instrucciones y la voluntad del representado. A menos que, el representado nos haya autorizado a tomar la decisión de votar conforme nuestra voluntad y criterio e ignorar el suyo.

En grupos pequeños y cuando se trata de elecciones o votaciones no tan formales, o para efectuar decisiones sencillas, podría bastar que los presentes levanten la mano o hagan alguna otra clase de señal convenida para expresar aprobación o denegación. Luego, uno o varios pueden realizar la cuenta de cuantas manos levantadas hay o de cuantas otras señales o distintivos se están mostrando. La decisión se tomará conforme la mayoría simple de aquellos que levantaron su mano para responder sobre una pregunta o petición, que equivale casi como un simple “no” o un “sí”.

Debe establecerse un procedimiento para consultar, contar y compilar cada participación de los miembros de un grupo, asociación o comunidad, en una votación. Una manera podría ser, preguntar verbalmente uno a uno en privado, o en público ante un pequeño grupo de testigos, o ante la presencia de todos, y registrar en algún soporte o mecanismo, o copiar el voto o el comentario de quien participa. Uno de los métodos más comunes es hacer que la persona marque o escriba en una papeleta, diseñada e impresa para tal fin, su voto para una persona o para una proposición. Terminado el proceso se cuentan los votos que recibe cada opción, y se descartan las papeletas dudosas y las dañadas. Por regla general, a quien recibe más votos que los demás, y de preferencia más de la mitad de los votos hechos, es quien se hace acreedor de la posición de ganador. Convertirse en ganador de un proceso significa recibir la confianza y la asignación de todos los que participan en el proceso para llevar a cabo funciones tanto de coordinación como de representación. De igual manera, la propuesta que resulta ganadora es a la que se le dará seguimiento y se le asignarán recursos para su ejecución, porque su realización representa la voluntad y el anhelo de los participantes.

Cuando se trata de hacer elecciones en las que interviene la sociedad entera, y ya no de un grupo, como es el caso de los procesos electorales para elegir gobernantes, cuerpos legislativos y a algunos funcionarios específicos que no son designados por los jefes de estado, se determina que algunos pueden ejercer su derecho a votar, común y preferentemente por ser reconocida su adultez. Categoría que según la ley de cada nación se adquiere ya sea desde los dieciséis años de edad, a los dieciocho o talvez un poco más. Sólo bajo algunas circunstancias, las personas pierden su derecho a participar como votantes en elecciones de carácter político. Tales procesos electorales son organizados, operados, convocados y supervisados por una entidad gubernamental específica y relativamente autónoma. Tal es el organismo o concejo que organiza las elecciones, y asistir a votar en los puestos de votación y votar correctamente es un modo de participar, con la certeza de confiar y confiando en que todo el proceso es correcto, íntegro, diáfano y fluido.

Ahora bien, cuando se participa con el voto en procesos electorales o en consultas públicas, o en referendos, que son procesos parecidos pero no iguales, cada individuo ciudadano llega a votar para elegir a una o varias personas para que ocupen un cargo público de gobernante, legislador, concejal o miembro de un tribunal, magistratura u otro instituto equivalente. Cuando se trata de elecciones para cuerpos legislativos, parlamentos y sus cámaras, concejos de gobierno local, no siempre el sistema electoral vigente en algunas naciones permite a sus electores elegir real y directamente a las personas que compondrán tales instituciones; sino solo a los partidos políticos que poseen listas de candidatos en un cierto orden, y según los resultados de las elecciones son los partidos los que deciden el orden de prioridad que tiene cada uno de los que están inscritos en esa lista. De manera que, al votar, lo que se hace es autorizar a un partido político a colocar a uno de sus miembros en un cargo.

Pero, aun cuando se trata de elecciones de carácter nacional, no siempre se trata de elegir a personas para ciertos cargos o funciones, o a partidos políticos para que cumplan con determinadas funciones, sino que también se puede acudir a votar por propuestas que hacen los gobernantes, propuestas que se refieren a situaciones específicas.

Si no recuerdo mal, los sistemas de votación típicos son los siguientes: 1) elegir una de dos opciones; opciones que son mutuamente excluyentes, y que no permiten otra cosa que elegir entre un “sí” o un “no”, un “a favor” o en “contra”, o entre “esto” o “aquello”, pero sin poder opinar más, o considerar el alcance real y total de las consecuencias y derivaciones de tal elección; 2) otra posibilidad es la de escoger entre varias opciones, en donde talvez las dos opciones extremas sean mutuamente excluyentes, pero las de enmedio se alejan de los extremos poco a poco y al mismo tiempo se acercan al justo medio cuando el total de las opciones es impar; o sino, significan alternativas, todas relacionadas entre sí y variantes de una posición similar pero que incorporan un factor clave distintivo cada una; 3) también se puede votar al poder escoger uno de varios criterios, argumentos o apelaciones, que son distintas entre sí en cuanto alcance, posición y consecuencias, y que reflejan la adscripción y las intenciones de sus creadores y proponentes; y por último, 4) el voto razonado o argumentado, que se basa en elegir entre o dos o más opciones, pero también con la oportunidad y posibilidad de que el votante y participante pueda agregar y exponer sus razones y justificaciones con su voto; así, el grupo, concejo o entidad que toma la decisión final, debe incluir todos los argumentos o una síntesis de las concurrencias y divergencias que se den. Sin duda, debe haber otros modos de elegir, más complejos, más incluyentes, y hasta más participativos, pero, por ahora menciono solo esos.

Ahora bien, gracias a las tecnologías de información, en lugar de votar por medio de papeletas a marcar, se puede hacerlo por medio de un sistema informático. Imagino un sistema que permita colocar además de la información básica (como decir, el nombre y foto del candidato en cuestión, y su afiliación partidaria), otros datos que sean pertinentes para el evento en el que se está participando. O, si se trata de votar por propuestas, toda la información adicional que le pueda o pudiera ayudar al elector participante a decidir mejor por una opción o por otra, o por varias si la ocasión y el sistema lo permiten. Se da por sentado que tal sistema debe contar con todas las medidas de seguridad pertinentes, como la autenticación y encriptación entre otros mecanismos. Si se cuenta con los programas de computadora especializados, la amplitud en la conectividad y acceso a equipos o a centros de cómputo suficientes y adecuados, entonces, hasta se puede habilitar la votación remota por medio de internet. Además, escoger en un sistema así, cuando se trata de una votación institucional, al interior –por ejemplo- de un cuerpo legislativo o de una asamblea de una entidad privada o pública, con o sin fines de lucro, y si los reglamentos y leyes lo permiten, además del cómputo de votos a favor o en contra, o por tal o cual opción, se podría registrar otros datos demográficos, o tanto cualitativos como cuatitativos de los electores y del proceso mismo de votación y almacenar todo eso en una base de datos, de la que luego se pueden extraer y generar interesantísimos reportes que permitan contemplar y estudiar el proceso participativo y de escogitación desde múltiples enfoques, factores y aspectos.

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